Tuesday, January 15, 2008

La Gran Bestia (1)


Por CARLOS LOPEZ DZUR

Algunos de nuestros inmigrantes en los Estados Unidos han aprendido a ser presuntuosos sobre la hazaña de cruzar la frontera. El recién llegado y sus líderes glamorizan el valor de su arribo ilícito y sus riesgos. Como grupo, son presumidos. Se jactan. Las canciones tradicionales y corridos proclaman que «la Migra me [nos] hace los mandados». Es decir, los agentes de la Patrulla Fronteriza estadounidense son vistos como «recaderos obedientes» o «achichincles» de servicio para los inmigrantes sin documentos. Letras como éstas son hechas por compositores de encargo que exaltan la cultura del narcotráfico en el Norte o del coyote o simplemente del «inmigrante» temerario.

Todo el mundo sabe que tanta palabrería y pitorreo jactancioso no tiene base. En promedio, por acciones de la Migra, el Muro de la Tortilla y las persecusiones en la franja fronteriza, unas cuatrocientas personas, principalmente mexicanas, mueren cada año y las deportaciones se multiplican exponencialmente. Para las burocracias del sistema de control migratorio, la separación de padres e hijos es una rutina. Un caso más o un caso menos [de separación de familias] no desvela a los jueces o los funcionarios de Migración. La ley importa más que las emociones y el problema sentimental o humano de las decisiones que se consideran mandatorias, por deber, es la retribución debida a quien la sufre por gafar el sistema y meterse donde no le llaman. Un país que no es suyo. La burocracia ha dicho, desde sus comienzos, que son los papeles los que legislan en torno al Sueño Americano, no los seres humanos, en particular, si son pobres.

Este próximo año, la Agencia de Migración y Ciudadanía del Departamento de Justicia anunció que deportará a México unos 200,000 inmigrantes indocumentados. Vaciará las cárceles federales y ésto implicará unos 36,000 inmigrantes deportables más que el año anterior.

La persona humilde siente el miedo. El jactancioso, no. Este último va a restaurantes mexicanos y paga al marcar aquellas canciones de este tipo en las rocolas. Se complace en escucharlas. Los conjuntos norteños son portavoces ambulantes de tal repertorio. Gente que comete crímenes, que se asocia a la burla y al bandidaje, que deja sus esposas e hijos abandonados por la aventura del dinero y las fantasía de su migración, revestida de nostalgia, son los nuevos elementos del folk-art. Y la tambora y el acordeón, con que arde esta leña, crepitan. Mas no se crea que hay una catharsis. Una borrachera, a son de banda, no es descargo de consciencia, sólo escapismo y fanfarronería.

Los inmigrantes se sienten heroicos, paradigmas de cierto tipo patriótico, dignos de recibir una bienvenida agradable. La mayoría ha hecho su tarea y piensa que ellos merecen un premio de reconocimiento. La gente trabajadora ayudará a sus familias según vayan ganándose el salario. La vida de la especie migratoria será una cruzada de riesgos y sueños. Enviarán sus remesas a México, Sur y Centroamérica. La economía de sus países de procedencia se fortalece por ésto.

Una comunidad local de cómplices en solidaridad les espera cuando se van y regresan. Cuando muy tercamente, por mor del Sueño Americano, pese a deportaciones, declaran: «¡Adelante con los faroles! A la tercera va la vencida!»; pero no toda la gente los animará cuando estén aquí. Ellos han elaborado su propio diálogo de sordos. Se habla mucho, pero nadie escucha ni entiende, por lo que sólo se generan los grandes niveles de controversia. Sea macho o hembra, un inmigrante indocumentado puede permanecer atrapado en una fascinación que puede llamarse la Gran Bestia. Vulgo profano / Profanum Vulgus.

Sean cuales sean sus ideologías personales, raza o posición, muchos ciudadanos estadounidenses pueden sentirse ansiosos cuando nuestras comunidades afrontan el ciclo de olas migratorias.

He oído y he conocido a muchos Latinos estadounidenses que se avergüenzan de su ancestro o de de sus padres inmigrantes o relacionados. He escuchado una predicción que es igualmente un lamento. O una queja. Se está juzgando el Todo por la Parte, lo Sano por lo Pudrido, la Gente Buena y Trabajadora por una Gentuza. El populacho, con su cultura de pobreza, se representa con sus muchos alcoholes, indolencias, taloneos, machismo y otros males. Es lo que puede como mínimo.

La conclusión engañosa no tarda en darse. Aunque una mayoría de pueblo bueno pague por lo injusto de una chusma filtrada, Norteamérica ha comenzado a darles morcilla. Esto es, a despreciarlos y cerrarle las puertas.

Se dice a contínuas que la masa inmigrante es un obstáculo para el progreso del grupo precedente y que ya no conviene que vengan más. Son un mal. Un fastidio. Ya son muchos y parió la abuela. En general, del inmigrante latino se dice que crea demasiados problemas y prepara la ruina de la comunidad. No se dejará que «nuestras autoridades» supremas sea la muchedumbre. Personas de piñón fijo que, por quedarse, hacen una vecindad de mala muerte a las ciudades que alguna vez fueron tranquilas y blancas: hoy, por consiguiente, están llenas de pandillas, cholos de mal talante, grafitaje, escandalosos barrios y ranflas, mujeres que llegan a los EE.UU. a embarazarse, alimentarse del WICs y vivir de la Beneficencia Pública, o a reclamar residencia americana a base de engaño, embarazos aviezos y argucias de sobrevivencia, así como pájaros de cuenta, que no son lo que recomendó la Etica del Maestro y las buenas costumbres del México civilizado.

Para explicar algunos por qués, déjeme añadir ésto: En la ley y la política, la connotación más temprana de ser un trabajador indocumentado en los Estados Unidos es dolorosa y peyorativa en cierto modo. La primera cosa que se duda consiste en si el inmigrante étnico en cuestión tiene un estatus de residencia legal; si es un ilegal, sin papeles; el segundo asunto sobre el cual se habrá de sospechar y, al final, para rechazo, es que él podría ser, debido a su / su empleo y actividades, probablemente un pobre que contribuye a infecciones sociales. Puede que sea un criminal de otro tipo. Un terrorista o un narco.

Cuando una persona que ha triunfado aquí, de algún modo siempre honesto, tiene un mal vecino étnico, presupone como punto de partida moral que hay que ser una persona productiva que sigue los pasos de sus padres exitosos e independientes. Una persona debe entregar algo o tratar de hacer contribuciones duraderas. Una persona no es un valor a otros por simplemente existir. O haber llegado al país nuevo. Se requiere de méritos.

Contestaré dos o tres de estas preguntas dentro de este contexto. El primero: ¿por qué algunas personas buenas en nuestras vecindades tienen una mala impresión en torno a los inmigrantes? ¿Quiénes, entre las comunidades indocumentadas, son éstos de los que se tiene una opinión negativa? ¿Se implica una preocupación (o interés) justificable para nosotros?

Las comunidades se sienten infelices ante las implicaciones prácticas de la «cultura de la pobreza» o su presencia infecciosa en su área. Oscar Lewis, antropólogo norteamericano, describió las características de esta enfermedad social: «La cultura de pobreza consolida un sentimiento fuerte de marginalidad, impotencia, dependencia, de no pertinencia. El marginado se siente perdido y extranjero en su propio país, se convence de que las instituciones existentes no sirven a sus intereses y necesidades. Con este sentimiento de ineficacia se profundiza y extiende su sentimiento de inferioridad e indignidad personal».

El alcance de los medios de comunicación globales y estilos americanos y la lucha por normas para capturar el mensaje existente en ésto permea todos y los predispone negativamente. Son muchas las personas que así lo expresan.

Y la verdad es que siempre hay enemigos pre-empacados e inventados. Surgen en las ocasiones de escasez o cuando la economía se deteriora. Cuando los gastos fiscales por beneficencia y servicios al pobre son mayores. Cuando el crimen se eleva. Esto ocurrió en los años 1930. La mano de obra barata mexicana aquí en el Suroeste el país fue contrada durante temporadas de auge y expulsada durante las eras de crisis.

Entonces, para justificar la expulsión, fue lanzada una campaña xenofóbica y anti-pobre que caracterizaría al trabajador extranjero como uno que desplaza y quita los empleos «a los verdaderos americanos». Algunos estudios sugieren que hasta el 60 % de aquellos mexicanos (de viejas generaciones en este país) que fueron forzados a marcharse en los años 1930 al 1940 eran realmente ciudadanos americanos por derecho.

Para mayor desgracia, a través de sus instituciones, el gobierno mexicano les robó ahorros. Ni los consideraron de aquí ni de allá. Faltaba el respeto.

Quizás los vecinos que hoy los juzgan emitirán juicios inmerecidos e injustos; pero esto concierne a lo que es el título de este comentario: la Gran Bestia. Una imagen de muchedumbre y vulgaridad que es creada por los políticos más inescrupulosos y grupos de presión anti-inmigrante. La cultura de la pobreza es el pretexto y la herramiento publicitaria. Es tan verdaderamente repugnante lo que es que resulta efectiva para fortelecer los prejuicios.

La Gran Bestia es la publicidad mala que se dan a sí mismos, por su conducta, los inmigrantes de los fondos bajos. También la Gran Bestia es el temor fantasmal con que se consuela el que odia al prójimo y no quiere conocerlo en verdad; pero sí opinar sobre ellos, despachándose con la cuchara grande.

Como subcultura, el inmigrante sin mérito y sin meta destruye el arte de vida. Se vuelve un objeto del odio público. Origina muchas veces la pérdida de relaciones primarias, como son las obligaciones de familia a favor del objetivo orientado a otras relaciones secundarias. En ese caso, hasta su propia familia e hijos, lo sienten un monstruo. Cuando una persona no está preparada para mudarse a un ambiente nuevo y desafiante, se deslumbra. El capitalismo de consumo moderno ha formado una sociedad donde muchas personas tienen que vender su personalidad y se entregan a la búsqueda del beneficio fácil o fantasía y el escapismo.

Inmigrar hoy no es fácil. El mismo latino y la gente blanca serán sus acusadores. Inmigrar ya no es una aventura heroica admitida y para admirar. Políticamente, no puede ser así porque el recién llegado mencionado es un transgresor. En estos días, un inmigrante es juzgado como a engañador, que infringió la ley al mudarse de un país al otro sin el consentimiento de cualquier gobierno. Entrar al país ajeno, cruzarse hacia su tierra, es una tarea de desobediencia política.


En fin, no otras palabras [pero «muchedumbre», «multitud indeseable» o masas] son muchas de las que he oído de bocas obstinadas y amigas. Y lo que está implícito cuando se da este nombre a gente, cuyo único delito es ser indocumentada, es lo que el filósofo inglés Thomas Browne describió como «el Gran Enemigo de la Razón y la Virtud: la Bestia, un monstruo más prodigioso que la Hidra».

¿Es ésta una exacta, completamente verdadera, descripción de la comunidad migratoria? ¿O es el punto de vista decepcionado, elitista, esto es, el concepto demagógico ofrecido por los grupos que piensan así?

Los políticos que hablan únicamente para explotar el resentimiento y ocultar su incapacidad de legislar, con soluciones apropiadas ante la tal llamada a amenaza a la estabilidad nacional, no me interesa, pero hay que aprender a oír a los vecinos que observan diariamente la naturaleza de su contacto con la población económicamente pobre, no asimilada y generalmente hostil como inmigrante.

Como una minoría marginada, todavía sin la lengua inglesa o con la educación insuficiente como ciudadanos potenciales, su americanidad será desafiado. La primera calidad o el sabor de ser inmigrante étnico es ser el sospechoso de algo.


No pocas veces, en muchas ocasiones ~ el sentimiento es mutuo. Al igual que la gente blanca, el latino-estadounidense rechaza a cierto tipo de inmigrante indocumentados. El juicio convenido se adopta en base a los que piensan grupos sociales que gobiernan o son más activo. Cuando menciono tal desaprobación, realmente implico las críticas que son hechas contra olas migratorias pobres, mexicanas e hispanas, indocumentadas en general.
En el discurso político específico, a escala nacional, la significación de inmigración se ha vuelto una mala palabra. Un fantasma de amenaza. La cuestión es una « papá caliente». Las oleadas migratorias ~ son aquí la gente que, por un lado, descubre dónde radica la raíz de problemas internacionales, dónde la discriminación es abierta o el racismo se ha extendido o pretende ser más sutil, pero que, al mismo tiempo, contiene en sí misma el germen de una cultura de pobreza. No sólo esto. Trae más problemas consigo. El más subjetivo y difícil de juzgar son las diferencias culturales creadas por el sentido de alteridad, la Otredad, en términos de recepción de lo extranjero por los otros que han vivído aquí antes de su llegada.

Los aspectos económicos y materiales de la presencia del inmigrante indocumentado son más evidentes y cuantitativos: poblaciones rápidamente crecientes en nuestras ciudades pueden significar escasez de viviendas. Los grupos de más arribo tendrán que compitir por la mayor parte del alojamiento, de por sí, viviendas en reducción y en deterioro. Los líderes comunitarios han observado que un grupo étnico con pandillas crear territorios y se da a la tarea de defenderlos contra el cambio. El gobierno descuida, o abandona tales áreas y lo que también conduce a mayor actividad de pandillas o a la formación de una subcultura autónoma, como es la de niños socializados en comportamientos y actitudes que perpetúan su inhabilidad de salir de la pobreza y la delincuencia. El inmigrante pobre forma barrios. Ghettos de los que el anglosajón y la clase media alta huye.

Esto es un punto crítico. La entrada ilegal a un país [que no es nuestro propio] desafía el poder político de otra gente, la nación vecina. El estado nación hizo la inmigración una publicación(cuestión) política: por definición esto es la patria de nación definida por la identidad étnica compartida y / o la cultura. Los ciudadanos estadounidenses creen en su derecho a acusar al ajeno indocumentado como invasores. Actualmente, América no es, ni puede ser, tan generosa como cuando Emma Lazarus, en un poema titulado El Nuevo coloso que está inscrito sobre el pedestal de la Estatua de Libertad, escribió: "Give me your tired, your poor, your huddled masses yearning to breath free».


El modelo de inmigración reciente ha cambiado. El volumen global de inmigración es alto y la gente de EU piensa que ya recibió una gran cuota de ellos. El volumen global de inmigración es alto y la gente de EUA piensa que ya recibió una gran cuota de ellos. La política de inmigración cada vez está más asociada a cuestiones como la seguridad nacional y la protección contra el terrorismo. La nueva ideología es: Nosotros, los Americanos primero. La inmigración debe ser selectiva. Incluso cuando la selección étnica generalmente desaparecía, por lo general dan a la prioridad al que es el educado, experto y rico.

Los motivos para la inmigración no se han cambiado. Los individuos y familias todavía vienen a los Estados Unidos con una visión de mejorar sus vidas, pero la puesta en práctica de restricciones existentes y nuevos siempre más hostiles nunca se cesará.

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