Friday, May 07, 2010

Mandato para los alfareros de Tiqquim / El fuego en la casa de Mariana / Mis alfareros en el sonido

a Nilita Vientós Gastón (1903-1989)
Levántate, José Benigno,
ve a buscar arcilla en Calabazas,
al sur de Cidral y Piedras Blancas.

Madruga, Antonia Gastón,
madre bendita, y llena jarras
con aguas del Culebrinas,
flujos del Norte de Guacio,
que voy a cocer una vasija:
honra para tu pueblo.

Mi luz la sacaré ex-nihilo de mi aliento vibratorio
de Tiqquim; pero alguien tendrá que ir a recoger
el barro, alguien que sepa de arcilla
y tenga una fragua en Pepino.

A los ríos yo los llamo Consciencia
y los universalizo sobre el Bazo
de los montes, los fluyo
sobre los cuatro elementos
de mi cruz en los mundos; hoy elegí
tu barrio, José Benigno, sal de la sombra,
y aguas del Culebrinas, peces dulces
y amargos, peces de Marah.

Más allá de las luchas en que has estado,
más allá de los triunfos sagastinos,
más allá de arrecifes coloniales,
voy a sembrar una luz en la arcilla.

Y mujer fértil hallé en Ana.
Y de la ostra de su útero fecundo,
se escuchará una perla,
su llanto de soprano.

Vaso de honra, tesoro, dejaré
en sus manos, alfareros.
Han de llamarla Nilita.

La tarea se ha dado, Ana Gastón.
Hazle en el plexo esplénico el Bazo
de su arrecife, házle un kelim de arcilla,
calabaza del alma; yo la transformo
en perla, yo llenaré su corazón
de oro con mi brajá, doy la bendición
del amor trascendente: la hago Honra
y Tesoro, mujer que defienda
a tu pueblo y sea profeta
de hombres libres y buenos.

Coopera, Vientós Lamourt.
Este es el verdadero triunfo:
que nazca con la arcilla que me traes,
que filtro hepático para purificarla
proveas, ángel del hígado,
que el río de Ana lama la perla,
se descanse en mi espacio,
y las Palmas de mis nubes
la protejan cuando comience el parto.

Tráela al Olam Hatikún: voy a llenarla
de mi ley para que mi lenguaje sea
libre y ejemplar, pueblo por pueblo.
Que sea ella quien corrija las naciones,
que parte de mi corona sea,
mi vasija amada en el Caribe,
con arcilla amasada por mis alfareros,
por el Culebrinas abrazada
entre los pepinianos.

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El fuego en la casa de Mariana

Se afanarán tus vecinos. A lágrima viva
y en pánico, temblarán tus pobres
y su llanto a misericordia llamará.
Fuego hoy los convoca, pueblo mío.

Quien sopla el Gran Viento, anciano
es y lo ha visto. En la casa de Mariana Rubio,
su rostro es tristeza y su labio es rezo.
Para que los alzaos se vuelvan mansos,
la Vela cayó. El odioso que venza su rencor
porque la rueda gira y auxilio de amor
pondrá en muchas manos;
que el grupo vaya y cargue el agua.

Que en tinajas no ponga amargura.
Vayan a la charcas y picos y palas extraigan
de sus escondites, porque los escombros
tendrán que desbrujarse para que el pueblo
sea nuevo, desde su ontológico cimiento.

Que ninguno diga en Guayabal,
«uno soy sin otro, nada debo;
yo soy mi propio vecino
y mi barriada son cabezas de mi ego».


El que sepa tirar techos y navegar
en brasas, abra su alma como una cascada,
derrame su agua dulce y mire si alguien muere
o ha sido lastimado en esta hoguera.

Dejen atrás los andrajos del bohío.
Que los colochos y los tiliches
sean parte del olvido, y las bravatas
del rico contra el pobre y del pobre
que echa chufas al rico, que cese,
porque el orgullo ha sido grande
y la tacañería es un tojo
en el árbol sin alma.

Desde las 4:00 de la tarde, la Rueda
para muchos destinos colectivos gira
Quien a la justicia cósmica ha llamado el Fuego
y no, por accidente, cayó la vela
en la casa de Mariana. Quien ve y revierte,
quien oye y restaura, habita en Ijud,
donde el dos se hace uno
y la colectividad es Unificación.

Ahora se conocerán quienes sufren
y separados serán de los que se burlan
y se detendrá el compasivo delante
de los niños en la inopia y se dirá:
«Toma esta manta; cúbrete en la noche
porque la Iglesia está llena, vas a dormir
como los pordioseros en la esquina
y ni luna hay en el cielo que pueda consolarte
».

Buscarán su cubujón por días.
De tripas harán corazón.
El viento esparcirá más tizne
que en las noches de las partidas comevacas
y los incendios en las haciendas
de Cheo Font y Jaunarena Azcue.

Vuelva al campo, el que sepa arar
y sacar viandas y frutos,
porque el hambre es espada
y el alimento ayuda a sus consuelos.
Deje la cara de amargura el que vio
las llamas y el semblante puso en luto
porque no es el final.

Es el comienzo de la restauración.
Quien tiró la Vela
con aliento de Gran Viento
y giró la Rueda de su energía en cada
hombre, al organizador llamó...

A Narciso Rabell ha dicho: «Bendice»,
yo te elijo, no el Gobernador Hunt.
Quien sacude y calma, es quien
dice: «De Sión del cielo necesita tu pueblo
y la Hija de Sión nace en el Alma»
cuando preparo el parto.

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Mis alfareros en el sonido

a Eladio Scharrón González (1956- )


Eladio, comienza con tu voz.
Házla brisa que acaricie a Hoymala.
Escala con las sílabas el Uno-sin-dos,
divinidad que llena Todo.
Dedos quiero sobre la arcilla,
voz para que pronuncie mi Vibración
en la Luz de Vishuddi.
Alfareros son quienes me aman
con lo que doy de voz y tacto.

Mi Mano está sobre tí, simiente de Scharrón.
Como una Nube sbre las cabañas,
contigo tengo mis palmas en caricia de barro.
Giro el destino, abro oportunidades
para que seas uno entre mis alfareros.
Vasijas para mi luz te entrego.

Tú moverás mi luz en las guitarras.
Amasa esa criatura que necesita amor,
susurro en sus oídos; házla salir
del samskara, tierra que es sepulcro
de polvo y no recibe el fuego,
sorda piedra que se fijó
a tristeza divisora y a melodía olvidada.

Sé tú mis dedos, Eladio.
Tensa las cuerdas del silencio
y provee tu cáñamo como instruyeran
Millito Cruz y Ernesto Cordero.
Sabrás que yo te escucho y te responderé
desde la esencia ontológica
de Nuestra Compañía; nuestro Nosotros
será el pentagrama, el mandala
de mis alfareros en el sonido,
el Uno-sin-dos, lo melodioso.

Te daré el habla y en la yema de tus dedos,
grabaré mi respuesta y la repetirás
en concierto por el mundo.
Cada vez que toques la guitarra,
dialogaré con los que escuchan.

Juntos llenaremos sus vasijas con luz,
luz que como chispas de unidad
salen por tus dedos, chispas del beso
con que bendigo tus manos.

Toca, Anahata, acuesta esa mujer
de madera sobre tu pecho,
al que llamo mi quinto sefirá
de Vishuddi, mi quinto chacra.

Cuando vayas a París, a México,
Nueva York, por cualquier espacio
de tinieblas de Occidente, dí
que en Puerto Rico yo te llamé
mi Alfarero y te dí, materia de kelim,
en Hoyamala, un barrio del Pepino.

06-06-1997

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Profecía de la Suprema Definición

Todos, cada individuo,
cada grupo, cada pueblo,
cada ser colectivo que será nación
en el Creciente Fértil de mi abrazo,
en candelero del Menorah de bendiciones,
un día decide su regreso a Canaán.
El día llega, patriota.
El día de suprema definición.

El destino de Mení gira la rueda de las energías.
Un círculo es con emociones que puse en el Arbol,
mi árbol que es el tuyo, Otz Chiim.

El destino gira en Canaán para que así decidas:
¿qué harás con los muros que en miedo contienen tu alma?
¡Ay, Tirzah!, ¿qué harás con los muros
de la incertidumbre? porque, si te fuíste de la Luz
el sol no renace y te quedas con una porción
de oscura arcilla, que no tiene vida ni amor...

¿Qué harás con la violencia que te lleva a tinieblas?
¿Qué harás con quien escupe su temor sobre la luz
del Menorah, qué con los nómadas amorreos
que van, de montaña en montaña, destruyendo
el lugar de tu verdad?

¿Qué harás con los hicsos que te buscan en Egipto
y con quienes odian tu simiente en Canaán?
¿Qué harás con los hititas, con los egipcios
y los Pueblos del Mar?

¡Tanto pirata que te busca,
pueblo mío, y tú sin Atum ni Ra, y tú,
con la Verdad, atada a un rátigo de escombros!

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Senador Lou Correa / Distrito 34 / Salmos /

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