Friday, August 14, 2009

EL LABERINTO / CONFESION DEL CAUTIVO A DEDALO


¿Quién, celoso de mí, me confunde?
¿Quién coloca sobre mi ventana
su espumero de cortinas atroces,
o ante mi puerta, espejos de vigías fantasmales,
o abre mi calle hacia los laberintos,
para el complejo desgaste de mi ira?

¿Quién retiró de mí la generosa palmada,
la grata compañía, y me hace sentir solo,
con la memoria negada, pezuñas que da por dedos
y pasos torpes que acallan mis bufidos?

Ahora sobre el espacio, se me orilla.
En la frente tengo el sello, carimbo,
rótulo penitenciario que ha resultado
del decreto: «te quiero marginado, cautivo»,
pero el apetito que me anima es el centro
y mi memoria quiere entrar y volver
porque sólo el espacio hace libre
a quien tiene el corazón univiario.

¿Quién me dijo que no tengo más sendero
que este recorrido, obligado, absoluto,
donde el tiempo me esconde.
Deja a mis pies sin cobijo
y a la libertad corta el centro
de su fundamento?

De
Las zonas del carácter

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Confesión del cautivo a Dédalo

Te confabulaste para que yo esté preso
y cercado. Son pasillos prohibidores
contra el toro violento de mis ansias.

Tú, con la ciencia del invento,
me aislaste, refundíste la bestia
en arquitectura macabra
y ahora los cuerdos y prudentes asesinos
cortarán mi hilo, sin salvar al hombre.

Y yo que quise ser hombre
en este cuerpo de bestia y tú
que me hicíste el laberinto como Némesis.
Un culpado seré para siempre;
tengo cárcel, no escuela; tengo acusadores,
no amantes, no consoladores...

Y mi hermana, por amor a un extraño,
no me hablará a mí que la quiero, no me revelará
que puedo verme libre, dejar de ser
el escondido y condenado para siempre.

¿Quién me dará un hilo de plata,
verbo comunicador, diálogo, ritual, esperanza
que no sea una reja, o pared de insolencia y secreto?

... ¿por qué me llaman monstruo
si yo sólo calmaba, como supe, esta fuerza del alma
apresada en el ibris, esta soledad insatisfecha
que ha bestializado mi ser por carencia
de una migaja de amor humanizante?


De
Las zonas del carácter / Parnassus

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Está sediento

Como todos los cadáveres en vida
(muertos que no los sepulta nadie)
tengo mucha sed, como el alma de náyade
nacida en la discordia, con Eris en carne viva
y hueso, polvoreado de cal, para que siga
el camino; tengo mucha sed, pues seca la memoria
no rescata raíces, y el árbol así no florece
ni pertenece al bosque. Es un aornis interior
que esquiva el ave... tengo mucha sed,
Mnemósine, sed que no se calma
con sorbos cotidianos, sed omnisciente
de omnisciencia porque Lete no basta
y bebí del Olvido...

Ahora es otra sed la que yo tengo;
el altar que me place no está en los sequedales
de la llanura donde Trofonio se invoca.
Esta sed es cada día más vieja y, sin embargo,
emergente. Dáme de beber.

Un vaso de agua no se le niega
a un muerto; mi vida está moviendo
el rabo todavía; conduce a este perro
al estanque, al pozo, a la orilla del río
o sepúltalo de una vez.
Está sediento de muerte.

De Las zonas del carácter

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Letras del mal / Fany Jaretón / La Guía PiG para falsear los Sesentas: Jonathan Leaf y The Politically Incorrect Guide to The Sixties / Convocatoria / Pepino / Cartas sobre El pepino /



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