Monday, June 16, 2014

SELECCIONES DE EL HOMBRE EXTENDIDO / CARLOS LOPEZ DZUR

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            IRREMEDIABLEMENTE VIVO

Acepto lo que venga
y sólo gozo aquello que comprendo.
Me acusan, sin embargo,
de errores temerarios
y de haber perdido el juicio
por ser incrédulo, cautelosamente descreído:
yo no inventé el espíritu
y, en verdad, no me he servido
de nada, tenerlo.

No me atrevo a decir que la materia
sea vestíbulo de gloria;
sólo que cuando la veo, la tomo,
la disfruto, la quiero.

Y sea lo que sea, estoy agradecido.
La materia es miseria y abundancia
y los cinco sentidos, una esperanza
que dolor me ha dado;
sin el espíritu vida tengo.

¡Estoy irremediablemente vivo!
Si Dios me quiere, bien.
Si no...
¡que siga su camino!

 

            EL ECO OVARICO

 
Tellus, Tellus... tellus, tellus
En el centro de la Tierra, Monte Meru,                               

se multiplica el eco
¡Tellus, tellus, tellus! y tu llamado.
La voz es, fue y será, tu voz oscura,                            vestida con Túnica Solar. 

Con el trueno blanco 
Tellus, tellus, tellus,
Ceres te encumbra, dolor mío, te quiere
en el cestillo de tecuarembó.

Tu presencia de tortilla falta en el tazcual.
¡Ven a la boca; funda el beso!
Al surgir el guisante te participamos
el 
advenimiento. Te podemos lamer,                  leptonzuelo perdido.

De la promesa del soleres el maíz escondido.
Te vamos a vestir con el poder productivo de la espiga,
no en la Isla de la Luz Nuclear, sino aquí,
en el ombligo ctónico donde el eco repica
y se adhiere del sólido púbis.

Tellus, tellus, tellus.

Ven, trueno blanco, pequeñuela de Ceres.
Se derramará el almidón en el hornacho;
se dará el isobolismo que estremece.

Y de esta charca donde llueve el deseo
nacerás como peña de Meru, vulva adentro.
¡Tellus, tellus, tellus! eco de lluvia, babiney,
tu voz fue y será, babita fértil
del útero, vivificadora.

               9-5-1980 

 
            EL PERRO MANSO  

 

Cuando duele más el espacio inexplorado, virgen

de las cuevas y la necesidad y el tedio,

gemidos absurdamente cotidianos,

yo soy terco, perro manso,

y lamo la epidermis de lo vivo

y clavo mi pezuña en el calvario.

 

Así oscilo en la sustancia terrible de las cosas.

Muerdo por bravío mi propio llanto

y más bajo no puede el yo caer.

 

Soy terco, perro manso.

Toco el fondo.

Y después ladro para subir,

ladro, odio mis pulgas,

canto, ladro y canto.

 

               7-2-1986 

 

 

            LOS PERROS Y YO

 

No me saque en cara usted que me haya dado

un hueso y, si nada, ni se preocupe.

Para que el amor se asome

yo nunca pido ni suplico ni espero.

 

No lamo a ningún amo.

Me voy cuando me toca, 

e irme se me ha vuelto el instinto, 

y así me recupero para todos los cimientos.

Doy mi entera permanencia dinámica.

 

Conmigo sucede que es más lo que dejo

que lo que guardo.

Y guardo las pistas de amor cuando las veo

y si con animal me comparo

es con el perro que ensalivó una roca,

en tronco de árbol o cercado de camino.

 

Soy como quien puso señal, por si le toca el regreso

y con el rabo entre las patas, lloró el desaliento.

pero con el corazón fiel y en regocijo

siempre prepara el regreso.

 

 

            EL PERRO APEDREADO

 

Un perro mil veces apedreado, mi alma;

la azora la violencia del entorno,

la ingratitud y el rechazo y, alma tengo yo

que aprende su lugar, espacio humilde y alto

no porque sea inefable, no porque sea orgulloso.

 

Es que soy más solo que el perro,

soy zorruno, vigilo astutamente

sin poder evitarlo,

duermo con los ojos abiertos

y soy gato, quieto y frágil, distante,

pero instaurador del noble rincón donde reposo.

 

Y cuando estoy de buenas

que es casi siempre, acaricio más que el perro

y me guardo el miedo y me siento sagrado.

 

Usted no me da nada

(¡qué bueno!) porque de usted nada espero.

Lo que tiene de sobras no lo quiero.

 

Si las regala, cortésmente o por piedad

mejor que las retenga. Ni las admitiré como tesoro

que cambiará de dueño, ¿pero sin amor?

 

Ahí el detalle: Sin amor todo estorba,

hasta el amo misericordioso,

hasta el sexo, hasta la risa

y la saciedad y la vejez y la vida...

no, sin mutuo amor,

nada espero.

 

 

            EL PERRO EN MEDIO DEL HEDOR

 

Yo dejo atrás casi todas las cosas,

aún las tradiciones, cada convicción

que a larga sea frívola y terquedad,

fatulo sentimentalismo

(egoísmo siquitrillado, chantajeante,                      simulacro de absolutos); yo todo lo descubro,

tarde o temprano por lo que no necesito

razones suyas, justificadoras

ni que me ofrezcan cuentas

ni me confirmen perdones.

 

Cuando olfateo la mierda, me voy

y si soy yo el apesto, más temprano.

 

 

           

            EL PERRO A LA DISTANCIA

 

En la distancia es donde más amo

y donde soy más fecundo; con lejanía

de por medio, oigo clarito el llamado de amor

que antes o negué o me fue negado.

 

La nostalgia de mí se vuelve grito,

imperio de los ecos,

aunque también la indiferencia del que dijo:

«Soy el más que te amara», eso se vuelve

el ruidoso «No vuelvas. Te olvidamos». 

Y lo oigo, por igual y hasta más conclusivo y claro.

 

Hay que tener de perro y gato para saber sobre esto;

pero ser digno, uno para sí antes de ser-quien-pasa

sin ser visto por el otro y hay que echar

distancia emocional porque si no te matan,

te cosifican, te sacan en cara que estés vivo 

y van y borran tu saliva de amor y de recuerdo.

Te hacen la existencia miserable.

 

               08-01-2002 

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