Wednesday, March 19, 2008

La muerte de la esposa


Murió como un gusano que trepa

a su penacho y se detiene.
La devora un lagarto verdinegro.

A nadie tengo aquí porque llueve en la sombra
y en mi paso. Y todo es un camastrón selvático
que depreda la voz con que lamento.

Las bestias huyeron y hablo solo.
Grito a los muertos y, en candelero,
está mi aliento únicamente
y mis ojos ávidamente perceptivos
ante la rica gratitud del todo
al filo del alba y el olvido.

7-13-1980 / El hombre extendido

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