Thursday, March 20, 2008

¿Para quién es tu canción?



Cuadro de Cervelli: Orfeo y Eurídice

Canta el hombre. Que tal varón haya
y hembra que escuche exista, el dueño
del poema, la cítara, la lira, su proyecto
de música y de flauta, su memoria
de la Musa que lo hizo nacer.


Orfeo tiene la dulzura de los hombres
que a las bestias amansan, duerme
los perros bravos, calla sirenas y trinos
en la mar y en los aires. En lagos
de duplicidad y alharacas; él sobrevive

al dualismo de las cosas. Con música
se disolve la epifanía desfigurada
y el pavor.

Que no muera el cantor
que por amor a los infiernos baja.

2.

¿Para quién es tu canción, hijo de Apolo,
heredero de lira? ¿Para quién la ternura
y la fidelidad, para quién la dríade que se muere
mordida a los pies de la serpiente
y a orillas de los ríos de Tracia?

Responde, Orfeo, porque tendrás que aprender
que las dudas matan y el que canta, si deja
su función, se pierde en infiernos mundanales.
Lo escarnecen los insultos de la tierra y el celo
de las hembras en deliquio, hechizadas.

Detuvíste tu canto, de repente,
y la rueda de Ixión no se detuvo. La rueda
siguió moliendo un corazón en la venganza.
Se agotó el hombre que empujaba la roca
de su causa. Desfalleció, como Sísifo,
en tristeza por la pendiente hacia el abismo.

Canta, hijo de Calíope. Pasa tus dedos por la lira
porque los mortales te escuchan y descansan.
Responde a quién va exactamenten tu canción.
Prueba tu amor. Un perro duerme
porque en suburbios de la muerte
das reposo. Dí que cantas por los vivos
y los muertos, no sólo por la esposa
que te ama. Haz un canto social
en los montes eleusinos.

3.

El hombre canta y esa es la verdadera pederastia.
Que haya un padre que le diga al hijo,
Talla la lira, con magia de los dedos,
cohabita en el misterio de los cantos.


Canta por el ensordecido por los truenos
que matan; musita tu respiro hasta las tumbas
del caído; entre la gente pestilente,
enferma en hospitales, en presidios,
en exilios, en las iras del hampa,
ofrece el sortilegio más dulce de una cítara,
la voz más inspirada de tu alma.

Canta, desde el drama interior
del sufrimiento, canta, poeta,
porque el dolor se repite
y prohíbe la alegría.

Dínos agriopemente la amargura
del amor perdido, ablanda el corazón
de los demonios; define la tristeza
para que puedas salir del agujero
que te tiene cautivo a su capricho.

Citaredo, no seas cobarde.
Si no vas a cantar, muere por amor
y no maldigas los dioses.
No golpées con la piedra el don de la alegría.

No escandalices con esa vibra horrenda
de congoja. Se está marchitando la cumbre
del Pangeo, se va secando el prado
sin canciones. Canta otra vez
el canto social y humano del que sufre.


12-03-1986 / El hombre extendido



NOTA: El pueblo lo asesinó a Orfeo cuando destruyó la lira con una piedra y produjo un ruido, al hacerlo, que la comunidad no soportó y se decidió a pararlo. Esta es la moraleja: El que nazca para cantar, hágalo hasta el final de sus días.

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