Wednesday, May 07, 2014

DE MI BIOGRAFIA ESPIRITUAL / de YO SOY LA MUERTE



DE MI BIOGRAFIA ESPIRITUAL

1.

Deja en el Norte oscuro tu lástima
...

tus penares sociales, tus pasiones de bestia,

no arreglarás el mundo. Tu corazón es prioritario.

Y antes de que inicies utopías

de transformación, arréglate tú.



Deja la amarga dulzura diabética

en el rincón; la piel doliente del cáncer

que se disuelva en fuego;

no la traigas metida en un morral

y me la saques en cara.



Al estrés mátalo a palos en tu propio descanso.

En tus ratos libres, echa a las alcantarillas

tus lamentos y tira la líbido de placeres frívolos

al tubo, no sufras por ninguna mujer.

No codicies lo que no te alimenta ni crece

para tu dicha; no confundas egoísmo

con la fatua bondad,

con hipócrita desprecio por tí;

deja que los peces furtivos

fluyan a la mar y no bebas aguas de Mara,

aunque tengas sed.



El Gran Océano la Maya sabe lo que pudre,

o a lo que transformará en nueva vida.

Tú no seas juez de la Muerte, quien sí sabe

la justicia de morir, de transformar, de crear

sobre el cadáver de la pena y otras penas

y las perturbaciones cósmicas de tu mundo

y otros mundos; tú sé un viajero,

mi más dulce pescador; tú mira la noche

en el Norte porque allí envió la Estrella

para que vengas a Oriente,

donde nace la Luz.



2.


¿A quién quisiste que triunfara sobre ti?

¿A quien te dice, como yo, que tu historia es efímera

y tu mundo también? ¿a quién te dice:

«Tu cáncer como todo se acaba»,

el caos en algún punto engendrará su orden

y el orden engendrará el caos alternativo?

¿A quién quisiste que triunfara sobre ti,

a quien dijo: «Nosotros»,
o a quien priorizó el Yo y siempre Yo,

… tú dividido en Yo, tú sin Unidad en Mí?

¿Quién te sacó de la moderación

que he amado en ti?

¿Quién el que dijo que auto-restringirse es

que me olvides y desobedezcas cuando te digo:

«Basta»; quién te dio el puñal con que piensas

en herir y matar la gangrena con tus manos?

¿Quién que te pida que eches puños a la pared

y coces al aguijón? ... y todo por un poquito de dolor

que no resistes, por quedar, por viejos hábitos,

creyéndote el más fuerte, tu propio redentor?



Tú, espectro de redentor de mundo,

socialista y anárquico,

bondadoso en camisa de once varas

y harapos de chepecherepe, apréndelo ya:

El orden de tu mundo engendra el caos;

pero mi Dolor de Caos es parto del Orden

y mi Nosotros es Humanidad Nueva.



Doy la Estrella para que vengas a Oriente

y la pongo en el Norte para que sea tu triunfo

y te doy la Rosa Blanca de mi beso

para que estés a salvo de las cadenas de Ayin.

Te doy la Tormenta, pero, en el centro te pongo,

donde el ojo del huracán es calma y refugio seguro.



Cuando ya estés conmigo comprenderás

que sin la Muerte no puede haber

nada nuevo en el mundo.

Comprenderás que yo soy la Verdadera

Boca de Peh y que con mi boca condeno

las ciudades, tiro las torres del error y la injusticia

en tu mundo de arcilla, en tu morral de polvo.



Al fuerte pongo la Corona, tú aún eres cobarde,

Por un dolor de muelas, menosprecias

el relámpago de vida que se metió

en tu cuerpo, tu cuerpo Amigo,

tu cuerpo que necesita

de Nosotros.



3.


Tzaddi, meditador mío, poeta

de la Torre y las prisiones, pescador

en la Psiquis de mis ángeles mutilados

y cautivos, vuelve al Pozo.

Me verás Desnuda y ninguna hembra será

más hermosa ante tus ojos.

Sobre tu tierra-mundo-prisión-torre

de orgullo, caos, lujuria, intemperancia,

derramo mi jarra de misericordia.



Queda de ti que aceptes mis consuelos.

En la tierra de tu sedienta conciencia

vacío mi jarra y te digo: el poder de la Vida

está ocho veces derramado,

el poder de la Vida brilla en el Cielo

y es una estrella de guía

que doy para cuando vengas a mi portal

de Oriente, a mi útero unitario,

Y seas conmigo la voluntad del Nosotros,

en Amor Puro,

tú, acostado sobre un pétalo, o loto,

de mi rosa blanca;

tú, llamándome Isis, hermana,

llamándome, Esposa mía, Delicia unitaria

de Nuestra Carne y Espíritu.



Por de pronto: Bebe.

Que no traiga yo jarras de agua en vano.

Tzaddi Carlos, sediento meditador,

poeta al que dí un Anzuelo para que fuese

el pescador en mis aguas. Otro jarro

también derramo en el Pozo de tu subconsciencia.

Bebe ahí, bebe antes de que seas digno

de mi beso, porque tu boca está seca

y tus labios amargos.



En la región del Mediodía, en el árbol del Sur,

te dí mi nombre para que me invoques,

lo grabé en madera dura, con mis ojos

porque son ojos que penetran en cortezas

y escriben en verdadero fuego.

Te dije: Soy la Mujer desnuda, la Deseada,

la misma que Afrodita vivificó con aliento

para que Pigmalión fuese feliz.



No doy cuerpos de mármol, poeta.

Yo no fundo pueblos que sean la Torre

de alguna prisión; yo no trafico con el miedo

ni la duda. Ni la desilusión. Yo no soy

espejismo. Ni Maya. Ni capricho.

Soy el Amor puro que se toca,

que biologiza, que perdura, que domina

la Nada... Mira cómo llego a tí,

desnuda para que veas la Hermosura

que promete la Vida; y la veas con esos ojos,

cegatones y dañados, que no te dí yo.



Con dos jarros de agua, vengo

porque uno es para el Pozo de tus arquetipos

y otro para la Tierra, tu espacio biológico,

tus círculos concéntricos en los cinco arroyuelos

de tus sentidos. Y tu Racionalidad de bestia.



4.


Para que creas que la Vida es buena,

que está llena de sorpresas

y horizontes de dicha, Nosotros,

cuando quieras, desde hoy, confiemos

el uno del otro.



Te propongo que vengas conmigo.

Sé un viajero tan pronto mi rosa blanca

la tengas en tus manos; deja

tu morral de fuego; no recaudes nada.



Voy a darte un hatillo con oro verdadero,

no memorias de polvo.

Oro verdadero y copas para que bebas

de mi alegría y espadas que te sirvan

para el viaje

porque tus espadas humanas

son mochas calamidades,

libros de guerra.
 

*


CARLOS LOPEZ DZUR
Escrito en Orange Cove, California
 
De YO SOY LA MUERTE / FRAGS.

Hoy leí / me sumergí en el libro de las horas:
el hombre apresurado, la mujer infinita.
A los hijos de la Estigia, cuatro son
en la Tierra, los observé en las aguas.
Los extraje del naufragio
y los salvaguardé con angustia.
Los vestí con la sociología.
Quité harapos, sedimento malo.
Los alimenté con piel nueva, futuro.
Para el hambriento dí pan de optimismo.
Los alivié en los kimtu, en aldeas gentilicias,
en villas de refugio, aún consoladoras.
Naditu les habló misericordia:
«Hay luz moral», les dijo,
«el bien y el mal que luchan,
ldualidad de la luz y lo oscuro»,
en un punto singular.

Será Cocito
en qué sé yo lugar del mundo,

su laguna de dialéctica fecunda.
Hay también cien años de lágrimas
y ríos y charcas y olvidos y naufragios
por donde se desplaza la flecha
del tiempo, el uno puntual que marcha
y organiza la recta, aunque concibe
a veces su mundo caprichoso,
retrógrado, in desperadum.
Fúnebre día es hoy
cuando sicológicamente
se les recuerda el hallarse
en lo olvidado, lo desfigurador,
el rumor y el colapso,
el Señor CadaQuien y el Don Nadie,
acaecerse sicológico
en lo ya conocido, Tánatos y Eros,
que si bien se han opuesto,
rescatados de Cocito, en tierra firme,
si algo lamentarán,
es lo que siempre después del Gran Amor
y del Milagro providente: haberse odiado.
 
*
a María H. Escoda
Te presento, visitante, a la ker verdadera,
la Cesta hermosa de tu alma,
donde la Dama puso su presencia,
su realidad, su teorema.
Ella es la palabra de pase.
Tu boleto de entrada. Invócala.
Con Ella descorrí la cortina de la Niebla.
Al decir su nombre se autoriza que irrumpas
en el paisaje de otras vidas y te leas
en la barca y despiertes
para el viaje consciente de la Muerte.
Dí conmigo, al confesar su nombre,
María, llena eres de gracia:
Y gracias por la Cesta que enriquecíó
mi existencia con virtudes.
Mírala, Carlos, y tiembla y llora
(estás a punto de hacerlo)
porque hermosura más grande no existe,
nunca la verás como hoy, radiante,
resplandeciente, espléndida.
Es la dama que brilla y observa
el Lago, la Laguna, el río de los adioses,
los estanques de olvido, el dolor
y la memoria.
La más joven es Ella,
La Dama del Occidente judaico-cristiano
que te corresponde, la has visto y olvidado
como todos los hombres, externos y apáticos,
mas ella no. Te dio la cesta
y el don de bendecirla, invocarla,
llevarla a tu espacios en el mundo,
para que aprendas a sacar del fondo
de la psiquis, lo que eres y ella es,
lo que anhelas y ella anheló y obtuvo:
el poder creativo,
el encanto,
la belleza,
la naturaleza pródiga,
la justicia militante,
el júbilo y la intuición del intelecto.
 




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