Saturday, May 31, 2014

De la novela DIARIO DE SIMON GUELDRES / 3-5

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3. La casa, vida familiar de los Güeldres

 

En la centralidad del riesgo
donde un puño los azota no pelearán
contra la sistémica inmoralidad que los circunda...
De «El libro de anarquistas» [2014],
pág, 78 
 

            Papá escribió que no nacería sin que una casa fuese hecha para mí y una habitación privada, ya preparada para amar a Claudia. En ese tiempo, ella dormía con una hermana que, pasados algunos años, dejo la comunidad, y regresó a Holanda. Ella no nació para esta fe y a Claudia la extrañaba porque fue «la hermana consentida». Una cosa distinta es que se creyera que pudiera internarse en los montes y vestir con los anchos atuendos de una campesina, meter sus manos delgadas y delicadas en la tierra, sembrar, madrugar a alimentar los gansos de una granja y estar a las 9:00 de la mañana, lista y entusiasmada, para cocinar para otros y su esposo.

            ––Has cambiado, Claudia. ¿Dónde quedó la artista?

            ––No he cambiado, no.

            ––La hija consentida por mamá.

            ––Bueno, todos cambiamos un poco. Es lo inevitable. Justo que ocurra.

            ––No, no... has cambiado para lo peor––,recriminaba con lástima.

            Claudia cuidaba, con esmero al Molokano Güeldres. Tenía la paciencia de escucharlo cuando llegaba. El se vestía con su rubaja azul, una especie de camisa larga y pareja, que le dio la famosa facha de Cosaco. Sus conversaciones nocturnas, si llegaba a la casa, eran de nunca acabar. Cuando Iván atendía enfermos, lejos de la propiedad suya, su padre venía y montaba guardia, porque ––los bávaros rondan y los Rednitz, por envidia a mi hijo, son lobos disfrazados de ovejas y están dentro del mismo redil––.

            A veces pienso que Abuelo dio a su nuera detalles sobre la vida comunitaria de Guadalupe y Chichihuatl que a mi padre, siempre tan ocupado con enfermos y partos, no le pudo decir, pero, las mujeres menonitas son  asesoras a la sombra del marido. La estructura matriarcal permite que el esposo las oiga y tome en cuenta lo que digan. Mi padre no tomaba decisiones inconsultas.

            No porque mi papá haya muerto, sin suficiente tiempo para educarme directamente, si bien me vinculó con  sus escritos, mamá todavía me enriquece con otras cosas que no son tan obvias si dependieran exclusivamente de lo escrito por papá y que he hecho aficionado a citar. Además, hay espacios de cronología y de vivencias que, por su muerte prematura, él no llenó. No pudo. Tal vez, si hubiese vivido más, las sabría por su boca.

             ––Entonces, si es cosa de la rivalidad personal entre la primera familia Rednitz con mi abuelo paterno, ¿por qué nos maltrata su familia entera? A ti, mamá, cuando estás desamparada, a mí, siendo niño... ¿Qué daño podemos hacer a ellos o hicimos? ¿Qué quiso de nosotros, si aún de lo que fue nuestro, en cuanto propiedad material, fuimos despojados? ¿No tiene ya el liderazgo de las colonias? ¿No le basta? ¿Tanto puede su rencor porque no lo haya querido como socio en nada?

             ––Liderazgo tiene; pero no todo lo que fue de Güeldres, tu abuelo.

             ––¿No todo? ¿Qué quieres decir?

             ––Tenemos una casa que nos hizo... Y lo mejor...

             ––¿Qué, Mamá?

             ––Nos tenemos a Nosotros Mismos –, dijo.

 

4. El hospitalillo de Iván Güeldres

En política, bajo una definición de ética práctica,
yo bendigo especialmente a los fuertes
(mientras son humildes, pese a las mediocridades
que todos, débiles o fuertes, adquirimos
a lo largo del camino).
De «El libro de anarquistas» [2014],
pág. 43 

 

            Visitaron, a par de años como recién llegados, otra vez a Chichihuatl,  a considerable distancia de Guadalupe, donde su padre invirtió mucha energía de su liderazgo y de las finanzas que heredera de sus ancestros. Aquí están los menonitas y hermanos amados como los Arnol, aquí hay bávaros y hermanos espirituales que vinieron después de la Primera Guerra Mundial. Algunas familias que dejaron la colonia de Guadalupe dicen que allá el grupo original está en desbandada y que los intereses vinícolas han triunfado sobre la edificación de la Nueva Jerusalén y que a las sabrañas dominicales arriban muchos campesinos, como si fuese a un jolgorio de borrachos... y es la misma gente a la que él no dio dinero, pero, hizo que los menonitas le mataran el hambre y le cosieran camisas o pantalones...

            Este día es importante. Iván Güeldres ha abierto mi hospital, atendí varios partos con ayuda de Claudita. Por otra parte, ha comenzado a fabricar su propia casa y se maravilla con Claudita, porque es afanosa y cocina para todos los que ayudan en la construcción,  sirve de comer a todos, y la casa apenas se techa todavía, pero ella ya tiene en sus alrededores, sectores marcados, siembra una hortaliza. Planos y diseños para la tarea. Ha comenzado a cultivar repollo, betabel, coliflores y tomates. Hay en las esquinas, como sus linderos naturales, un limonal. Que lo que tenga espina proteja lo que es suave. Ella lee sobre la conducta de animales... Ha designado un área para lo que será el jardín. Y asegura, por el amor de Vermeer y Van Gogh, que germinarán los tulipanes y geranios olorosos, donde ella quiera y diga.

            Cuando terminemos la casa, él dice tendrá mucho más tiempo para dedicarse a amar su casa y la mujer. Es tan jovencita todavía que el Abuelo / padre de él, la llama Niña de Paz, la designa como si fuera una Virgen que yo no debo 'poseer', siendo su esposo desde antes de llegar a Ensenada. «Espera hasta que cumpla veinte o veinticinco años».

            A los 21 años que ya los tuvo cumplidos, la guardó. No la forzó a intimidad, a gozo carnal, si no quiere. Lo estrictamente existencial de este cuidado es que ella tiene memorias de guerra, sorbió con lástima la violencia de otras víctimas que atendió y necesita de él espiritualmente, no como el amante. Quiso que crezca fuerte y hermosa... a veces, si le urge.

            ––Soy macho, bestia de libido intenso, Claudia.

            ––Pero imagina que me das otro ejemplo.

            ––¿Cómo cuál, si ya he esperado mucho. Tú no te pones vieja, yo sí.

            ––Todos envejecemos, no le agregues angustia.

            ––¿Cuál ejemplo quieres, Luna mía? Seré Endimión que duerme a tu lado. ¡Pídeme!

            ––Dame el ejemplo de paciencia y confianza de tu padre... Como lo planteado para el proyecto de Menno: el cristianismo comprometido con la virtud. Crear el Reino de Dios en la Tierra sin necesidad de sangrar con espada la dimensión histórica de lo humano. Ni sangrar vagina de mujer por derivar placer o hacerla hembra paridora... ¿No son suficientes mis besos? ¡Te acaricio, te mimo!

            ––Pero hay que reproducirse en la Nueva Jerusalén. Y eso se llama: sexo. Mi padre nunca adujo ira de Dios para quien cohabita con la mujer de su deseo. Su visión del proyecto no es negación medieval e inquisitorial de la carne. El supo que no es la primera vez que las teocracias se vuelven instrumentos para las fechorías de la voluntad impura o el alma concupiscente. Más bien, él enfatizó sobre la impureza de las dirigencias. Y lo existencialmente vil y agresor de las pasiones al contacto con los primeros», la corrige él.

            ––Cuando esté nuestra casa preparada y tengamos nuestra habitación, me harás tu mujer y nos casamos al estilo de la Doctrina de Menno, y haré que el Molokano oficie nuestra boda, pese a que ante la ley holandesa cumplimos.

            ––Ya me imagino al hijo que me das, amada Claudia.

            ––Cuando nazca, como si fuera un símbolo de sabiduría, ponle por nombre el de tu padre: Simón, como el fundador de los Molokanos, Simon Uklein, porque junto a Hilario Pobirokhin en 1765 fue bendición para los rusos... Simón, para la gracia de Holanda, Menno Simonsz, o Simonis. El regenerador de los Anabaptistas y fundador de la Iglesia Menonita, que encarne en si el homenaje humano y social en nuestra sangre, ¿ah?

            Iván no le confesó a su padre que Simón era el nombre que en su corazón había elegido. Tampoco se lo dijo a Claudia, pero ese día la besó por gratitud infinita. La persuadió de bajar a tierra, dejar su cielo estricto y puro.

            Sobre una camilla del hospitalillo en Chichihuatl se olvidaron de previas promesas. La sedujo, se disfrutaron al quererse.

            Y fue el día que quedó embarazada.

            De vuelta a su casa provisional, tras el largo viaje, quedó dormida. Soñó con Amsterdam y que, en su ciudad, lo halló armado como si fuera un soldado de la resistencia clandestina. Un soldado pagano con una metralleta. Sin embargo, ante la congregación, él confesó que armas ha tenido en las manos y nunca las ha disparado contra ser humano alguno... y ha vencido la tentación. Claudia preguntó al Großvater, el Molokano, el por qué.

            ––¿Ha estado tu hijo en riesgo antes de yo conocerlo?

            ––El es un Niño viejo de la Paz–– y, ante Iván y ante Claudita, les emplazó a que nazca otro niño que tenga esa naturaleza.

            ––Bendice mi vejez y la sangre de mi hijo––, les dijo. Se halagaron mutuamente diciéndose estas cosas. La mayor y más grata fue cuando Claudia le dijo:

            ––No está lejos el día. Vas a tener un nieto.

 

                        5. Un ácrata de Dios

 

Bendigo especialmente a los fuertes
(hasta stirnianamente en la Unicidad del Yo absoluto)
siempre y cuando no sean ladrones ni parásitos
y piensen el mundo como una gran familia,
universalmente extendida,
a la que darían la vida entera, sangre y tiempo,
sin medir todo lo que en nombre de los prestigios
de cordura, se les negará ni todos los peligros
que comenzarán a acecharlos una vez
que los culebrones venenosos
se apañen en su contra,,,
 
De «El libro de anarquistas» [2014],
pág. 46 
 

            Großvater Güeldres, el Viejo Barbón, asesor de Basilio Pivovaroff, Pablo C. Blumenthal y Simón Babishoff, en aquellos años de 1905 al 1907, fue uno de los creadores de la Empresa Rusa Colonizadora y la colonia rusa en Guadalupe y recordaría que la siembra de trigo, hortalizas y cría de vacas y borregos, fue la razón por la que puso su dinero en la idea y, sobre todo, dio el plan práctico de organización que discutía con las 104 familias originales. Estudió la experiencia de menonitas en Prusia y el momento en que Rusia le dio asilo.

            Si cada colono ruso, o los invitados que trajera de Holanda, disfrutarse el mínimo de 180 acres de tierra por familia, cumpliría con un modelo establecido y pre-estudiado, Los 180 acres fue como medida ideal que concediera la Reina Catalina La Grande,  a menonitas perseguidos en Prusia, o para entonces presionados al servicio militar obligatorio.

            Sumado al privilegio de repoblar la Ucrania por el año 1600 y de cultivar las tierras a orillas del Río Dnieper, o las regiones despobladas, recién arrebatadas a los turcos, la Zarina concedió más que el asilo en Rusia. Dio el permiso a gobernarse por si mismos, con sus propia leyes y costumbres, construir sus iglesias y establecer sus escuelas.  Esto, en tiempos más reciente, es lo que quiere y lo que gestionó el Abuelo en cada comisión de delegados en que se le invitaba como experto, traductor y empresario.

            Se trajo a gente que sabía cómo abrir al cultivo extensiones de tierra virgen, desecando pantanos, construyendo canales y canales de desagüe. Algunos procedían de Renania, Danzing (Prusia) y Países Bajos, y eran expertos en sus faena. Mas estos rusos de la Empresa Colonizadora, pioneros en América del Norte y México, era agricultores, Padecían en hambre y juró que les ayudaría, máxime si les sabía menonitas.

            De Álvaro Obregón consiguió otras concesiones para sus grupos: gastos de traslado a Chihuahua,  por ejemplo. Y, así, para 1927 ya se habían establecido 10,000 menonitas en todo México. De ahí en adelante fue que cada comunidad desarrollara sola, con el mínimo de jefes, sacerdocios e intervencionismos coercitivos. Entre las sierras de Ensenada fue que el Abuelo echó su ojo a los valles fértiles como los de Guadalupe y el Valle de Ojos Negros. El clima templado le señaló la conveniencia del cultivo de la vid y de algunas frutas cítricas.

            Han dicho que es un expositor pedante porque cada vez fue más evidente, «nos echó en cara», que puso la fortuna de sus padres, su herencia, en promover causas utópicas y hubo no pocas gentes que le pedían: ––Préstame; yo te pago–– y les dijo: ––No. Tú eres vicioso y vago.

            Esto también se supo sobre él. No todo el mundo es adinerado, es cierto. El lo fue. «Entonces, tengo el derecho a invertir y a prestar a quien me plazca». Les callaba las bocas. Y Rednitz, el cómplice de Von Graf, asesino del premier socialista de Baviera, fue uno de los que pidió prestado.

            ––Y... ¿a cuenta de qué?

            ––Pero: ¿no es usted es usted socialista?

            ––No, señor Rednitz. Soy un ácrata de Dios.

            Por razones de la guerra se fue y volvió. Dijo que en Europa estaría el tiempo imprescindible, no más que lo necesario. Donde hay guerra su corazón no quiere estar. Ni quiso ni quiere.

            ––Creímos que habías muerto.

            ––Lo mismo se creyó debido a la ausencia de Moisés por la gente del Desierto.

            Al cabo del tiempo, sucedió que los Rednitz, o el grupo de bávaros como se bautizó a su clan familiar, han querido redefinir las Enseñanzas de Menno desde la misma década de 1920. Ellos combaten a quienes, casi veinte años antes, como los molokanos y los sucesivos emigrados holandeses, firmaron el acuerdo de la fundación, que es mucho mejor que lo que otros pretenden. Hubo alegría porque el Opa und heilig Aussteller había regresado.

            Los influenciados por la dirigencia de Güeldres entendieron que el fundamento de la comunidad serían las obras de justicia que se manifiestan como amor: vestir, alimentar y albergar a los pobres, tradicionalmente perseguidos, orar por ellos y compartirles una fe evangélica muy viva, realista y consolante. ––Y el trabajo cooperativo, como pequeños propietarios es la clave práctica.  Y el apasionamiento, la clave espiritual.

            El gobierno cedió una cantidad de tierras. Otras habría que comprarlas y pagarlas. Güeldres sabía cómo se ejecutan los negocios. Es abogado y, sobre todo, gran organizador. El se había cansado del anabaptismo radical holandés. Las ideas de Menno sobre el pacifismo le animaron a tomar otra vez el toro por los cuernos y su consciencia política sobre la inminente primera Guerra Mundial hizo que se evitara, no sólo luchas inútiles y martirilogios, sino los sufrimientos personales al mudarse a México.

            A los Rednitz se les olvidó que el Güeldres, con su mujer, vino al valle antes que ellos. Como fundador y anciano merece su respeto. Y no es que sea asunto de antigüedad. O del estilo de personalidades. O que para pesar el mérito de acuerdos ya tomados lo único a considerar sea quien llegara primero. La colonia tiene una Constitución, con simples reglamentos y guías normativas, que cuando se violentan es obvio.

            En este momento, la voz en el Valle es que, desde que el expositor santo, heiligen Aussteller, se fue, la Constitución original ya no existe y se vive en un clan privado. Los hermanos son como fantasmas. Autómatas, aficionados al trabajo, su único mundo. Por solidaridad, casi animal, se cubren las espaldas unos a otros y la vida es por inercia lo que se pueda bajo este imperio de los bávaros... La gente buena trabaja muy duro. La mayoría de las niñas, virtuosas, con una timidez atroz... Se vive para eso, sin gozo y los Rednitz han prosperado, se sienten el centro del mundo y, como borregos, las mayorías a obedecer al grupillo, a seguirlo, y escudarse en la esperanza de que un día será castigado por Dios mismo.

            ––No debiste irte––, se quejan unos pocos.

            La comunidad no ha madurado. Es una sociedad de borregos. Es una tribu capturada por los más fuertes. El Großvater ha dicho que lo único imprescindible para que una comunidad sea vibrante es que colectivamente impere la claridad del pensamiento y cuando es necesario el relevo de la dirigencia que se haga, por consulta colectiva y amplia, y sea el mejor. Y se expulse al impío porque Dios es un Dios de ley. Es sabio al oír.

            ––A Dios nadie lo hace pendejo––, dijo en un momento de ira.

            Sí, él utiliza en alemán y en ruso palabras con las que tiemblan los mal nacidos. O los hijodeputas como decía a los nazis. Ciertamente, la personalidad del Großvater fue compleja: tierna con el tierno, ruda con el descarado. Ahora salpica con palabras al español y son más duras e irreverentes que las que pudiera pronunciar en ruso.

            De hecho, cuando propuso muy claras normas de organización, revisión y asamblea (para este simbólico experimento: edificar la Nueva Jerusalén) en tierras mexicanas, recibió apoyo y Chichihuatl, como antes Guadalupe, dijo con diáfana consciencia colectiva: ––Tenemos Constitución... y la traduciremos a los lenguajes que sean necesarios. No queremos multiplicar las colonias, superpoblar. Importa la calidad de vida y trabajo.

            El Opa Güeldres no es que sea príncipe, es un Orientador de Dios, como Menno.

            La tarea del dirigente sea escuchar y convocar. Negocia consensos y se fue, por momentos, contento, confiado...

            ––No soy imprescindible. No soy dictador. Ya no soy necesario.

 

 

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