Friday, September 04, 2009

La Gran Purga, 1937–1938



Los campos de concentración florecen con las purgas.
El bandidaje es el vigilante en la noche y el jardinero
madruga. Que no lo sorprenda el día y sea
la otra turba quien vista su homicidio
y tire de sus huesos
donde nunca se encuentran.

El que purga puede que no sepa de justicia,
pero sabe de acoso, como el purgado que sabe
el vestirseb de ventaja, tirar la piedra
y esconder la mano, gozarse en privado
de sus conspiraciones. Las disidencias
se prestan a todo para que se hilvane el Terror,
la propaganda, la esencia oculta de lo oculto
en Gran Purga por la Gran Calaverada
contrarrevolucionaria.

El purgado es un incendiario que blasfema
y es un acusador por razones triviales
en la planicie nevada del invierno o el bosque
florecido de rojo de la Primavera; él quema
y con la boca es que quema y desfigura
ideales e intenciones.

Bien sabemos que las purgas existen
(que no debieran existir). Purgas ha habido siempre
y no sirven de nada. «Hágase diálogo»,
(«No, ya es tarde, rivalizan», dice Yezhov.
«Esta es la guerra en ciernes: la guerra interna»).

Como piras para que arda sin esperanza
el diálogo, fuego se escupe contra el pueblo,
guerra declarada, o no, ¡qué importa!
Son agendas secretas de palabras,
arrestos, despidos, desapariciones,
silenciamientos con armas policíacas
con recursos de Estado / NKVD /
y como secuela de arrebato /
hasta en ejércitos rojos,
la ponzoña.

«Y yo no pongo la mejilla. Si me atacan
yo ataco». Todos vienen a colocar leña, más leña.
La izquierda y la derecha y los centros
dizque que democráticos y los patriotas
dizque nacionalistas desde lealtades escondidas.

Los quejidos se vuelven arbitrarios,
lo mismo la tortura, y se queja todo el mundo
hasta el que no es inocente... se quejan los guardias
de rango, los expulsos del Partido, los burócratas,
400,000 de ellos que aseguran que la limpieza
es innecesaria, que ellos han sido buenos lenistas,
dogmáticos, canónicos, ortodoxos.

«No somos nada que se parezca a Trotsky,
o al viejo Nechalev
o a Bukharin y las derechas»...


A más de medio millón / se ha dejado la marca
de carimbo / la llaga sospechosa, el sello de Caín.
Muchos se mueren en Gulag y van tosiendo
maldiciones por rumbos de cautiverio
y dicen que son 681,692 y multiplican y suman
y en naciones de la explotación y el acumulo
¡cómo se ríen los devotos del divisionismo,
los capitalistas de la Gran Acechanza!
¡Quienes que pescan en río revuelto y preparan
rondas de guerra para el decenio del '40!

... Y pocos se huelen el asedio
de la Gran Hecatombe que seguyrá a la Purga
porque las purgas se dan a gran escala y crecen
como fantasmas / sí, crecen, y Josef lo sabe
ante el nuevo espejo de las conflagraciones...

2. La Purga de los Diez Millones

Aunque no haya evidencia, sólo el miedo
contra aquello que vendrá justifica
a este hombre. Hay aquí, rondando a Rusia
el saldo de una guerra, fraguada
por fascistas y sotanas...
los diez millones de cadáveres que pide la Boca
de esa Bestia, Stalin ya no sabe cómo apercibirla
sin mancharse de sangre hasta las cejas.
Y van a tener que tomar a ese toro por los cuernos.
Van a declarar una nueva Guerra contra el Mundo
y van a quitarle a Rusia su marxismo
y los héroes de Octubre.

... y esos que no entran por el aro
y son los «desafialiados» en la sombras
con maldades que ék sospecha por más que las oculten:
afanes de lucrar, cueste lo que cueste,
pescar en río revuelto, junto a los extranjeros
y burlarse del hambriento y del desempleado
como antes, como siempre, con los zares.

En las purgas se quejan campesinos que dicen
que no entienden, que nada les llega de justicia
cuando están en el hambre, se quejan
marxistas herejéticos, disidentes y nihilistas,
vociferan los antirevolucionarios y enemigos
del pueblo; nada se consolida entre tanta histeria
de ex-kulaks y opositores, funcionarios
del zarismo decadente.
Un bloque de Zenoviviev y Kamanev,
tras el homicidio fraguado de Kirov, va tras tí,
Tío José; otro grupo, que pesca con la Turba
y sus terrores, con los nazis se ha aliado,
con el centro trotskista de Radek,i Piatakov
y Sokolnikov, se quejan; todos se quejan
y suman a las purgas, cuando el deseo es
la guerra civil y proteger la élite, bien pagada
y corrupta, como que comen de la Revolución
y la traiciona, cuando su rencor y su egoísmo
saca las uñas, azuzándose con sotanas
que datan del tiempo del zarismo.

3. La purga de la ingratitud

Sí, todos se quejan desde déspotas voces
y manos asesinas, corazones que no quieren socialismo
(pero niegan el pan, mezquinan el trabajo);
ahoran aseguran que no hay que dar respeto
ni a la vieja Guardia y se juntan para humillar
a los héroes y pioneros, de Lenin a Tukhachevsky
y Béla Kun y aquellos antizaristas,
bolcheviques de veras...

Y hay esos matones de la NKVD,
igualmente inmisericordiosos como Sudoplatov,
junto a los quinta-columnas, vendepatrias
y hay esos vecinos-lobos al acecho,
como Japón y Alemania,
y hay esos tercos, obsesivos, tíos purgones
dispuestos a todo por mantener el giro
de la historia preparado para cuando venga
la Guerra verdadera, en medio de la purga
y el terrorismo interno destabilizador,
la Segunda Guerra mundial.

10-08-1990 / De El Libro de la Guerra



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