Sunday, November 14, 2010

De las mujeres que admiro / A Golda Meir



Férrea voluntad, boca sin tapujos,
abuela de pelo gris de todos los judíos,
cuando el sionismo se implicara
con tu nombre,
entonces, yo era sionista, «te quería.
Me inspirabas». Sionismo era espíritu. Hoy no.
Ahora es territorialidad y ambiciones, Abuela Golda.

¡Si supieras que han hecho de tus causas,
a qué niveles han decrecido y desfigurado
tu grandeza, no lo creerías...
si supieras cómo se retuerce en la tumba
David Ben Gurión, cómo hiela
tu calor humano
en Kiev donde nacíste, cómo ni residuos quedan
del viejo Partido del Trabajo que tenía
su sionismo como el tuyo.

Nada quedó en Tel Aviv, la vieja Palestina,
de lo que fue la visión del hibisco
y de una labor cooperativa de cultivos
entre Israel y Africa! ¡Nada queda,
después del Ministerio tuyo en las áreas
de Trabajo, Relaciones Extranjeras,
Planeamiento Urbano y el secretariado de Mapai!

¡Ya el sionismo es otra cosa:
fusil, desvío, colonialismo, asentamientos,
ultraje, polarizaciones, unidimensionales pactos
e Israel no es el Estado que soñaste
y ayudante a proclamar!
Después de la Guerra del Yom Kippur
(que te hizo retirar de la política),
sólo queda odio, heridas que desde octubre del '73
no han cicatrizado, aniversarios de recelo
y una que otra luz de tu grandeza.

¿Qué dirá tu padre carpintero, siempre temeroso
a verse en medio de un pogrom inminente,
tu padre Moshe Mabovitch que huyó de Ucrania
por trabajar en el New York monstruoso,
tan racista como el Kiev ucraniano?
... y mira ese dolor de la ausencia, Abuela,
todos tus hermanos muriendo en la niñez
(tal vez por el hambre, el frío, la soledad de Pinsk.
¿Qué dirá en Milwaukee, tu padre,
ahora en los empleos mejor remunerados
de los ferrocarriles cuando se mude a la familia
y sepa qie 5 de sus hijos murieron en ausencia
y sólo queda Sheyna, Tzipke y tú,
qué dirá, desde su ventorrillo, Blume tu madre
y cómo desde una escuelilla de la Calle 4
has de ir fraguando el empeño de acción cooperativa,
amor social entre judíos, liderazgo activo
para pagar no sólo libros tuyos,
los de tus compañeros en el primer decenio
del siglo?, ¿cómo dirás a ellos,
que tras muchos viajes, empleos, separaciones,
temes si habrá valido la pena?... y luego, Denver, Colorado,
y la pregunta es igual con Sheyna: vamos a debatir
la cuestión del sionismo, el derecho de las mujeres
al sufragio, la necesidad de forjar cooperativas
y aprender de los kibbutz en MerhaviaIn, Palestina,
y una ética del trabajo y la tolerancia étnica
y humana que valga para todos:
porque Sión es espíritu
y el socialismo es dedicación
y complemento bueno del sionismo.
Vamos (tu esposo va contigo) al Valle del Jezreel
y aprendamos a criar pollos, a recoger almendras,
a plantar árboles y atender cocinas colectivas,
vamos, con los pequeños críos Menachem
y Sarah al kibbutz Merhavia, seamos
judíos de duras manos que aman espíritu
porque amor hay antes que tierra
o plan de particiones
y trabajo antes de cualquier república...

Férrea voluntad, boca sin tapujos,
abuela de pelo gris de todos los judíos,
cuando el sionismo se implicara
con su nombre,
entonces, yo era sionista, «te quería.
Me inspirabas», porque no eras paramilitar de metralleta
dentro del Movimiento y pedíste cautela en junio de 1946
porque el británico mismo arresta tus líderes
y a la gente del Yishuv. Al éxodo masivo de árabes
antes de la Guerra de Independencia de 1948.
lo ubicaste desde el sionismo compasivo:
«Estoes horrible y se asemeja a lo que hemos sufrido
como judíos con las ocupaciones Nazis de Europa»
y te fuiste, Abuela Meir, disfrazada de mujer árabe
hasta Amman y te reunísye en secreto con el rey Abdullah
de Transjordania, urgiéndole: «Seamos ambos agentes
de la paz. El Estado que deseamos tiene espacio
para todos. Disuade a los árabes de que nos ataquen[
yo haré lo mismo en la nueva Tierra de Israel
porque hemos esperado 2,000 años para este momento».

Pero la guerra llegó. Egipto, Siria, Líbano,
Transjordania e Irak, todos juntos en 1948 y fuiste
a la URSS donde en sinagogas de Moscú
se bendijo tu nombre, eras la primera embajadora
de Israel, la primera que respeta el trabajo,
que bendice el socialismo, que canta a la paz
pese a que no se puede, no se quiere,
no se honra... ¡Oh Meir hebraca, iluminada,
alcaldesa de Tel Aviv, constructora de naciones,
mucho te falta por ver, la burla que acaban
acabalado con tus grandes visiones,
aguijones querrán herir tu pie
y tirar, una granada Mills te espera,
cuídate de Yaakob Dueg
y los enfermos mentales del nuevo sionismo
y de los partidos y liderazgos de Rafi y Ahdut HaAvoda,
cuídate de las coaliciones con los que van
con la guerra de Seis Días
a herir el calcañar y los que como Nixon,
Ceausescu y Willy Brandt, a tus espaldas
se burlan junto al Partido de Gahal...
Esto de muchas balas es tu negocio triste.
Cuídate, Abuela, de Moshé Dayan
y Henry Kissinger. Del canciller austríaco
Bruno Kreisky en los campos de transición
de Schönau, en la Baja Austría.
De la Operación Ira de Dios.
De la Masacre de Munich
durante las
Olimpíadas Veraniegas.
«Five years are sufficient... It is beyond my strength
to continue carrying this burden»,
dijiste.
Cuídate de la Mossad y no los utilices
porque es la verdadera picadura
en este Septiembre Negro.
Deja que Yitzhak Rabin herede tu caída.
No te manches tus manos en las Alturas de Golán.
Israel te debe lo más heroico que el sionismo tuvo.
Ahora únicamente queda la sombra, el crimen,
la voluntad que ofende a sangre y fuego
al vecino y al Dios. Seres quedan que no invocan
otra cosa que violencia, seres que no se acuerdan
de los penurias de tu padre y tu madre
en Kiev, en Pinsk, en Nueva York,
en Milwaukee, en Denver
y cómo piscaban almendros en los kibbutz
y la gente era amorosa, conforme
con lo suyo, sudor y trabajo
y un Sión dentro del alma, basado en no despojar
a los vecinos, basado en el Shalom sentido.

Ver / Indice Actualizado / El libro de anarquistas

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Como si fueras la última de las Cárites

A Nastassja Aglaia Nakszynsk,
quien a la edad de 21 fue el «sex symbol» más admirado
del '80 con el nombre de Natasha Kinski

Cuando la vida es como nociva teatranza cotidiana
y cada acción movimiento equivocado,
callejón de cita a ciegas con lo oscuro,
apetito por sacudir
alguna desesperanza que nos cala,
vienes, Nastassja, y no quiero imaginar
despedidas cercanas, ni adioses
para el esplendor codificado por tu nombre
y que es para ti, destino,
tú, gloriosa, esplenderosa,
bella magnificencia de tu aglaia.

Como una de las tres Gracias eres,
la que danza / Kharis / con cada remezón
de la Belleza, y si cala la desesperanza,
vienes, Nastassja, vienes como Kalé
para el efecto / hefeistado / de quien amarte
quiere y no tiene elocuencia
ni bienvenida entre las Cárites.

¡Amada, Nastassja
Aglaia
Nakszynsk
Kinski ante lo cual, te recibo,
con un quédate cómo eres.

Yo me encargo, ingenio hacer que sea
menos agria la penuria, el accidente de pesares
que te hizo vivir en las comunas de Munich,
como yo en los submundos
de los feos y los tristes, expectantes de la joya
de lo bello en la forja infernal del herrero.
Yo distanciaré al punto más lejano
la memoria que trajo el abandono
de Klaus, tu padre,
tú, con diez años, indefensa, niña hermosa.

Yo entro en la pantalla con mi ramo de flores
y raíces y crezco contigo y rompo ese cartel
que te vende, desnuda, y con una enorme serpiente,
el pitón del simulacro...

¿Qué haré con la pequeña Esther / Tess /
pues, como ella, te tomo, qué haré
con esta linda berlinesa de la Nueva Ola
que viene muda, como una idiota
para dar a los demonios
su ternura de hija:
genuinamente sensual,
enroscada evanescencia de lo erótico
mas el espíritu lleno de luces?...

Para que se construya el castillo que esperas,
vienes y abajo, como por voz de Donovan,
soy yo quien dice: «Alguien te espera».

Yo, que creo en tu nombre de Aglaia,
en tu nombre de pequeña Tess, Esther,
yo, como un Polanski, esperando
tu dulce belleza de 16,
tu voz que habla ruso, francés,
inglés e italiano, y en cada geografía
marca su luz, su gracia,
el esplendor como si fuera
la postrera Kalé...

1982 / Del libro «Las zonas del carácter»

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De los hombres fuertes / El nihilismo pasivo / Me exilio / El hombre callado que les quiere / Ofrenda para mis lectores / Oubao Moin, isla de la sangre / Teth / Del alimento y el desayuno / Energía cósmica / Para mentar la libertad / Rebelión contracultural / Memorias de la contracutura / Indice




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