Monday, November 29, 2010

Filosofía política / De El Libro de anarquistas


Filosofía política

«La cultura y el estado no hay que engañarse al respecto son antagónicos: Estado Cultura es solo una idea moderna. Lo uno vive del otro, lo uno prospera a costa de lo otro. Todas las grandes épocas de la cultura son tiempos de decadencia política: lo que es grande en el sentido de la cultura, es apolítico, incluso anti-político»: Federico Nietzsche

La única cultura que me interesa
no es siquiera una cultura. Es una urgencia
de vivencia, o acaso, sobrevivencia,
en su triste cobijo de pantano,
anhelo justiciero en medio
de culebrones y reptiles, logreros.

Si es cultura, pues tiene su preguntar filosófico,
profundas ansias, ésta se agarra
desesperadamente de lo que puede
antes que la devoren, o asesinen.

El pantano es la historia tal como la conocemos.
Agua enlentecida, empozamiento
y el ansia navegable es el aire, ritmo,
con que uno ejecuta sus pataleos de ahogado.
El Estado quiere gente apantanada
porque así culebrones y parásitos
se comen la víctima, la entretienen
con sus remeneos.

Uno llama La Cultura
a esas salpicaduras de los remeneos
mas no deja de ser el ahogado.
No olvido, yo, el ahogado,
que el poco respirar que me permito
y mis ganas de sentirme infinito
y afortunado en medio
en la precariedad de la asfixia pantanuda
es lo político, ética del sobreviviente
y ética santa, porque yo no quiero
ser como los que torturan
y apantanan la cultura y el estado.

03-08-1979 /
Indice

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La Nación Cultural

En los grandes pantanos hegemónicos,
todo es una fiesta pública, alarde orgánico
de Dicha, Representatividad, diálogo aparente
(pues hable quien hable se aplaude
y siempre dicen lo mismo
cuando consumen el turno).
Se aplaude por inercia: el alma empantanada
se hace una con su fango, se viste hendiondamente
como se viste el entorno, sin peculiaridades.

Pero lo mejor, más limpio de la cultura
y su memoria, no siempre limpia del todo,
es lo que se va a lo profundo,
escondido de las superficies del alarde público.
Puede que sea hasta unh tesoro oculto
sin esos hervores hendiondos consagrados
y que aclaman la consignada general:
en la historia no hay contradicciones,
en la fiesta del quehacer todos somos igualmente
libres, representados, dignos, saludables,
todos pensamos lo mismo, todos estamos conformes.
El pantano es el mejor Estado de los mundos,
La mejor de los mundos la Cultura del pantano.

2.

Si la Nación Cultural no festeja
sus ocultas particularidades, el pantano
sólo son los hervores de la superficie.
¿Qué dira entonces el espacio profundo
donde una corriente, el discreto flujo,
quiere que se ofrezca un horizonte, que dirán
los profundos manantiales, qué grito
será posible hacer que flote arriba
con mensaje de una Nueva Cultura?
¿Con qué ternura conmover
a los unidimensionales, vestido con el fango
de la común concupiscencia?

3.

Hay una voz, casi siempre subversiva,
desoída, más cohesivamente más pulcra
y batallante. Llena está de agonía
(en el mejor sentido, llena de ritmos nuevos,
deslumbrantes, pero ni la quieren
ver ni oír y ya no asiste a los festejos oficiales;
crece en la sombra, crece en los fondos
de los más nobles sedimentos,
a veces sirve de humus en la historia,
a veces se va del todo
y es irreconocible por los olvidos ajenos
de sus peculiaridades... esa es la parte
del pantano que menos hiede
y me conforta; lo demás, es metano,
vapor frío, para que el sol
lo deseque y un largatón
abra la boca y lo respore
o lo busque sin verlo
en el aire.


13-08-1979 / El Libro de Anarquistas

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