Tuesday, March 31, 2009

El segundo David en el Valle de Guadalupe



For true evangelical faith...cannot lay dormant; but manifests itself in all righteousness and works of love; it...clothes the naked; feeds the hungry; consoles the afflicted; shelters the miserable; aids and consoles all the oppressed; returns good for evil; serves those that injure it; prays for
those that persecute it: — Menno Simons

A los Rednitz se les olvidó que el molokano Güeldres, con su mujer, vino al valle antes que ellos. Como fundador y anciano merece su respeto. Y no es que sea asunto de antiguedad. O del estilo de personalidades. O que para pesar el mérito de acuerdos ya tomados lo único a considerar sea quien llegara primero. La colonia tiene una Constitución, con simples reglamentos y guías normativas, que cuando se violentan es obvio. En este momento, la voz en el Valle es que, desde que el molokano se fue, la Constitución ya no existe y se vive en un clan privado. Los hermanos son como fantasmas. Autómatas, aficionados al trabajo, su único mundo. Por solidaridad, casi animal, se cubren las espaldas unos a otros y la vida es por inercia lo que se pueda bajo este imperio de los bávaros... La gente buena trabaja muy duro. La mayoría de las niñas, virtuosas, con una timidez atroz... Se vive para eso, sin gozo y los Rednitz han prosperado, se sienten el centro del mundo y, como borregos, las mayorías a obedecer al grupillo, a seguirlo, y escudarse en la esperanza de que un día será castigado por Dios mismo.

El molokano ha dicho que lo único imprescindible para que una comunidad sea vibrante es que colectivamente impere la claridad del pensamiento y cuando es necesario el relevo de la dirigencia que se haga, por consulta colectiva y amplia, y sea el mejor. Y se expulse al impío porque Dios es un Dios de ley. Es sabio al oír. «A Dios nadie lo hace pendejo». Sí, él utiliza en alemán y en ruso palabras con las que tiemblan los mal nacidos. O los hijodeputas como decía a los nazis. Ciertamente, la personalidad del Abuelo Molokano fue compleja: tierna con el tierno, ruda con el descarado.

De hecho, cuando propuso muy claras normas de organización, revisión y asamblea (para este simbólico experimento: edificar la Nueva Jerusalén) en tierras mexicanas, recibió apoyo y Chichihuatl, como antes Guadalupe, dijo con diáfana consciencia colectiva: «Tenemos Constitución... El molokano Güeldres no es que sea príncipe, es un Orientador de Dios, como Menno». Y fue que él escuchó a todo el mundo. Negoció consensos y se fue, por momentos, contento, confiado... «No soy imprescindible. No soy dictador. Ya no soy necesario».

Al cabo del tiempo, sucedió que los Rednitz, o el grupo de bávaros como se bautizó a su clan familiar, han querido redefinir las Enseñanzas de Menno desde la misma década de 1920. Combaten a quienes, casi veinte años antes, como los molokanos y los sucesivos emigrados holandeses, firmaron el acuerdo de la fundación, que es mucho mejor que lo que otros pretenden. Hay alegría porque el molokano ha regresado.

Los molokanos, influenciados por la dirigencia de Güeldres, entendieron que el fundamento de la comunidad serían las obras de justicia que se manifiestan como amor: vestir, alimentar y albergar a los pobres, tradicionalmente perseguidos, orar por ellos y compartirles una fe evangélica viva, realista y consolante. «Y el trabajo cooperativo, como pequeños propietarios los que pueden, es la clave práctica». El gobierno cedió una cantidad de tierras. Otras habría que comprarlas y pagarlas. Güeldres sabía cómo se ejecutan los negocios. Es abogado y, sobre todo, gran organizador. El se había cansado del anabaptismo radical holandés. Las ideas de Menno sobre el pacifismo le animaron a tomar otra vez el toro por los cuernos y su consciencia política sobre la inminente primera Guerra Mundial hizo que se evitara, no sólo luchas inútiles y martirilogios, sino los sufrimientos personales al mudarse a México.

También es cierto que el Molokano Güeldres no comulga con el azar filosófico ni cree en casualidades. Cuando un suceso acontece, hay una causalidad humana, cuando no económica y política, que lo explica. «El mal es provocado. No hay azares ciegos». Entre muchos religiosos, es muy común que se adormezca la fe, o se reviva, por causas de señales que se designan el Destino, lo metafísico. La fe se toma en abstracto, desde imaginarios inclinados a alimentar las incoherencias neuróticas, y es cuando él, llamaba a la razón como realidad y a aprovechar las certezas que se basan sobre lo tangible. «Aún esta cosa maravillosa del compromiso humano con la paz y lo más depurado del cristianismo primitivo ha tenido que pasar por el fuego de prueba de la experiencia histórica y la razón», dijo él cuando regresó, con su hijo Iván, su esposa Claudia Delfzij y otros, a poco de finalizada la segunda Guerra Mundial. Quien se fue llegaba y, hasta cierto punto, más crecido, maduro y combativo. Habló ante los hermanos menonitas y echó de menos a los rusos que había organizado. Si se abandonó el Valle de Guadalupe, no que fue que como profeta se sintiera relevado e inapto, sino porque una misión especial lo requería. En cambio, a su regreso captó que los bávaros daban las directrices. «No es justo porque avisé que regresaría».

El modo como lo explicó, aludiendo a Rednitz, fue franco. Dijo que Menno Simons, reformador de los anabaptistas, hizo un análisis histórico para salvar los valores que habría de seguir la Familia del Pacto y, para rescatar la enseñanza de los valores, él / Menno Simons / analizó las doxas o teorías de waldenses, hermanos bohemios, albigenses, huteristas y anabaptistas de Lyon. Hoy las sectas son más y hay metodistas, hermanos moravos (de la Unitas Fratum) y bautistas alemanes y otros grupos de creyentes y no todos honran, con sus obras El sermón del Monte.

Y, entonces, localizó a una joven mujer que estaba oyéndole. Apuntó con el dedo a mamá. Menno escribió alguna vez: «Hay niños de la paz. Sus corazones rebosan con paz. Sus bocas hablan la paz y caminan hacia los rumbos de la paz». Allí hay una que vivió en medio de la barbarie de Europa, en una nación que se declaró neutra cuando comenzó la guerra. Sí, explicó la labor con la Cruz Roja que hizo mamá y el amor que le inspiró el sufrimiento de los judíos. Sus desvelos por alcanzar su grado en enfermería y salvar vidas.

Y lo mismo dijo sobre su hijo que vio los bombardeos que destrozaban muchas ciudades de los Países Bajos. Estaban en la Vieja Jerusalén, en medio de la violencia, pero, eran «niños de la paz, que alimentaban hambrientos, consolaban a los oprimidos, y devolvían el bien por el mal que le hicieron a sus ciudades y sus vecinos». Y, como Claudia, el Dr. Iván Güeldres, trabajó en el rescate de judíos para honrar el principio menonita de amor por los oprimidos y socorro a los enfermos y torturados. En los Países Bajos había unos 140,000 judíos al comienzo de la guerra que empezó poco después de la invasión alemana. Tan sólo sobrevivieron unos 40,000 hasta el final de la guerra... y mamá, la Niña / Esposa / Virgen de Iván Güeldres, absorbió mucho de ese dolor. Fue visto, contado por las víctimas, consolado, guardado por ella... y el residuo de ese dolor explica, para mí, que para alumbrar mi vida biológica, sin contaminarme, pasaran años y años...

En la cultura de la guerra, hay maneras distintas de destruir a los niños de la paz y evitar los quehaceres que realizan. Cuando éstos no tienen la etiqueta de cristianos, cualquier pretexto sirve para obstruirlos y, en su persecusión, no sólo colabora el Estado. Cualquier gente se presta para convertirse en la piedra de tropiezo. Cuando son cristianos verdaderos, principalmente es obra del Estado que sean suprimidos y la misma Iglesia tradicional e institucionalizada, como aliada del Estado, participa. «Los Niños de la Paz tienen enemigos, en la práctica, entre todas las capas de la población pagana. Y por esa razón, con los paganos, la gente del Otro Lado, nuestras relaciones deben ser cautelosas. La maldad viene con ropajes temibles y son sicarios , en actividades diversas: los aparatos represores del Estado, las mafias, las pandillas, los ejércitos, la delincuencia solitaria, o el delito organizado; pero a veces, la forma más común y pagana, es la dulce maldad de la indiferencia, el chisme, la diversión, el hedonismo del ego, las masturbaciones mentales, la ausencia de solidaridad, la cómoda vida privada y fascinaciones del individualismo, o la misma fe y erotismo mal canalizado», decía el molokano.

Para explicar lo que llamaba el Otro Lado y, debido a que observó que los Ancianos Bávaros a instrucciones de los Rednitz, se rehusaban a darle el acceso que correspondía a la Admistración del Gobierno de la Colonia, amparándose en su prolongada ausencia, dijo que si bien los molokanes cultivaban viñedos, «hoy lo que se observa en el Valle es la Vieja Jerusalén de la Bacanalia» y las tierras de ordeño de los molokanos se habían convertido en viñedos, como si Chichihuatl también fuese una sucursal de la familia Domecq. La prosperidad se ha cambiado por el progreso, en un vulgar sentido de capitalismo y materialismo.

Y preguntó: «¿Dónde están los molokanos rusos, aquellos cuyos ancestros estaban en Tambov, aquellos que Porfirio Díaz, consideró en su Ley de Inmigración de 1883 y de Colonización de 1905, como colonos progresistas?»

Güeldres, el Viejo Barbón, asesor de Basilio Pivovaroff, Pablo C. Blumenthal y Simón Babishoff, en aquellos años de 1905 al 1907, fue uno de los creadores de la Empresa Rusa Colonizadora y la colonia rusa en Guadalupe y recordaría que la siembra de trigo, hortalizas y cría de vacas y borregos, fue la razón por la que puso su dinero en la idea y, sobre todo, dio el plan práctico de organización que discutía con las 104 familias originales.

Han dicho que es un expositor pedante porque cada vez fue más evidente, «nos echó en cara», que puso la fortuna de sus padres, su herencia, en promover causas utópicas y hubo no pocas gentes que le pedían: «Préstame; yo te pago» y les dijo: «No. Tú eres vicioso y vago». Esto también se supo sobre él. No todo el mundo es adinerado, es cierto. El lo fue. «Entonces, tengo el derecho a invertir y a prestar a quien me plazca». Les callaba las bocas. Y Rednitz, el cómplice de Von Graf, asesino del premier socialista de Baviera, fue uno de los que pidió prestado.

«Y... ¿a cuenta de qué?»

«Pero: ¿no es usted es usted socialista?»

«No, señor Rednitz. Soy un ácrata de Dios».


12 de octubre de 1946
Estamos recién llegados otra vez a Chichihuatl, a considerable distancia de Guadalupe, donde mi padre invirtió mucha energía de su liderazgo y de las finanzas que heredera de sus padres. Aquí están los menonitas y hermanos amados como los Arnol, aquí hay bávaros y hermanos espirituales que vinieron después de la Primera Guerra Mundial. Algunas familias que dejaron la colonia de Guadalupe dicen que allá el grupo original está en desbandada y que los intereses vinícolas han triunfado sobre la edificación de la Nueva Jerusalén y que a las sabrañas dominicales arriban muchos campesinos, como si fuese a un jolgorio de borrachos... y es la misma gente a la que él no dio dinero, pero, hizo que los menonitas le mataran el hambre y le cosieran camisas o pantalones...

Este día es importante. He abierto mi hospital, atendí varios partos con ayuda de Claudita. Por otra parte, he comenzado a fabricar mi propia casa y me maravilla Claudita, porque es afanosa y cocina para todos los que me ayuda en la construcción, nos sirve de comer a todos, y la casa no se techa todavía, pero ella ya tiene en sus alrededores, sectores marcados, siembra una hortaliza. Ha comenzado a cultivar repollo, betabel, coliflores y tomates. Hay en las esquinas, como sus linderos naturales, un limonal. Que lo que tenga espina proteja lo que es suave. Ella lee sobre la conducta de animales... Ha designado un área para lo que será el jardín. Y asegura, por el amor de Vermeer y Van Gogh, que germinarán los tulipanes y olorosos geranios, donde ella quiera y diga.

Cuando terminemos la casa, tendré mucho más tiempo para dedicarme a amarla. Es tan jovencita todavía que mi padre la llama Niña de Paz, la designa como si fuera una Virgen que yo no debo poseer, siendo su esposo desde antes de llegar a Ensenada. Espera hasta que cumpla veinte o veinticinco años. A los 21 años que ya los tiene cumplidos, la guardo. No la forzo a intimidad porque tiene memorias de guerra, sorbió con lástima la violencia de otras víctimas que atendió y necesita de mí espiritualmente, no como el amante. Quiero que crezca fuerte y hermosa... Cuando esté nuestra casa preparada y tengamos nuestra habitación, la haré mi mujer y nos casamos al estilo de la Doctrina de Menno, y haré que el Molokano oficie mi boda, pese a que ante la ley holandesa cumplimos.

Escuchamos hace un par de semanas a Papá. Regresó con su pasión de siempre y, cuando lo escuché, muchas de sus palabras se me figuraron mensajes para mí. Sabe que en Amsterdam lo hallé armado como si fuera un soldado de la resistencia clandestina. Un soldado pagano con una metralleta. Sin embargo, ante la congregación confesó, armas he tenido en las manos y nunca he disparado contra ser humano alguno... y ha vencido la tentación y me pregunto por qué. El es un Niño viejo de la Paz y, ante mí y ante Claudita, nos emplazó a que nazca otro niño que tenga esa naturaleza. Tú has bendecido mi sangre, me ha dicho. Creo mutuamente nos halagamos diciéndonos estas.

«Cuando nazca, como si fuera un símbolo de sabiduría, pónle por nombre: Simón, como el fundador de los Molokanos, Simon Uklein, porque junto a Hilario Pobirokhin en 1765 fue bendición para los rusos... Simón, para la gracia de Holanda, Menno Simonsz, o Simonis. El regenerador de los Anabaptistas y fundador de la Iglesia Menonita, que tenga un homenaje humano y social en nuestra sangre, ¿ah, hijo». Nunca le comenté a mi padre que Simón era el nombne que yo en mi corazón había elegido.


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Estaban profetizando mi nacimiento. Papá escribió que no nacería sin que una casa fuese hecha para mí y una habitación privada, ya preparada para amar a Claudia.

En ese tiempo, ella dormía con una hermana que, pasados algunos años, dejo la comunidad, y regresó a Holanda.

Ella no nació para esta fe y la extrañaba que Claudia, «la hermana consentida» pudiera internarse en los montes y vestir con los anchos atuendos de una campesina, meter sus manos delgadas y delicadas en la tierra, sembrar, madrugar a alimentar los gansos de una granja y estar a las 9:00 de la mañana, lista y entusiasmada, para cocinar para otros y su esposo. «Has cambiado, Claudia. ¿Dónde quedó la artista? La digna consentida por mamá...»

Claudia cuidaba, con esmero al Molokano Güeldres. Tenía la paciencia de escucharlo cuando llegaba. El se vestía con su rubaja azul, una especie de camisa larga y pareja, que le dio la famosa facha de Cosaco. Sus conversaciones nocturnas, si llegaba a la casa, eran de nunca acabar. Cuando Iván atendía enfermos, lejos de la propiedad suya, su padre venía y montaba guardia, porque «los bávaros rondan y los Rednitz, por envidia a mi hijo, son lobos disfrazados de ovejas y están dentro del mismo redil».

A veces pienso que Abuelo dio a su nuera detalles de la vida comunitaria de Guadalupe y Chichihuatl que a mi padre, siempre tan ocupado con enfermos y partos, no le pudo decir, pero, las mujeres menonitas son asesoras a la sombra del marido. La estructura matriarcal permite que el esposo las oiga y tome en cuenta lo que digan. Mi padre no tomaba decisiones inconsultas.

No porque mi papá haya muerto, sin suficiente tiempo para educarme directamente, si bien me vincula con sus escritos, mamá todavía me enriquece con otras cosas que no son tan obvias si dependieran exclusivamente de lo dicho por papá. Además, hay espacios de cronología y de vivencias que, por su muerte prematura, él no llenó. No pudo. Tal vez, si hubiese vivido más, las sabría por su boca.

«Entonces, si es cosa de la rivalidad personal entre la primera familia Rednitz con mi abuelo paterno, ¿por qué nos maltrata su familia entera? A tí, mamá, cuando estás desamparada, a mí, siendo niño... ¿Qué daño podemos hacer a ellos o hicimos? ¿Qué quiso de nosotros, si aún de lo que fue nuestro, en cuanto propiedad material, fuimos despojados? ¿No tiene ya el liderazgo de las colonias? ¿No le basta? ¿Tanto puede su rencor porque no lo haya querido como socio en nada?»

«Liderazgo tiene; pero no todo lo que fue de Güeldres, tu abuelo».

«¿No todo? ¿Qué quieres decir?»

23 de septiembre de 1962
Ha muerto de 82 años de edad el 'Príncipe Molokano de Dios', como lo describiera Paul Fataivich y su nieto Gabriel Kachiriski Kotoff. Es una expresión que lo titula con mayor veneración que la que se le ha profesado en Chichihuatl, donde se ha olvidado que, desde sus días de estudiante en San Peterburgo, ni mencheviques ni bolcheviques, ni ortodoxos ni heterodoxos rusos, olvidaron su paso por Moscú y Rusia. Ni su paso por muchas partes de Europa, ni su paso por Canadá y México. Papá fue un hombre de mundo y un Niño de la Paz, con toda la autoridad con que nacen los organizadores natos, o los hombres de charisma que impresionaban a Max Weber.

Por desgracia, los blasfemos, gente del Otro Lado, del lado oscurecido y de la empedernida perversidad, lo juzgan con ojos tenebrosos y cavernarios. Lo observan vestido de campesino y dicen: «puerco cosaco»; lo observaron, joven y lúcido, y lo juzgaron el vanidoso ruso-flamenco, uno que se gloría de sus opiniones propias, esté o no equivocado y le dijeron lo que a mí han dicho: «Por su boca, se expresa el sionismo, o la izquierda, o la herejía». ¡Qué diferencia el que ha dicho que mi padre es el Príncipe Molokano de Dios y Rednitz que lo llamó, tergiversando a Menno, al evaluar a Jan van Leyden en su crítica The Blasphemy (1535), el que se empeña en ejercer el rol del «segundo David» en la Nueva Jerusalén, ya no Münster, sino en el Valle de Guadalupe.

Olvidemos ese asunto. Como pensamiento para que leas alguna vez, si yo faltara, con previsión digo, que tu Abuelo bendito murió muy feliz. Sus últimas palabras te las dedico y fueron: «¡Cuida de ese nieto como a tus ojos y al vientre maravilloso de la niña que lo parió!» Claudita tenía la edad de 35 años cuando pudo alumbrarse de tí, al fin, quedar fecundada después mucho empeño mío por tener mi heredero, y tu abuelo, príncipe de los molokanos de Guadalupe, ha dicho que la Niña Virginal de la Paz ha parido y me dio la dignidad de padre ante los santos de la tierra...

No se quiso morir hasta que no viese este milagro. «Un día la Niña será madre. Dios lo decidirá». De Claudita hablaba como si ella no creciera hasta envejecer o el juzgarla no dependiese de leyes positivas, las de la biología... Extraña transformación, porque no de todos los seres humanos él diría lo mismo. «Hay hombres carnales que siempre serán carnales», decía. De hecho, fue Claudia quien hizo una labor espiritualizadora en Papá. Por seres críticos, de tal envergadura, lloró y la Virgen-Madre del Cristo tuvo sentido. No que él creyera que no hay que cumplir la tarea de fecundarla. Que hay Divina Concepción. Lo recuerdo diciéndome en privado: «Trata, trata. No hay mujer más linda en toda América como esa Dama del armiño...

Conozco cuán rigurosamente Papé se ha planteado este proyecto de Menno: el cristianismo comprometido. Crear el Reino de Dios en la Tierra sin necesidad de sangrar con la espada la dimensión histórica de lo humano.

El sabe que no es la primera vez que las teocracias se vuelven instrumentos para las fechorías de la voluntad impura de las dirigencias.

El diálogo que, entre Claudita y Papá surgió, llenó sus últimos días de dulzura y es que ambos, una vez nacíste, han puesto en tí, Mi Hijo, su esperanza, porque ella es el arte que sana más que mi ciencia, que es práctica, y es más que el juicio de la ley y la organización que mi padre se representara. Discutieron una síntesis: lo Divino, el Arte y el Servicio social. Leyes, medicina, estudio.

Escucha entonces, hijo mío, al Príncipe Molokano. Anticipó una visión y se sale de los marcos conocidos. Crece. Vamos a esperar lo debido y, cuando sea jovenzuelo, decide qué estudiarás para mejor servir a este experimento... No te vayas de la Comunidad Experimental cuando comiencen a ofrecerte las mala mercancías que son las tentaciones y se ofertan por dos vías para la disuación del justo. Con dos espadas se ataca al Nuevo Hombre: la maldad que aterroriza y la maldad entretenedora. La primera disuade porque los cobardes se hinchan de ínfulas de patriotas, trunfadores, heroicos achievers... y los cobardes sucumben, alegando que la Maldad es inderrotable y, peor que la maldad es estar muerto, o ser esclavo... no se atreven combartirla. También la maldad se engendra dulcemente, como hábito que entretiene y se vuelve vicio.

A mi padre lo atacan los simpáticos blasfemos. Se quedaron en sus casas cuando murió. No llegó al recinto de su sepelio, a la sabraña de su último tributo, los que no soportarán nuestras miradas. Claudia y yo que buscamos a los sinceros y valientes. No a los ingratos. ¡Qué bueno que no llegaron!

Ello ocultarían, no pueden, sus sonrisas hipócritas, o sus palmadas que no transmiten afecto ni los muchos colores de su maldad quedarían encubiertos para quedar bien. No vendrán vestidos de blanco porque sus corazones, o son demasiado negro y se translucen o ya tienen los bombillos y la parafernalia de la fiesta. La maldad entretenida que chisma, que oye la radio y la TV... y sólo busca la novedad, aún en los días de sepelio y luto... La atención de ellos está en las cosas mundanas...

La maldad entretenida es lo que motiva que sea más interesante que se conozca a Yuri Gararin porque pisa el suelo lunar y será divertido que se comenta que desafía a Dios o que los emplazamientos soviéticos en Cuba desatarán una Tercera Guerra Mundial.

¿Quién es Rednitz para decir al Príncipe Molokano de Dios que no es importante que vuelva a las sabriñas, al foro de los menonitas rusos, a decir que hay una maldad que entretiene y otra que atemoriza y que, si no se discute, con rigor y sabiduría será la angustia del chisme o de la falsa consciencia?


Sí, Simón. Hay una maldad peligrosa y es la maldad temible, la violenta, la de la guerra, una de la que él fue su coherente expositor como lo fue Menno; pero, si él dijo que es importante que nos eduquemos en la Iglesia sobre los peligros de la subyugación, dominación y explotación extranjeras, siendo que constituyen la denegación de los derechos humanos, la destrucción de la paz y la utilidad del Estado, los Rednitz y su grupo de bávaros, infiltrados en el Valle, reaccionaron con blasfemia y aseguraron que los comunistas están luchando en las trincheras del segundo David, como suplantadores en la Nueva Jerusalen del Valle de Guadalupe... y eso es mentira, ¿sabes? David es espiritual. Es un batallador social y no necesita una espada... Sí. Estudia el ejemplo de Papá.



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Sequoyah / 12

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