Thursday, March 05, 2009

La muerte de mi madre / El ángel de MAO-A (ma)



Cuando mi madre murió, recientemente, estuve una semana con un ataque de risa. Fue el sepelio, las misas, la presencia del Porifiriato de Voisin y detallitos sueltos, lo que me llevaron a la histeria. Se murió al fin. Lloré a solas hasta que se me secaron los ojos. Sucedió, aunque llorar no me gusta y no vale la pena hacerlo porque es hacerse partícipe de la complicidad falsa y precaria de los felices, a través del razonamiento previsor y la prudencia, la solidaridad y las piedades de mierda.

No niego mis años de amor y odio. Pocos pelos, pero bien peinados... ¿Con quién quejarse? No hay marcha atrás. Lo que soy no lo puedo dejar de ser. Uno nunca es tan listo como para burlar a la naturaleza, o sea, a las sustancias, la Gracia, la mujer de nuestra carne y hermanos que Urano da y que Cronos consume. La vida es alimento para la Eternidad. Estas vidas son la irresistible Omecihuatl, inconmensurable Tonacacihuatl.

Este dolor, que es casi fantasía, nos tiene en sus manos, nos muestra los caminos que hemos de seguir, hasta que nos toque ser barro, o volver a ser agua, o un cristal de jade para el príncipe más evolutivamente solvido por el Tiempo.

12-02-1985 / Cuentos para esoteristas y otras menudencias

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El ángel de MAO-A (ma)

Vivimos chupando en las tinieblas de lo angosto, sin trascendencias; pero quitándole la enzima MAO-A de encima a los mamarrachos, mamándolos por el bien de la seratonina. Todavía somos sexuales. La materia sabrosa de ángeles caídos es oxidasa A de monoamino. Una enzima que chupamos para que no haya conducta violenta ni locura blasfema. Ahí vamos, pasito a pasito, hoy fregados. Sin embargo, un día, bendito porvenir, seremos transformados en chuchas cuereras, redentores de cuerpo presente.

Trépese este trompito a la uña… Cada célula de mi cuerpo posfetal se comunica a otras. Sufre por otras, obstrusivas al intercambio de sabores y ama a su vecina para la que tiene algún mensaje. Las células tienen emociones y sueños. Las emociones son sabores y los sueños, olores de sabor. Son extensiones de la mente prelógica. Y lo prebiótico para el pan da la masa.

A veces, al cagar (y perdón que mencione a la mierda), estoy en el más pleno y espiritual de mis ejercicios mentales. No sé si habrá tenido esa misma experiencia: Que un pedote le produzca un nirvana y una meada un chorro de inspiración para algunos de sus proyectos, sea de investigación o de arte, o combatir el colonialismo.

Imagínese entonces tantas ideas que acaso serían posibles en esta experiencia para usted, si fuese un sabio verdadero, por decir, tal fue Socrátes, Einstein, Hawkings, es decir, gentes entrenadas para teorizar y narrar sistemáticamente lo que observan. Nosotros, mi amigo y yo, somos exploradores noveleros, pero, al fin y a la postre, penetramos en el campo de batalla. Aquí es más útil Mao que Mahoma.

Afrontamos la tensión y los riesgos del peligro.

De mí sólo diré ésto: Sobreviví haciéndome bolas, no digo exclusivamente en el escenario social, las contradiciones económicas y otros bochinches en la noche del No-Ser. Tuve la necesidad de nacer y el apetito me dio las mañas para encontrar una vulva mensajera. Nací más cabrón que bonito, pero, bendito sea. Estoy en el negocio de la enzima oxidasa A de monoamino que los holandeses llamam MAO-A y mahoma chupa. «Mamáos los unos a los otros. Chúpale, pichón».

Cuando el sabio dice que hay moléculas mensajeras, así como hay palomas mensajeras, yo digo que hay vulvas mensajeras. Que hay radares de factura neurológica y hay ángeles con mensajes eróticos, ¿por qué no? Hay, por igual, mensajes no biológicos para el corazón. Las divinidades son mensajeras del Bien o del Mal. No hay mensajes sin emisor. El mismo caos es un mensaje de sabor y olor.


08-03-1984 / Cuentos para esoteristas y otras menudencias

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