Wednesday, March 04, 2009

La uranofobia / El secreto de una rata / El lector cósmico



El tiene todo el derecho del mundo a vivir entre sus libros, escondido del sol y de los mares inmensos. Es su gusto y su derecho. Que se vaya al Jacaranda's, que se vaya al Normandie. Déjelo, déjelo bajo un techo, dentro de un agujero, como la rata que es... Que satisfaga su sed que no se apagará. Todas las ratas son uranofóbicas. El es una rata.

Lo que yo llamo uranofobia, desde la perspectiva de mi fantasía, es su horror a mirar la conducta de los sistemas caóticos, su frustración ante el empeño de otros por medir las condiciones iniciales del génesis y dar nombres a las sustancias... El trabajo con que Dios privilegió a Adam, quien vivía casi invisible, imaginándolo todo desde dentro, era URANIAR… salir a espacios libres para desocultarse. Entrar y salir de las sustancias como su habitualidad.

¿Cómo puede el Dr. Sans-Culottides descubrir las relaciones existentes entre las magnitudes que intervienen en la divinidad de la sustancia si elude que Urano-Cronos lo muerda, se lo chingue, se lo atore? Esa experiencia vino en forma de mujer y de serpiente. Después hallaron que estaban desnudos y se avergonzaron.

El sacerdote de la Catedral del Zócalo también es uranófobo. El dice que el Nombre de Dios es indecible, que las cosas divinas son inescrutables... El está muy cómodo en la capilla. No tiene otro oficio que azotarse con las chamacas. Le echa ojitos a cada mujer que pasa por su lado, y reza su avemaría: «Pobres putitas, qué lástima me dan. Mover las nalgas para ganar el pan». El cura es peor que Cambujo: Se persigna ante dios con tapujo.

¿Por qué no mirar hacia el cielo infinito de los quarks, por qué no escaparse a los espacios siderales por la ore-rotunda de la boca del Tiempo? No lo desea. Urania es poca cosa, según él. Día tras día, la misa le espera. La cómoda teología de los cristianos demarca sus rutinas. Por el contrario, yo me dejo morder por Dios, pero arrebato sus secretos como Metis. La Metis sabia y cósmica fue tragada. Fue engullida. Aún más, fue copera de los dioses. Bajó la cerviz y se dejó devorar y visitó los Tártaros y bajó a los infiernos.

En el Olimpo de los burócratas y crédulos de la Lógica de este tiempo, la sabiduría es capricho, esquema... Una uranofobia. No salen, no se entregan a los espacios abiertos. Y eso es odio.

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El secreto de una rata

Sé que las abejas machiegas existen. ¡Mis respetos! Han sido descritas como arquetipos útiles y sagrados en la poesía y las artes. Una abeja, en particular, ésa que adoro, es la obrera as necessary woman, la criada de la gracia, la que más abunda, la que no se fertiliza. No estoy negando el fenómeno de la sexualidad ni de su necesariedad. Sólo digo que como máxima expresión de sentido o de unidad, me gusta la mujer necesaria. «La mujer que yo tengo en mí». Estoy feminizado. Y me lo dijo una rata.

Me lo pudo haber dicho una abeja machiega o un zángano de los que ella mata.

Resolví ese misterio: los embriones de las ratas y las mujeres son hembras. La Madre Célula nos hizo, inicialmente, a su imagen y semejanza, femeninos. Aún los geneticistas más entrenados no pueden distinguir entre un embrión macho y un embrión hembra hasta los 20 días de su desarrollo, cuando los ductos espermáticos se detectan y entra en juego la proteína SRY, «for the sex-determining region of the Y chromosome».

A partir de un acceso a una expresión de genes secundarios, se determina el género, «a female mouse embryo could turn into male mause embryo capable to copulating with females».

Estas fantasías, si cabe llamarlas así, hoy son científicamente sospechadas, verificadas y expresadas.
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04-08-1984 / Cuentos para esoteristas y otras menudencias

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El lector cósmico

The information of the DNA must be copied onto some sort of messanger molecule that will carry the information from the DNA to the spot in the cell...

A triplet of bases along the DNA molecule...


No se imagina cómo es ver ésto in technicolor, a todo color. Un ser-ahí crístico. O sea, encarnar el Verbo, llevar la Mente o la Divinidad al juanete, a las uñas enterradas, a los callos, al codo... a todo lo que es llamado la Miseria y la Enfermedad, es cumplir el ejercicio mágico. O sea, donde los mares internacionales son los influjos tróficos, el agua del Helicón fluye hasta las tulangas que te comíste ayer, pero que hoy son mierda... Yo puedo leer la curiosa prensa de la excreta visible e invisible. También otros nacimos cagados por la changa

No digo que yo escriba con los códigos genéticos, que me sepa el abecedario del Cosmos, pero ya sé leer... allí donde se hará una proteína, una cadena o tripleta de Padre, Hijo y Espíritu Santo, estoy de embajador gozosamente, como residente del lugar de la recreación y la alegría. El instructor, como el instruído, sino chupa para su propia delicia, en vano arrecha el pene.

A los que irán a los Lugares de Atormentados, como redentores, se les enseña un lenguaje de sabiduría. Aprenden a ver la sustancia de los sueños y a leer las tintas invisibles de la Luz, aunque sean plebeyos y prietos como los macehualli. El sabor oscuro fue primero que la imagen blanca.

Al comulgar con lugares angostos, aún feos, se nos compensa por la obediencia y se nos da la virtud de leer de la certidumbre que el Caos contiene. Hay quien no cree en la certeza de las cosas que se esperan, gente que no lee la Fe. Jamás tendrán ni imaginación ni sabiduría.

La fe es la instrumentación del codón y asunto de mecánica cuántica. La fe es creer en los movimientos de los ángeles taquiónicos. Una reserva caótica, milagrosa e impredecible. Pero ni él ni yo somos ángeles taquiónicos. Sólo somos hermanos cagados por la chingada. Somos lujuriosos empedernidos.

02-05-1982 / Cuentos para esoteristas y otras menudencias

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