SEQUOYAH / 78
De EL LIBRO DE LA GUERRA
Ustedes ocho, si que tienen suerte:
se les dio cadena perpetua, no contínuos días
de tortura, preámbulos de muerte.
Ustedes, miembros del Ejército Argentino
y de la Policía del Chaco, fusilaron a 15 combatientes
que estaban presos y soñaron
con la libertad que comienza
en ellos mismos y se extiende a otros.
Cristino Nicolaides, usted sí que es un asesino,
merecedor de fusilamiento,
usted sí que debió tener las rodillas temblando
ante la posibilidad de un grito de «¡Fuego!»,
pero en ese tránsito de los días
12 al 13 de diciembre de 1976,
usted fue quien ordenaría: «¡Mátenlos!»
Un Tribunal Oral de Resistencia condenó
a sus militares por el fusilamiento de 15
(mas sumaron 22 los jóvenes asesinados)
y lo que pasa es que los cobardes
se callan y se dio pena a Gustavo Athos,
Horacio Losito, Aldo Martínez Segón,
Jorge Daniel Carnero Sabol,
Ricardo Guillermo Reyes,
Germán Emilio Riquelme, Ernesto Jorge Simoni,
Luis Alberto Patetta, penA que sólo
compete con once de homicidios agravados...
¿Bajo qué condiciones hubo desaparición forzada
de otras cuatro personas y cuál fue tu papel,
Cristino Nicolaides, sólo dar órdenes
a la séptima brigada?
Ustedes, ocho represores, y tú, cuaco Chás,
partícipe secundario, animador de cohechos,
han tenido mucha suerte.
No merecen vivir y la ley les proteje,
no les corta la mano; apenas les deja a solas
con sus sucias consciencias de asesinos.
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A estas alturas de su muerte
A Pablo Neruda
No. Mejor que quede como dato flotante
que no azuce con odio más dolor a la familia.
A la viuda, a los simpatizantes.
Que la Junta Militar de Pinochet
y las atrabancadas jactancias de la ultraderecha
es capaz de asesinar al poeta
ni se duda. Ni se duda.
Mas no es hora de investigar nada.
No lo querrán avalar, dirán: ¿Quién lo dice?
¿Manuel Araya? ¡Es el mero chofer
del gran poeta! ... un asistente personal
sin rango científico, sin una certeza presencial
de haberlo visto y denunciado a su tiempo
para que el militar, o extraño médico
con bata blanca y alma oscura sea castigadoi
por sorprenderse el momento
cuando estuvo inyectándolo mientras dormía...
Deja Eduardo Contreras de especular
sobre cuán saludable fue Neruda antes
de la inyección del veneno.
No hagas caso al Partido Comunista
ni des color al presunto homicidio.
Los muertos ya no hablan ni se quejan
y a veces es preferible, después
que se ha vivido tanto, estar un rato muerto.
De El libro de la guerra / Carlos López Dzur
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