Monday, March 31, 2008

Contradicción

No se me defina el amor de una manera
que sea yo el crédulo que vaya y diga
de ese amor quiero; no se me defina así,
lo suplico, si ese amor no existe,
escasea o no se da.



Porque así me presento muchas veces,
casi a diario y con fe, porque así me extravío
y me aparto, pero voy y llego tarde,
porque así mis pies sangran más
al pisar las ortigas del camino.


No se me defina el amor de esa manera.
Apíate antes de emitir tu llamado.
El hambriento está en la husma,
con los pies sangrados, cuando se ofrece el pan.
El sediento está con el sol que se lo come
a mitad de la esquina y el crédulo,
con el alma hecha pingajos.


No sé me defina la incondicionalidad
de ese amor; llegaré tarde y nada será
más grande que el rencor que escucharlo:
El amor se ha acabado.

19-3-2000 / «El hombre extendido»

Todo lo que busco


Todo lo que busco es un recuerdo
en la densidad de este olvido,
alguno que entienda cuán grande es
la memoria que perdí, cuán doloroso
es vivir con la difusa culpa,
con el profundo remordimiento.

Es lo que clama desde mí
a un no sé dónde, a un alguien escondido.
Todo lo que busco es una dicha y un reposo,
una piedra que ungir, donde recostar
mi cabeza soñadora, y estos huesos
calados de frío y soledad.

13-7-2000 / «El hombre extendido»


Absorbo mucho dolor


Absorbo mucho dolor, mucho dolor.
Tal vez es mi lugar / espacio,
seguro es la vida para la que nací,
ciertamente, el Yo
que todavía sobrevive.


Habría preferido un punto
que sea casi el vacío, un punto de luz
y la cósmica alegría que vuela como rayo,
ser que no sabe de su precariedad.


Pero aquí estoy, lugar / espacio /
Y amplio y sólido, contingentemente
consciente del dolor y esperando…

13-7-2000 / «El hombre extendido»

Portal Mundo de Poesía


Me llamarás


Cuando quieras puede echar tu puño
sobre la tierra y cosecharme.
Mi planta ya dio el fruto.
No lo juzgues en mi presencia
frente al fango. Van a decir que no agradecí
la semilla y no es cierto; van a decir que
descuidé las raíces. Busqué el agua,
te amé como una hormiga puede,
me arrastré hasta subir hasta mi propio tallo.


Esta cabecita loca ha echado hojas
y las trepado al sol con la fuerza que puedo.
A veces pensé que la luz me sofoca
Y, en el mareo, caigo a los suelos,
a la noche, dolido.


Cuando quieras, llámame.
La noche me ha sorprendido casi muerto.
El sol no ha penetrado al patio donde yazgo.
Una plantita enferma de cansancio.
Una vida, con seco fruto, muy sediento de luz.


15-8-2000 / El hombre extendido

Saturday, March 22, 2008

El campesino divino




¿Te imaginas cómo es sentirse hijo divino?
Tener la llave exacta de Alegría y abrir lo hermoso
con los ojos abiertos aunque vengan los cuchillos
de la duda a cegarte, ¿te imaginas la vida,
dando pasión a todo lo que haces?


Saberte un poco árbol y echar ramas y frutos.
Saberte la vendimia y esparcir el vino
como si la mar fuese una cava, la vid lícua
de vida y de embriaguez, el sabor gustoso
de los entusiasmos. ¿Te imaginas tú
ser dos veces nacido aunque vengan piratas
a tu barco y el abordaje sea impulso vil de asesinos.


Saberte secuestrado y que Dios mismo
festeje tu rescate, que envíe lo que tú pides:
nada que sea absoluto, tal vez una canción,
un cabrillo, una tupida hiedra.
unas mejillas protectoras, como yerba
húmeda y fresca, recuerdo difuso de Luna
y muslo de Dios, sabor de hueso vivo
entre bacantes, ¿te imaginas? Saberte
vecino de Orcómeno y de Nisa
y viajar entre montañas, educado por ninfas
y musas y ménades, viajar por cada mundo
a la mano, ser la cabrilla lujuriosa,
la rumorosa orilla, azul de cielo y pájaro,
saberte Tierra y Luna, exaltar la verdad
desde el placer interior, en theos, arrobamiento,
enloquecer por el amor ilimitado y no envejecer,
ser entre árboles, con el tirso de hiedra,
ser desnudo detrás de una parra
o un uvero, ¿te imaginas? morir cada invierno
y resucitar en primavera…


10 / 07-1986 / El hombre extendido

La voz salvaje

A Dioniso, hijo de Sémele

Olvidarme de mí mismo
¡eso quiero! Abrir las venas del subjetivo lamento
¡eso quiero! Olvidarme de mis inicialidades
y mis representaciones, desafiar a quien reparte
los destinos, fluir naturalmente como un río
crecido entre rígidas Moiras, que no piden
más ádyton que las yerbas que tapan el hoyo
y que no tengas ojos abiertos, sino un gran amor
para que ofrezcan algo, el rumor del río,
la música de las que nace el Ditirambo.

Olvidarme de mí mismo, estar en la noche
con los campesinos, festejar la vendimia
que el alma cosecha con antorchas
¡eso quiero! procurándose un grito y una danza
y una ebriedad caníbal y un sentido común
disparatado porque ya no hablas tú,
comportamiento diseñado, habla la ausencia
de palabras, habla algo afuera de lo representado
¡eso quiero! olvidarme de mí mismo.

12 / 08-1986 / El hombre extendido

http://es.geocities.com/baudelaire1998/antologiaErotismo1.html

Thursday, March 20, 2008

¿Para quién es tu canción?



Cuadro de Cervelli: Orfeo y Eurídice

Canta el hombre. Que tal varón haya
y hembra que escuche exista, el dueño
del poema, la cítara, la lira, su proyecto
de música y de flauta, su memoria
de la Musa que lo hizo nacer.


Orfeo tiene la dulzura de los hombres
que a las bestias amansan, duerme
los perros bravos, calla sirenas y trinos
en la mar y en los aires. En lagos
de duplicidad y alharacas; él sobrevive

al dualismo de las cosas. Con música
se disolve la epifanía desfigurada
y el pavor.

Que no muera el cantor
que por amor a los infiernos baja.

2.

¿Para quién es tu canción, hijo de Apolo,
heredero de lira? ¿Para quién la ternura
y la fidelidad, para quién la dríade que se muere
mordida a los pies de la serpiente
y a orillas de los ríos de Tracia?

Responde, Orfeo, porque tendrás que aprender
que las dudas matan y el que canta, si deja
su función, se pierde en infiernos mundanales.
Lo escarnecen los insultos de la tierra y el celo
de las hembras en deliquio, hechizadas.

Detuvíste tu canto, de repente,
y la rueda de Ixión no se detuvo. La rueda
siguió moliendo un corazón en la venganza.
Se agotó el hombre que empujaba la roca
de su causa. Desfalleció, como Sísifo,
en tristeza por la pendiente hacia el abismo.

Canta, hijo de Calíope. Pasa tus dedos por la lira
porque los mortales te escuchan y descansan.
Responde a quién va exactamenten tu canción.
Prueba tu amor. Un perro duerme
porque en suburbios de la muerte
das reposo. Dí que cantas por los vivos
y los muertos, no sólo por la esposa
que te ama. Haz un canto social
en los montes eleusinos.

3.

El hombre canta y esa es la verdadera pederastia.
Que haya un padre que le diga al hijo,
Talla la lira, con magia de los dedos,
cohabita en el misterio de los cantos.


Canta por el ensordecido por los truenos
que matan; musita tu respiro hasta las tumbas
del caído; entre la gente pestilente,
enferma en hospitales, en presidios,
en exilios, en las iras del hampa,
ofrece el sortilegio más dulce de una cítara,
la voz más inspirada de tu alma.

Canta, desde el drama interior
del sufrimiento, canta, poeta,
porque el dolor se repite
y prohíbe la alegría.

Dínos agriopemente la amargura
del amor perdido, ablanda el corazón
de los demonios; define la tristeza
para que puedas salir del agujero
que te tiene cautivo a su capricho.

Citaredo, no seas cobarde.
Si no vas a cantar, muere por amor
y no maldigas los dioses.
No golpées con la piedra el don de la alegría.

No escandalices con esa vibra horrenda
de congoja. Se está marchitando la cumbre
del Pangeo, se va secando el prado
sin canciones. Canta otra vez
el canto social y humano del que sufre.


12-03-1986 / El hombre extendido



NOTA: El pueblo lo asesinó a Orfeo cuando destruyó la lira con una piedra y produjo un ruido, al hacerlo, que la comunidad no soportó y se decidió a pararlo. Esta es la moraleja: El que nazca para cantar, hágalo hasta el final de sus días.

Wednesday, March 19, 2008

La muerte de la esposa


Murió como un gusano que trepa

a su penacho y se detiene.
La devora un lagarto verdinegro.

A nadie tengo aquí porque llueve en la sombra
y en mi paso. Y todo es un camastrón selvático
que depreda la voz con que lamento.

Las bestias huyeron y hablo solo.
Grito a los muertos y, en candelero,
está mi aliento únicamente
y mis ojos ávidamente perceptivos
ante la rica gratitud del todo
al filo del alba y el olvido.

7-13-1980 / El hombre extendido

La cruzada a oscuras


A nadie tengo aquí en la sombra de mi piel

sino a las bestias, al ave, al jabalí;
a esos nervios a los que doy celada
para no estar solo, aislado, en suspenso.

A nadie tengo que escuche y comprenda
la gratitud que me inspira lo vivo.

Ofrendo el primer canto lejos de aquella mujer
que danzó al ritmo del bambuco.
Voy a buscarle horizontes.
Y la separación duele.

Ella me observó como la noche vestida
de sus soles y me exhibió sus pechos de brasa,
y yo le dije adiós. Un adiós negro como el cedro.
Un adiós oscuro como aquella noche
y el sendero y el cruce y la alambrada.

7-13-1980 / El hombre extendido

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Te fundaré los ojos


Te fundaré los ojos como dos capangos duros

en apariencia de cristal porque la luz se olvida
y los ciegos taimados y brutales,
por engaño, la arrebatan. La encubren.

Haré tus ojos blandos, por igual.
Y la dulzura insertaré en ellos,
bellotas diminutas con estrías secretas
por su corteza blanda. Filtros de luz serán.

A veces, en la disparidad biocular
y por información insuficiente del fenómeno,
serán como quieren, caprichosos, desafiantes.

Si hay miseria visual en la fovea no será la culpa
de tus ojos. ¡Yo los quise así, tentadores!

2.

Como blinda será tu horizonte.
Con fino material de oxidasa citocrómica
te haré las córneas, sus músculos ciliares y nervios,
¡y tus pestañas largas, peludicas, bien soñadas!

Con lluvia de axonas que procedan
de tu corteza estriada, con conos y bastonzuelos,
haldearán tus gestos de pupilas, dilatadas
en la penumbra,c asi diminutas y por luz, deslumbradas.

Tus miradas tendrán filos de espadas;
quietos secretos, alfileres de tumba.

9-2-1979 / El hombre extendido

http://carloslopezdzur.blogspot.com/2008/03/todos-somos-inmigrantes.html

http://es.geocities.com/baudelaire1998/generacion70C.html

Ahorcada en Tijuana


Toda la méndiga noche te esperaba.

Un parque que la chota lleva al asco fue testigo:
ví borrachos de pocas, prostitutas, transas
de todos los calibres y colores y la jaina.
la reina de mi barrio, viene del Norte.
Ya conoció Los Angeles.

Un sueño de Hollywood la enamoró
siendo muy chica. Ella canta.
Su corazón se perdió por esa filfa
y así me la ganaron mil cantinas,
los churuvuscos de ventaja.

Al fin, La Pocha ha de volver al nido.
Sin un disco grabado todavía.
Tijuas no la condena. Mugrosa y derrotada,
¡qué bien! si así llegara, he sido
el enamorado de su infancia, el que dejara
un día. Nos lo juramos. Le dije: «Yo sí
te quiero!»...Y ella: «¡Espérame!
Regresaré con triunfos dedicados».

Y la esperé ni modo, año tras año.
Hasta este día que la supe en la prisión
La Mesa, donde se hizo un vilo,
se colgó de una soga y quedó muerta.

Y nadie la reclamó. Ni yo.
Nadie.
No pude.

1986. Tijuana / El hombre extendido

http://carloslopezdzur.blogspot.com/2008/03/el-transfuga-csmico.html

Negada fue la Tula verdadera

Levantaron su huipil porque lloraba.
Ella buscaba la Tula verdadera.
Un lugar sin hambre y sin congoja.
Un paraíso con los suyos, sin traidores.

Pero el pochteca estuvo allí.
La vendió gachamente después de coyotearla
por los montes, trazándole la ruta del escarnio.

En la casa de Calmécac, el tarado del átlatl
dio su golpe. Un cafre fayuquero, por dinero,
la entregaba. La robó. La dejó sola.

La cedió a un monte oscuro de salvajes,
sin patrullas que le dieran protecciones.
Un migra mexicano, deseándola, comenzó
a chupar su piel como una fruta.

Y aquel huipil cayó con la deshonra
y del polvo nació un escarabajo.

En la casa de Calmécac, su sangre inspira el luto.
Bajo la tierra de un patio la enterraron.
Ahorita ya hasta un macegual canta.
Un azadón de sangre en su hombro gime.

Y en la tierra donde la calaca virginal
se irá secando, ya nadie tiene hambre
ni congoja ni ilusiona un paraíso
con los suyos: ¡la olvidarán!

1986. Tijuana / El hombre extendido

El inmigrante

Memoria de Chile





A José Naranjo, chileno


Usted se olvida que me dijo engreído y parejero,
pero es que no sabe quién soy ni de dónde vengo.
No todos somos el mismo cuño de inmigrantes.
¿Cómo es eso? Me escupió la cara y dijo:
Víctima fácil del ego. Vendepatria, resentido.
Izquierdista de vitrina, odia-mojados.


¿Yo? ¿A mí se refirió? No saque cresta
porque me ha visto renco, en mi sillón de ruedas
y ensimismado en recuerdos y tristezas...
Usted que es un jornalero, lechuguero,
me trató con escarnio, a mí que me rijo por el «debo de»
y lo dí todo, a mí, torturado, despojado de mi rango,
por no dar a Sepúlveda, Pickering, Prat,
mis confidencias, mis conocimientos.

A mí, por decir la verdad, soy capitán
y Viva Allende, me llamó cobarde y engreído
y bien que estudié la Milicia y tuve qué…
(por si no lo sabía, donde el mismo Pinochet):
en el Colegio de los Sagrados Corazones de Valparaíso,
y la Escuela Militar del Libertador Bernardo O’Higgins.
Usted, con ganas de ver menos, me dice:
«Ganó Patricio Aylwin, véte pa’ Chile».

Pues, no. Me quedo, y con todo derecho.
Se ve que nada sabe de quién es ese farsante,
antes y después del Plebiscito del ’88.
La misma gata, una mierda. Pinochet es todavía
el Comandante en Jefe del Ejército.

¿Que vine huyendo porque soy cobarde?
Ah, qué bien. Mire hacia su país, no sea hablador.
Busque a valientes, cuéntelos con los dedos.
¿Acaso no está lleno Norteamérica de los suyos?

Vine porque el exilio me salvaría la vida.
Soy un sobreviviente desde esa vez que la CIA
mandó a matar a Scheneider, pero,
¿usted qué imagina? ¿que traje un dineral,
que no hubo necesidad? ¿que soy un delincuente?

Usted le tiene odio al suramericano,
al argentino, al colombiano, al chileno;
usted no sabe cómo es vivir con generales
y con sus botas encima, usted no sabe,
usted no tiene qué, aún no ha vivido
un «tanquetazo» ni se ha visto
bajo el fuego de un Regimiento Blindado N° 2,
con hienas manejadas por el imperialismo.

Para usted es tan simple. Me dio hambre,
brinco a México, acá tiene familia,
ciudades, sucursales, sus tortillas.

Yo no. En Chile están mis enemigos a muerte.
Allá Pinochet es Senador Vitalicio.
Allá la Unidad Popular se hizo una mierda.

El falaz Prat puso su precio en mi entrecejo
y las balas entonces me gritaron: Vivo o muerto.
Ya no me voy. Menos porque usted lo pida, cojonudo.

En América, en el culo de su madre,
dondequiera sea, voy a decir Viva Allende,
viva ese recuerdito de mi pasado, ese valiente
ego que me desprecia usted si lo afloro
y por el que fuí apaleado, descoyuntado,
casi muerto.

11-9-1990 / El hombre extendido

Impasse

A quien se halló en el límite de su propia resistencia rumbo al Norte, en una celda del Servicio de Inmigración o la Patrulla Fronteriza

Que nadie me observe. Déjeseme
de espaldas, así, disimulando.
Que no quiero llorar ni hablar mis cosas.
Este estado de emergencia es mío.

Que nadie me toque ni pregunte.
No me ofrezca ninguno un abrazo.
Gracias. Yo tengo mi propios cigarrillos.
Y, en el fondo, una angustia
de espejismos extremos.

Voy a tocar fondo. Un momento más
y se desata este vacío y si me sobrevivo
es otro azar ante el cual no puedo
ni aún sé cómo detenerlo.

Que algo nuevo ocurra y no aquí
con tantos ojos tristes y llantos del extraño.
No sé qué es lo que viene, o si es inevitable.

Que venga el nuevo parto cuando ya esté
en la calle, no en esta puta celda,
no en este pozo de maldito refugio.

Espero, aún sin confianza en el fin
de este viaje; espero, en la voluntad audaz
de algún rescate. Espero, con dolor,
el ciclo nuevo. Espero y no puedo hacer nada.

6-18-1986 / El hombre extendido

El shock

Shock: Cantidades de energía que la persona no puede manejar: Dr. Edward Bach


Inmigro con tal trauma que me está llevando el diablo.
Lo digo, con la boca callada; yo no puedo decirlo.
Lo digo, con las piernas que tiemblan, y con los labio secos.

Todo lo que traigo anula mi elocuencia.
Yo lo he perdido todo. He perdido mi casa,
Mi mujer. Mis hijos. Me han devaluado
a tal punto que ya nada merezco.

No puedo con las malas noticias.
Una más y me derribo y muero.
Vengo aquí para huir, para estar lejos.
Ganas tengo de que el avión se estrelle.

Que asesinen a Pilatos, al ladrón, al depravado.
Que algún temblor estremezca mis ciudades.
Que Dios venga y deshaga los mundos.

Estoy con un pensamiento abismal.
Que pide la venganza. Estoy en bancarrota total.
Lo he perdido todo: propiedad, familia, trabajo
y no puedo manejar ni mi final ni mi comienzo.

5-8-1986 / El hombre extendido

El brincó con su herida



Un día se vino al Norte como tantos.
Tuvo que esconder su cabeza yucateca.
Escondió una cuchillada que le dieron
en Tijuana bajo una guanga ropa.

Ocultó su frustración de ser un tarambana,
jornalero sin trabajo, sin diploma, sin tierra,
sin ninguno que reclamara los huesos
con que vivía, la fatiga de sus años,
ya era viejo, no anciano, adulto nomás
con el único tiliche existenciario: biología.

También se supo humano. «La necesidad», lo decía.
El quería ser productivo, aún carente de todo.
Sin desestrezas. Hizo todo lo que pudo:
lavar botellas, cargar de aquí o allá
pesados bultos, reparar cercas.

Y llegó a Tijuana, rumbo hacia el Norte.
Luchó con la culpa, todo hambre. No era nadie.
Como un perro, como un huérfano
y desvalido, indisculpado por las horas.
Y la miseria. «Es la necesidad», decía.

Ignorante de futuro, ignorante de pasado,
brincó la valla, el alambrado muro
en la frontera; así lo hizo, así haría; pensó
que al otro lado, todo será seguro.
Funcionaría con lo que sabe: hurgar en tarros
lavar botellas, recoger desperdicios,
reciclar la basura.

Y trepó, hiriéndose las manos a la luz
de la luna y brincó, hasta abrirse los sámagos
y empezó a sangrar la vieja cuchillada.
Y helicópteros alumbraron su agonía.

Le pusieron una inmensa farola
para identificarlo. Vio tanta luz que se pensó
en otro mundo, en el Cielo. Moría.
«Es la necesidad», su última palabra.

6-8-1984 / El hombre extendido

Todos somos inmigrantes





Todos somos inmigrantes, cósmicos
y cotidianos fugitivos de algún tiempo y espacio.
Todos un poco pordioseros, todos otro poco
o apenas disculpados. Llegamos a la patria
de la culpa,
con el indocumentado clamor
«Yo no merezco», «no merezco», «no merezco».


Algunos en las alambradas quedaron atrapados.
Secos en el desierto, cadáveres varados y sedientos.
Asfixiados en las aguas, tránsfugas de ningún lado,
los tragará el remolino, los sedujo el vigía
con la contracorriente. A unos les mordió la serpiente
o un perro verdinegro y amarillo, rumbo a la estigia

del Río Grande o el Lago del Olvido.

Pero todos somos inmigrantes.
Vamos a serlo por siempre, siglo a siglo,
con esta sensación de autoreproche
y desprecio de sí mismo.
«No merezco. No hice lo suficiente.
Culpa me llena el morral. Soy fugitivo».


Con pautas de autoagresión, todos,
todos y uno, somos vagabundos fronterizos,
desvalidos del presente, nunca definitivamente
aptos, admitidos, maduros y perfectos.
Uno es quien empieza de nuevo
disculpándose y sin perdón
de un remoto pasado.


3-9-1984 / El hombre extendido

El tránsfuga cósmico




Mi camino en la tierra se pierde en los milenios.
Es condena uranofóbica que deambula en la sombra.
Evade uno y cada uno de los cuerpos.
Sepulta toda luz, sólo se mira a sí mismo.

Un sol es que depreda y me alcanza.
Un sol es que muerde.Y aún no sé por qué
si la luz es infinita y el sol
cuando amanece sale para todos.

Vago como vaga el karma en las edades
del poder ilimitado y el placer caprichoso.
Una chispa disparada soy en lo frío de la noche.
Un perecer detenido, aún cargado de fuego.
Mi padre dijo: «Mi fuego es para Ella.
Y ella es sólo para mi fuego».

El cielo es celoso y yo no lo comprendo.
Es tan inmensa la Urania. Y mi madre lo sabe.
Y un día lo preguntó: «¿Que haces, esposo mío,
con los hijos del fuego que comparto?
¿No enciendo yola llama que relumbra en tu pabilo?
¿Dónde escondes a los hijos que te doy?»

Tal vez la unidad no aspira a dividirse.
Tal vez la soledad no quiere compañía,
tal vez el amor indivisible se sienta avergonzado
y no se atreve a ser dual y no se atreve a ser múltiple.

No fui el primero, no. Fui el último que heredé los ojos
de mi padre y quise inútilmente solazarme en ellos.
Soy el advertido de que La Tierra llora;
el primero que dije a mis hermanos:
«Nuestra madre sufre por culpa de su esposo».

Fui el primero que intentó el consuelo
desde las grutas profundas de la vida.
Escuché la queja y me hice hombre...
«¡No escondas los hijos que te doy.
No los apartes de las caricias de mis dedos!»
Ese día la Mujer inventó la madre humana.

Pero el amor es celoso. Y los celos
se vuelven homicidas y se heredan en la hoz
que empuñamos, dizque por redenciones.
La Urania es un espejo de la psiquis, no una piedra,
no un pedazo de hielo de los polos…

Y ella, transgresora, me dio la hoz.
Y rompio el orden cósmico y se hizo natural
como mi mano y vulnerable destino.

Me dijo: «Sálvate y mata»… Y yo lo maté.
Me cansó el eterno exilio cosmogónico.
Yo, el más pequeño de los yoes. maté al padre
que me escondió en el abismo.Yo maté, sí,
yo fui el primero que maté y, por tal causa,
seguirán matando los hombres.

2.

Ahora me llaman el parricida y mi memoria
me sigue a todos lados. Y me escondo
por mi cuenta cuando Urano no existe.
El semen anega mis caminos.
Salpica a mi paso todo lo que encuentro
y entre charcas del semillero lácteo naufrago.
Resbalo, caigo y lamento.

Mi esposa se niega a darme noches e hijos.
Se ha inventado el trauma de la sangre.
«¿Qué se puede esperar de quién mató
al padre suyo, quien es el padre mío?»

Hermana mía, el Cielo está medio vacío
y mi estómago seco. No hay delicia nutricia
después que formulaste las acusaciones:
«¿Qué se puede esperar de criminales?»

3.

Y el parricida se convirtió en caníbal…
Y caníbal soy, sin el pozo mágico de Rea,
lo femenino; parricida soy. No encendí
el fuego reconciliador y fascinante
que pudo unirme a él, padre olvidado.

Es que estuve en el ombligo de mi madre
cuando ella se creyó centro del mundo.
Ahora tengo el Hades intramundano por camino.
El devenir se volvió un escarabajo.

En zanjones y en estanques donde reina
la sombra húmeda y el semen de mi padre como barro,
duermoy me despierta el sol, mordiendo estiércol
desde el ocaso. Me embriaga la luna y me da sus puñales.

Bebo, haragán de sueños.
Bebo, bebo, enloquecido, con las culpas
del crimen y la herencia de una ley inexorable:
la condena sagrada, la edípica culpa de los ojos,
porque yo lloro y mendigo
siendo un rey transmundano
e hijo de reyes históricos.

Para alguna energía renovadora, a hurtadillas,
me robo los manjares del palacio; me los trago
y absorbo desde un vientre fecundo.
Es la sangre de mis hijos.

«Tú eres sabrosa, Hestia,
pero tengo que devorar la amarga fruta, tú,
aún más sabrosa, Deméter, pero debo comerte igual
que a Hadesy en Poseidón, me beberé los mares».

4.

Voy a darte una piedra, esposo mío.
Una pócima de amor. No es un veneno.
Es placebo quizás; es una roca de mentira
que aceito con tu nombre. Soy tu esposa
y tu hermana y, pese a todo, te quiero.

Andas ebrio, azaroso, pordiosero, por campos
y ciudades. Devorar a tus hijos y llenarte de culpa
te vuelve vagabundo. Ya ni yo misma me acuerdo
de tus besos; ya no sé si guardas la ternura primigenia
con que nació la alborada y el fuego y la esperanza
en las grutas escondidas que nos dio el padre Urano.
Voy a parir el consuelo otra vez.

Quizás no comprendas lo que hago.
Te voy a rescatar humanamente para que vivan
tus generaciones y se haga el hombre extendido.
Tu pequeño está por nacer (lo llamaré Zeus,
el nuevo orden) y tú vendrás a exigirlo
y a robarlo; pero esta vez, no podrás.

Voy a salvar a ambos, parricida.
Voy a cortar tu paso en las edades kármicas.
Te daré una piedra de consuelo.
Voy a fundar un héroe verdadero.
Lo harás copero en el trono de tus desvaríos.

Vas a quererlo sin saberlo.
Con él, vas a entregarlo todo.
Vomitarás sobre el pecho mis generaciones
y tal vez llores conmigo, por primera vez.

Voy a fundar el ser del hombre.
Ya no serán titanes del capricho
ni títeres del Destino
las criaturas nacidas en el mundo.

17-06-2000 / El hombre extendido

Tuesday, March 18, 2008

El árbol que me habló

… porque se cansó de caminar


el vagabundo vio el fantasma del desgaste,
su energía, justo al lado del árbol
en que buscó una sombra.

El sol estaba intensamente desprendido.
La brisa se metió en una talega de ironía.
La soledad se fue acercando como muro.
El vagabundo besó la incertidumbre.

Pensó hasta en el capricho de la muerte.

El maldijo un par de ángeles que huyeron de sus poros.
Fueron gotas de sudor y desaliento.
El caminante alegó que está vacío.

Siempe ha sido así. Todo lo busca afuera.
Va por caminos que lleven a su hallazgo,
mas se siente bagazo seco del Destino.

Al fin, el rudo tronco de un árbol
(que lo observa) se hizo blando. Compadece.

Y desde la rama ha comenzado a mirarlo
con ternura. El no creerá mi voz, ya sabe.

Entonces, tiró un oscuro fruto de sí.
Soltó una baya y con la baya el higo dulce:
la corazonada, la voz inconsulta,
la voz del vagabundo que despertó
casi oyendo, autoexaminado…

Reposa unos minutos, caminante.
Yo sé que estás cansado; pero, cuando veas
otros que cruzan el camino, deja el orgullo.
Pregunta, consulta; alguien ya fue a dónde vas,

o quieres ir, él sabe cómo, él te confirma
y, un último consejo, vagabundo:
Come las voces de la baya misteriosa.
La pongo en el fondo más puro de tu alma.

5-12-1984 / El hombre extendido


El árbol

Adiós, patria

Una comunidad fue lo que quise:
familia, hermanos, vecinos, amistades,
pequeño lugar al que he de llamar la patria,
hábitat al que clamar dulcemente
mi paisaje, nicho mío, ecología de mis ojos,
cercanía íntima con ecos.

El día llegó. En cierto modo, inesperado.
De la comunidad salí, con adioses fragmentarios.
Me secuestró el exilio, me chantajeó
la causalidad del poderoso, imperios interventores,
extraños, suplantadores, industriales, traficantes.
Bancos transnacionales, engendros globalizadores.
Miseria reinventada, desempleo, traiciones.

Se burló lo universal con su sarcasmo
y la historia, con su construcción de privilegios.
Me dijeron: La patria es la nación, borincano.

No fue poco lo que yo quise
y todavía lo busco dentro de mí mismo;
pero ya no es lo mismo, la patria no es
la comunidad íntima, nostálgica,
que se quedó conmigo. Hoy es la nación
(sí, la nación, la nueva idea con sus ultrajes)
cosida de retazos, una neutra y laica
confabulación que me distancia y me divide
en otros reinos, con banderas y engañifas estrelladas.

2-18-2000 / El hombre extendido

Laberinto de instantes



No sé ya en qué instante debo transmutarme.
Me tragó la ironía; cuelgo de mis propias vísceras
y pregunto por la fuerza y la energía
de mi sentido común y colectivo.

Madrugo triste, cansado, ambiguo
como si no me perteneciera
la pureza de algún sueño, el rincón cósmico
que tengo y la mano azul que tiendes
Tú, el Todo, lo Unitivo.

Quiero ser objetivo, insertarme en un orden
donde se me pueda amparar y no hay justicia.
No me quiero quejar, a veces lloro
como lo más ilegítimo que existe;
¿cómo le hará este huérfano del mundo,
en qué instante me transmuto
y defino lo real?

No soy héroe rebelde. Es algo trágico,
es una sed de tiempo, es todo el Ser
perdido en los instantes…


5-12-2002
/ El hombre extendido

Foro

Thursday, March 13, 2008

El terror de la historia


Dios viene cuando le da la gana.
Entra al mundo y al hombre sólo cuando le place
y no le importa que le digas: «No vengas».
No oye consejos de nadie. Se mete a las prisiones.
Se goza en la cantina y sale del bar enterito.


Echa sus pláticas con quien menos lo quiere.
Se da un nombre de granuja y predica el dolor
o el regocijo. Se alegra del que adquiere un consuelo
en medio de esta razón a ultranza, el vil racionalismo.


La fe se manifiesta cuando uno la comprende.
A veces, no sé cuántas, Dios es el terror manifestado.
Si el cura que lo predica es un pedófilo, o un villano
que esconde la sotana y folla con mujeres, El calla.
El no se mete al mundo por razón del majadero.
Los pendejos y los criminales delinquen.

Y el mal en el mundo sigue su explotación perenne.

Uno, sin embargo, descubre algún consuelo.
Tropieza y se va de bruces y, al final se levanta.
Uno dice que no hay dolor que dure para siempre.
La vida que recordamos es corta y se parece
a un mambo; hay tan hermosos abismos y placeres
que uno se tira por ellos, se ríe y danza.

Cuestión de inteligencia emocional que se midan
los riesgos; yo, en las páginas de un libro apolillado,
me encuentro un pasaporte de alegría
y voy con mis perdones, tan lirondo, cantando.

A veces la paz me la brinda un agudo siseo
de serpiente; a veces, por lo mismo, la tristeza
la desata el pájaro en la rama, sin nido, o me alcanza
un bolero, la evocación de algo extraño, melodioso,
la nostalgia perdida, el lloro de algo vivo
que está en los sumideros. Me compadezco.

La paciencia y la resignación culminan la miseria.
Desde los días de mi parto, comenzó el llanto
que hoy, sólo en ocasiones, escucho; se transformó

de llanto en hambre y evoluciona, en lamento
menos dolorosamente. Al fin, es desaliento, estrés,
porfía en rutinas muy poco deseadas. Al fin de cuentas,
por mucho o poco que haya sido, digo adiós al hastío.

A veces me descubro menos infeliz y aseguro,
«no lo merezco». Veo a otros que padecen mucho más
y carecen de ojos y no ven otros bosques y piernas
que caminar no pueden ni explorar lo dulcemente dado.


Una linda mujer me quita las fatigas.

Una musa de carne y hueso me devuelve propósitos.
La dicha aún musita lindamente y me llama.
Esta es la paradoja. El dolor se alquimiza.
La piedra bruta tiene días para forjar el oro.

Esta es la fe por la que digo: «Aún podemos. Tras la sinrazón
que limita y desfigura, lo sublime da pálpitos, hay claros
en medio del olvero. Hay misterio de amor en arquetipos».
Pero es verdad. La historia asusta. Te jala los pies
Y tú te cagas o te mueres de risa. Todo depende
del Dios que te da ventanas y de entrar por ellas
como luz en tus ojos.

En vano que le digo: No vengas.
No entres a casa. Estoy como mi desnudo lloro.
Sin una frazada de tu fe en el centro de la cama.

El optimismo es un dios tan profundo que te crispa
Los nervios cuando se vuelve dual y se filtra en la Maya
de tu rincón humano, el orden natural y el tiempo.

5-9-2003 / El hombre extendido

Reseña del libro «El hombre extendido», por David Páez

Lo que no me quitarán


No me quitarán la Fe ni la Razón.
Ni la Causa ni la Síntesis, mas, sí…
tienen el derecho a arrastrarme a su nada,
surtirme de cadenas de temporalidad fugaz y quebradiza,
espuria y vaporosa como los pretextos de control
de su sociedad administrada, verwaltete Welt.



Pueden echar toda su tierra y su ley sobre mí,
escupir encima de mi pecho, culparme
de toda deficiencia e idiotez y sepultarme vivo.
Pueden negarme empleo, inutilizarme
como ente productivo, contar todas mis horas
o darme oficio que elimine mi ocio y me mantenga pobre.
Pueden explotar mi sangre como una pirotecnia más
bajo un cielo de color de rosa y yo vomitar el fuego
de esperanzas artificiales, publicitarias e imposibles.

Y, sin embargo, detrás de lo presentativo
de estas nuevas propuestas, increíblemente malsanas
y engañosas, yo no seré uno más en el kiosko
de ilusiones, un triunfador, el que más vende,
explotador maravilloso, el consagrado insólito
en la fama, en sus domesticaciones rotuladas.

Aflorará mi fe, la cíclica periodicidad del eterno retorno,
el retollo mío, con síntesis de opuestos, que asegura
que no hay descenso para siempre ni cuerpo que soporte
tantos años de castigo, penuria y yugo voluntario.

Detrás de la noticia y sus ecos de sensaciones momentáneas,
no se contenta un crédulo, no se resigna un hombre
a la Razón violada, a una dialéctica sacada de lo real,
lo puro, necesario, su kairós, tiempo oportuno.
Tengo la memoria viviente de mi propio pasado.
Un origen. Un gesto de proyectos. Metahistoria
del progreso conveniente, el mío junto a los otros.


La causa es generosa, me sigue, me emplaza
aunque vengan a ultrajarla quienes son criminales y ladrones
con agendas de intereses especiales, en favor de un imperio
mentiroso, fragmentario, egoísta, indiferente, insolidario.
Es difícil de tragar un corazón como el mío;
es difícil reposar, aún sabiéndome ultimado,
bajo tierra y cadáver.


3-12-2003 / El hombre extendido

El deseo inmortal

Transformación represiva

Te alimentaron con miedo,


otrora fiera de nuestro amor gozoso.
Te vistieron con ansiedad mezquina,
animalito lunar que, a orillas
de los ríos entraste al agua
y me hicíste pescar tus pezoncillos
y comerte a besos.

Te dieron la enagua de la angustia.

Te cosieron el corpiño del enojo.
Te amarraron la rabia a las costillas.
Destruyeron tu unidad biológica
hasta esquilmar la hermosura
de tu interna noosfera.

2.

¿Ahora dónde está la magia
de lo cotidiano, tu divertida noción
de caos, tu guiño subterráneo
que cautiva, dónde está tu duende
que responde al mío, tu fantasma
que a nados me alcanza
en el fondo del agua?

El hombre extendido

Los terroristas

Cuando no hay razón fundamentadora

y el discurso se compra y se vende en componendas,
se ofrece al mejor postor en la oferta consumista,
cuando no cree ninguno ya, porque no hay tiempo
sino para el trabajo, en un Gran Relato humano
de libertad y humanismo, fin de las alienaciones,
vendrá el clandestinaje, el terror resentido,
truhanes en uniforme, con los rostros ocultos,
gente que no festeja la vida.

La vida dura como es, sigue como sustancia
del amor posible, evangelio natural de lo vibrante.

2.

Estos huérfanos desde el hueso y los tuétanos del canto,
tracionaron con terror al futuro y su ofrenda podrida
es la seña en los montes y las calles.

Se han cubierto las caras tras un velo.
A la sublime creación tan necesaria ofrendan muerte.
Sus pasamontañas son la cobardía avergonzada
porque desalojados han sido de lo bello.

3.

La revolución reclama de la carne su ternura:
el terror espanta al gesto. Lo suplanta.
Las guerrillas ya no tienen sentido.
Las venció no el ejército. La televisión.
El tele-imperialismo mediático.

Hoy aferran las manos con fusiles falsos.
Las jaurías han mordido. Han dejado aldeas
y bosques incendiados, gente que huye
despavorida ante demonios conjurados.

La casa más noble y quien comprende
en otro tiempo abierta a los patriotas,
al terrorita no admite, no lo llama combatiente.

Lo designa asesino. Lo observa hilado
al trenzado equivocado: la sangre
que se derrama inútilmente.

4.

Los gritos de su guerra son ficciones.
Sus bombas son el estornudo del enfermo.
Distanciados están en las lujurias de sus tribus
y una vieja inmundicia sangradora
es la maldición desesperada de su tiempo.

Su monólogo no encuentra un eco noble
sino en la puerta brutal de las caducidades.
En la historia han de morir, sin nada hecho;
sin ningún fruto, ajenos, infelices, ignorados.

Sólo nos reconcilia el amor, que es frente a frente,
cara a cara, un consenso del pueblo.

El hombre extendido

Que no vengan ni juren en mi nombre


Que en nuestro nombre ninguno jure.
Que no se diga compañero e incline la balanza
y se desmarque de los fines esenciales.
Que no ofrezca cuentos sobre sus desencantos con la Razón.
Ellos son peores que el hombre historicista.
Ellos son los enemigos de cada proyecto emancipador
que propusimos. Todo lo declararon no viable
y nos hicieron la guerra. Quieren una dialéctica vendida,
nunca neutra, que permita la sociedad administrada
y sojuzgada en favor del dominio de la técnica.
Ellos endiosaron la razón instrumental.

El fin de la coacción está incompleto, en pañales.
Van a cargar la mano los nuevos-jijo-de-putas
y a quejarse del duro golpe moral que dejara
la posguerra, la paulatina supresión de las izquierdas
y el progresivo renacimiento neofascita.
Es que juran en vano los que vienen.
Con la comunidad se limpian el trasero
No en balde dejan al corazón estremecido.

Y rivales contra ese odio somos: tenemos que.
Hay que comenza a serlo y señarlarlos con el dedo,
no darles tregua, decirles energúmenos voraces.
O, por lo menos, que no vengan ni juren
en nuestros nombres. Es cierto que la razón
no es perfecta, pero describamos justa e internamente
sus contradicciones y no seamos cómplices de bestias.

El maltrato está ahí, siendo. La autonomía del ser,
raíz con que alentamos el gesto liberador,
esos mogrollos se la comen al consagrar los dogmas
de su canibalismo, al clavarnos de rodillas a las resignaciones.
Alienados religiosamente comos tan débiles y nos quitan
la sed por las verdades más satisfactorias y emergentes.

No todavía no. Los enemigos del interés egoico
y del control hostil, como niños son y mira... los aplastan
mezquinamente por el mendrugo de pan que pidieron
o por decir que el Estado no es dueño de nada,
todo es nuestro, y más el corazón del bueno,
no del pillo, el explotador que parece que las leyes
las compra a beneficio. Nosotros, no. Apenas entendemos
que no pertenecemos al Estado ni todos somos iguales ante la ley.

2.

Que no venga con sus actosb de golpes bajos
y su falsa buena voluntad. Biafra quiere más que caridad.
Somalía quiere aún más que lo Christian Children Fund ofrece.
Que las revoluciones oscuras desaparezcan es más esperanza
que sacos de maná vertidos desde helicópteros del hampa
de la Beneficencia, o los bancos de alimentos de la nación
que tira piedras y después esconde la mano.

Que no vengan los homicidas con consenso o sin él.
Que no vengan los héoes del aúpa ni ángeles redentores
ni haya maná que de los cielos baje con engaños.
Ni profetas de nuevo cuño ni hijos de la Ley,
ni obreros del falso perdón ni hombres blancos
por selectiva piedad entrenados.
Que no haya iluminados ni gurúes...

No. Que no vengan porque son ladrones que saben posar,
tozudos del relajo, inventores de magia y más allá.
Que no vengan los que en Todo explican a Dios,
los absolutistas de la globalización,
los de Nuevo Orden Mundial,
los agoreros de diablos sociales,
perseguidores de guerrillas y gesticulación,
piadosos en las cumbres, ¡ay no!
que no vengan con su Verdad.
¡Que nos dejen morir,que nos dejen luchar!

3-5-1980 / El hombre extendido

http://carloslopezdzur.blogspot.com/2008/03/frustracin-homicida.html

El fracaso de la cultura




Vivir feliz es vivir de acuerdo a la physis. La naturaleza es fuente de novedades inesperadas: Arcesilao.

Quien mira hacia fuera, ¡sueña! quien mira hacia dentro, ¡despierta!: Carl Gustav Jung


Y yo... que les creí...
creadores de un plan maravilloso,
dije: «Son protectores de lo universal.
causa de lo conveniente, causa de lo debido,
naturaleza de la ocasión, naturaleza de la oportunidad».


Custodios del espíritu, así lo pensé,
así creí y dije al mundo: Preparan el proyecto
y a nosotros, con su fe, nos darán rumbos.

Sí. Y yo... que lo creí, con la fe apasionada del confiar
y la objetiva terquedad del persistir.
Es humanismo sin violencia, en la physis.
Ellos lo preparan,
dije... y yo que lo creí,
como una nueva Ilustración que redireccionará
el desaliento que ocasionan las remanentes,
condiciones subhumanas, la catástrofe,
la enfermedad, la muerte, el llanto...

Y yo que les creí, por renegar ante la arcaica mitología
de mi tradición desconsolada y el arquetipo esencial
de su señal... y yo, que les creí, sin saber lo asesinos
que son, me quedé sin héroes y ví
sus primeros frutos: pilando verde a la fe,
torturando la herencia cultural y emocional
del pueblo mío... ¿Qué estás haciendo, capitán?

Mataba a los ancianos de las juderías, lo ví.
A gitanos, a polacos, a checos, lo ví.

Hambrearon, cuando pudieron, las aldeas.
Invadieron. Quemaron. Bombardearon.

Al Capitán de la SS, Dr. Josef Mengele,
escuché cuando dijo: Todo es necesario.
«Esto es un proyecto de higiene cultural»...
y muerto el perro que la rabia acabe.

Ya no será interrogante necesaria si soportamos el dolor,
no es mucho dolor por soportar, el necesario dolor.
Sí. Lo soportamos. Al fin, morirá la piedad;
al fin, inmunizados quedaremos al dolor.

Y visité las industrias de extracción y las minas
de carbón en Birkenau y Monowitz: «Soy ingeniero;
creo en la industria, en las minas, en la efectividad».


Allí estaban los jefes de la Tierra de la Noche.
El teniente coronel de la SS Rudolf Hoess,
su colega en el rango Arthur Liebehenschel
y el Mayor Richard Baer y ví las caras de Fórcides
y yo que les creí: Nada hermoso tuvo
lo proclamado allí: el exterminio,

el odio, el fracaso cultural...

1-14-2003 / De El hombre extendido

http://carloslopezdzur.blogspot.com/2008/03/el-perro-inquisidor.html


Wednesday, March 12, 2008

Los límites de la libertad


La historia de una vida, sea la que fuere, es la historia de una frustración. El coeficiente de adversidad de las cosas es tal que se precisan años de paciencia para obtener el resultado más trivial. Más aún, es necesario obedecer a la naturaleza para dominarla, es decir, es preciso que yo inserte mi acción en la malla del determinismo... [...] Lejos de ser capaces de modificar nuestra situación a voluntad, parece como si no pudiramos cambiarnos a nosotros mismos: Jean Paul Sartre
A Juanito, mi amigo aventurero

Libre es de iniciar su jornada. Por fortuna, no fue
un preso cogido del pescuezo, ni un reo
en delito fragrante sorprendido. Los puños del sistema
no lo tienen. No lo recluta la patria para nada.
No da cuentas a nadie todavía.

Medio libre es porque, si hay empleo y no es
tísico,
bien puede ganarse lo que come. Puede evitar
que la lástima se enorgullezca de echarlo a la porreta.
No está enfermo. No es feo ni idiota ni huye por cobarde.

Es tan sólo un ente en busca de destino.
Un intérprete activo del valor de las cosas...
... pero un día le negaron un vaso de agua.
Lo quiso para sí, al decir: Héme aquí tan sediento.

Y la distancia le negó una Coca Cola
y en una casa le dijeron: «No entres, extraño»
y cerraron las puertas para que viera el hambre
y lo profundo que es la sed, sin alimento.

Fue así que comprendió que nada hay en la vida
que sea cosa de derecho y que el para-sí
se separa de sí mismo y que su elección nada
tuvo de absoluto. Lo gratuito se quiebra y así avanza
la tarde y, al avanzar la noche, también el pordiosero.


Todo viene a proclamar la impotencia humana,
sea en la calle, o puerta a puerta. Ninguno
querrá la angustia ajena ni su gesto de seres ambulantes.

No hay reposo fáctico o real en un mundo donde
cada presencia es un hacerse y un temor al rechazo,
un miedo profundo al movimiento, al elegir premeditado.

No hay reposo. La libertad tiene límites.
El hacer, frustraciones, en su largo ajetreo.
El mundo es una malla resistente, por no decir
inútil de pasiones y una adversidad que a chispos
viene, se desenreda y atrapa. Ni para el libre,
en su opinión, el mundo es lo que quiere.


Y según marchaba por los rumbos de su reto
el vagabundo extendido, que exorcisa la angustia
en cuanto puede, entendió que no es libre.
Que sólo pudo determinar lo querido sin garantía
de que habrá de cumplirse lo propuesto,
o satisfacer lo deseado.

1-14-2003 / De El hombre extendido


http://carloslopezdzur.blogspot.com/2008/03/el-perro-inquisidor.html

En aras de aprehensión cualitativa


Como un perro de lujo, con sutileza esquiva,
jaurías experimentadoras se fijaron en el misterio
de los niños, el ser de los mellizos y los medio-ser
del enano. Adujeron que buscaban cualidades,
cosa concreta y algo, símbolos objetivos del ser.

Diagnosticaron a mujeres y llamaron sus partos
nauseabundos y, contra el llanto y la súplica,
las esterilizaron; se inventaron males in absurdum
y castraron a maridos rezongones,
a don juanes que halagan en la cama,
a macharrones, medio-simios, resistentes,
recios de boca, pero insaciables
con músculos viriles; compararon a los hambrientos,
al judío con los arios hiperbóreos y explicaron
la hipotermia, creyendo que tendrían
la posesión del mundo, a través y por medio
de todos los objetos, la materialidad
del algo como algo.

Se inventaron la belleza de las caderas anchas,
las piernas delgaditas, la Venus nazi, pálida, heroica
como santa del Valhalla y siguieron, en nombre de la ciencia,
aprehendiendo sobre las cualidades perentorias
cimientos de biológica eugenesia.

No contaban, en vano, las horas.
960,000 judíos habrían de asesinarse
en Auschwitz y el reloj, a paso acelerado
de botas militares, del hospital de la Barraca
a la cámara de gas y el crematorio.

1-8-2003 / De El hombre extendido

http://carloslopezdzur.blogspot.com/2008/03/la-aprehensin-metafsica.html

La aprehensión metafísica

En toda aprehensión de cualidad hay... un esfuerzo metafísico por escapar de nuestra condición, para traspasar la blanda cobertura de la nada del «hay» (de la consciencia) y penetrar en el puro «en-soi»:
Jean Paul Sartre

¿Qué dejaron como legado a otros las jaurías
que vieron a otros seres preguntando en el silencio
de sus vidas, cuál es la cualidad más pertinente,
la que es mía, cuál es el algo que compete
a mi ser, ser-para-algo?

Rabia, rabia después de la mordida,
rabia en la náusea, rabia y espuma por la boca,
temblor y rabia, resentimiento para el galgo
de presa, mucha rabia.

Ví, conté, los algos entregados por los dientes
de los guardias de la SS en Auschwitz,
sacerdotes con perros infernales, en 1942.
426,000 húngaros mordidos, despojados
de la cualidad judaica, para darles el algo
de la ira, el algo de exterminio, al fin de cuentas.

Ví, conté, me informaron de 74,000 polacos
in illo tempore, despojados del puro en-sí
y 21,000 romaníes / gitanos, negados al morderlos
del derecho a dar honra a sus héroes y sus dioses
y del gozo del hacerse a sí mismos
en el quehacer histórico.

Aprehensión metafísica: el contagio
de Auschwitz, asignarles un número de muerte
(la indeseada cualidad tras la blanda cobertura
de la Nada); rabia del hacerlos nadie-rabia.

12-28-2002 / De El hombre extendido

El Ser como época


No. La época murió. Atacada por perros
la contaminó la rabia y camino a Gliwice
3,000 prisioneros acabaron por llevarse a la tumba
su historial de caminos y su poco de fulgores.

La época murió. Se calcula que otros 15,000
arrastraron el Ser que les tocaba o tenían esclarecido
evacuados desde Auschwitz y los subcampos,
iniciando las marchas de la muerte; puede que otros
(15,000 por lo menos) hayan sido checos, yugoslavos,
austríacos, rusos o franceses, ¿quién sabe?

En los periódicos recientes sólo se cita una niebla
de gas Zyklon B que se los come y una Pared Negra
delante de la cual caen a balazos y se menciona
(con pequeñas cursivas o letras ocultantes)
un cuartel de perros entrenados, el campo
de Auschwitz-Birkenau, donde el ser vive preso
y soterrado, tras más de una docena de secciones
separadas por alambradas de púas electrificadas
y, sobre todo, mentiras, trabas al movimiento,
tortura a todo lo espontáneo y auténtico en el hombre.

12-22-2002 / De El hombre extendido

Los cadáveres

Muchas son las historias, relatos de agresión,
huesos fragmentados por jaurías, memorias privadas
sobre el desaliento y el ansia y el pesimismo.

Ha muerto, no Dios, la libertad ha muerto
y la esperanza de una existencia pura.
Ha muerto la abolición del tiempo, aquí y ahora,

y su ideal: la regeneración colectiva. La eternidad.

En cada tumba, se aúpa un relato que lo dice.
Aquí yace un hombre arcaico, el último ser
no mordido por la historia; aquí, con esta cruz,
se da memoria de seres trascendidos,
el único que no estuvo sujeto al pánico concreto
de esta modernidad tan omniconclusiva y totalizadora.

Estos son los cadáveres de una vieja
armonía de explicaciones.
La jauría postmoderna les olvida.

Asalta esos cementerios donde nadie tuvo historia
y la impotencia creadora fue algún tipo
de dicha o de resignaciones.

12-19-2002 / De El hombre extendido

Los caminos

El camino ya no es lo que fue.
Hoy son demasiadas pisadas y huellas borrosas.
La hojarasca cubre todo. Urgen las manos escarbadoras
y las pezuñas afiladas. Urge todo en la eras sin metarrelatos.
Hasta para el hombre extendido falta olfato.

No hay referencia racional ni una guía
ni un faro. El horizonte es una noche oscura
y una bala perdida y una fantasmagoría
de fríos súbitos y gemidos parciales.

El caminante tantea. Es todo lo que puede.
Escarba en tierra cuando piensa en las viejas
razones circunstanciales que antes llamó una pista
del olfato, instintos de un proyecto vivido.

El camino se ha vuelto polisémico.
No es fácil colegir un destino cuando todo
es fragmentario, ajeno, sin los mutuos valores
del que pensara una historia lineal, madre
de todos, unificadora de hablas y sentidos.
La ruta huele a dispersión y exterminio.

12-5-2002 / De El hombre extendido

La responsabilidad del caminante

El caminante no se escondió de sí mismo
porque las palabras que encontró parecieron
gastadas, inútiles, sombrías. El era la consciencia.
El fue junto a un camino, abierto para sí,
como proyecto a vivirse. El no dijo: Te negaré camino.
Estaré quieto bajo una piedra inerte.

El caminante tenía un destino y las jaurías
lo buscaban, oliscándolo hasta debajo de las peñas.
Pero asumió los riesgos, se encaró al que muerde,
al que tiene en su hocico lo inútil, las iras
de la renuncia y la carencia de ser.

El caminante supo que el camino le espera.
No podrá ni suprimirlo ni ignorarlo.
No lo salvarán ni las orillas. No estará
seguro ni detrás de los matojos.

3-12-2002 / De El hombre extendido

La meta (2)

La meta (2)

Voy, en cuanto puedo, hacia una meta.
¡Tantas metas me ha propuesto este mundo,
ahí-a-la-mano! Y elegí solo una.
Quiero un mundo al que yo diga: ¡El mío!

A duras penas, trazo el camino.
Voluntad tengo, pero lo sé… mi equipaje es poco.
Y la noción de arranque, la que con ella madrugo,
es que soy ser finito, granito de mostanza.

A la verdad se va, como a la muerte, solo.
Quiero ser un hombre extendido, un poco más y disperso
que el espacio visual, marcado por mi paso;
al final que se diga: Iba en camino y conoció territorios
y lo acechó como una sombra el tiempo.

El fue por la verdad. Lo conjugó la tristeza,
pero él no anduvo quieto. No lo amarró la pereza.
Ni se sintió vencido.

La verdad que yo quiero, no será gloriosa.
Si lo es, no sé qué sea, pero: ¡qué bueno!
Ayuda extra no estorba. Bienvenida.

Mas la verdad que sea precisa, concreta,
yo verificaré su consecuencia, su efecto.
Que no sea exceso de dolor.

2.

Si la mentira impone el yugo, el dolor que atontece.
¡Ay, que no sea mi verdad la angustia inmarcesible,
la compresión que estrangula!

Una verdad consoladora me basta.
Una faena que sea sonrisa para mis labios,
nuevo aliento y compañía.

Soy un hombre sencillo y mi ambición
es un poquito más de andar por mi camino,
un poquito más de consciencia
en este ser-ahí del mundo mío.

3-12-2002 / De El hombre extendido

Las jaurías crucificadoras

¡Esta maldita barbarie!


¡Este discurso triunfante de puerta que se cierra
de un portazo y sangra las narices del que llega!
pues se vive en función de lo inmediato.
¡Estos ladridos de perros entrenados
para muerte y combate!

No hay paciencia que aguante un giro
en la rutina cotidiana. Ya se dio todo.
Murió la dialéctica con síndrome de asfixia.
Murió hasta el propio Dios junto a mordiscos.
A varones muy santos y beatas les mordieron.

Y pensar que aún amparados entes, vestidos
del narcisismo de los ángeles se sintieron
tan seguros, protegidos. Querían que se amara
tan incondicionalmente que hasta los perros
descreyeron el pan, el hueso y toda mansedumbre.

¡Qué traición de amor perro y traicionero!
perjuramos con un vínculo enajenante y homicida
que nos hemos vuelto sal en medio de las cosas
y ciudades, en cercanía de esa Lamia
que se quedó sin foro y no obtuvo otro púpito
que el odio y el temor de las jaurías humanas.

El hombre extendido

El perro inquisidor


Si te hallara oliscando mis pisadas, te asesino.
Eres lo que había olvidado: araña que me escupe,
bala rasa que regresa a herirme.
Se ama mansamente, así yo amo.

Tú no. No dialogas, sólo escarbas
viciosamente mis entrañas.

Lamíste mi tristeza con veneno
y mi rabia como quien cura la herida
y luego olvida. Mas ya no es posible.

Hoy no tengo miedo de tus ojos acusadores.
En tu hocico está mi sangre y de tu cola cuelgan púas
y garfios y ortigas. Huyo de tí, tan sólo por cautela.

Tú eres quien me buscas. Yo te dí por olvidado.
Armado estás de colmillos y vas contra mis herejías
y los recuerdos dulces. Un rebaño de vándalos oscuros
es tu presencia. Será mejor que te vayas.
Si te dije véte, lárgate. No vuelvas. Aprendí
en el camino muchas más herejía.
[Puede que vengas por un límite: mi cero tolerancia].

3-11-1980 / El hombre extendido

Los perros del Shabout


Has mordido mi mano, perro de serpa.
Me arranchaste cuando había diluído
el escepticismo extremo de Pirrón.

Sarmiento estéril de la songa
son tus pasos y ladridos.
Actualidad, nunca sida, tus posibles babas
adquirbles de tu jeta salivosa.

¡Cómo atacas y llamas a tus mordidas

la endopatía! Ahora te veo en la jauría
del Shabouth y soy tu presa, tu bocado.

No te procuro más.
Has puesto tu ley en útiles de sangre.
Soy tu carroña.

2-18-1981 / El hombre extendido

http://es.geocities.com/baudelaire1998/hextendido5.html

Una jauría


Una jauría no es multiplicidad de animalitos
como aquellos que supieron lamernos
al echar sus patas en tus senos
o estrujar rodillas en tus muslos.

¡Perros hay que duelen más y marcan sus mordiscos!
¡Son como ménades que yo conocí por suplantarte!
Bestias son que despedazan mi canto y el tuyo.

¡Han dejado cicatrices que están inexploradas!
No has vuelto para saberlo; no has coincidido
para ayudarme a olvidarlas.
Sus hocicos se clavaron en mis sámagos.

¡Pero no estás conmigo, perrita dulce del comienzo!
Quedaron ellas, descabezando a Orfeo.

19-6-1977 / El hombre extendido

Perros bravos


Ladrarán los perros.
No los quietos, mansos, alegres de cola
como el tuyo. No los que tienen lenguas
de charca y babiney colgantes y te lavan la cara,
queriéndote, como yo al besarte en un rincón
entre bloques y varillas al filo de una verja,
vecina de la casa de Don Tano.

A perros como aquellos dimos la bienvenida.
Junto a nuestros pies reposaron e intenté el amor,
besándote en los pechos y la nalgas y echando dedos
en magreo como juncales, estrangulando
tu sed de primicial orgasmo,
tu alegría por mis labios.

Los perros que yo llamo temibles
asaltan a solapos. No ven sol en las bardas.
¡Muerden! Comen del sobrealiento
y echan el tablacho. Atacan en la carne
con dientes afilados y silencio perpetuo.

El hombre extendido


Melpómene y los aprendizajes


Yo aprendí que la vida es un cuchillo necesario.
Y que tenemos colmillo, pezuña, mandíbulas tan fieras
y las utilizamos; cómo es la saliva deleitosa y el músculo duro
lo aprendí, y que la rabia tarde o temprano se transforma
en maltrato ... y las ganas de vivir y vencer e irse
allende las fronteras a veces son gloriosas.

Eso he aprendido, yo, el caminante
que un día se entregó por deliquio a una ruta
y se buscó el alimento, el sexo, la libertad
con banderas propias, autogestionantes. Sin tí.

... pero llegaste, Melpómene, mi abandonada.
Y esta vez, sin beso. Feroz, vengadora.
Cuando emprendí camino echaste escupitajos
y me quisiste herir y abrir tajos profundos
y yo aprendí a olvidarte y a gritar elegías
que no tengan tu nombre de tormento y escarnio.


En una telaraña estoy y tengo miedo todavía.
La sensación es mi conocimiento.
Por lo que hicíste, araña atroz con tus artes,
aprendí suficiente. Tú eres sacerdotisa de venganza.

¡Te escupiré mil veces hasta no temerte!
Todavía la luna existe; no estoy descobijado
y ato mi presa, podría urdir y matar y no lo hago.

Hasta un mal aprendiz, soy. Mira es mérito tuyo/
Aprendiendo a escupir también se ama.
El cuchillo no es por siempre latigazo y rebenque.

19-9-1980 / El hombre extendido

El ciudadano y el poeta


Lo que el ciudadano se calla, el poeta lo dice.
La comunidad es valiosa. Claro, claro.
Hombres extendidos son ambos.
El ciudadano calla cuando tiene miedo.
Es soportador y la ley lo proteje.

El poeta va solo muchas veces y, sin embargo,
con su odio y con su miedo realiza malabares.
Transforma la palabra. La se vuelve
más peligrosa que el cuchillo.

No siempre el ciudadano combate al que delinque.
Al que idolatriza un estilo de vida y en un sistema
de clubes y partidos se esconde, no lo ampara,
quien conspira con trinchera de verbos y adjetivos.

Unos hay que odian y se prejuician por razones triviales:
un equipo de fútbol, una bandera, un ancestro,
un pedazo de tierra, unas lealtades oportunas, un fanatismo.

El poeta recela al ciudadano que propone atractivamente
la venganza o acude a estereotipos; en su defecto, el poeta
se aventura por un más allá de lo más obvio, busca la esencia.

El ciudadano descansa. Lo que el ciudadano calla,
el poeta lo dice. Hay culpas colectivas y gentes maltratadas
en hambre, en abandono, niños enojados desde la cuna, agresivos,
y no es bueno que el poeta los proteja de castigo
al llamarlos las víctimas. Es el ciudadano
quien lo llama pandillero y aconseja que saquen de su ira
un puñado más duro de castigo.

La ley que lo resuelva; ésta pondrá en cintura a criminales,
ésta no tiene miedo. Esta sí sabe redefinir, punir cada delito.
La ley que no vive de emociones ni exagera el optimismo,
hágase cargo. Ley no rehuya. Apasionado se pone el ciudadano.

¿Qué evidencia auxilia al ciudadano que mete sus narices?
¿Con qué plan, paso por paso, añadirá sus recursos
si sólo tiene la fe y la buena voluntad, como el poeta?

Sea pues la ley-gobierno, quien se encargue.
Sea la culpa colectiva la que llore más allá del individuo-ciudadano;
pero el poeta no calla. Quiere ser juez y parte.

Acusa cada velo de las corporaciones, cada protección
donde se esconde su enemigo. El poeta no se calla los pasados.
Denuncia el karma por muertos no llorados, el luto, el encadenamiento;
pide restauraciones, homenaje al sufrido, justicia para los explotados.

El ciudadano calla la matanza del indio, la esclavitud del negro,
los robos oficiales, el terror escondido. El ciudadano calla;
el poeta rescata alguna verdad en los orígenes.

A las heridas que supuran como llagas reestablece
sus nombres olvidados, su raíz amarga, la memoria impune.
Identifica a opresores. Hombre extendido hacia un por qué
con sus detalles, el poeta, hombre extendido
hacia el silencio cómplice, el ciudadano...
porque no son tan iguales en el fondo.

El hombre extendido

http://carloslopezdzur.zoomblog.com/archivo/2008/02/21/el-ciudadano-y-el-poeta.html

Los valores de la esperanza


Uno es necesidad hasta la médula.
Viene de un largo proceso de multiplicidad
de cosas estorbantes, mentiras apropiadas,
opresiones por consenso, dolores admitidos
y sufrimiento innecesario.

Uno no quiere caminar por un filo de navaja;
alma y cuerpo submiten al pantano, al dualismo.

Uno es el miedo y la soledad que se combinan;
uno internaliza la amenaza de los mundos
hostiles y los extraños.

Modificar el orden de las preferencias no es simple,
¿quién hay, en medio de la monotonía, que alegue
que domina la eficiencia de Pareto?

¿Quién que no dejara desconfianza
y, en su lugar, nos trajo su profunda simpatía?
Mas, cuídese el consuelo si es
la última carta que bendice...

Cuando se duda que la necesidad urge su fin,
somos más pobres y cuando más nos aprieta
el sufrimiento y la némesis, ¡oh ilusiva paz,
fantasma verde y azulino!

... venga Tu Reino moral, el conjunto
de los Criterios Razonables.
Venga la asociación positiva de los valores
en la tierra herida, háblese de Valientes y Justos
y Leales, de Humildes y Disciplinados,
de Honorables, Misericordiosos
y del sentido común y ayuda para el prójimo.

13-12-1998 / El hombre extendido

Cómo conocí la soledad

El presente ido

¡Quiero que me halles, o me pierdas, Sorge,
porque te llevo conmigo, coexistente
de un ala, comundana en el trino!

Acepto lo que traigas, trágico o fiel.
Es del modo que soy para no herir
o herirme. Que venga tu ya-sido
(tiene pasado duro, complot de sombras)
y tu presente-ido de mis manos
no me duele. Con él te has marchado.

11-9-1981 / El Hombre Extendido

Renuncia

Dejaré que tu proyecto ascienda.


Véte con otros, házme triste.
No digas a nadie este secreto
al llamé mi cuidado y el trato que nos dimos.

Para que seas en mí, te robo ser y sufro.
Me adeudo en tí, me remuerdo.
En resolución anticipadora, te olvido;
sólo en mi corazón te amo todavía.
[... pero véte con otros, házme triste:
no me amas...]

El hombre extendido

Lucidez y amor


Sencillamente, el amor se sospecha,

sea lo que sea, nacerá de besos
vitriólica y eróticamente entusiasmados.

Puede que nazca de miradas que enriquecen
lo que eres y aproximan algunas tolerancias
que se olvidaron en lo oscuro y en el apariencialismo
sin sustanciani vigor ni ternura.

Amor es sobrevivir lúcidamente.

El hombre extendido

Los dioses terrenales

Comulgo con los dioses terrenales.
Sorben su aroma grata del hidrato.
Auxilian los carbonos de los hombres.
Que quieren cuerpos sólidos y diáfanos.

Nos ofrendan un joropo de Tlaxcala,
de genuino ixcacihuite
y un tapiz de Chiautempan
para hilvanar con sol
una hoja, un tejido leñoso, una flor
para las manos, el talle, el alma.

Quien me abraza con el regocijo
de saberme la envoltura celular
del mirto, chupa de mí
esperanza y canto.
Quien se acuesta en mi seno,
mi mujer es de oquis, un regalo.

19-1-1990 / El hombre extendido

Tuesday, March 11, 2008

Proclamación de un reino

La unidad del mundo es inagotable.
Sacaré raja del detalle de su ramería y con ella,
Mama Quilla, fea como covacha de abandono,
me pondré al tupe con la masa
(que es medida de la inercia) y lavaré
su rostro, transformándola, con gusto, de rositas.

Y entre nexos gravitatorios será llamada
Esposa mía, deseada.

Iré al infrarrojo profundo, al rulé de los tiempos,
al remoto azul, y de la más larga longitud de onda,
en ríos y relámpagos que han de morir en selvas
o en mis manos, traeré la madera y le haré casa.

Jalaré la mijarra, zarzos de juncos y causalidades
para hacerla libre en lo contínuo, diosa manifestada de mis días.
Que la vean sentada como reina desde el más alto monte,

su peludo púbis y sus muchos encantos.

¡Que digan que la Quilla, ay madre, está de parto,
vestida de raíz! Que la vean en la rosa de los vientos,
en su ecuador y en trópicos, soberana
ante los cuatro puntos cardinales.

Libre de los Rompegalas Cósmicos, nunca más cautiva
del Determinismo predeterminado, la proclamé
reina y ella lo cree. Lo es. Lo confirmamos.

2-5-1980 / El hombre extendido