Monday, September 29, 2008

Moral de trabajo




Por un trabajo, ni se imagina usté
qué hago je, por doblar el lomo y esperar la paga,
por ligar cemento, por sudar la zafra,
vous ne savez pas, qué maroma doy
por ver que al fin del día comeré,
que puedo pedir agua y me la dan.

Por trabajo y donde no muera
sin paz, el día es corto o es largo
y el espacio existe y lo llamas el taller,
l'endroit de travail, le batey...


Ni sabe usté cómo me las busco je,
où que j'ai besoin d'aller
je serai là-bas de travailler;

por el trabajo que ninguno quiso,
digo je suis ici, por la labor del que otro dice...
«me avergüenza», je no.

No digo me avergüenzo: je suis ici.


Vous ne savez pas, monsiur, ce que je veux faire
quand je
digo sí, quand je brinco alambradas,

y salto por montes y salgo a nados...

Hago como mi padre en La Vega
de la Dominicaine, mom père
quien llegó, jovencito, al Santo Cerro,
y vio los espantos, sus gens par cents
(en el '37, ya hedientes, ya con gusanos,
600 ouvriers de canne, de jus de sang,
pas de jus de sucre, 600 ouvriers de Haïti,
enterrados, atteint par les fusils),
por un trabajo, la bénédiction d'avoir un travail...


Hoy no tengo uno; y estoy triste, monsiur,
ni se imagina qué hago cuando se tiene
ganas de comer, cuando se tiene que llorar,
si no trabajas, quieras o no, no se puede vivir.


De Cuadernos de amor a Haití


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Indice / El pueblo en sombras

El Pacto Gondra




No sé por qué [tengamos que crear] dos comisiones.
Tal vez la Convención Interamericana del '29 sirva para algo.
Después de todo, desde hace rato, ni mi país ni Haití
jamás han parecido, ni mínimamente, conciliados.
Siendo así, investigar no es lo importante.


Aprovechemos el tiempo.
Pongámosle una tapa al caldero.
El odio que no se hierva con la cifras.
Trujillo ha dicho, por de pronto, que él paga,
pero que no haya cuje ni mucho palabrerío.
«Con que no vengan más a tierra dominicana,
el General Rafael Leonidas está contento».

Vamos a poner la cifra cúspide; supongamos
que fueron 30,000 los muertos y otro tanto,
aporreados y heritos, ¿qué tal a $10
[moneda USA] por cada haitiano muerto?
Que sean otro $10 por el herido vivo...
¿Qué tal si indemnizamos poco a poco y empezamos
con $150,000, bono de pronto pago, de enero a enero,
no a 6 años, a 4, para acabar con ésto...
Que cese todo para el 1944...
Más que la suma que él propone, $750,000,
ya sería exorbitante. Dividida entre 10 o 20, o mil, no vale tanto la vida de nadie:
Diez dólares es mucho por la suerte
del negro más pobre del mundo...

Perdone, yo no quiero ofender
ni la memorias de los muertos.
Mucho menos la sensibilidad de los vivos;
pero tenemos las instrucciones claras desde Santo Domingo:
«Que lo sepa la Comisión Permanente, sí hubo muertos,
si se les pidió que pronunciaran la palabra perejil
hasta a los niños cayeron en la trampa, se delataron
cocolos de Cap Haitien; sí, lo reconocemos,
a los guadias se le pasó la mano, inevitable el escante,
(descabezaron a machetazos, dispararon por la espalda
a desarmados): pero: ¿qué necesidad hay de mencionar
a los militares por sus nombres? ¿O hacer listas de culpables?...
Eso es inadmisible. Es mal precedente en la historia.

Mejor dígase: «Les dimos un trabajo
y no son de aquí; de la Tierra de Sánchez, Duarte y Mella».
Tierra del merengue y Papá Dios.
Y, en fin, quienes se fueron por su gusto
o los largamos a fuerza pueden reclamar
sus propiedades. No los echamos
por querer robarles algo... tal vez España hizo éso
cuando expulsó a los judíos. Lo hizo en su tiempo.

Volvamos a los números y a poner en claro
las cosas: el General Trujillo ha dicho por las voces
de Troncoso De La Concha y Pastoriza:
que el haitiano no es sujeto digno de que nos salga
tan caro: $750,000 por todos ellos, vivos o muertos,
traumatizados y heridos, todos en el mismo paquete
y, como dijo el General, Su Excelencia Trujillo:
«Y que aquí no regresen».

Delegados de Haití: señores Abel Leger y Hoffman Philip:
O lo admiten, o no hay trato. He dicho
.


3-12-1982 / De Cuaderno de amor a Haití

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Este era él / Indice / El pueblo en sombras / Pepino / Pepino / Wikipedia / Central La Plata

La antilla despreciada




Tú no digas que no te quiere nadie.
Yo te quiero, Antilla.
Estás tan cerca del amor como el dolor.
El sufrimiento es lo más íntimo que existe.
Y tú bien que lo conoces. Lo tienes por nervio,
por la colleja sensible, epidermis de alma.

Tú no digas que no mereces nada.
Que escarabajos y cucarachas se hartan
del alimento que urges mientras padeces
hambre por el seco suelo, hambre de huracán
importuno, hambre por la sequía y el corazón
por igual en el desgaste; no digas
que nacíste para escapar de balas,
de matones, de funcionarios traicioneros.
De ton-ton-macoutes.

No digas que la piel es un destino de soledad
y desprecio. No digas que son razones
para que ninguno te ame.
Yo te amo. Escudriño detrás, abajo, encima,
por el lado, desde cada perspectiva posible
para no justificar que seas la antilla despreciada.

2.

Tú eres también aruhuaca y, por ende, de la ira
y la canoa, navegante, buscadora por 7,000 años
del lugar que te díste en el Caribe.
6,500 años antes del Colón dijíste:
Valgo y, ¿por qué no decirlo ahora?

¿Qué olvidaste? Te lo recuerdo
Quemaste La Navidad, el fortín amargo
del corazón empedernido. Escupíste
al invasor que vino a despreciarte.
La dignidad te hizo rebelde suficientemente
en los Cacicazgos del Quisqueya.

3.

Tú no digas nadie me quiere.
Yo te quiero, Antilla.
Desde el 5 de diciembre de 1492 te amo
porque, haya sido por tu gesto en el Fortín,
te esclavizaron, te brutalizaron
con las represiones.

Te dieron epidemias que no eran tuyas,
odios que tampoco lo fueron.
Te enseñaron a vivir en hambruna,
a cuidar a tus hembras del ultraje,
a forcejear con la crueldad de la matanza.

Eso es lo que yo amo de tí: que has sufrido,
pero sigues ahí, como una planta de maíz,
como mata de yuca, como ají,
yautía, hasta el ñame. Como anón y guayaba.
Amarga en lo externo, al parecer.
Mas creo que eres dulce, Antilla.

4.

Ayer y hoy, con pelo malo,
ayer con negros / libres / in jure,
esclavos de facto que se fueron a Nipe y Los Ramones,
a Cueto y Barajagua, ahora rauda como una jutía,
silvestre como las malangas, ahora tan humillada
(en la zafra, en los exilios, en las inmigraciones)
que a tí misma te imaginaste fea, desahuciada,
indigna de vivir, y cuanod bailas a Guedé
te entierras viva, dedicas a dioses-energías
y a Leas / santos de magia
tu presente sepulcro sicológico.

5.

Y según pasan siglos, más sufres.
Multiplicas el alma en la pobreza: alegas
que tienes 8 millones de infelices.
Son los no-amados, no-compadecidos,
siempre-olvidados del Caribe.

Y malvives con dos dólares al día y la mitad
de tu población analfabeta, desnutrida, en injusticia.
Y lo gritas a ver si alguien te oye:
Ni Dios mismo
nos ama, ni el país no quiere. No es posible
una antilla sin amor... Basta...


¡No lo repitas! Tú no lo digas.
Yo te quiero.
Estás tan cerca del amor como el dolor.
El sufrimiento es lo más íntimo que existe.

02-02-1997 / De Cuaderno de amor a Haití


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En vísperas del Tratado de Ryswick, 1697


Ya supe que saquearon a San Juan de los Remedios.
y ese día la vergüenza entró a Cuba por la bahía ancha.
El dolo los visitó en su carne y hubo angustia
y deshonor. Herimos su tendón de Aquiles.
Francia se ha vestido de orgullo en Saint-Domingue
y pactará el español. Seremos su auténtico enemigo.

Ustedes permanezcan tesoneros, aguerridos,
que Cap Français no tarda.
Beberá hiel el León Ibero.
En el norte de la antilla flotará Nuestra Bandera
y el puerto de Cap Haitien rumiorará
con sus aguas nuestros nombres
y el Rey será bendito.

Colonicen la zona occidental. Que a la isla
España la descuida. Tenga fe. Sumen los gábilos.
La colonia francesa será el más rico territorio del mundo.
Pantaciones de azúcar, café, muchos productos.
Y el negro esclavo, en faena, de 12 a 15 horas,
y ustedes, enriquecidos y en disfrute.
Yo, el rey, junto a Dios les bendigo.
La vie longue à la France!

03-09-1999 / De Cuaderno de amor a Haití

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Agradecimiento


Yo, Luis XIII,
Roi de France par la grâce de Dieu,
comunico a la Hermandad de Hermanos de la Costa,
a súbditos míos, a valerosos hombres de Levasseur,
mi gratitud profunda. Gracias por cultivar los campos
y cazar reses alzadas y secar cueros y ahumar carnes
y reprimir a negros. Un cimarrón no es bueno.

Gracias, hermanos, por acechar barcos enemigos,
abrirles las gargantas, o cañonearles
en medio de los mares. Ustedes son valientes
al lanzarse al abordaje, colgar los enemigos,
ustdes son más productivos al agenciarse
los botines de riqueza que dan honra
a pueblo y rey.

Gracias desde el trono
y las sínsoras de mi alma.
Voy a designar a la Tortuga, isla bendita,
la bénédiction divine dans les Antilles.


16-10-1989 / De Cuaderno de amor a Haití

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Sunday, September 28, 2008

La danza de los millones


Vengan a Camaguey, o si acaso, a Oriente.
Abrimos nuestros brazos y los cañaverales
ya huelen; se ven tan florecidos...
¡A danzar juntos, que las guajanas
se complacen! Estamos en la danza millonaria,
la danza de la guerra dulce que a zafra
nos convoca y el mundo y el viento
tienen prisa, cortadores.

Desde los puertos de Holguín se les llama.
Cayo Mambí está que besaría sus plantas
si llegara el tiempo muerto de la zafra.
Hay café en abundancia en la montaña.

Vengan, que Barajagua espera.
Que Nipe ha estado echando voces.
Que Báguanos no ignora que en Haití
hay miseria, hambre, por falta de trabajo.

12-9-1999 / De Cuaderno de amor a Haití
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Indice / Cuaderno de amor a Haití / Crítica: El Pueblo en sombras

El cimarrón de ojos de fuego



Como kongos o frijoles colorados,

mis ojos te han mirado
(son llamas, son dos bolas de fuego)
y como ri arrocero, tú me lames la piel,
con lengua blanca.

Como plátano a puñetazos, soy tu chatino,
demonio. Tú no me alimentas, me matas.
Tú no me das pan ni casabe.



Has transformado mi vida en ajíaco.
Como gallina de Guinea me desangro
en tu presencia, lengua blanca.

Danzo en el Tiempo Muerto de la Zafra.
Con un brazo cercenado muelo el odio,
con un veneno, por llaga, como el fuego
y te respiro un poco.


12-9-1999 / De Cuaderno de amor a Haití
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Rezo del negro con picota


Voy a enterrarme en vida, Guedé Nibó.
Bailaré con la muerte en bateyes de zafra,
en tierras de Marcaré.


Yo nací para la fosa,
mon respir demande la mort,
con arcilla cuezo mi alimento
j'étais né pour mourir.


Estoy listo para mover el alma
con mis pies y bajar a los cimientos
en fuga, por dolor, Papá Guedé:
j'aimerais habiter non plus.


8-9-1999 / De Cuaderno de amor a Haití
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Manifiesto emergente de los Carbonarios

A los primos en las barracas

Todos somos aprendices de la Libertad,
sólo aprendices. Buscadores de justicia.
Ser libres es como hambruna que no acaba,
como sed que jamás se mitiga.

Como el carbón que, apagado parece,
y todavía arde y quema la piel desesperada,
el dolor de la labor es sagrada, carbonarios.

Primos, el Sol ya no ilumina nuestro bosque.
Y en las venditas sólo queda nuestro luto.
En La Rochelle han ejecutado a los sargentos
y los Maestros de la Venta nos desmoralizaron.

No sacaron la cara por los que están sedientos.
No apoyaron, cobardes, al que pidió
la lumbre libertaria. Son los apoltronados.

Todos somos aprendices, carbonarios,
una veces débiles, cansados, lerdos.
Otras veces temerarios, irrefrenables, suicidas,
negligentes; pero, siempre aprendices,
ante una Cruz a la que ataremos tiranía.

Ante una corona de espinas que al opresor ceñiremos,
ante unos clavos para taladrar de pies y manos
al que ofende a los pueblos, logiamos,
pues el hacha merece el enemigo y la sal
es la señal emergente del ahora.
Unjámonos en sal. Evitemos
que se pudra el escarmiento.

Aprendices, la Santa Alianza desde Austria
nos ataca con desdén. No es sólo Napoleón
el enemigo y no es sólo Fernando, rey
de las dos Sicilias. Con espada nos esperan
los Borbones. En Cataluña, nos sofocan
las huestes de González Bravo, despiadado.
Y si el desánimo subsiste, nos acaban.

«Luchen. Salgan a la calle. Que no sigan
matando a los sargentos carbonarios.
Vayamos a las Jardineras, alimentemos
los hambrientos. Son hermanos».


Pero no confundan la senda
de esta logia con venganza rencorosa,
con La Mala Vita,
con La Camorra
con La Mano Negra
que nada tiene de Bazard, Dupont,
Lafayette, Boinvililer.
Ni los Grandes Iluminados.

«Limpiemos de lobos el campo».
Por Mazzini, Cavour y Garibaldi,
por los Buenos Amigos.
Limpiemos de lobos el campo.
Que las fieras no se acerquen.
Purifiquemos con carbón el aire.


De Cuaderno de amor a Haití

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Indice / El pueblo en sombras / Pepino / Peleítas mongas

El desafortunado





Yo no tengo fortuna, excepto
esta pobreza manifiesta que se oculta,
ese tesoro del fondo, esa apariencia
simple y pobre de las olas...

A mí me dieron la mar como aventura;
me ofrecieron la propiedad
que navega en el Origen
.

Por eso soy celoso
de la recepción permenente del ser.
Por eso me visto de mendigo,
de negro, de brujo barbacúa,
por eso escuché las cosas
de los Nuevos Mundos
en Andalucía
y me gusta hablar acerca de Guanina,
la esperanza, sobre ella que besa
en la tumba al navegante
y bajo la luna ha prometido
la virtud de sus amores,
la Estrella Vespertina y el deseo.

2-9-1979 / De Cuaderno de amor a Haití


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Indice / El pueblo en sombras / San Sebastián / English

El templo de la libertad

A temple of liberty and beacon of hope:
Marquis de Lafayette

Encontré el templo de la libertad.
Y lo hallé lleno de mercaderes y de fieras.
Allí estaba la esperanza: andrajosa,
cubierta de gargajos, apaleada
por adoradores de insignificancias.

Aquel fue el templo, altar que tú, Pueblo,
propusíste para el mundo como regocijo futuro
de naciones. Y me preguntaron quién soy
(¿cómo que el pueblo no me reconoce?.
¿Por qué pregunta quién yo soy?
¿Qué no seré yo sino uno de ellos?


2.


Entró a la iglesia, a la bella y santa catedral.
El vio la puerta ancha. La entrada es gratis.
Y quienes lo observaron, alegan:
ante el altar está y ante la talla magestuosa
de Jesús crucificado, murmura cosas
después que se ha clavado de rodillas.

Entró él, sucio y flaco, el pordiosero.
Entró y ninguno duda, todos ven
lo que es, por maloliente. O adivinan,
o interpretan que el individuo está en la inopia,
que es la miseria viva, quizás el vicio,
una epidemia andante, una piltrafa.

¿Qué podrá decir a Dios un hombre como ése?
Y después, al verlo de salida, un sacristán
o un guardia, alguno que es veedor de las piedades,
le pregunta: ¿Qué le dijíste a Dios?
«Nada. Dios no existe».

De Cuaderno de amor a Haití

Un demonio llamado Henri

Ultramontanos


Dio ese NO que viene
de las Tablas Divinas escritas
con la punta de la guasca
y la repulsa al casquete
y el rito anal del dionisíaco impuro.

Un NO que no gana para sustos
el Lobo viene y morderá a corderillos.
El frigio Montano bien que insiste:
el Reino viene y su Terror en chinga,
el Señor de la Siega se apresura.

Entre los pobres de Haití
y el vudú quebranta-muertos,
un NO a punto caramelo
asalta a Tertuliano
y dice a Martínez Pascual,
judío y mentiroso, su adiós
y Port-au-Prince apesta demasiado
porque él es la pestilencia en bruto
y la ausencia de lamento
y de vela del temor honesto.


De Cuaderno de amor a Haití

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Los tiempos del Amo Paché / 35. / Sabidurías de Catín La Coja / 36. / Los ultrajes contra Eulalia / 37. / Jimmy Meníto

Homicidas y cómplices





¡Hoy somos cómplices, unos-para-otros,
tal para cuales! Topamos
con el disturbio que evitamos.

¿Quién dijo: el salvaje eres tú...
que no lo veo, quién que obedezca el No matarás?
Ladrón es que roba a las honestidades.
A Jesús lo van tomando en vano,
por siglos y los siglos.

Se ha espantado el apoyo y el balance
y corremos loquinchos por los andurriales.

03-07-1975 / De Cuaderno de amor a Haití

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Foro Inmigrantes / San Sebastián / English / Los huéspedes amados, 1923 / San Sebastián del Pepino / Cronología / Cardé Serrano / Censo 1910 / San Sebastián /Indice: Cuentos de Carlos López Dzur / Las Partidas Sediciosas de 1898 / Antología: Heideggerianas / Zoom: Carlos López Dzur / ComuniArte: Carlos López Dzur / Antología: Heideggerianas / 3 / La Roca: Libro de la amistad y el amor / Introducción a la Laguna: CLD / Abstract: Yo soy la muerte / La casa embrujada: Carlos López Dzur / Gente ilustre de San Sebastián del Pepino / Escritores y poetas pepinianos / La Carlita: Cuento / Eva y la Tierra Prometida / Mi amigo Pascal / Malká: La Madre / Indice y Nota sobre El libro de la amistad / Estéticas mostrencas y vitales (1) Indice: Estáticas vitales y mostrencas / Wow: Indice / Entrevista: Yo soy la Muerte / Con voz propia / revista / Hilda Serrano Pepino / En Pepino: Julio E. Méndez Ferreira / Maritza Torres: Arqueología Taína / San Sebastián: ¿Y tu pueblo onde tá? / Dra. Ángela López Borrero, pepiniana / Anagilda Garrastegui / Amaliamente / Profecía en torno a Pigmalión /

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Esperan al asesino con amor

al conquistador Alonso de Ojeda (1465-1515)

Levánte, Alonso, que ya el olor
de nardos marinos, flores
húmedas y blancas, llama a la tierra llana.
Las navas te esperan en La Maguana.
Indios, de compasivo corazón,
te alabarán con nenias.
Por tu nombre preguntó Caonabó.
«¡Hojeda!», susurró él.

Su cuerpo, todavía molido a palos,
es penitente en conuco subterráneo de la muerte.
La naboría del Cibao,
en La Española, a la que avasallaste,
ladronazo, no quiere que mueras.
Los cadáveres no maldijeron tus huesos
por no verlos al lado de los suyos.
La materia es un residuo de creación.
Has de ser
hijo / manantial /
energía,
explicaron.

Tu nombre fluye del Golfo de Paria
al Cabo de la Vela y en aguas de Urabá
navegan otras voces enconadas.
Allí te quieren muerto, diezmado
con gendarmes de la Nueva Andalucía.

En San Sebastián de Urabá
existirá La Colombia, tú serás el pionero,
pero en La Española se implora tu regreso.


Vén, acompáñanos. Regresa.
Sin ojerizas ni mala voluntad,
te cantarán las Nenias.

Mataste a muchos, ¡ya basta!
y murió lo más valiente de la raza brava,
taínos que te dieron su oro,
su sangre,
sus mujeres
con el color del cobre
y que sufrieron, por obsequiarte,
el hambre.

«¡Hojeda!», ven a descansar
en la gran canoa, barca
que lleva al puerto de la dicha.
La muerte te hizo su necropsia,
estando vivo tú, vivo
y desdichado, olvidado
y triste, miserioso
y tosiente.

Los taínos se han reunido en La Maguana:
cantarán en areito, invocarán tu nombre.
Desde acá, se te ve flaco, hediondo,
en angustia y sin auxilio. No es justo.


«Regresa», balbucéan los que te creen
diosecillo todavía, blanco-barbado,
nefario acaso.

Dignifícate otra vez para que mueras.
¡Hasta los oprimidos te amaron!
Y ninguno más que ellos, ladronazo.
¡Esos arauacos dulces, quisqueyanos!

De Cuaderno de amor a Haití

Los chupasangres


La propaganda del Orden Apolíneo existe.
Desde el comienzo de la historia los llamó
al sacrificio. Al trabajo, a la obediencia, al deber,
al pago una vez al año.

La espinita se saca sin dolor cuando el partido
les convocan al paseo. Cada año
se premiará el buen esfuerzo
(explotación renal: la cura de la espina).

En el Carro de Febo, uno solo manejará,
el más sabio, laborioso y apto; pasajeros,
pocos van a poder viajar al paraíso,
pero trabajad, trabajad sin descanso.

2.

Contrario al alacrán que por la noche maldice
y que en la penumbra mata y se procrea
con los gozos de la Sociedad Permisiva,
contrario a él que estimula
la alada avispa social y daña lo mismo
que falta del pan diario, ella…
en la iracundia bohemia, cumple su parte.

Es una ménade en el antro de nudistas
y pornógrafos. Bajo luces ejecuta su desgarbo
de alegría. Su panal de hiel lo anida
o coloca a los cuatro vientos.

¡Es tan chismosa! Y orugas de abrazo
no permite ni arañas de posibilidad deja vivas.
A vuelos de mariposas las obstruye.

Blasfema a la luz del día.
Y no tiene mejilla en su diestra
con qué santificarse ni una garganta
o puerta para acceder al divino Ser,
vivo y concreto, que a la derecha
su nombre besa en la mejilla.

No fecundan los huevos; pero...
del macho, zanganote, se alimentan
en un apartadijo afótico, de miedos y rencores.


De Cuaderno de amor a Haití

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Indice / El pueblo en sombras / El disparo / Comentario crítico

Sin simpatía humana




Sin simpatía humana, ¿de qué nos sirve la razón equilibrada?
Sin amor fraternal ilimitado, ¿cómo declarar que conocemos
sacrificio, valor, cooperación, alianza humana universal
para enfrentar lo injustamente divisorio, lo crítico y urgente?

¿Cómo hemos de ser civilizados en una sociedad
organizada como conspiración para el robo y la opresión?
¿Dónde está la riqueza de lo natural, dónde la abundancia
de lo productivo, donde un credo de porvenir
para que no exista ignorancia ni degradación?

¿Quién nos destruirá los templos de piedra
y hará instituciones orgánicas y vivas
que garanticen la dicha de nuestra humanidad?

¿Quién, sensible hasta el dolor,
quién comprometido en verdad,
quién lo suficientemente humano?


12-09-1989 / De Cuaderno de amor a Haití

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Indice / El pueblo en sombras / Los Alcaldes del Pepino / Blog de Carlos López Dzur / Narrativa / Blog de Carlos López Dzur / En Negro / Carlos López Dzur: BlogMyWay / ZoomBlog: Carlos López Dzur

Ofrenda sangrienta


… pues, búscala,
con más prisa que corriendo, Joseph de Maistre.
Haz que venga como pordiosera de rabo largo
y felino mimo porque soy el amador dispuesto.
Seduciré a la amada, la quiero para mí.

¡Acierta a ver su paso por el mundo, vincula
su dulce positivismo radical a mis postulados
hic et nunc, a mi etrusco-bálano imperial!

Que me quemo de celos si otro la tocara
y no yo. Que un lombardo en Londres la compre
o me la entregue, con las nalgas suaves
pero sangradas como el pain-moufflet.

Persíguela, tiéntala entre martinistas de Lyon.
Jeremy Bentham, localízala hasta en Cloud-Cuckoo.
En los entresijos del Imperio, en cavernas
de brujas repulsivas y epigardos
ocultos en wookey holes.

Traéla de una oreja si resiste, no importa
que te difunda la noción de que su alma es
siempre libre y no será para mí, no importa
que te diga que la muerte escapa
a mi potestad que es mía o la que es suya,
o no es de Nadie. Amar es un objeto de fascinación
y, ¿quién hay tan libre que se consuma por entero?

No. Escucha, Sir Palmerson. Yavana me dio
la autoridad: John Locke, Quesnay, Adam Smith,
Enmanuel Kant, y firmé la Gran Convocación.


Ya van a preparar la Cruz, la segunda cruz
y las túnicas blancas y el vestido de púrpura violenta
confeccionado ha sido: ya van a cumplirse decretos
que el Cíclope exaltado animó:
echad la Linga al fuego y encended
el horno, Yoni en tracia ofrenda,
a la Gran Bestia de Tamas.

De Cuaderno de amor a Haití

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Indice / El pueblo en sombras / Obra y poesía de Carlos López Dzur: Una Introducción / Tarea escolar: Carlos López Dzur

Este era él


Este era él.
A quien acaba de morir
no lo reclama ninguno, no importó a nadie.
Ni por un segundo se le tuvo en cuenta
(¿por qué ahora?... no hay quien lo llore
y gima por él si no fue de veras inservible...)


No tuvo empleo; eso fue todo. No se educó.
(En su villa, jamás hubo una escuela).
En su villa todos son como él.

Donde nació no se educa ninguno.
Es una aldea de hambrientos y se vive
en la calle, sin techo; sólo moscas se enciman
a la piel como cobijas; sólo cielos oscuros
disimulan que son seres en el olvido.

Donde nació las aguas están contaminadas
ya pronto, se especula, que el aire será impuro
y todo por culpa de esa empresa
que viene a echar aquí sus desperdicios.

Son unas largas, extensas tuberías,
anchas bocas de tóxico y hedientes escurrajos;
Bocas lamientes desde millas por aldeas
de privilegio, donde la gente, al menos,
mal come, toma un baño y trabaja
hasta extenuarse la mitad de los días.

Quien acaba de morir no pudo.
Este era él: uno de los aldea pobre.


De Cuaderno de amor a Haití

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Indice / El pueblo en sombras / Los pordioseros / 1 al 3

Cuando la compasión es tan poca




Cuando la compasión es tan poca, haitiano,
¿para qué vale el rezo? Si los curas se alían
al poderoso y se olvidan del humilde,
la iglesia ha dejado de ser templo.

Es otra cárcel, como lo es el hambre colectiva,
y el látigo del capataz en la espalda del negro.

Si pides con respeto una dosis de comprensión
y de justicia y, en respuesta, se te dice sospechoso,
subversivo, haragán o deslenguado, no veas
en al amo como aliado. No veas en él a un hombre.

Sigue con tu lengua que nadie entiende.
Sigue con el tambor y tus ritos naturales y mágicos..
Peores que las reses son los hombres sin espíritu.

De Cuaderno de amor a Haití

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Indice / Personajes populares / Juan F. Acosta / Nilita Vientós / Carlos López Dzur / Comentarios críticos

El primer torturador


A Antonio de Ojeda, represor de los taínos,
primer torturador del Caribe


Hay que soñar, por eso salíste a la luz,
dejaste la caverna; en puntal de lanza
víste el sueño de habitación sublime
y madriguera sana y salud
de tus huesos... soñar es
la ética práctica, la voluntad
de ágape y futuro;
pero las mimes cayeron
de la sata oclocracia de los desalientos
y, para poca salud, más vale morirse.

Te dejaste matar y en comerte
la miseria sucumbíste.
Dejaste de soñar al comulgar
con ruedas de molino: el invasor
y el perverso y el que incensa
la oblata con decoro de linajes
de jaurías y mirlos blancos y elefantes
de colores y zorras con dos rabos,
no sueña, no sabe o lo olvida.

En Majaguana y Urabó,
dejaste de soñar porque se fue
Caonabó, cacique de tu alma
y sol preclaro, y no supíste
comprender que fue en cadenas,
torturado, por los demonios blancos.


8-21-1988 / De Cuaderno de amor a Haití

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Hatuey y Guabá


Como tres jaurías, olorosas a brea
y sorgo, a olivo, a vendavales lejanos,
se acercaron a las playas y ladraron;
desde la islita de Tortuga
les vieron los caribes.

En las cercanías de Maisí,
Puerto de Palma, Hatuey se puso
a la cabeza de valientes
y les cortaba el paso,
pero eran muchos perros infernales
y espadas de acero muy filosas
y por los visos de sus cuerpos
se numeran a los muertos y perdidos.

En Yara, con llagas y cenizas,
les vio el Guabá y Hatuey
que ya es un mártir cubierto por las llamas
y el árbol, su cruz en el naciente infierno.

Entonces, hicieron otros viajes
y llamaron a Cuba, Fernandina
y el Puerto de Carenas atrajo
a los virreyes y estos subieron
con trajes de metal, calzados
con botines de macizo cuero.

Entraron al viejo paraíso, Boriken,
Guaniguanico, avanzaron
los hijos de la Noche y el Erebo,
con perros que son lobos
de sanguinario hocico,
con asesinos que son leones alados
con cabezas humanas y que se llaman
iberos-castellanos, hidalgos,
conquistadores de cristianismo rancio,
súbditos de Fernando el Católico.

Entraron y con ellos... el alma
de sacerdotes belonarios,
el bayú de su indecencia codiciosa,
el bagazal de los ingenios
como hacienda, el atracón de sangre,
el culto a la rodilla y la obediencia;
entraron y en 75 días cayó Tenochtitlán
y treinta años desapareció
la etnia dulce y cantarina del Caribe,
se quedaron caraibas, por esquivos,
y tapuyas, nómadas, intrigosos
ya teñidos con óleo de carapa;
se quedaron piratas sin ley ni rey,
otros que bien bailan, hijos de batuque
y embelequería, los benthianos,
hombres con huesos de baracoa,
indios ladinos, bizcos, cómplices
ante gendarmes y funcionarios
de Gran Bonete y gesto petulante,
hijos de hazaña oscura...

II.

... pero los valientes se fueron a la muerte;
cantaron sus últimos areitos,
dieron su adiós al río, subieron
al monte santo de Yukiyú,
se fueron porque ni aún la guerra
es más infame que la esclavitud
y la ausencia de gracia y reposo;
se fueron pero quedaron
las huellas de sus pasos,
fetiches de su iconografía.

3-5-1983 / De la colección Cuaderno de amor a Haití

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El impulso salvaje que traemos


Mi corazón es un sabañón
dentro del tronco del árbol de mis huesos.
Sepan, hijos de la lógica arcaica
que pasa por moderna,
herederos del lenguaje refinado,
científicos que aparcelan al soluto,
adviertan de una vez y por todas
que soy la yerba mala
que no crece en el limbo.

Ahí no crecemos, no. En Haití
como un tambor hablamos,
gritamos libertad.
Ni en las regularidades se detiene
el impulso salvaje que traemos.
Que el vudú más natural y primiginio
sea quien hable por nosotros.

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Tragedia haitiana



A los refugiados haitianos

Alguien se preguntará cómo se formó
el desierto y sus escarabajos,
con rostros tristes, cara-abajo, tirria en alto...
y por qué en tí, Tierra montañosa,
¿por qué en Haití, jardín afrotaíno?
las hordas rivales
apuñalaron las aguas
y la alborada quedó sin arcilla.

Hasta la sangre
las jaurías de tantos desprecios
han mordido al ser de sal en zanjas secas
y han nacido zombíes de junco y ortiga.
En las memorias de los riachuelos,
se olvida que América te debe el anhelo
más temprano de horizonte (1794)
y que has tenido soles duros,
escarabajos ardientes, combatientes
a la vera de plazas remotas
conjuradas en Gonaives.

Se ha olvidado que la pólvora
jamás ha sido tan heroica
tierra abajo, bajo cara,
como para evitar que el fuete
establezca al tirano y el alma trague
polvo de culebras.

Alguien se preguntará
por qué se marcaron tantas cicatrices
¡demasiadas, Haití!
en tu geografía llena de colores,
en tus negras espaldas
a pesar de voces de protesta, dentro
y fuera, tierra arriba, tierra abajo...
y el llanto y el ritmo y los pinceles
y tambores y manos amorosas
de labriegos y ventorrilleros
en las calles de Port-au-Prince
y Cap-Haitien...

Visto desde el alto Gros Morne,
es árido el aliento de cada mañana;
pero, en las tardes, hay balseros
que se juegan la vida y se lanzan
al viaje sin garantías,
a la danza de la muerte,
a los garrotes homicidas.

Aquí, años después, se les espera
porque los balazos apuran sus regresos.
La marejada de almas inconformes,
los rostros y piernas que huyen
y los pasos en flote de mar incierto,
¡son parte de la Tierra Montañosa!

¡Tu desierto de silencio y violento dolor!
Con hambre se cavan tumbas para inocentes,
tus niños sin futuro y, con tiranía y metralla,
tumbas más adultas, sedientas de libertad y progreso
y, por esta razón, se echan a las aguas,
tristes y cansados, crédulos haitianos
del próspero, modélico y justiciero Norte,
y preguntan por qué la Tierra Montañosa
tiene ríos venenosos como la hiel
y su pan sabe al dolor de playas extrañas
y la dulce lluvia de abril no regresa.
Nada regresa, todo se va.

Se miran empujados, pateados
en las bocas y en la espalda,
descritos como intrusos,
extranjeros
migrantes
indocumentados
negros
sucios
bandidos
delincuentes.
cochinos, feos, salvajes
incivilizados viruelosos, haitianos,
en fin, la descarga sedienta
del sequedal de la Tierra,
y siquiera allá reciben la respuesta.

Y aquí, a tiros enterrados en el agua,
a derrota sumidos en prisiones,
sobrevivientes,
expatriados,
devueltos a estocadas y porrazos,
el reino del terror crece entre profetas
y claman todavía, cara bajo, cara arriba,
carimuertos, tirria en alto,
proscritos y huelguistas y estudiantes...

13-8-1983

De la colección Cuaderno de amor a Haití, premiado, por el Liceo de Cultura Iberoamericana, de Los Angeles

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