Como kongos o frijoles colorados,
mis ojos te han mirado
(son llamas, son dos bolas de fuego)
y como ri arrocero, tú me lames la piel,
con lengua blanca.
Como plátano a puñetazos, soy tu chatino,
demonio. Tú no me alimentas, me matas.
Tú no me das pan ni casabe.
Has transformado mi vida en ajíaco.
Como gallina de Guinea me desangro
en tu presencia, lengua blanca.
Danzo en el Tiempo Muerto de la Zafra.
Con un brazo cercenado muelo el odio,
con un veneno, por llaga, como el fuego
y te respiro un poco.
12-9-1999 / De Cuaderno de amor a Haití
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