Monday, February 25, 2008

A Heráclito

a Heráclito, Padre de la Dialéctica

¡Ay, Padre mío!, tú que no me has dicho otra cosa
que el que viva por la noción del movimiento.

Que fluya como las aguas del río
que se transforma a cada paso.
Que salte al corazón de los procesos luminosos...

... si supieras que vivo entre cerdos y culebras
que nos niegan los momentos sucesivos,
que nos prohíben que seamos los sensuales
a fin de que vistamos el a priori
y lo que provoca el miedo y el infierno ...

Como bestias estamos, ajustados al yugo.
Como perros hambrientos, somos domesticados.

Nos anticipan que si somos rebeldes... ¿me crees?
el alma, tras la muerte, tendrá eterno tormento.

Que los malignos dioses, sin justicia, nos jalarán
los pies en vida, nos llenarán de locura con temores.

Nos dicen, supongo que sin sabiduría que,
como animales, somos máquinas con músculos y huesos
y que el alma es una mercancía y las ideas
dentro de ésta, carrusel de movimientos,
trapisonda de eventos mecánicos y sueños.

La carne es un pecado tenebroso;
el Eros, un morbo tremebundo.

¡Ay, Padre dialéctico! hermano
de mi cosmos, enséname si soy bestia,
o si soy ángel en prueba de los cielos.

Instrúyme a que investigue las cosas,
sus procesos internos. Tierra no está inmóvil,
como decía Aristóteles...

Díme lo que soy, ya que el mundo existe
y también fuera del pensamiento:
las bestias están sueltas
y alboratadas sobre el mundo.

De libro en preparación

http://carloslopezdzur-carlos.blogspot.com/ / http://carloslopezdzur.blogspot.com/



Sunday, February 24, 2008

La opresión internalizada


Para que no tengas amigos en combate,
dirigentes que sostengan tu valía cuando tú mismo
la ignoras, menosprecias, o negocias
con amos hambreadores, tus explotadores
se visten de corderos. De repente, falazmente,
son los emprendores, mas, en la sombra, dividen.
Lo planifican todo. Hasta ese día prosaico
de jauría en que asedian y parecen perros,
hambrientos de tus mimos.

Para que internalices la opresión
(y hables como un rico, o un politólogo
en las redes mediáticas del neo-imperialismo),
niegan las luchas sociales, su raíz y sus contradicciones.
Declaran que las clases no existen.
Que Dios nos hizo hermanos. Que Dios da
el pan y la justicia a su debido tiempo.
Se atreven
a informar que la miseria es poca y tu dolor,
trabajador, no existe. Tú eres un malagradecido.

Tú eres el único quejoso.

Para que no te organices ni tengas voz
que defienda tu avance o tu salario, derecho a vivir
decentemente, con tu misma historia te alimentan
con miedo y, si no funciona el miedo persuasivo,
vendrá la bota militar, el mercenario, el grupo
que no hilvana consignas. Actúa.

Mejor es que mueras a balazos.
Y te lloren tus hermanos y te entierre
un indio campesino. Y cualquiera que se pretenda
valiente e inicie juegos temerarios, de mártires,
téngalo claro. Sepa bien la consigna:
Guerra contra ustedes a muerte...

2.

Tú conoces las desapariciones.
La coacción. El contexto. La lucha peligrosa
donde el fuerte se abroga los recursos
con mayores probabilidades de vencerte.

Tú, ¿qué puedes contra los poderosos?

¿Contra el ejército, los paramilitares,
la mafia, el Pentágono, los medios y la prensa,
el vendepatrismo, la guerra sicológica?

Te han advertido el desafío: la historia ha muerto
y no te queda otra, combatiente.
Vas a decir No. Me rindo.

Tu consigna que sea yo aguanto.
Sufrir es mi destino.

Es tu trabajo lo que da el alimento,
la salud a tus hijos, el amor
de tu esposa, la lealtad del amigo.

Trabaja y calla: tienes ya suerte de estar vivo.

Tan crédulo, tú sí, has creído.

Admitirías que el amor, por universal,
lo soluciona todo; paciencia y barajar,
y a Dios rogando, tú sí, la violencia confunde
y lo complica todo, tú sí, pones con el perdón

te salvas, obedeces, como si el hambre acabara
con cruzarse de brazos. Mas peor es morirse.
Recuérdalo, inconforme.

Unos a otros, los asesinos se niegan. Se protegen.
Y su injusticia es lo impune y tu miedo, pan amargo.
Ya que ropietarios y gobierno ventilan psicofraudes,

se inventan los fantasmas, consúmelos
por amor a tu vida, nos dicen. Son hermetismos
y verdades subjetivas. Convenientes.

2-11-1989 / De El hombre extendido

Blogmyway / Herencia y verdad




El trabajador


De todo cuanto en el mundo existe y vive
y siente, eres tú lo más valioso, lo más imprescindible.
Puede que nadie te haya explicado la maravilla
de tus brazos, la gracia de tus manos,
el valor de estar en pie, seguro de tus ojos,
humecido de sudor, endurecido en las faenas
a pesar del cansancio y la sed y el escozor
y el fango o el polvo. Ciertamente,
sólo aquellos con corazón generoso y admirado,
han de ser los que vendrán y digan, hombre grato,
jornalero, sea cual sea tu rincón del mundo,
eres lo más valioso que la vida ofrece.


Puede que nadie te haya corregido cuando te mientas
a tí mismo rudo, casi bestia de carga
y te comparas con el amo y el patrón y contratistas,
a quien llamas jefecitos, señores educados.

No. Ciertamente, no todos son propietarios
de corazones generosos, valientes y admirados,
aunque puedan concluirlo: Vales mucho, eres lo más valioso
que el universo ofrece; por tí tiene sentido la vida.
Sólo que trabajas con tus manos y en tí se gestó
la obediencia, la lealtad, las humildes virtudes.
Tú me siembras los campos, campesino.
Tú recoges mis cosechas, migrante.
Tú edificas, tú cargas mis camiones,
tú, el peor pagado, el perseguido,
el más rudo y torpe de labios.


Puede que nadie te haya explicado
por qué no se hicieron escuelas en tu rancho.
Ni por qué, por tradición, siglo tras siglo,
es tu familia pobre. O tu ascenso tan lento.
O se mueren tus críos antes que venga
un médico o el socorro propicio. O el alimento idóneo.
No. Ciertamente, no es corazón generoso,
quien te mantiene simple, manso, soportador,
aún cuando intuye: De todo cuanto en el mundo existe
y vive y siente, eres tú lo más valioso, lo más imprescindible.


22-11-2000 / De El hombre extendido

Estéticas mostrencas y vitales / Seth (1)

El luto diario

La vida no es ni un día de fiesta ni un día de luto. Es un día de
trabajo:
Vinet, Ensayo de filosofía moral

Al trabajador más pobre, a quien el luto
ya le dio cicatrices y la vida el hedor de sus pesares,
lo esquivan, lo aparcelan, lo olvidan como al difunto
que se pudre en la tumba, o el solitario enfermo
en la camilla del hospicio. En vano es que invoque
un prójimo que le tienda la mano. Quien lo mira
a voz sorda se convenció que no existe o que es indeseable.
Ninguno es más terriblemente condenado.
Ninguno más visiblemente solo y mustio.

La necesidad no es el único reino.
Pero la fiesta del pobre está llena de traiciones.
Con la muerte demagógica baila. Escucha
las canciones y los ritmos de sus frustraciones.
Con sospechas, a flor del alma, lo saludan
los campadecidos. Con alcohol quiere la herida sana.
Su explotación en olvido; su miseria, atenuada.

El día de trabajo, tras la puerta, lo espera.
Un salario miserable sacude sus bolsillos.
Un cansancio de años despierta su mañana
y se eterniza en la tarde y en la noche.
Luego le hablarán de esperanza, discurso
sobre el placer posible, cumplir con los deberes
y el negocio moral, mal que bien, sobrevivirse;
pero, el menesteroso sigue en el centro del desastre.

El prójimo no es uno que explica su pobreza.
La lealtad al patrón es imprescindible.
Y lo abandonarán; él mismo se abandona
al trajín de su vida que no tiene extensiones
(él si puede morirse; e ignorarse su muerte).

No ofrecerán una opción afortunada
ni otra justicia armada que él no luche.
Pobre de este pobre sin prójimo extendido.
Es una pieza, la más anónima, la menos respetada.
El es sustituíble. Nadie lo mira al rostro.
Es un número, un número en medio de millones.

22-11-2000 / De El hombre extendido

Heidegger / 4 /
Mi araña predidelecta en El congal

Saturday, February 23, 2008

Los cómodos

Decipimur specie recti: Horatio

Y dijeron: Házlo tú, regálame tu vida.
Diviérteme. Sé mi consuelo. Admiraré cuanto hagas.
Inventaré auditorios, camerinos. Aportaré mis aplausos.


Definieron la intimidad con luces de farandulería.
Mas ellos mismos no eran otra cosa, espectadores.


Y dijeron: Halla la verdad, vé tú por ella.
Teoriza. Dínos simplemente si las teorías son buenas.
Si la verdad es dura, quédatela. Calla. Ofréceme,
sin embargo, las mentiras, dulces cosas
porque mal entendemos y buscar es tedioso.
Te admitiremos. Escucharemos como espectadores.


Definieron un mundo donde el trabajo
es miseria, cansancio, fraude y monopolio.
Un mundo sospechoso de voluntades rotas
y disfraces y espacios y relativismos.


Y dijeron: Hágase la risa y la insipidez.
Bien sabes cómo cansan las quejas
y cómo duelen las lágrimas; hágase la fiesta
y la fantasía; pero no hagas que aborrezca
mi descanso; no pongas en mí
el saldo amargo e insufrible del vivir.


02-11-2000 / De El hombre extendido

Seth (1) / El hombre enamorado de la vida

El hombre extraviado

La perdición del hombre es estar sano y salvo, cuando debía
dar su vida por la verdad:
Richard Vines, Sermón, 30 de
noviembre de 1642

Adeudo al mundo un poquito de verdad
aunque no se me pida (y otro poco de amor,
el más auténtico) y salgo a darlo.
Esquivo el extravío cuando afirmo: yo puedo.

Hay gente en el confort que no se entera
cómo duele la deuda. Y no se paga. Y crece.
Hay mucha indiferencia y gente sana y salva
en abulia, cobardemente oculta del esfuerzo.

¿Pero qué será vivir, hombre adeudado,
si te escondes, qué será lo original tras una máscara
de sentido común, cuando la ética es cinismo
oídos sordos, egoísmo, vivirse entretenido?

La deuda crece y duele cuando se tiene
un poco de vergüenza; el amor no fructifica
en los raseros cotidianos, en rutinas
de vida sana y salva de extravío.

02-10-2000 / De El hombre extendido

Index / Tripod / Biografía del autor

El vagabundo y el olvido

La verdad (que) es un sangrarse el corazón: Baltazar
Gracián,
Orácula manual, 1873

Acúseme quien sea el más excelso
de los hombres, el más ángel y más cristo,
de que he sido un vagabundo. La verdad
me sangró los talones; rompió mi boca
y mis dientes, caída tras caída y jetón,
en la sombra, me asomo a los espejos
y digo: ¡Cuánto cuesta una pizca sencilla
de tu esencia, un verso dulce

accesible a Tu Nombre y Cercanía!

Acúseme de una vida mal organizada
(de mirar al tiempo por encima del hombro).
No soy el más feliz, nunca lo he sido; nada dejo,
a excepción de estas mentiras puras,
verdades obsesivas, precarias,
como mis mismos pasos.

¿Dejé a otros una razón rememorante?
¿Qué da quien cultivó el olvido? Nada.
No supe lo que es mío. Y no cobré a ninguno,
pero doy, cuanto puedo, todo.

Que nada sea para mí. No quiero
la pesadez, el cansancio, la memoria.
Es por ésto que olvido. Por la verdad,
que me sangra, me he vuelto un vagabundo.

20-09-2000 / De El hombre extendido

Jon Huss
El filósofo machista



El camino

A Franz Kafka (1883-1924)

¿Quién iba a pensar que llegaría
a este trecho? Y no sabría ni cómo ni por qué
se atravesó el enemigo, el peor de todos,
el orgullo del ego, la duda, el alma misma.
La sombra quebradiza, el alter ego
encizañado en angustia.

Todo su mágico realismo se me escupe
en la cara. Toda la desilusión de la miseria
la deja y restrega en espejismos, la empaca
en la tristeza obvia de mi canto.

Me dio su carnet identitario, clavó un número
de Caín donde mi piel es pública y visible y agria
y metió en mi bolsillo su irrupción y lo hallaría,
mordiendo en mí, repentinamente inesperado,
gritando a las burocracias
quién soy, traicionando secretos y promesas.

Este severo hastío es suyo y la turbeculosis
de ser él me la trajo para ese día marcado
cuando te vence el asombro y el mundarro
es tu cárcel y el esqueleto, un reo
en la ciudad amurallada. En vano se esperó
el pueblo y su alegría, el corazón
y la esperanza, el discurso de uno mismo
y las huellas más claras del camino.

09-09-2000 / De El hombre extendido

Index / Tripod / Teth mi serpiente

Anhelo en medio de la asfixia


Ven tú, verdad de la esperanza.
Y háblame tan claramente
que yo entienda, no ya palabras
(a veces de muy poco nos sirven),
que yo intuya la razón de este dolor.
Crece más fuerte que mis vulnerables días.
Agigantan el desamparo, la contrariedad,
y mi soledad es tan profunda
que al límite vital lo nombro
en medio de un pantano de agonía.


Ven tú, verdad de la esperanza.
Y prepárame para el siguiente paso
(aunque sea la muerte). La admitiré.
Sólo que haya alguien, de consciencia
a consciencia, que me diga, aguanta
un poco más. Voy en camino. Algo tuyo
(que responda la gran interrogante;
si vienes, o me olvidas).


El tiempo me ha empobrecido, me ha embotado.
Y tú no tienes prisa. Son días de prueba
y no hay otras señales que tu silencio in crescendo.
Ven tú, verdad, y házme verte como eres
y dáme el sentido de tu certidumbre
en una vida que no ha sido afortunada
quizás, por haber sido, la más pobre de las vidas.


05-09-2000 / De El hombre extendido

Index / Tripod

Friday, February 15, 2008

Frags. de «Las zonas del carácter»


4.

No venga el mercader a robar
el secreto de esas dos piernas que son
los pilares del Templo de la Dicha.

No vengan las hachas a cortar de sus árboles
y dejar como escombros sus ramajes.

No suban a sus penachos, no derriben
sus nidos, sus cortezas, no entren
a su tronco ni vean sus venas
ni su savia caliente,
si no aman su raíz.

No venga nadie que no la necesite
a ofrecer más de lo que quiere.
No prometa las mentiras
que la muerte concedecomo vida que le falta.

No vengan los más vivos que ella
a despreciar el árbol que ella vive,
el don de su olor propio, inefable,
exclusivo, mágico,
tan salvadoreño.

5.

La madrugada dentro de mí ella la enciende
aunque sea oscura la noche sobre el mundo.
Con sus uñas, escarbó en mi tierra
y sacó un corazón, no florecido.

Su lengua como ápice se metió
en mi saliva y escribió sus serpientes.

Por eso tengo un nombre del origen
y participo de la Danza de Nut
y ella es el Cielo y la Nube que me cubre
y yo estoy bajo sus pechos, bebiéndola.

Con sudor de sus brazos, me enroscaré
en su geografía, resbalaré en su arcilla
y armaré la tersura con mis soles.

Ella es semilla y sol,
ritual de raíz y lluvia y, claro,
bailadora, frenesí geotrópico,
ova y valva, polen y útero.

6.

Ni modo que me crea el primero,
el único, el postrero, que madrugó
a saber que ella es un árbol de vida.
No soy el carpintero que techa su libertad

y la habita en un pequeño recuadro
y le hace jaulas ni soy el músico
que rimará sus cantos por vanidad
de reducirla a pentagrama.

No es musa que irrumpa, por encargo,
a la página alegre de mis existenciarios.
No es satanás erotizada, una culebra,
que ha salido del reino de lo oscuro
a fundar mi sexo con su sexo.
Ella es libre y por eso la quiero.


No es una diaria hostia consagrada al deseo;
pero acelera algún espacio de la noche
y es una llama y olor en carne viva
de lo desconocido y esplendor,
a veces ciego, pero siempre profundo.

http://es.geocities.com/baudelaire1998/zonacaracter1.html

De «Las zonas del carácter»


1.

Alguno, sí, burlonamente, dijo:
Es mudo, quizás tartamudea.
Tal vez no tiene dientes...
pero no es verdad:
los colmillos me abundan
y, por sed de sangre fresca, muerdo.

A veces me levanto con alguna tristeza
y me olvido de hablar ya, o no me gusta,
o prefiero hablar solo, o no escuchar a otros.

¿Para qué?... si no dicen palabras que sean fértiles,
solares pedazos de lunas en mis olas,
latidos de verdes luces en los árboles,
urgencias comunicantes en los vientres.

¿Para qué, por qué y qué hablan?...
Unos hieren y echar trompadas quieren.
con sus gestos groseros.
Son necios de memoria tan corta
por turbias emociones.

¿Para qué me detienen los apresurados
o me invocan los que siembran el ruido?
No les quiero a mi lado.
Ni les necesito.

2.

Existan sin mí, sigan viviendo...
sin que yo los escuche.
No les pediré nada ni les sirvo.
A las palabras que me guardo,
si acaso las dijera para que consten un día
seguro que las olvidarán al segundo.

Con su actitud ya me apenan y afligen.
No les debo, por tanto, una sílaba.
En aras de humillar, sin motivo, se quejan.
Mi bandera es librey flota a solas,

honestamente al viento.

3.

Sin hostilidad, yo sigo de largo.
Callo porque, en verdad, hay días
en que muero de pena por el mundo,
por ellos, los simpáticos,
padres, hijos, hermanos, dueños
y señores del habla cotidiana,
gregarísimos héroes, farsantes
de los medios comunicadores.

Por audibles se meten en mi casa
sin yo quererlo por agujeros
que provee la radio, el cartel y los televisores.

Entonces, me aburren con sus chistes
y predicaciones, con alarmas solemnes,
con su falta de asombro y su siempre-es-lo-mismo.

En cambio, dentro de mí, hablan
todas mis voces.
Me divierten, me espabilan
(y ahí la paradoja)
y, en insólita y mansa dicha,
descubro que les quiero,
a los otros,
a los sordos que no me oyen.

Saberse así, tan mudo, es mejor
que escucharlos, es predecirles
con quieta plenitud y, a pesar de todo,
quererlos.

23-9-1979

http://es.geocities.com/baudelaire1998/zonacaracter1.html

Monday, February 11, 2008

La poesía como afirmación de lo universal

Por CARLOS LOPEZ DZUR

1. Los valores y la poesía

Gracias a la lectura de la poesía de John Milton, aprendí que el cielo y el infierno representan estados de ánimo antes que espacios físicos o utopías del más allá, el Sheol o la Edad de Oro. El planeta Tierra es ya nuestro paraíso perdido. Según sea de intenso el optimismo de cada persona, es que se experimentará que pueda, o no, serlo por siempre. Del mismo modo, el Edén existe como lugar síquico, como alegoría de espacios que todavía no sucumben a las ciudades del todo. Hay bellas geografías no contaminadas por el pecado de la codicia explotadora; la ruralía cautiva ecológicamente, aunque hayan serpientes engañadoras al acecho. Quedan, cada vez más pocos, lugares idílicos en el corazón humano y en el interior de selvas, o en selectos puntos de suburbios; pero, el Jardín de Edén, cuando más duele, es porque una ciudad se lo come, o lo pervierte, en aras de convertirlo en un «sumidero de la raza humana», según la conocida advertencia de J. J. Rousseau.

La felicidad es siempre un puñado de cielo. Un «tercer cielo», veámoslo como una alegría intensa, éxtasis / o rapto de asombro y fe / como el que el apóstol Pablo experimentó a fin de gozar con las revelaciones sobre las ultimidades de este mundo. Me agrada identificar la felicidad con lo ideal de la acción moral. El valor de lo Bello, lo placentero y del Bien, son el regocijo real del habitante del paraíso. El estado de ánimo del hombre bueno, inocente y gozoso, si de algo careció fue de la norma de lo obligatorio. Ni mujer ni varón estuvieron obsesionados por una autoridad que les redujera a súbitos. En cierto modo, tenían ya el libre albedrío. Seguramente, como indican las teorías pluralistas de la moral de hoy, la riqueza de una mente que, si por algo no fue más plena o poderosa, fue por la irracionalidad de su conocimiento, tuvo, en cambio, un contenido de valores que fueron tan valiosos como el conocimiento del Bien y del Mal.

Valores que se explican por la emoción son: el placer, la experiencia estética, el amor, la belleza, la verdad, la armonía, la amistad, la justicia, la libertad y la independencia. ¿Quién culpará a Eva si ella, al cortar del fruto, no se pensó engañada, sino exhortada por el Rey de Todos los Arboles del Paraíso, y escuchaba la voz no de una serpiente, sino del a quien creyó superior a ella misma? Fue inducida por su sentido de felicidad que Eva hizo un acto de elección. Actuó por confiar en su libertad. Sin embargo, su gesto utilitario, en término de que proprocionaría un bienestar al mayor número posible de individuos, no sólo para sí, resultó contraproducente. Esto sustancia el hallazgo de los eudemonistas sociales que alegan que ningún acto es considerado bueno en sí mismo, sino por el bienestar, la felicidad o el placer que produce. El resultado extremo o negativo es que en vez de placer origine el dolor. La acción que Eva creyó que sería beneficiosa para su pareja dificultó, sin desearlo, la consecución de la felicidad. Les complicó la vida y los bajó de la gracia.

Fue más tarde que, en el país sicológico de la «Felicidad», en el jardín de sus delicias, entró la simiente de la sustitución. La felicidad que nos diera lo que nos gusta (porque es bello y bueno) fue sustituída por la tentación del poder y la norma que se admite por lo que es aceptado como nuevo en la sociedad. Lo aceptado por bueno, según lo entienden otros.

En la poesía de Milton, el infierno se describe muy distintamente al paraíso. El estado anímico de Eva al ingerir la fruta del Arbol del Conocimiento es de fruición, todavía por sentirse en el paraíso, en Eva persistía «su halagüeña esperanza» de participar en «una ciencia sublime; su divinidad no se apartaba de su pensamiento». A más comía del «fruto prohibido», con mayor convicción y sinceridad presentía el obsequio de los dones divinos:

¡Oh, rey de todos los árboles del paraíso,
árbol virtuoso, precioso,
cuya bendita operación es la sabiduría!

El potencial infierno en su mente comenzará cuando sepa que, al devorar la fruta, «tragaba la muerte». El arcángel Miguel fue enviado a comunicar a la pareja, Adán y Eva, la noción de su desobediencia y que serían, por tal causa, expulsado del paraíso. Adán ha suplicado que se posponga la muerte de ambos. Al arcángel le correspondió explicar un nuevo mundo que ellos y sus descendientes habitarán. La pérdida del paraíso de la dicha y del espacio, físico y mental que la gravita, implica la adquisición del trabajo con esfuerzo y sufrimiento.

Fuera del Paraíso de la Felicidad, ya hay miedo. El infierno se caracteriza por la permanente insatisfacción y desesperación de sus habitantes. La transgresión, o la Caída, desde el estado de gracia al de coersión, castigo y necesidad, se revela en la misma presencia del Arcángel y los mensajes que deja:

Del costado de Miguel pendía,
como un resplandeciente zodiaco,
la espada, terror de Satanás,
y en su mano llevaba una lanza.
Adán le hizo una profunda reverencia...


De modo que uno puede, en un plano sicológico y no necesariamente alegórico, como el que se describe en
El paraíso perdido (Paradise Lost, 16XS), conocer el Bien y el Mal, la dicha y la condena.