A Franz Kafka (1883-1924)
¿Quién iba a pensar que llegaría
a este trecho? Y no sabría ni cómo ni por qué
se atravesó el enemigo, el peor de todos,
el orgullo del ego, la duda, el alma misma.
La sombra quebradiza, el alter ego
encizañado en angustia.
Todo su mágico realismo se me escupe
en la cara. Toda la desilusión de la miseria
la deja y restrega en espejismos, la empaca
en la tristeza obvia de mi canto.
Me dio su carnet identitario, clavó un número
de Caín donde mi piel es pública y visible y agria
y metió en mi bolsillo su irrupción y lo hallaría,
mordiendo en mí, repentinamente inesperado,
gritando a las burocracias
quién soy, traicionando secretos y promesas.
Este severo hastío es suyo y la turbeculosis
de ser él me la trajo para ese día marcado
cuando te vence el asombro y el mundarro
es tu cárcel y el esqueleto, un reo
en la ciudad amurallada. En vano se esperó
el pueblo y su alegría, el corazón
y la esperanza, el discurso de uno mismo
y las huellas más claras del camino.
09-09-2000 / De El hombre extendido
Index / Tripod / Teth mi serpiente
No comments:
Post a Comment