Wednesday, March 19, 2008

Memoria de Chile





A José Naranjo, chileno


Usted se olvida que me dijo engreído y parejero,
pero es que no sabe quién soy ni de dónde vengo.
No todos somos el mismo cuño de inmigrantes.
¿Cómo es eso? Me escupió la cara y dijo:
Víctima fácil del ego. Vendepatria, resentido.
Izquierdista de vitrina, odia-mojados.


¿Yo? ¿A mí se refirió? No saque cresta
porque me ha visto renco, en mi sillón de ruedas
y ensimismado en recuerdos y tristezas...
Usted que es un jornalero, lechuguero,
me trató con escarnio, a mí que me rijo por el «debo de»
y lo dí todo, a mí, torturado, despojado de mi rango,
por no dar a Sepúlveda, Pickering, Prat,
mis confidencias, mis conocimientos.

A mí, por decir la verdad, soy capitán
y Viva Allende, me llamó cobarde y engreído
y bien que estudié la Milicia y tuve qué…
(por si no lo sabía, donde el mismo Pinochet):
en el Colegio de los Sagrados Corazones de Valparaíso,
y la Escuela Militar del Libertador Bernardo O’Higgins.
Usted, con ganas de ver menos, me dice:
«Ganó Patricio Aylwin, véte pa’ Chile».

Pues, no. Me quedo, y con todo derecho.
Se ve que nada sabe de quién es ese farsante,
antes y después del Plebiscito del ’88.
La misma gata, una mierda. Pinochet es todavía
el Comandante en Jefe del Ejército.

¿Que vine huyendo porque soy cobarde?
Ah, qué bien. Mire hacia su país, no sea hablador.
Busque a valientes, cuéntelos con los dedos.
¿Acaso no está lleno Norteamérica de los suyos?

Vine porque el exilio me salvaría la vida.
Soy un sobreviviente desde esa vez que la CIA
mandó a matar a Scheneider, pero,
¿usted qué imagina? ¿que traje un dineral,
que no hubo necesidad? ¿que soy un delincuente?

Usted le tiene odio al suramericano,
al argentino, al colombiano, al chileno;
usted no sabe cómo es vivir con generales
y con sus botas encima, usted no sabe,
usted no tiene qué, aún no ha vivido
un «tanquetazo» ni se ha visto
bajo el fuego de un Regimiento Blindado N° 2,
con hienas manejadas por el imperialismo.

Para usted es tan simple. Me dio hambre,
brinco a México, acá tiene familia,
ciudades, sucursales, sus tortillas.

Yo no. En Chile están mis enemigos a muerte.
Allá Pinochet es Senador Vitalicio.
Allá la Unidad Popular se hizo una mierda.

El falaz Prat puso su precio en mi entrecejo
y las balas entonces me gritaron: Vivo o muerto.
Ya no me voy. Menos porque usted lo pida, cojonudo.

En América, en el culo de su madre,
dondequiera sea, voy a decir Viva Allende,
viva ese recuerdito de mi pasado, ese valiente
ego que me desprecia usted si lo afloro
y por el que fuí apaleado, descoyuntado,
casi muerto.

11-9-1990 / El hombre extendido

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