La muerte de la esposa
Murió como un gusano que trepaa su penacho y se detiene.La devora un lagarto verdinegro. A nadie tengo aquí porque llueve en la sombray en mi paso. Y todo es un camastrón selváticoque depreda la voz con que lamento. Las bestias huyeron y hablo solo. Grito a los muertos y, en candelero, está mi aliento únicamentey mis ojos ávidamente perceptivosante la rica gratitud del todoal filo del alba y el olvido. 7-13-1980 / El hombre extendido
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