Después pulsó la cruda de sus bascas.
Un golpe de fileros invisibles.
Allí estaba la plebe de grafittis en los muros.
Una estela del barro solar de sus estrellas.
Se fincaba el puto llanto del sol, estremecido,
bien amarillo, robando trenes grandes
de oscuras extensiones y su vapor aventado
del ansia como un pedo.
Estuvo en el palmo de su bola de tinieblas.
Se puso de cañón y cachondeado.
Los recularon cabrones en el pulque
y la madriza subterránea de sus luces:
así murieron.
Como el vómito universal
que se alucina. Y nos dejó abanicados
en su asombro cuando toda su inmensidad
cayó sobre tus calles, Coahuila. *
1986 / El hombre extendido
* Popular calle de Tijuana, Baja California
Tuesday, March 11, 2008
El anochecer
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