Tuesday, March 11, 2008

La palabra de viaje


Una palabra se apoderó de la mañana,
creyéndose ya cautiva del Ba,
sombra del alma.

Vio a la luna, caída, desapareciendo
después de aquel Shabatu misterioso.
Una palabra abriría la boca de Tefenet,
soltaría líquenes-babas, bubbulu
con tambores pegajosos en el barro,
cosidos alfileres en el talle.

La mañana tenía una raíz
tan alta en las cumbres de Maat
que fue su certidumbre
y más profunda que la médula de la noche
sería y más que el viaje
al abismo del infierno.

La palabra, sin embargo, tiene
una memoria corta, tan breve
que se secó en las orillas
del Portal de Ishtar,
donde el río apenas sobrevive
y la serpiente inhala
el polvo de las cosas.
Vibra con el hierro frío del humus
de la Tierra y no basta.

Un secreto serpentino se mordió la cola
y la palabra cayó, desvanecida,
en el Atén de la discordia.

La mañana no será esclava del vacío.
... y creyéndose aún cautiva del Ba,
se estremeció en la sombra,
pero volvió a los soles.

2-1-1989 / El hombre extendido


El hombre extendido

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