Voy, en cuanto puedo, hacia una meta.
¡Tantas metas me ha propuesto este mundo,
ahí-a-la-mano! Y elegí solo una.
Quiero un mundo al que yo diga: ¡El mío!
A duras penas, trazo el camino.
Voluntad tengo, pero lo sé… mi equipaje es poco.
Y la noción de arranque, la que con ella madrugo,
es que soy ser finito, granito de mostanza.
A la verdad se va, como a la muerte, solo.
Quiero ser un hombre extendido, un poco más y disperso
que el espacio visual, marcado por mi paso;
al final que se diga: Iba en camino y conoció territorios
y lo acechó como una sombra el tiempo.
El fue por la verdad. Lo conjugó la tristeza,
pero él no anduvo quieto. No lo amarró la pereza.
Ni se sintió vencido.
La verdad que yo quiero, no será gloriosa.
Si lo es, no sé qué sea, pero: ¡qué bueno!
Ayuda extra no estorba. Bienvenida.
Mas la verdad que sea precisa, concreta,
yo verificaré su consecuencia, su efecto.
Que no sea exceso de dolor.
2.
Si la mentira impone el yugo, el dolor que atontece.
¡Ay, que no sea mi verdad la angustia inmarcesible,
la compresión que estrangula!
Una verdad consoladora me basta.
Una faena que sea sonrisa para mis labios,
nuevo aliento y compañía.
Soy un hombre sencillo y mi ambición
es un poquito más de andar por mi camino,
un poquito más de consciencia
en este ser-ahí del mundo mío.
3-12-2002 / De El hombre extendido
No comments:
Post a Comment