El migrante que soñó con palabras
(que son chavasca, leña menuda del monte de la Urania),
el obrero que vive confeso en el chincual
y quiso voces de azúcar, aunque morena sea la piel del sol
y el sabor de la chincaca y el pisto,
el secreto que él halló en la piedra
y que con ella se hizo denso,
es como el músculo del habla y el teótl.
Y lo explotaron con la historia del abismo
y él se enredó en el coral, esqueleto calcáreo
y no halló la espesura de los ríos.
No vio más que la muerte en los desiertos.
No vio la fluidezde los radionucleidos
que se van a la jungla ni su estallido de luz maravillosa.
¡Qué tristeza de luz tiene la sombra y la aridez!
La cruzada a la Urania tan poco generosa.
9-1-1980 / El hombre extendido
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