Te volvíste un sequedal en mi memoria,
piedra ámbar que atraes a quien te ofrezca
su humildad de garabato.
Los que sacan los piojos a tu cabeza repulsiva
de Huêhuêteotl contigo están y se llaman tus adeptos.
En tu altar ofredan el fenomenismo absoluto.
Pero en vano buscan en las llamas de tu fuego
y por tí no meterán sus cabezas al asador.
No verán la estrella del Poloni el Sol de Tonatiú.
12-1-1979 / El hombre extendido
El hombre extendido
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