Sunday, October 12, 2014

DE SUR A NORTE / BENDICENOS, LUPITA

DE SUR A NORTE / 
BENDICENOS, LUPITA

Por no pagar cuotas a pandillas de Pakal-Na,
el Demonio se aparece en Palenque.
Y detiene los autobuses públicos donde viajan                  
los migrantes. De Sur a Norte nos maldice
un emisario Infernal, uno entre nueve
y cuyos cuicos llevan armas de fuego
calibres .40 mm y .38 mm; otro del noveno
tormento hay que avanza en predios playeros
de Villahermosa, Catazajá y Nueva Esperanza.

Este busca entre los pasajeros las hembras,
las viola, las dejan con golpes sobre las arenas
… porque somos pobres, hondureños,
y las trigueñas se apetecen así,
hirsutas de pelo, blandas y suaves
para un demonio impío.

Y cuando no somos chiapanecos, se apertrechan,
vigilantes,  nueve de las maras salvatruchas
y sus cómplices del Barrio 18 y nos despojan,
extorsionan y no tenemos armas,
cargadores ni cartuchos para ripostarles.
Aún no somos bestias y demonios
como ellos.

      2.

Adoro a la Lupita de Acayucan
porque allá, en Veracruz, me salvó la vida.
Cuando vio que violentamente me arrojaban
de La Bestia me cuidó los huesos.
No hizo de empujones trampas mortales.
Se me bajó, pero he quedado ileso.
Los que a Lupita no aman son los perseguidores,
Entrenados como perros de presa
Y el tramo hacia Tijuana, de sur a norte,
se plaga de jaurías y seres como ésos.

Entraron a la Capilla donde di gracias
a Lupe, virgen de la vida y el dolor de parto,
y escuché otra vez los enemigos
como lobos y sabuesos: «Quienes subieron
al tren y siguen vivos, cien  dólares deben,
óbolos al barquero. Sacristán, que no coman.
Virgen de Acayucan, no implores por ellos».

Por suelo mexicano hasta Tijuana,
no sientan que la vida es derecho,
por la vida se paga… fue así que la emprendieron
conmigo, uno que no vio que a machetazos
destruyeron mi equipaje, mochila de miserias
y cotidianos útiles, a puños se repartieron
tiliches y espacios de mi cara. Dejaron mis labios
y mis pómulos hinchados, con desprendidos
pellejos… en el cruce ferroviario de Cosoleacaque
en Las Barracas, brinqué al fin 
pues el tren se detuvo. 
En Acuyacan habría muerto.

Caí en un cascajal, miraba el cielo, invocaba
Tu nombre, Lupita, Lupita, y pensaba que no volveré
a subir a La Bestia y besar los placeres
y codicias que se obtienen con los dólares.
De pronto supe que tú das todo,
Virgen de los desposeídos.
Has limpiado mis heridas frente a jaurías.
Con tus manos partes las tortillas,
Las unges de  salsa con carne
Y salpicas un guiso con chilitos.

      3.

        «Id a ver a ver el Tenochtli en el que veréis se posa alegremente
        el águila […] ahí estará nuestro poblado, México Tenochtilán, el     
         lugar en el que grita el águila, se despliega y se come, el lugar
        en el que nada e pez, el lugar donde es desgarrada la serpiente,    
        México-Tenochtitlan»:  Crónica mexicáyotl (ed. 1878), atribuida
        a Hernando de Alvarado Tezosómoc (1520-1610)

Cada vez que puedo me voy hasta el origen.
Y, a fuerza de mucha mota, asciendo
al Aztlán, lugar o islote del que procedo
y escucho  a los mexicas y nahuales
a quienes Huitzilopochtli dijo 
cuando les vio y llamó
junto a su líder, Cuauhtlequetzqui, 
el guía selecto y mejor de los oradores:
Id a ver la Tuna Dura, la más espinosa,
A esta sí dad vuestras caricias, abrácenla.
No teman que sus manos se llenen de espinos.
Benditas las espinas de las manos y quien
las ama como parte del ser y el trabajo
No siempre habrá Seres altos como tunas,
sólidos, verdes, espinosos para quien prefiera
temerlos y no tocarlos; no siempre una Mujer Serpiente
que se pose sobre ellos y diga a los fieles,
seremos tu alimento… El que les dijo id y ved
con un grupo de teomamaques o sacerdotes
fue y preparó siete grupo, había mexicas,
acolhuas, tepanecas y, en fin, la unidad 
de los que creen
que aún lo que se arrebata 
y se convierte en despojo es sagrada. 
La paz arrebatada es despojo
y llévala contigo, como parte del acervo
del tlaquimilollis; no violes mujer porque tu segunda
en jerarquía es una, con ranura de maguey,
para el futuro hecho carne, feto y nido de serpientes
blancas, cazadores. Ellas han de velar
que los hijos de sus comunidades no sean sometidos. 
Huitzilopochtli  y su líder, Cuauhtlequetzqui,
siente asco por el altepétl, seres sometidos
a una piedra dura / que sustituye el interior.
De este modo deshonran a la Madre 
de los Mexicas / Coatlicue / y las Siete Cuevas 
invisibles de sus glándulas.

      4.

Bendito sean los mexicas con bultos sagrados
y motivos nostálgicos y utensilios que con amor
guardan  en ellos; tenga el saco a mano para celar
virtudes de salteadores de caminos
y defiendan la identidad con la vida.
La sumisión no es identidad; la cobardía no es virtud.
Malditos entre los que arriban estos matreros
cuando son altépetl / infieles a sí mismos / siervos
de ellos mismos y  no atesoran la casa de los sabios
ni sus bibliotecas / amoxcalli. Que sean expulsados
y se les quite el morral de sus despojos,
memorias de utensilios sagrados.
Huitzilopochtli no los quiere. Rechazadles,
cuando vayan y vean y conozca  
qei por zarandajas abandonan la sabiduría más antigua,
su toltecáyotl. Estos sean  expulsados de Chapultepec,
Azcpotzalco, Xaltocan, Culhuacan y Xochimilco,
¡Si es que llegaran!

5.

A Fray Andrés de Olmos (1500-1571)

Cuento con usted, padrecito, para fundar
un México sin que haya que pasarlo en reiteradas
ocasiones por el fuego y probar su lealtad
con dolor, castigo y sacrificios humanos.
Un México que se parezca a la paciencia
que se acumula en las Huehuelatolli
y que los jóvenes toman de los labios viejos.

Le escucho, don Andrés, y rememoro los días
en que, por indio, a nadie preocupó que tuviese
un asiento en el aula del Colegio de Santa Cruz
y usted preguntaría: ¿Viene como alumno
o quiere volver a ser maestro? ¿Cómo es posible
que se le retenga en pie y, no como a los otros
cómodos y sentados, si es usted a quien debo
mi aprendizaje del náhuatl y el huasteco,
usted que ha sido más útil que Nebrija
cuando a su lado aprendo, quién soy cuando oso
disertar sobre el México milenario del que sin usted
apenas me asomo a rudimentos que forjamos
con breves vocabularios…

Vi como empujó su pesada butaca
ubicada detrás del escritorio y la jaló ante mí
para sorpresa de todos. Siéntese.
Sin usted, soy mero estudiante.

No maestro.

No comments: