Tuesday, April 28, 2009

¿Es moral el dolor y el castigo?

«Is it ever moral to kill? Of course. We give guns to police and soldiers, and honor them as heroes when they use their guns to save lives. Is it ever moral to inflict excruciating pain? Of course. The morality of killing or inflicting severe pain depends, then, not only on the nature of the act, but on the circumstances and motive»: Pat Buchanan


Nunca se puede cortar el dolor de raíz.
El dolor es cómplice de las leyes y el Orden.

Lo que hacemos es usar el dolor contra el dolor.
Cada vez que se nombra un enemigo, la verdad es


que se lo quiere muerto. Que sufra. Que retribuya.
Que hasta en la tumba se revuelque vilmente.

Con dolor inducido, las moscas de la boca salen.
Lo que guarda el remordimiento, la tortura lo saca.


No hay bueno exceptuable para la Ley que glorifica
el padecer, el tormento en la carne, el dolor en el alma.

Al héroe de batalla, déles los mandatos de la muerte.
Hágalo un homicida en nombre del dolor evitable y ajeno.

El que se fuña; se le darán honores a su debido tiempo.

Por de pronto, a la selva, al fragor de la rivalidad, al dolor.

Se ofrecerán honores y banderas izadas al aire
si no vuelve a la patria, en un cajón luctuoso, su féretro.

¿Cuántas piernas se amputaron en frío, a llaga viva,
en campos de batalla para evitar la gangrena?

Si tenemos el derecho de matar y moralmente lo justificamos,
¿qué diferencia hace el uso preventivo del tormento?

¿Cuántos Khalid Sheikh Mohammed son necesarios
para compensarles el llanto a sus presuntas víctimas?

Se vale torturarlo porque Dios no vendrá a hacerlo/
El permitió el 9-11 y 3,000 horribles muertes.

Es que, históricamente, el dolor es remedio contra el dolor
y la moral del homicida se vale de circunstancias y motivos.

Si al periodista Danny Pearl lo decapitan los pakistaníes,
¿por qué nosotros no propondremos lo mismo con Saddam?

¿Por qué no habremos de condecorar al verdugo,
al capitán, si es él quien mata a los piratas del mundo somalí?

¿Qué diferencia hará que se torture a Timothy Veight
si al final el castigo de ley es matarlo en nombre del dolor?

Nunca se puede cortar el dolor de raíz.
Usamos el dolor contra el dolor.

2006 / El Libro de la Guerra

Thursday, April 23, 2009

Poiné visita a Condoleezza Rice


As national security adviser to former President George W. Bush, Condoleezza Rice verbally approved the CIA's request to subject alleged al-Qaida terrorist Abu Zubaydah to waterboarding in July 2002, the earliest known decision by a Bush administration official to OK use of the simulated drowning technique [...] Rice's role was detailed in a narrative released Wednesday by the Senate Intelligence Committee. It provides the most detailed timeline yet for how the CIA's harsh interrogation program was conceived and approved at the highest levels in the Bush White House: Pamela Hess, Associated Press – Thu Apr 23, 2009


Como basiliscos, o Furias, las vengadoras irrumpen.
La rodearon. Han gritado su nombre ¡Condoleezza!
Con ruido de cadenas chirriantes en el atajo
la conminan: ¿Hasta cuándo?
porque, a pujitos matreros, Condi ya dijo que sí.
Apply that waterboarding, fine. El africano no vale,
el islámico menos.
Con violencia se recaudan confesiones.
Interrogan pues a los malditos. Aquellos que derribaron
las Torres Gemelas: 9 / 11, ¿cierto?
Que derramaron la sangre de Urano sobre Gea
y aún animan a invasores criminales a joder el imperio.

Son el terror, en parte.
Y el Irak de Saddam Hussein
un pedazo de Oriente / próximo e inestable
en circunstancias vigentes de emergencia.

Al hijo castrador es al que quiere cautivo.
Que tiemble en frío, cuasi asfixiado en agua
por la CIA... Que los granujas se enteren que hoy
es ella quien toma la sartén por el mango...
... y el lugar al que de veras pertenece, lo murmura:
halcona negra del Imperio, con-durezza...

2.

Desde que Condi vive en Washington,
Poiné-Ker es pura Lamia y las poinas
sus guerreras ancestrales, ¿dónde se meten?
que las ocultan con voz de menosprecio
si bien inevitablemente rondan y aparecen,
tal cual son: vengadoras, repugnantes, maldicientes,
refunfuñadoras, hostiles, como las Furias
descritas por Chaucer: «O dispitouse Marte,
O Furies three of helle, on yow I crye!»

A ella salen al paso para que diga amargamente
«I'll better go back west of the Mississippi
where I belong».
Pero la dulce Condi es dura
como el caobo. George W. Bush la sacó,
con permiso de ausencia de Stanford University.
Está en la Campaña Eleccionaria del 2000
y necesita el caobo, más que un virgo / puño duro,
reedicción del garrote _ a new stick policy,
y, ¿quién mejor que Rice, La Condesa Dura,
la ofrecerá, con la cara de plomo?

3.

Procedentes de no se sabe dónde,
las poinas / como negras tarántulas / le cruzan
por delante. Le pican la huella por detrás.
No la dejan en paz. Se infiltran por agujeros
de sus recuerdos vagos hasta el hondo cerebro.
La citan, la emplazan, la acechan.
Chuparán en su depósito de datos,
su mente escritural, racionalizadora,
académica, pero sin sentimiento.

Todas las calles que conducen a su alma
y los rincones que mantuvo olvidados,
son memorias de eventos reprimidos,
coraje venenoso que Schultz no acierta
a quitarle con besos ni blancas chulerías.

Por tales calles de Titusville, está la casa
del reverendo John Wesley, su padre,
y Angelena Ray, madre rígida y maestra.
Juntos imploran sus virtudes. «Eres una Princesa»,
hija única, Niña Privilegiada, «No Te Unas».

«El negro se está matando porque quiere.
Tú no seas una entre ellos. Aprópiate de toda
la dulzura, vive con doulezza».

4.

Los basiliscos la olfatearon en 1967
y Equidna Poiné, casi asaltándola, dijo:
«Mataron a Malcolm X y le siguió King
en Memphis y van por otros,
ya sea Kennedy,
Eldridge Cleaver
o Carmichael.
Hay motines en Watts. Se ha creado NOW....
Sé demócrata y regístrate. Casa Blanca está copada
por halcones... Cada niñ@ negr@ que se respete
a sí mismo que sea parte del Black Power.
Vamos todos a decir presentes
en la Marcha de la Gente Pobre».

Todos, menos yo. La desafiaste.
Y la Poiné te escuchó:
No es a golpe de motín que se abre camino
al hombre avasallado, el pueblo negro.
Que no se cuente con la Dulce Condi.
Que nadie le diga: «Te necesitamos».
Que Apolo desista, por los mil demonios, de enviar
correveidiles, que los argivos se rasquen como puedan
frente a las tropas del castigo;
que mi aporte sea interpretar a Mozart
en la Sinfónica de Denver, ustedes
al griterío, yo al palacio y al arte...

John Rice, el ayudante del decano,
es enemigo del racismo institucional,
la opresión del Estado, la Guerra de Vietnam,
esa que sea su cuota, su óbolo a la Causa.
«La dignidad racial comienza en uno mismo»,
la autosuficiencia política y económica, asunto importante;
pero, liberarse de la opresión no sólo incumbe al blanco.
El negro con sus vicios predispone. Tiene culpa.
«Yo soy únicamente la hija del decano».
Hay quien no batalla porque no puede abandonar
su lucha por la vida [esta sí que es una Lamia que me lame].
Si por 150 años, se nos mantuvo esclavos,
entonces la CAUSA, SISTER necesitará a compañeros,
«estudiosos, preparados, dirigentes»; alguien no supo
luchar o los amos fueron crueles o más listos,
«pero yo estoy educada, con estas instrucciones:
O soy una Princesa, o soy nadie».

Y quien la educa ordena: «No te unas, ya que...
... La Campaña de Birmingham no es asunto tuyo.
Los negros no maduran ni a la edad de 25.
Son 15 veces más propensos de ser asesinados
que el de azules ojos... «No te vincules».
(¿pero yo que culpa tengo? En la iglesia, nadie mata
a una mosca. Entonces, no es mi asunto. Lo siento).
En espera de pena de muerte, on Death Row
o Listas de Convictos, el 48% siempre es negro.
Negro quiere decir cárcel y la segunda acepción
es odio, en medio de miseria y droga.
«Precisamente, no es mi caso. Mi familia la conforman
pastores, fina oratoria, títulos, docencia y libros».

De dos millones de reos en la nación,
un millón es pueblo negro;
«but Mamma call me her princess».
Por ser negra, como todos los negros, tienes
20 veces más probabilidad que el blanco
de que sufras un delito de odio.
«Mi nombre es con-dulzura...
Yo haré caso a mi padre.
Que me pide que pierda mis pestañas
estudiando 20 veces más que el blanco
y que lo ame 20 veces más que el negro».

«Este año nos mudamos a Denver, Colorado»,
me dice, «estarás en la Academia de Santa María
y en Cherry Hills Village verás que existen católicos,
budistas que son buenos, ateos y agnósticos,
en fin, no todo el mundo es un bautista prieto, Condi,
ni gritón ni presbiteriano.
Verás que en Aspen Music School, al fin, mejoras
la tocada del piano y que en escuelas privadas,
se alterna con el blanco, si respeta la clase
y el conocimiento; no se miran las taras,
ni se expone ninguno al rencor de las etnias
ni de Panteras ni de Halcones,
ni de islámicos ni anarcos».

El Movimiento de Albany no es tu asunto, Condi.
SNCC, Panteras, Tom Hayden, Angela Davis, el Rvdo. Jackson
no son tu gente. No serán tus amigos.
Deja que la Marcha ha Washington siga su camino
y el Verano de Libertad en Mississippi lo hagan
los verdaderos negros, cosa sea de bautistas
izquierda / radicales /
junto al lumpen proletariat.

5.

Allí, detrás de la Westminster Presbyterian,
merodeó un basilisco horripilante y, por la Ullman H.S.,
tu padre el reverendo años antes de la muerte
de Martin Luther King, Jr, exorcisó a las poinas.
Ellas lo siguieron, subieron sin ser vistas a su automóvil,
se bajaron sin ser vistas para esconderse en habitaciones
de su casa; se meterieron sin ser vistas
entre tus pantaletas, y así se han alojado
en la dulzura, con doulezza
y cuando el guía espiritual tan imponente instruye:
«Tú no te metas en líos, tú canta salmos.
Toca el piano y calla. Que la raza es un mito,
que Dios no salva por el color de piel.
Tú olvida, con dulzura, con doulezza,
y llena el ghetto de tu Yo y tus bolsillos de plata».

Quizás se sientes blanca. Eslava.
Como si la Europa transformada fuese
quien dio los senos que la amamantaran,
como si la Era de Gorbachov diese en rigor
algo más que incentivos para sacar de la miseria
y el hambre a 40 millones de norteamericanos.
Tal vez eso quiso decir eso de ser NEUTRAL
en cuanto a raza o que donde hay un negro
puede que haya un comunista.

6.

Que no es para tí tener un afro-look, Condolezza.
Que el fin de las escuelas segregadas de Little Rock
sea tarea de otros negros. Tú no te cierres las puertas.
Ni seas partes de una lista negra que destruya
tu carrera, si la tienes.
¿Quieres educarte? ¿Tener un doctorado? ¿Saber?
... yo te doy el saber, yo te fundo la escuela.
Pero no yergas el puño como una comunista.
Dios no quiere a la izquierda.
Escucha a tu padre cuyos abuelos, bisabuelos
y tatarabuelos conocieron las cadenas de la esclavitud;
hemos trabajado duro. Hemos negado la carne
y todo con tal que seas una princesa.
Una princesa que no grita en la calle,
que no roba en las tiendas, que no fuma mota
ni se inyecta; mucho menos activa en sexo antes
de su diploma de escuela secundaria le abra puertas...

7.

Y para que fuese una princesa, protegida
de afuluarse con voces de protesta, como quien huye
(sin que algo deba) la sacaron de Alabama.
Que rehuya el exterminio que culminan las especies selectivas.
Desde el nuevo rumbo, ya escapada, le enseñarán
que puede que haya habido una huelga boicoteante
de autobuses en Montgomery, sí... en verdad, sí la hubo.
Y sea cosa que a tí ya no te incumba.
«Condi-Dulzura, ese no es tu asunto»;
Que han matado dos Kennedy, que existió
el Ku Klux Klan, que Debs fue un wannabe presidente socialista,
que hay más negros en la cárcel, que si Nat Turner,
que si DuBois, que no sea tu asunto.
Que hay más negros con SIDA y fuera de las escuelas
que Black Welfare Queens viviendo del gobierno,
sí, sí... es cierto, pero, ¿a tí qué?

Padres profesionales te dieron todo lo que
tienes con la sólo condición: «No Te Unas, no te tientes,
no te metas; no hagas caso. Sé una princesa.
Olvídate del pobre y de sus luchas; que cada cual
se rasque como pueda. O busque de Dios y su misericordia».

Fuiste una niñaja para estar en los Sit-ins
o sumarte a las marchas estudiantiles;
demasiados Freedom Rides desde 1961.
Demasiada violencia. Registros electores
integración racial en sistemas universitarios
de Mississippi, sí, sí... buenas causas;
«pero no lo tomes como un problema tuyo».
Negros promiscuos, violentos, viciosos, ladrones,
¿y cuál es el problema si tu familia es honrada,
virtuosa, buena... ves que no es tuyo el problema?

8.

Infiel, como quien burla a Megera, sedujiste el Poder
y, refunfuñaste ante quien dio el exhorto,'Vergüenza'.
Te hicíste amar por los halcones.
Con amantes imperialistas, bajo la jefatura
de Rumsfeld, te echaste sobre el lecho felizmente.
Te derramarte como euménide, ebria, complaciente,
escuchando el preludio: «El fin capitalista
es engullirlo todo y vomitarlo y escupirlo
como Apolo que manda sus furias y venganzas
tras la muerte de Psamathe».

Te confesaste benévola por abrirte y cerrarte,
por fingir y mentirte, por lanzar las arengas
del amor a Marte, por Amarte Sin Amor.
En la implacable ira de la pira, sedujiste el Poder
y el Poder te sedujo. ¿Cómo será este misterio?
Que Rumsfeld te amó con el mismo fervor
con que el Imperialismo odia a Colin Powell.

9.

Donde el Pentágono fue colchón y mosquitero,
tú, blanda almohada, frazada oscura de satín
y con múltiples orgasmos, que derramó
la ufanación y el cohecho.

Pero las Erinias irrumpen. Se cuelan como frío.
Como viento entre endijas. Como Lamia son
secretos testigos que lo guardan todo
[y te han visto, negra, cinga que cinga
con lsd fasvonaciones de los opresores] y, cierto es,
la gente criminal olvida y quiere tomar las calles
sin recuerdos de sus fratricidios,
sin idea de sus infieles amores; quieren
verse frescas e insolentes como la lechuga
o los lechuguinos. Quieren ganar elecciones
o saltar a las vicepresidencias cuando han roto
su amor con el origen, su vínculo de clan
y han matado a padre, hermano e hijo.

10.

«Y Rumsfeld me ama. Y Schultz me ama.
Y ahora Bush, sí, padre e hijo».
Como antes el Dr. Josef Korbel, diplomático de marras,
creen que te aman; sólo te ponen de cartel
porque les llueve cagada... Sé tu el payaso
de las bofetadas... «Korbel me ama»...

Equidna Poiné advierte
que él te enseñaría las artimañas del sobrevivir.
A escapar de las propias Furias Vengadoras
y acogerte al acomodo del cielo del Poder.

Te enseñó que hay un hemisferio rival.
Te dio los mitos argivo-megarios de otro ser.
Simplificó tu mundo: Rusia o Checoslovaquia,
la Unión Soviética o los EE.UU., Stalin o Gorbachov.
Aprendiste que refugiados vienen y refugiados van.

Hoy te enseñan la guerra, o tú en la enemistad,
la cólera, con demonios te instruyes
con Furias Vengadoras, Condi, con Erinias,
con Poiné-Ker, tisífones y vampiras
como la hija de Korbel, Madeline Albright.

Tú, Warrior Princess sobre caballo de espadas,
o Equidna Poiné sobre tí, por bravura
[que es más impertinencia del hombre tecnológico
que del genio y tiempo residual contigo misma],
no lo evitarás.

Vendrán las genuinas poinas del arrabal.
Los tecatos que no quisiste ver, ahora vendrán por tí.
Poinas son que saltarán los tiempos del Hades
y con esclavos fugitivos del ' 57, con The Dred Scott decision,
entrarán a tu patio y preguntarán si es permisible
alojarse en libertad, «if in a free soil, on the grounds
of his residence»,
tendrán derecho a voz, a juicio,
a no ser asesinado.


11.

¿Dónde podrás ir, Condoleeza, que no estés
rodeada de halcones, perseguida de poinas
del pasado, sin arco y sin presa al que tirar
tu flecha de poiné,
el dardo vengativo que te dan los espectros
de la Era Posmoderna, en subpoena?

Aceptaste como norma ser cazadora y guerrera
y hoy te victimizan tus propios objetos fantasmales.

12.




Indice / Libro de la guerra

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Rice OK'd CIA waterboard request as Bush adviser / El Pueblo En Sombras / Convocatoria para el Estudio de la Historia Pepiniana / El libro de la amistad y el amor / Heideggerianas / Indice / Meditación del Ser / Movement Chronology: from the Civil War to the Present / Hate Crime in the 1980's: A Decade of Bigotry / Civil Rights Chronology / Erinyes - Erinyes in Mythology, Erinyes in later culture, Erinyes in contemporary culture

Wednesday, April 22, 2009

Meditaciones sobre el hijo de Seth

a José Manuel y Cusa / en Juncal

The name of this Titan [Prometheus] means fore-thought,
or foresight:
Max J. Herzberg

Prometheus, beautiful, rebelliuous one!: Mackaye



1. Cómo eras en los días de Eterna Primavera

Un día fuíste mi consejero. Entonces no dijíste
ser-para-la-muerte, y confié en tí, hijo mío,
en días de Eterna Primavera y Abundancia.

Te dije:
La necesidad no existe porque el hombre
es bueno y feliz muere, lentamente.
Es que la muerte es un sueño placentero.


Un día, cuando forjé los años, víste las estaciones
(anticipaste la muerte de la espiga, ríos secos.
Díste profecías de caudales mermados
en charcas de líquida plata), ¿verdad, profeta?

Pero la Edad de Primavera descansó para que venga
el sol más cerca de los hombres y las bestias
y te ví, Hijo de Seth, mucho más triste.

Te enojaste porque nació el hambre
y el rechazo a lo infértil, limitante, no pródigo.
Y empezaron a odiarse unos y otros.

Tú,. quien no odiabas, paulatinamente transformado,
pensaste en el odio y su por qué, pero dijíste:
«No es que sea malo por naturaleza el hombre»...

Eras perfecto, Prometeo, tan hermoso.
Tú no tenías rebeldía. No conocías el odio.
Eras todavía el varón sublime, mi bodhisattva.


2. Cómo fuiste en el día de la escasez

El día que nació la guerra y fabricaron armas
de plata y bronce, nació tu hermano al que llamé
Epimeteo, uno que ve después que tú, no antes,
uno que oye lo que ya dijíste, uno débil
como ya son los hombres de la Arcadia.

Aquella nueva raza, moldeada con el barro
de ríos escuálidos de la Edad de Hierro me deprimió.
Hijo de Seth, Titán de Shiva-Parvati, aprende que aún
el dios que te saca del cenegal se apesadumbra.

Hijo de Neftis, niño de Rudra-Shiva, veloz salvador,
Thot-Hermes, Mitra-Buda, quédate conmigo. Oriéntame.
Voy a destruir esta raza criminal que me deshonra.
No quiero dejar que las bestias salvajes se la coman
y suban a mí sus ayes de maldición a mi nombre.



3. Cómo pides en el día del desamor

«Come», he said to Jupiter, "let us give these poor creatures the blessed gift of fire. With fire they will not need to fear the cold. With fire they can make themselves tools and weapons.»: William Vaughn Moody: The Firebringer


Con voluntad será sustituída la representación
y la estructura de lo real; con lo beneficioso
morirá lo absoluto y, en esta crisis de razón
(por algo me dijíste, Oriéntame, no me dejes solo),
en mi hacer, mi praxis, la verdad llegará
tan placentera, sin paradojas,
como el mejor de los correlatos ontológicos.

Pero me has desaprobado. Contigo estuve
en el Olimpo de tus atenciones. Te dije:
No mates al hombre. No tengas de él
ni vergüenza ni miedo. Lo que ha cambiado
no es el amor que te profeso desde la edad remota.
Es la idea de que la necesidad no existe.

Si matas a ese pueblo prescribes el destino histórico.
Matarás la maduración moral del que te ama.
Me deyectas en la angustia de la pérdida
y el olvido de los dioses que he bendito.

Te ausentarás de mí, Júpiter. No soy yo
quien me ausento. Philía, te pide el pueblo
a quien falta Tu Belleza, Tu Justicia y Tu Fuego.
Amor te pide la Hija de Pobreza, amor
el Hijo de Seth por la simiente de Poros.

4. Cómo te ví tras la bruma de las edades

The rock, the vulture, and the chain: Lord Byron


Te pensé como un niño de Seth.
Así te ví tras bruma de los días y comencé
a tejer sin emociones turbulentas,
en el intricado ser-ahí, tu temperamento nato.

Te quise así, portavoz de tu propia claridad.
En tus taínos supuse a los Antiguos,
a bodhisattvas de Yocajú, heredero
del patrimonio de Aquel Conocimiento

que parece perdido, renegado y burlado.
Mucha miseria enterró tu arcaico paraíso.
¡Ay, Chivo aventa'o, cabrón de Makara, cabra
que tira al alto monte, cuando estás en la bajura...!

5. Cómo verte en clandestinaje saturnino

Te percibí, en arrebato clandestino,
armado con amor espacio-temporal,
heroico a medias, mercurial, luciferino.

No te hallé en rodillas, ni en cadenas
del ciclo demiúrgico de águilas.
Hallé a un combatiente temerario.

Ahora que te encuentro, hijo putativo
de Saturno, me pareces tan frío y tan austero
como aquellos que irrumpieron en tu vida
con caballos y perros, con eficacia de sus cañoneras.

A ratos los recuerdas. Uno de ellos pareces.
Uno que no quiere conocer a nadie.
No das la bienvenida. Uno eres que saquea
lo que se asoma a tus ojos. Uno que no se concibe a sí
comunitario, respetuoso de lo ajeno y orgulloso de lo suyo...

Ya no eres dúctil ni tierno, ya no como Seth,
el tejedor de las razas celestes, padre
de los últimos peregrinos en úteros maternos
y cuevas, donde se muere y se renace al mismo tiempo.

6. Cómo acercarme a tí y dialogar

Ahora, ¿qué quieres? si has naufragado en sensatez estéril,
si carente de sinceridad me parces, si harto en vorágine
de sensaciones, aún sigues apetente de emociones pasionales,
masoquistamente gozoso del dolor inducido, si estás
anhelando el águila que te come las entrañas
para racionalizar el odio, el odio privado y colectivo.

Tus secuaces son aquellos que jamás te llamaron
Mi Hijo ni subieron al Olimpo del Oír Y, sin embargo,
a tu odio han declarado Su Asesor.

Y yo te recuerdo cuando eras Amor y no acusaste
a nadie de haberte secuestrado del cobijo
que hallaste entre los pobladores.

No te olvides que también doy la Arcadia y yo, por igual,
vacío mi Philía en islas de pobreza, yo dialogué
con los niños de Anu, el Cielo en la Sumeria,
yo, entré a la Pirámide de Keops, con el nombre
de Zeus-Amón en mis labios, yo, el cátaro albigense,
me escondí de las tropas de Monfort en la Cueva de Lomibres,
en Ussat-les-Bain, y aún invocaba el nombre
de quien pidiera: «Oriéntame, quédate conmigo».
Tú y yo, Padre-Hijo, nos hemos escindido.

7. Cómo unificarnos después de la separación

Sin embargo, ¿qué pasó con tus ruegos?
¿Algún caso hicíste cuando te dije: Bendice
al pueblo con el fuego de Tu amor inmenso;
házlo eterno, dialoga con ese mundo sub-divo?
que comienza a circular en paradojas
de «si eres bueno o malo»...

Y los que huyeron de tu búsqueda en Ariège
desde los centros termales, por odio a tí se bautizan
(irónicamente, más se cree en el agua tibia
de la tierra maldita que en los cielos sublimes).

El fuego que robé es para ellos, Kether-Jojmah-Binah,
me dices. Y yo te digo: el fuego más sublime es el espíritu.
No sólo creas en el fuego de las piedras
ni el árbol de la esfera despreciada de los cinco sentidos.

Como un respondón, me declaras, padre contra hijo:
«Es que yo el niño divino lo seré en reediciones;
es que tú sigues siendo Júpiter,
el señor de las águilas y buitres, y me ataste
a la roca del tormento; y Eton, tu sanguijuela voladora,
comerá por los siglos de mis hígados.

Tú, padre, la envíaste,
tú, el que castigas y atas con cadenas
el corazón de tu veedor-profeta».


Y si hicíste el poder despótico
y la necesidad, insaciable, perentoria,
que me bendiga, entonces, otro. No tú.

8. Cómo tratar a quien no quiere bendición


Quienes construyeron barcos, por ejemplo,
y los vieron irse tan lejos, alegan
que no pueden alcanzarlos,
quienes doman bueyes y montan en caballos,
quienes graban calendarios y anotan la seca tragedia
de sus ríos y sus montes, los que escriben
cómo se combate la sarna y la viruela
o para qué sirve un mosquito o un veneno inoculante,
ellos me han oído. Para ellos, hablo.
A ellos muestro las cosas del futuro.

En la comunicación que doy para el reposo profundo
aprende en el amor puro, inclusivo, no existe el robo.
No me acuses, no soy apropiador de nada.
No me juzges ajeno, foráneo, sólo agradece.
Danza en lo propiamente universal de tu psiquis.

Sin embargo, dejé que te llevaras el fuego.
Lo que tomaste, sin saberlo, fueron leños
de mis enseñanzas y con ellos, malagradecido,
encendíste Tu Tradición y la aldea en areito
cantó y bailó en Tu Tiempo e identidad.

Pero yo era un nativo que te cuidaba.
Abrí el espacio y cupe en él. Te tengo cerca, Hijo.
Tú eres mi Hijo de Seth. Ayer, mañana y siempre
porque Mi Tiempo es Tu Círculo.

Estoy contigo. Encendíste la mecha y dijíste:
«¡Este fuego tan mío alguna vez no estuvo en mis alcances!
Me faltó. Lo esperaba. Aprendí a descubrirlo».


Por mi parte, te digo: «Hijo no es cierto».
Fui yo quien tuve que sentirme como un niño
para que me vieras en lo profundo de tu alma:
hijo deseado de mis causas.

Más allá de toda alienación, yo soy
el fuego convocado de justicia,
lo más tuyo, el amor puro
del Gopijana vallbha.


9. Cómo hacer la ética menos evolucionaria y más compadecida

Forgiveness is less matter of understanding than of a more profound notion of the heart, a trascendence. The importance is not so much that it absolves the one forgiven as that it cleanses the one who forgives: Dra. Gobondo Madkizela, en: The Quality of Mercy


Un día vendrá la felicidad. No desde una inmediatez
tonta e inconexa, hermano mío. No desde la instantaneidad
del rencor que sentimos de golpe por Aquel que nos aplasta
con Su Mano. Dílo a Pandora, Epimeteo y cuídala
aunque no conozcas cara a cara la esperanza.

Oye, sin embargo, que la hay. Apréciala en su devenir.
Nunca dés por sentado lo que el fenómeno encierra
ni cómo lo percibes; perdona al que te tienta y no lo odies
para que seas más limpio ante quien te oprime y escupe.

Un día, seas inocente o seas perverso, tendrás
la visión de la bestia todopoderosa, la gran depredadora
del camino evolutivo, y se anunciará el Genocidio Universal
y el dios, ya no compadecido, que se anticipa con su amenaza:
«Destruiré ese pueblo malo, lo haré morder el polvo,
porque no me ofrenda y sus propias vilezas,
de unos contra otros, se tornarán contra mí.
Si los dejo crecer, multiplicarse, asaltarán mi Olimpo».


No resientas con el mismo odio que yo. Cautela.
La evolución no termina todavía.
En la jarra contensiva de longue durée,
se guardó la esperanza; sé paciente, hermano mío.

10. Cómo darte a Pandora y ser yo en ella

Una mujer mortal será enviada, tan bella tentación
que los dones de las diosas tiene; viene, llegará
a ti con la jarra de ilusiones,
con evolución lenta, imperceptible.

Trae los males y las plagas, las tinieblas del frenesí
y las tribulaciones, pero yo vengo en Ella.

Que no sea la Jarra lo que aceptes, te aconsejo.
Lo gratis, como simiente de falsedad, es y crece.
Has como yo, hermano mío, beneficio con lo necesario.
No digas que se cansa Tu Padre de destruir al hombre
y pedir el amor incondicional, el culto a su poder incomprensible.
El Padre tendrá su esencia en Ella.

Hermano mío, cuando venga la mujer,
tómala, si quieres, pero no abras la Jarra.
Es otra forma de homicidio la que ensaya
el Reverso Misterioso de las cosas.
No destapes la botella de las lamentaciones.
La esperanza existe y está venciendo males en secreto.
No reposa; pero no saques los males al espacio.
No los tientes/
No los liberes
para que vuelvan a comerse al mundo.

06-17-2001 / Del libro Teth, mi serpiente

Saturday, April 11, 2009

El Diablo

Cuando soñaba disparatadamente en una de estas noches de travesía, escucha a la fallecida. Conversaba con el fallecido abuelo sobre vasos y jarrones de diseño holandés, el «arte de 1920» y la fábrica de vidrio en Leerdam. Y él, por explicar la «Riqueza de los Stroganoff» y cómo vino su decadencia en el siglo XX, a causa de la Revolución de 1917, dijo cómo le tocó el triste papel de ser un experimentador, árbitro y juez benefactor, todo lo que tuvo suceder para que fuese así.

Con Rednitz, ahora presumiría que subí a un camión con camarote. Yo que quise saber qué se siente ir sobre ruedas, en paseao en carro de motor, por más destartalado o viejo modelo que fuera. Mas ésto fue más que lo soñado. Un camionero me dijo: Pásate al camarote. Descansa. Jamás había subido a un vehículo de motor antes; sólo al de Rednitz.

pero yo sabía tirar de una carreta de bueyes y jinetié un burro como José de Arimatea y Jesucristo en los Antiguos Tiempos.

Ahora comprendo por qué Angel se reía, a tan pocas horas de haberme conocido. El conoció en mi persona el rezago de mi circunstancia y época, mi aldea y mis costumbres. No había pensado que un menonita provocara tantas carcajadas en un hombre de ciudad, como él se pensaba. Fui su hazmerreir; pero, al mismo tiempo, me asió con sus brazos, me besó los cabellos. Quería besar mi boca como si hallara, según dijo: el güerillo más bonito que jamás hubo visto.

Fue él (¡perdón que lo juzgué! habiéndome alimentado) el primer mexicano perverso que conocí. Le temí.

Angel y su concubina viajaban rumbo a Tijuana cuando me vieron a mitad de la calle. El hambre me bailaba como un monigote. Me tragó el poema de la mendicidad y de los huesos dolidos y avergonzados al que dí palabras como las anteriores. Caminé, suicidamente, por el centro de la carretera. En realidad, arrastraba los pasos o tambaleaba. No percibía el sonido del claxón. La señora Higgs dijo que estuve a punto de verme arrollado por su automóvil. Ella iba al volante y me divisó a tiempo de ganar la distancia suficiente para frenar y orillarse.

Más bien, yo reaccioné porque escuché a Angel. Gritaba unos insultos más groseros que los peores que escuché antes.

«¡Cabrón, hijo de tu reculera pinche bomba madre, fíjate por dónde caminas, chupaverga, gringo puto, cagapalos, borracho pendejo!»

Mi Dios, ¿por qué me humillas así? Al sentir la amenaza del parachoques me detuve. El automóvil amenazó mis ojos de golpe como una sombra. Lo alcancé a ver a menos de un pie de impactarse contra mí. ¡Me habría dolido menos! Yo preferí, por lo que oía de aquella boca impía, que me arrebatara la muerte de una vez antes que seguir oyéndole. El hombre dentro del coche asomó su cabeza por la ventanilla y se explayaba con ese repertorio de hostilidad y maldiciones.

«¡Pinche cabrón, espantapájaro, monigote!»

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Wednesday, April 08, 2009

La travesía



¡No resistí más estar ya sobre mis pies y caminar a oscuras! ¡Caminar, sin saber hacia dónde! Busqué el trecho del descanso. Avancé a esconderme en lo que parecíame un claro en el boscaje. Me tiré detrás de un árbol. Durante días no tendría la ventaja de una Luna redonda ni de estrellas. La última luz que ví fueron los faros traseros de la camioneta de los Rednitz. Tampoco la ventaja de una manta para protegerme del frío o de las picadas de insectos en la noche. O de ratas. Este fue uno de los días miserables que nos tocan. Hay que padecerlos irremediablemente: hoy nací para el frío. El hambre abofetea mi cara. Caminaré con cansancio y las tinieblas y la luz me acusarán. Hoy es un día de desaliento y miseria como no habrán otros días.

Llorar no fue tan inútil. Evité pensar en el sepelio. La decisión, el coraje (la valentía) y la vitalidad ya han sido atacadas y fue necesario mi esfuerzo de olvido. Un desafío me compele a olvidar mis destrozos. Aún no sé en qué consistirá mi remedio. Me siento robado de mi fuerza afectiva, de todo lo hermoso, el optimismo y la alegría por vivir. Dios no contó conmigo, al parecer, para que viniera sobre el luto este azote.

Sólo me he dedicado a caminar, al parecer, iba rumbo a Calafia. No hallé un rótulo que me informara una dirección feliz . Estuve tan cansado, al cabo de unos días, cuando ví el primer automóvil. Alguien me preguntaba, en inglés desde el carro, por dónde se va a la Sierra San Pedro Mártir. Todo desencajado, por el hambre y mi baja temperatura, emití unos murmullos que los viajantes interpretaron como idiotez o demencia.

Es frustrante no entender la geografía ni qué travesía local va hacia algún punto. He sentido que mi ignorancia es peligrosa y conlleva a soledad. «Cuando quieras conocer al mundo, llévate un kumuai de San José de la Zorra o de Juntas del Neji», escuché que una vez aconsejaron los Rednitz. Estos indígenas son buenos guías. Viajan y de Ensenada se conocen los secretos. Cada camino les habla.

Tal vez Adán Jr. y su pandilla me engañaron al describir cuál es el rumbo que me llevará a Tijuana. «Cuando veas helicópteros que clavan con sus reflectores las cercanías de la tierra que pisas, cuando veas un francotirador, tal vez de la border patrol, teme, cuando veas un convoy de camionetas de doble tracción, motoconformadoras y tractores y gente que construye o repara una oxidada valla de lámina, puede que estés en Tijuana».

Tijuana fue tierra de nadie, zona de guerra. Del diario de mi Padre, recordé referencias, particularmente, sobre la Tijuana de los primeros años... cuando mencionara los litigios del Abuelo con los gringos; del pasado sí que abundaron las referencias. Entonces, ciertos pioneros de la gabachada avanzaban hacia el Territorio de Baja California. Provenían, o se organizaban desde Los Angeles y, al fin, tomaban las nacientes ciudades de Tijuana y Mexicali.

19 de marzo de 1972
Para el primer decenio del 1900, por los contornos de nuestra aldea, inversionistas se interesaban en la compra de tierras. Lamentablemente, para casinos y cabarets. También inmigrantes inconvenientes los seccionistas... algunos si estaban inspirados en ideales socialistas, o en el anarcosindicalismo, poseyendo algún compromiso con la creación de una República Independiente, como la que pretendía el Partido Liberal Mexicano (PLM). Otros eran aventureros, asesinos y delincuentes extranjeros que, con el pretexto de obrerismo e insurrección, daban rienda a instintos criminales... Francisco Madero se rebeló contra Díaz, que con los menonitas fue cooperativo... Con la Revolución, la colonia vio peligros. Díaz huyó a Francia en 1911. La violencia nacionalista, o la que se instigara por invasores y gánsters, en el Norte de Baja California, impuso negociaciones.

Ese papel se lo asignó mi padre porque él quería que creciera la villa menonita y atrajo más pobladores que cualquier otro dirigente; pero el fraude electoral en desfavor de Madero, la Revolución y el bandolerismo, dificultaron la prosperidad y la paz. No hay esplendor adjudicable a una prosperidad alcanzada con vicio y sospechoso es el auge, cuyo símbolo en la economía es el Coliseo Juárez o La Ballena, anunciada como la Taberna Más Grande del Planeta. En 1926, el Coliseo Juárez fue el espacio abierto para peleas de box y gallos, carreras de cabellos y perros, kermesses y competencias atléticas. Dijo mi padre que el día de su apertura había más de 8,000 personas viendo cómo Jack Dempsey noqueaba a cuatro contrincantes en fila. Este fue el auge que, por carambola, produjo la Ley Seca, impulso de puritanos que limpian el Norte de vicio y ensucian el Sur, forjando acá un turismo fronterizo en base al licor que alllá no quieren, la sangre de gallos giros y la prostitución...


Este es el cuarto día de inútil caminar. Con señal de mi pulgar, pido aventón cuando veo un automóvil en mi rumbo. Cualquier lugar ha de ser bueno. Caminar ya no más. No sé donde estoy. Mi alma y mis pies se coinciden en el mismo dolor, la confusión, aunque el miedo... Sé acerca de mi algunas cosas, antes ignoradas: puedo comer hojas, explorar el sabor de raíces y bellotas antes no vistas. Sobrevivo con mañas de mascador. Para quien no ha salido de la ruralía del Valle de Guadalupe, ni tiene estudios, sobrevivir es conocimiento sabio, quehacer efectivo. Ensenada es inmensa y lo único familiar, por sus rótulos en carretera, son los viñedos de Cetto y Domecq... Me dijeron que buscara una ruta hacia el Ejido El Porvenir y, cuanto más alejado me hallara de la Autopista No. 3, buscara la No. 1, me apartara de El Tigre... Que busque, si vas a Tijuana alguna vez, lo primero, el Pueblo de Ensenada.

Me dormí, con mi cuerpo aún caliente. Lo ejercité en deambular. Unas imaginarias voces me hundieron en el sueño. Batallo, manoteo por instinto, semidormudo quizás, con mosquitos o garrapatas, o sabe uno qué bichom que me visitan la cara. Me quite una camiseta para mi rostro sufra tanto mientras duermo. Con ella también limpio mi sudor, me cuido del sol y su capacidad cegadora... Duermo: slguien habla sobre unas patrullas diseminadas «allá a lo lejos» y da el nombre al lugar, el Cañón de la Cabra. Y yo oigo que existe un mar, el Pacífico y jamás lo he visto. Me despierto, dentro de algún episodio cada vez más profundo de sueño, y dos personas, alguna de las cuales no ví jamás, conversan, y Mamá Claudia me piden silencio. Es mamá en otro mundo, tranquila está o la veo... Es el Gobernador de la Baja California, el más desconocido de todos los seres que veo. Fue nombrado por Obregón, su antiguo comandante en el ejército Constitucionalista. Combatió la rebelión de Huerta. Quiere hacer en Baja California una Reforma Agraria y que se respete al sindicalismo. El Abuelo asiente. Seguro, por el Abuelo lo sé; pero, ¿cómo? no lo entiendo. Mi abuelo defiende la mano de obra mexicana; pero, condena el vicio y los efectos de la Ley Seca en este lado de la frontera. Por lo visto, Abelardo Rodríguez no lo entiende tan negativamente como el Molokano. ¿Eres confiable?, según el Abuelo, un poco. Rodríguez combate a los Yaquis y Zapata y pregunta por enemigos, todo el tiempo. Recuerda la voz del Abuelo: «Pues usted, si hace lo justo, no tendrá enemigos, Gobernador». Quiere indicarle que no hay enemigos gratuitos; pero, Abelardo saca enemigos, fantasmas ocultos, diablos azules, hasta de debajo de las piedras. «Plutarco Elías cree que usted es un progresista. Un ruso bueno. Cuente conmigo para llevar caminos a su villa y ayudar en lo que sea; sin embargo, quite de su cabeza la idea de que todo el mundo es cooperador. O generoso. O agradecido. Hay rivales gratuitos que nosotros llamamos: ¡Culeros, hijos de puta!»

Desperté completamente en pánico como si identificara a una serpiente, a mis pies, que atacararía al fin de su siseo. Mi madre se ha alejado. No su onírica presencia. Una discusión que tuve alguna vez con Adán Jr., me despierta apresuradamente, se hace obvio que mentalmente la oigo y ya hay luz en el cielo. Y una consciencia de la miseria que me ha tragado: Mis ropas sucias, humedecidas por el rocío, el cuerpo adolorido, el hambre que cruje, y nadie a quien besar en la mañana. El recuerdo del sepelio. Y una orfandad que parece divina. Que se me ha cortado de la grey en que crecí. No sé cuentas horas han pasado.

23 de diciembre de 1975
Ninguna mística es mayor que el hambre, sacerdocio del pan y el vino, oscurecimiento del deseo -el afán de morir y vivir al mismo tiempo. ¡La experiencia del incierto bocado, el pan de dolores con que se nos maldice! La muerte es la vecina de la vianda. Entre la boca y el recto: ¡el reino de la angustia es tan activo te da lo mismo sus caminos que sus desandares: el espacio del ser se vuelve trápala y templo! Dios y el pan son el mismo consuelo.

Si falta el pan, Dios muere para el hombre. Dios es la cena y el reposo. En la boca comienza y en el ano termina. Dios -con misteriosa bioquímica- se jacta. Si falta Dios, por no comer, muere por completo la plegaria, la honestidad del salmo: «Tengo hambre». El sacerdote hambriento de las calles el pan de la vida predica. Hoy más que nunca, Castigador del bazo, terrorista del arcano de las tripas, te conozco. Le sé los cuatro principales nombres a Tu Rostro. Te veo en la desnudez cuando a la zapa como chucha te descubres y enciendes fogatas en suburbios y calientas tu aliento. No eres otra cosa que lo que se urge de alimento: (1) azúcar - bloques de carborihidratos, (2) aminos - desfile y cadenas de elegantes proteínas (3) eficientes almacenes de lípido; (4) y nucleótidos. Cuando te veo comiéndole las entrañas al mundo, muero en el trigo de los cielos y en el pan de nobles y te odio. Cuando te dispensas, con urgencia embriagante de energía, feliz como abundancia de placer y asueto, servido en cada estómago del ansia, te amo.


Despertar, a golpe de bostezos, me hizo caminar otra vez. Algún sucio poste con la señal de una ruta hacia Tijuana me hizo pensar, con más optimismo, que Adán Jr. no me había engañado del todo, sugiriéndome que me nortearía adrede. Parecerá idiota; pero, ya no estoy seguro de la fecha en que estamos. Algún día será de 1977 o del 1978. En Chichihuatl, donde estuvo la granja de papá, desde que el murió no existe el tiempo. El tiempo del reloj sólo los Rednitz y su círculo alemán lo saben. Todos los bávaros tienden a hacer calvos, excesivamente obesos, rigurosos en lo que ordan que sean otros lo que hagan. En mis sueños, los ágiles y delgados representan los minuteros. The minutemen. Los útiles. Los demás mandan.

Ya, para el mediodía, creí que un siglo suma unas pesadas horas como las vivas. El tiempo pesa un siglo sin Dios, en hambre. Y la ciudad tan lejana aún. ¿Qué necesidad hay que sea Tijuana? Ya sé que hay rumbos diversos, aquí mismo en Ensenada.

«¿A dónde vas?», me han gritado.

Digo Tijuana y me contestan Tecate. Digo Tecate y responden Mexicali. Digo Mexicali y, al fin, Ensenada. El Malecón. El Puerto. Pasó un automóvil tan velozmente por alguna calle que miré desde riscos. Bajaré a la autopista, aunque sea escaso el tráfico. Conservaré tercamente el anhelo de que algún ruletero, sea mejor... turista, me halle y no se fije que llevo... sepa cuánto sin darme un baño, sin ver un río, sin contar ni un centavo... Por primera vez no me gusta cómo huelo. Ni ser pobre y comprendo a los cabrones Rednitz, toda su envidia a que tuvo más y lo presta o lo obsequia como quiere. Pinchi molokano, si en realidad... hubiese sido un Stroganoff, ni mi padre ni yo estaríamos tan jodidos... [Mejor no pienso en esta ira, mi estómago vacío, y el pasado molokacano, menonita, la mierda]...

¡Ay, si alguien coincidiera por algún desvío y diera conmigo! Que algún caminante o conductor me dijera: ¡ya estás cerca! ... tengo mi sed de milagro. ¡Ay, si pudiera decrecer el miedo a la Babilonia, porque lo que conozco de Tijuana no puede ser más triste. Adictos, ebrios, putas, maricas, ladrones... Más triste que aquello que mi padre, al meditar por escrito, dijera sobre el estado de posguerra de Varsovia, Berlín y Rotterdam. «Y Londres en ruinas, ¿lo imaginas?» ... Pero, ¡qué terco e incoherente soy yo! que al lugar donde mataron a mi padre voy, ¿ah? a fin de confirmar si es cierto que escribieron sobre él una canción, o corrido, o si hay en verdad la tal zona de «Agua Caliente». Si llegara a tal lugar, me bañaré... Serán unos manantiales de aguas termales y en una antigua propiedad del general Rodríguez, uno que fue hasta Presidente y le dio tratos amargos al Abuelo Molokano.

Tiene que ser terco alguien que va rumbo a Tijuana y no sabe dónde va, ni dónde queda el Norte o el Sur, y a quien la Tijuana que busca le parece una feria. O una paz porfiriana en la que el abuelo puso algo, ¿que será? Un mundo como Disneyland, que alguna vez miró de una tirilla del periódico, porque en ese mundo las ratas hablan y hay patos millonarios y perros muy tontos... todo es maravilloso o cómico en Disneyland. Una vez vio en el mismo periódico que existen rusos que han ido a la luna y que hubo tiempo en que se discutía, lo que ya parece tan absurdo, «la idea del esclavo por naturaleza», el nacido para una sola finalidad, obedecer y sufrir.

* * *
Ahora ya no lo piensa dos veces para recoger un diario que al parecer han lanzado fuera de un automóvil y se va despapelando por los aires. Quisiera avanzar para recoger alguna hoja; pero sus pies están hinchados y camina renco, como si doliera la tullidez en la imaginación . Le duele el frío aunque la temperatura sofoca, a quien no es él. ¿Qué día será hoy? No entiende por qué la fecha importa. Se esfuerza en saber, en ver señal y se siente triunfante porque bajó a un trecho de autopista por el trofeo de una página de diario.

Este es el chico, quien en su vida a la mejor ha clavado sus ojos una o dos veces a un diario, y este es el triunfo: Sospecha que un día será entre el 10 y 19 de agosto del 1977. Por lo tanto, infiere que Ensenada aún celebra su fiesta de la vendimia. Han de ser días felices para los Rednitz, porque sus uvas las vende a los Cetto en esta temporada y envía unas grandes cajas de uvas que se sirven por racimos en la Misión de Santo Domingo.

Si es la fecha, en travesía a caballo, a la usanza de vaqueros, la gabachada baja desde la Sierra de San Pedro Mártir. Cuando la misión de los dominicos existía, uvas de Bibayoff y Güeldres, quesos de los Arnol y Delfnij, eran los obsequios menonitas a la Misa al Santo Patrón; hoy todo se compra, se arrienda, se organiza con jaripeos, bailes y promociones.

Proveniente de un lugar que han llamado Sierra de San Pedro Mártir o La Montaña del National Park, a casi 240 kms. del sureste de la Ciudad de Ensenada, un camionero responde a la petición del muchacho. Tenía las botas en la mano; los calcetines sangrados y los pies hinchados.

«¿A dónde en Ensenada?»

«A donde pueda ir a bañarme, a una playa».

«Tú estás perdido, gabacho, ¿verdad?»

«Sí».

La dio tanta pena, al ver cuánto cojeaba, que lo dejó en La Primera. Le mencionó lugares como El Sauzal y Maneadero, donde podría recibir ayuda médica, aún cuando Simón dijo que no tenía dinero. Por la gentileza del camionero, bebió agua y comió de una torta de jamón con queso que él llevaba para merendar en el camino. Después de comer vorazmente, el chico comenzó a llorar y no paró hasta que lo bajó donde le dijo.

«You're one block away from Ventana al Mar (Window upon sea), la avenida, ¿ves la bandera mexicanota desde aquí?»

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Monday, April 06, 2009

El moralismo preceptivo


«... ¿por qué no me lleva usted a donde va? Usted entra y sale de la aldea miserable. Lee los periódicos. Tiene luz eléctrica y radio, consulta y lee libros y revistas... ¿Qué otros individuos hay aquí con tales privilegios? ¿Rednitz y usted, los socialistas? ... Menno, desde su fosa, nos ha condenado a moralismo y desigualdad, ¿no? ¿Qué diferencia entre Menno y San Agustín? Y si Séneca se abre el pecho y se desangra, ¿lo haremos? Hay distintas formas en que Nerón nos entrega un cuchillo envenenado o cicuta con el mandato: «Bebe y muere». ¿No cree usted, señor Güeldres?»

El día que el Benefactor Molokano dio el Sermón sobre la Maldad Entretenida picó la cresta, sin saberlo, a la hermana de Claudia Delfzij. A Margot no fue agradable la vida humilde y comunal en Ensenada, pese a que sus padres le describieron cómo se vivía en su tierra natal durante los años de posguerra. Desde que nos dio compañía, con Claudia, recién casada, otro hermano y parentela, a Margot dijeron: «Oramos por tí. Agradece al señor Güeldres la hospitalidad de los menonitas... Acá es el caos». Una hambruna, como no se conocía en más de un siglo, surgió en Holanda y se agravó, año tras año. «Benditas ustedes quien salieron de Amsterdam a finales de 1944».

El benefactor tenía dónde llevarlos y les dijo: «Es un lugar de paz. No faltará alimento. Ni faltará techo. Toda la comunidad aporta trabajo para hacer la casa adicional de los amigos, o futuros hermanos».

Y, cuando los padres oyeron al benefactor, cuando habló con ellos por primera vez, dijeron: «Sácalos de aquí porque el hambre arrecia y el dinero vale poco y no basta cuando falta alimento y los inescrupulosos sacan las uñas con maldad, encarecen hasta el pan. No hay ayuda, sino hambre. Apíadese usted de nosotros, Güeldres».

Apenas Margot vio que los más afortunados engañaran el estómago. Fude de las afortunadas que se fue; pero, bien supo, por Claudira, que los víveres de ayuda de emergencia, también los suplementos para servir a los enfermos, escasearon. Fue la razón por la que Iván dijo a su padre: «Claudia y yo, nos vamos contigo. Es tiempo de ir a la villa que tienes en Guadalupe, donde nací». La capital neerlandesa estaba desastrada y la devastación agrícola repercutía en las condiciones de escasez en otras naciones del continente europeo. «No hay donde ir, acá no hay esperanza».

«Sí, sí, todo el que quiera venir, que venga conmigo. Yo tengo dónde llevarlos por el tiempo que quieran». Estas fueron las últimas palabras a la familia Delfzij. Los porcelaneros.

«Quizás Norteamérica sea el único rumbo», dijo el hermano todavía incrédulo. El fue el primero que dijo 'les acompaño', pero también fue el primero que dejó a Ensenada y se fue rumbo a Los Angeles, tentado por las babilonias... «Y, ¿quién tiene el dinero para viajes, empresas colonizadoras y quién los contactos?», preguntaban los Delfzij. Para no poner toda la carga en el Molokano, se negaron muchos de los Delfzij a emigrar e hicieron peripecias para sobrevivir en Holanda cuando se fue. «No creo que se justo que se le agrave, señor Güeldres. Ahora se habla de alemanes en fuga y espionaje».

«Mi contacto es México, donde tengo amigos en las autoridades», dijo él. «No teman al viaje. Y el dinero no faltará», les dijo.

«Ten paciencia. Amárrate a los Güeldres-Stroganoff», se leía de las cartas que recibía todavía Margot, desilusionada, aburrida, porque no había electricidad en la aldea. Quiso largarse del lugar a donde fue conducida por el Benefactor, largarse apenas vino. Todos los advirtieron: «Te irás; pero tén paciencia».

Para el invierno del 1946–1947, por la gravísima hambruna, el Secretario de Estado norteamericano, George Marshall, en conjunción con William L. Clayton y George F. Kennan, propusieron una iniciativa o plan de reconstrucción europea, que se anunció con bombos y platillos el 12 de julio 1947. Holanda obtuvo financiamientos por 471 millones de dólares en 1948 y la concesión de estas ayudas y recursos hizo que la Tía Margot, hermana de Claudia, reventara de ira contra el Viejo Molokano. Ninguna persona lo refirió así, tan irrespetuosamente, por la simple impresión de sus barbas. Un día obtuvo un periódico que discutía el plan.

Y con petulancia, le exigió: «Déme el dinero para yo hacer el viaje a Holanda. ¿No es usted un Stroganoff?» Y el abuelo se ofendía porque no le gustaba que se le torturara con un secreto de familia y una pena. «Su madre no ha sido perfecta, mas bien, buena coqueta», supo.

Margot ofendía sin desearlo. Exageraba: «No sea miserable conmigo porque ésto ha sido como un campo de concentración... No imponga sobre mí ni sobre su nuera su moral penitencial, su sentido de virtud. Queremos irnos... Usted nos tiene cautivas... No somos menonitas. Ni somos molokanos... Su hijo si lo es, que no haga de Menno una carga para su esposa. Claudia, mi hermana, no es menonita. Ella es frívola, burguesa, tenía ilusión con las artes; hay que devolverla a su camino natural, a las grandes ciudades, donde el arte vive».

Lo que dijo fue hiriente y procedió a mucho más. Describió cómo se vive en la colonia y «a una mujer tan hermosa, a una artista, un pueblo con coercitivas normas, tuvo el poder de transformarla en campesina, vestirla como una monja medieval, obligarla a rezar en un alemán que no se habla en Holanda ... y yo, señor Stroganoff o Van Vankren, no veo virtud en ello. Me causa lástima. Esta vida es dura, aburrida, traumatizante».

Margot recordaría, todas y cada una de las palabras del Sermón sobre la Maldad Entretenida.

«Para usted es fácil definir el pecado. El que se va y no trabaja. Su visión pesimista del mundo requiere esta ética del aislamiento. Menno es el nuevo San Agustín y su San Agustín no pide rodillas peladas. Ni rezos ni himnos. Basta el mutismo de esas mujeres que no saben otra cosa que criar gansos y atender sus sembradíos de verdura, coser, lavar, fregar los pisos y parirse para aumentar los críos de servidumbre... y mi pobre hermana no puede parir, porque sus huesos están cansados de esta vida dura de la villa... y yo no la puedo ayudar, voy arriba abajo con ella. La cuido; pero no crea que voy a atender cabras, o lapachar sobre mierda de gallineros, o cuidar del caballo del médico», había dicho la Tía Margot.

«Usted, Margot, me dice que siendo mayor que Claudia, no es útil ni productiva en la villa. Usted cuenta los días del regreso y tres años aquí y no ha aprendido nada... ni siquiera a poner un botón a una blusa Eso es triste. Eso no es virtud... ¿Sabe que hallará en Amsterdam cuando regrese: filas de hambrientos y desempleados. Ahora hay ladrones en abundancia, calles con prostitutas, y mujeres que agradecerían una aldea como ésta, donde no hay que venderse para dar un pedazo de pan a los hijos... Aquí la vida es aburrida para quien no se integra a una labor, a aprender algo nuevo y puede ser aprender a cuidar a los niños, aunque no sean los nuestros».

Sea como sea, aún se acusa al Benefactor, de consolidar un moralismo preceptivo. A todos los que quieran irse él dice, váyanse. A los que entre 1920 y 1930, hicieron de los ranchos de Tijuana, una pequeña Babilonia los condenó. Dijo que eran los gringos, insatisfechos de que Enmienda Volstead les prohibiera la maldad entretenida, el gusto del licor y el exceso, los juegos de azar y la crueldad. Así destruyeron a los Molokanes rusos en Guadalupe. Sólo los fieles se acordaron de la Familia del Pacto y su pequeña villa de Ensenada.

«No hable sobre tí, Margot. Hablé contra los gánsters que desde 1927 nos han rodeado y del Gobernador Abelardo Rodríguez que quiere estas tierras para que tahúres de la talla de James Croffton, Baron Long y Writ Bowman transformen a gente de trabajo en viciosos... Me dices: ¿por qué no me lleva usted a donde va? y yo te digo que dónde voy, combato a demonios que no lo parecen porque andan, muy bien vestidos, pero su negocio es un turismo malo, con la oferta de juegos, alcohol, opio y prostitutas. Una zona de tolerancia. Una Babilonia que rodée esta villa santa que te ha dado de comer, no te ha pedido nada. No te ha exigido que tomes una picota y labres de la tierra, como cualquiera de esta mujeres bellas que alguna vez tuvieron un sueño mundano... No te has casado y labriegos se han acercado a tí a llenarte de devociones. ¿Qué prefieres? ¿Halagos de gángsters disfrazados de hombres de negocios?»

«A usted lo llaman Boca Brava, Cosaco», dijo Margot.

«Siempre hablo contra el vicio que corrompe la virtud y no confundo el progreso necesario con cabaret ni casinos como el Foreign Club, el Molino Rojo y El Montecarlo... ¿Es allá donde quieres ir conmigo? Lamento decirte que yo no voy allá... y que los ejecutivos de la ABW Corporation son los que me llaman boca-brava, ¿a quien le has oído que soy un boca-brava?»

7 de octubre de 1974
Esta anotación es importante. Puede que la leas y no entiendas. Margot te visitó hace cuando tú eres muy niño. Es una tía buena y buena hermana. Envía, sistemáticamente, esos libros que Claudita guarda en un baúl, libros de arte que había dejado en Holanda. Libros que son muy amados y los pone bajo llave para que nadie se los quite y, si Dios les pidiera que no los lea y nos vuelva a mirarlos, ella los dejaría y si Dios pidiera que se hiciera una pira y los queme, ella lo haría. Pero Nuestros Dios, según el conocimiento que, por intuición admitimos, no es la Inquisición y no es tan mezquino que diga: No recuerdes los libros que fueron la alegría de tu niñez ni menosprecies los dones que Dios mismo te dio, cuando eras alumna de arte y la admirada de tus padres. Será artista y pintará porcelanas... Margot ha anunciado su visita a la Comunidad al Pacto y puede que yo no esté presente por causa del viaje que haré a Chihuahua para prestar auxilio médico a mis hermanos menonitas... Salgo mañana y ella vendrá una semana después. Me temo que no podré saludarla.

Quizás observes alguna tristeza en tu mamá. Ella vendrá, con la mismas razones, que vino la primera vez. A pedir a ella y a mí que desertemos. Que volvamos a Amsterdam, o Rotterdam, porque gracias al Plan Marshall, Holanda es industrial, se recobró del desastre y su nivel de vida es ahora muy bueno. Los abuelos maternos han muerto; pero tus tíos son exitosos y algunos no olvidan la protección que se les dio aquí... Hoy Margot y su hermano que vivió, entre nosotros de 1945 al 1949, comprende que fue mucho lo que tu abuelito hizo por ellos, especialmente, durante la hambruna de 1944.

Margot vendrá y dirá que es mala idea que parezcamos atrasados, anurridos, sin fiestas y sin cantos... y dirá que estamos comidos por el tiempo; dirá que todo ha cambiado. Ahora, Simón, tienes el derecho de cambiar tus rumbos. Cumplida una cierta edad, el derecho a educarte y hacerte universitario... No pienses que ésto segundo es malo; pero, no pienses que la humildad del corazón es atraso y que, por tus oberoles y sombrerito, eres menos que cualquier otro niño. No permitas que nadie menosprecie a tu abuelo por los preceptos de moral que definió y que un día entenderás con más rigor. Da apoyo y obediencia a tu madre y dále mucho amor durante esos días. El abuelo también ha sufrido. Siempre ha vivido acosado por otros y buscando el justo medio.

El Abuelo no quería convertir su nacimiento tardío y cierto viaje durante el cual quedó embarazada su madre en una memoria de pena y estigma para ninguno. Ni para sus hermanos (o hijos de ella con el ingeniero, su único esposo) ni para otros que ahora se habían convertido en familia, o protectores de su familia en Rusia, antes que volvieran a Holanda. Con el tiempo, él pensó que, siendo amados y admitidos por los Stroganoff, ya ésto fue y sería más que suficiente y el buen Güeldres o Van Vranken, «con que agradeciera lo recibido cumplía».

«Aunque mi madre haya pecado, no somos siervos. Stroganoff no compró nuestras vidas y nos ha puesto un yugo de responsabilidad, ni nos requiere que seamos perfecto ni ante Dios ni ante ellos. Somos humanos», les dijo, «y no hablen mal sobre mi madre, porque, puta o no, es madre suya también. Olvídense del qué dirán. Con vanidad no se come».

Ese día asistieron a la ceremonia de títulos en San Petesburgo. El Abuelo se diplomó de abogado y pensaba exhumar a su madre y enterrarla en Rotterdam. Descubrió que ese fue su deseo y lo dejó escrito en cartas, en diarios, en notas de recordatorio, hasta que llegó este día en que el Abuelo lo materializó.

«Viajaré. Todos me lo piden o esperan que lo haga».

Es que la Señora Van Vranken visualizaba este día. Lo que quiso de este modo y todos los días lo puso en su mente para que se posibilitara. Se vio dentro de un arca cineraria en la misma casa de Rotterdam, alguna vez incendiada, en que vivió muy jovencita y donde tuvo a sus dos primeros hijos. Ella, con un viaje imaginario y mental, ve al Abuelo que la regresa a Holanda. Al fin, es un joven abogado, guapo, elocuente y bienintencionado. «Abogado es quien enseña a los hombres a desear lo bueno; instruído en ley, piensa en todos y no quitará a nadie; al perverso, enseñálo a que pague y al bueno a que acepte los regalos del Universo».

Bastantes estímulos que recibió de ella. El aprendió a dar las gracias al Universo por todo lo que tuvo, sea una madre que, como dijeron sus hermanos mayores, «es coqueta, indiscreta y no guardó luto». Un día lo dijo: «Agradezco al universo que no nací de una hiena. O de un gorgojo». Hablaron del pecado de una madre. Lujuria, supongo.

«Tal vez necesitaba más más pasión, que la que recibió cuando estuvo casada».

«Tú no debíste nacer… bajo esas condiciones».


El Abuelo supo que su madre, tan extrovertida y espontánea, se excedió de cariñosa, porque vivía entre hombres. A ninguno ofendía, a todos los respetaba, y les daba la comunicación que puede una mujer, cuya virtud fue sentirse linda, ser sincera, cálida, simple. Se sentía galanteada, a veces insegura, fuera de lugar. Cualquiera que llegara a darle un apoyo, la hacía feliz y por ésto le pareció vulgar a sus mismos hijos. A ellos se les subió la cultura aristocrática a la cabeza. Empleos y vida cortesana los apartó de ella. El proceso de juzgar a la madre se fue haciendo amargo para todos, excepto para el Abuelo. Los Stroganoff que le hablaron de su madre coincidían. «Es una mujer sencilla y siente nostalgia de su país. Ese es su único defecto».

Ella quería recibir muchas cosas que no son materiales. Y les llegaban, como si las anhelara de corazón. Eran tipos de amor, porque sus hermanas estaban ausentes, amores no siempre sexuales; pero sí, podían serlo. «Es una mujer apasionada, que se deja querer y quiere querer. Todo lo que quiere lo hace suyo, sin esfuerzo alguno».

El Abuelo dice que de su madre hubiera aprendido mucho; una de las cosas habría sido que la naturaleza / el universo / a cada objeto lo hace para una sola finalidad, mas, por el contrario, al hombre lo hace para muchas. La pluralidad de deseos que inquietan al hombre es cuasi infinita. A veces, al reflexionar en torno a escritos de Platón sobre la desiguldad de los hombres, «tan diferentes los unos de los otros», piensa que son muchas las funciones para las que los hombres están aptos, aunque sean vacilantes ante los incentrivos que da el deseo. No se muestran seguros de lo que quieren; no piden todos los días lo que más desean ni sellan con la convicción de que ya es suyo lo que les urge y desvela. Su madre decía que la concreación del deseo está en el futuro y que el presente involucra la tarea de enviar un recordatorio al Universo para que se cumpla, «el Dios-Universo otorga todo lo que se pida a quien es como una ladilla molestosa, que pica y pica, por amor a su deseo». Así fue el carácter de ella y su actitud ante Dios: La Naturaleza está bien hecha; el Universo-Dios, por igual; pero tenemos los deseos disparejos, evanescentes y la felicidad se nos va de largo. «Creemos en hacer deseos, no en recibirlos; no, no, hijo. Lo único que yo llamo deseo es lo que es imposible que lo haga yo misma. El deseo es una colaboración. Es la forma más humilde de solicitar ayuda».

Y según envejecía, dejó de hacer cosas más pequeñas que el deseo para hacer las más grandes y hermosas, que son las cosas del deseo. Cosas divinas.

«Habríamos sido muy felices si a nuestra madre no le hubiese dado con cometer locuras ya vieja».

«¿Cómo cuales?»

«Parirte… Tú no debíste nacer… bajo esas condiciones».

«Las únicas condiciones que yo entiendo que te afectan o molesta son las tu vanidad, hermano. Esa pasión es mala porque ni te libera ni te hace virtuoso. No soy ni más libre ni más esclavo, ni moral insano ni naturalmente objetable porque mi madre me haya parido fuera del matrimonio. No he nacido por ésto ni más loco ni más cuerdo. Yo pienso en dos seres felices que me han dado la vida… Tú te preocupas en torno a qué heredaré, o si a tí vendrá menos riqueza… ¿De esas condiciones me hablas?»

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Sunday, April 05, 2009

¿Está seguro que no es un Stroganov?

Dijeron que es un Stroganov y él lo negaba. Este fue un asunto privado.

El Abuelo Molokano pasó a Rusia y sirvió a la familia del Barón de Stroganov. Aprendió el ruso, luego el alemán y el holandés, también el francés y el español. Entre los aldeanos de Ensenada, curiosos de su parentezco, persistió el hábito de llamarlo el Cosaco Stroganoff.

En parte, en su tiempo, cuando meditara sobre vínculos y memorias de su crianza, el Abuelo creyó que hubo cierta justicia, no en llamarlo cosaco, mas sí Stroganoff. No daba la mano a torcer y negaba ser un Stroganoff, por la vía paterna. No es cosa que deba importar a la gente. Se absorbió, con más gusto, en el símbolo que Gueldres encarnaba. «En Holanda, fue donde los Gueldres dijeron: Patria mía, o se sintieron sociales». Quiso el apellido de sus hermanos mayores, ahora siervos de rango, pero, empleados en el extranjeros. Ser Stroganov, aunque honroso, aristocrático, sería como su jactancia y puede que, sin desearlo, ofendiera a las dos familias. La que en él pesa sentimentalmente; la otra, la que como anfitriona le enseña a percibir el significado práctico de ser benefactor.

Es preferible que sea la cabeza herida de un dragón de Netherland que la Bota de un aristócrata ruso. El sabe que fue un hijo putativo... y, como dijo su hermano, al que rompió los dientes, «y nuestra madre tan putaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!»

Pues bien, al Abuelo no gustó entretenerse con memorias que dataran de mucho antes del 1905, en días de la guerra ruso-japonesa, fecha en que se hiciese molokano y aprovechara el permiso del gobierno de Nicolás II, el Zar de todas la Rusias, para emigrar con otros interesados a otras tierras. Fue inquieto, aventurero. Rusia le aburrió, sentimiento que tenía en común con su madre. Con algún Stroganoff, husmeó por Alaska, supo de la venta del inmenso territorio de los osos... ni siquiera el beber vodka le atrajo; tenía poco en común con los rusos, los griegos y las ortodoxias en general... y decía que las cosas para él se prueban, «cuando se las toca y se las ve, cuando sus sentidos van a cerciorarse, empíricamente, de causas y efectos».

A él le gusta que Dios lo bendiga, provocarlo para que lo haga. Le gusta buscarse problemas porque Dios vendrá a la problematicidad concreta y lo ayudará. Cree en mundos físico-mentales que llama Noosferas, o capas del pensar, idea que tomó del geoquímico ruso Vladimir Vernadsky. A veces alude a Jules le Roi, para aludir a la existencia de un cerebro mundial –o gobierno de campos electromagnéticos que son elementos de la noosfera y del mismo ADN. Cree que hay, manifiestos como cinturones de radiación, pensamiento planetarios, misiones kármicas y globales... Y los molokanos mismos se asustan: «A veces hablas como un ateo». Lo reprochan. Lee a Vernadsky.

En Ensenada, a Fredrika de Bülow la trataba con el cariño que se tiene a una hija. Le confiaba sus penas de viejo, cuando su nuera Claudia no estaba para escucharle. A ella fue quien dijo que, exactamente, no supo quien fue su padre biológico. Al menos, dos de los Stroganoff dijeron: «Creo que soy el padre». Quien fue su madre y el segundo esposo de ella, sí lo supo. Fue más obvio. Aquellos hombres eran gentiles, con él, y con ella... y con todos.

Da su recuerdo de la madre: «Le tenía pánico al desamparo; a la miseria y quería asegurarse que sus posesiones en Holanda no habrían sido reducidas a cenizas, por segunda o tercera vez. Sentía horror al fuego; temía ser quemada en una hoguera y lo soñaba una y otra vez. Temía que no hubiese hombre con suficiente tiempo para ella, divertirla y quererla, con mimos y sexo, como le gustaba. Mi señora madre era ardiente, no absolutamente modosa, como las mujeres en aquellos años, donde no había derechos, sólo clandestinas osadías, y para una mujer ser feliz tendría que ser puta, económicamente poderosa e independiente y culta. Mi adorada madre tenía los atributos para ser feliz».

Su primer marido sí fue valiente. Este fue su modelo espiritual. También lo fue del Abuelo Molokano. De éste si le hablaron orgullosamente sus hermanos. No tenía miedo al poder represor y, por causa de su valor manifiesto, el Barón ruso dio la distinción de Imenitiye lyudi a los Güeldres - Van Vranken. Lo contrató para sus empresas y lo seleccionó como un amigo al que querría cercano a él, en las buena y en las malas. «Se nos dijo Imenitiye lyudi», aseguró el abuelo, sabiendo ya que fue bastardo de algún Stroganoff, y que su padre sería alguno de los que acompañaba a la viuda Van Vranken cuando dba sus viaje cortos a Rotterdam, «para ver si seguía con propiedades, con ahorros en el banco». Ella quiso valer algo para su país. «Rusia es tierra esteparia y fría, Holanda es, para mí, tierra baja y fría; pero con agua caliente y mi lodo nato».

Ella se regresó a Rusia, «de donde no debió haber salido», porque, la prensa identificó a sus acompañantes, anhelantes de escándalo y a la pareja, sus progenitores, la llenaron públicamente de improperios y, en la comidilla social de la aristocracia de Amsterdam y Rotterdam, vaya que fieron la miasma del lodo. Esto hizo que del título de Imenitiye lyudi / gente ilustre / se hiciera jiña. De cierto que la compañía holandesa de las Indias Orientales tuvo que ver en el giro de esta Rueda del Mala Fortuna. Pero el Abuelo Güeldres dijo que «sea lo que sea, Dios, es kairós, arreglo propicio y conveniente a los tiempos y espacios, la edad y geografía». Fue un optimista, no el verdugo de sí mismo, y se sabía amado y él mismo amaría, «predestinado a amar, porque se sabía ilustre, con la señal de un título que no se concedía tan frívolamente».

«¿Qué será lo que Dios anhela de mí?», solía preguntar cuando más solo se sentía entre los misioneros de Guadalupe. ¿Qué querrá de mí la Noosfera?

Todavía a mediados y finales del siglo XIX la Familia Stroganoff / o Stroganov / tenía su influyente presencia en la Corte de los Zares y, desde un siglo antes, realizaban obras de misericordia y filantropía, como fueron la creación de numerosos hospitales, iglesias, monasterios y escuelas. El barón halló que los Güeldres, padre e hijos, fueron organizadores, políglotas y dan positivas razones de sus viajes. Los hizo, por tanto, sus favoritos para cumplir con los auxilios filatrópicos que deseaban. En tiempos tales, faltaron hombres de confianza. El tamaño de la familia Stroganoff se redujo por diversidad de causas. Alejandro Sergeievitch hablaría acerca de gentes y tiempos desilusionadores, siendo que todo el mundo, al parecer, robaba, o querían hacerlo para dar seguridad a sus vidas [«y lo hicieron»] a los Stroganoff.

«Mi familia ya no es la que fue siglos antes». Quería explcar que los Stroganoff, en el Siglo XVII, financiaron las campañas militares que Pedro I (el Grande) libró contra Suecia. «Ya no somos guerreristas». Habían sido, como familia, una máquina de opresión y despojo. Ahora saben que, hasta en las ciudades de Rusia y los suburbios de Moscú, hay hambre, necesidad de escuelas, hospitales y «la necesidad de misericorda, se vuelve inestabilidad social y política».

¿Qué haría la familia Güeldres para que la familia Stroganoff no fuese comparable a la Compañía Holandesa de las Indias Orientales? ¿Cómo lavarles la cara? Y las proposiones fueron muchas… Cosas tan simples que Alejandro Sergeievitch, ni sabía si creerlas o no. De hecho, por no hacer cosas simples como tales, el Barón Alejandro perdió unas minas de sal y otras minas que habían adquirido desde el siglo XVI. Los falsos amigos e inscrupulosos administradores se quedaron con ellas para 1850 y 1870.

El Ingeniero Güeldres fue excepción todo. Fue el rector más honrado de un Institito Privado de Industria y Artes que Alejandro puso a su cargo; el administrador más eficiente, el amigo más leal, el defensor de su casa real ante nacionalistas y extranjeros y, cuando para heredar la fortuna de los Stroganoff, sólo quedaba la Condesa Olga, Alejandro y Olga convinieron para un compromiso de amparo a perpetuidad para estos holandeses, que serían los molokanos.

Y, aunque la viuda del ingeniero, se apresuró a tomar otro hombre, «no respetó el tiempo del luto por viudez», Olga la quiso. Y verdadero primer molokano, que se radicó con México, creció en la buena cuna que se le ofreció. Los Stroganov se aseguraron de que esta familia viviera como ilustre, siempre protegida por el Barón Alexander Sergeievitch Stroganoffs y su descencencia, inluyendo a la Condesa Olga, casada con el Príncipe Shcherbatov, una de las más antiguas cepas aristocráticas que dataría de los tiempos del cuasi legendario fundador del Estado ruso, Rurik.

Y el dilema fue que, a causa de la Revolución de 1917, se estaría a punto de que se les confiscara la riqueza a la familia Shcherbatoff-Stroganov. Se pensaba en las cuatro hijas de Oleg y la princesa Sophia Wassilchikoff; Xenia y Helene de Ludinghausen. Y los Güeldres que entraron en contacto con la realeza rusa en 1825, dijeron que una tragedia tal no sucedería. Aprovecharon sus ciudadnía e influencias en el extranjeros: artes diplomáticas, olfato.

El Tarabuelo (n. 1775) se trajo seis hijos a Rusia y a la heroica mujer que los había parido, desde la edad 14 años. Fallecido en 1865, dejó una viuda joven, quien manifestó su deseo de regresar a Rotterdam (Holanda) y conocer qué ha sido su familia que, por causa de su mudanza a Rusia, no tuvo informes sobre ella.

Ya que los deseos de la Viuda Van Vranken se tomaban como mandatos («así de amada fue la familia holandesa entre ellos»), se fue y regresó. Murió cuando su último hijo cumplió diez años y se lo dejó, a uno de los Stroganoff, que fue su padre y terminó reconociéndolo después de diez años de bastardía. «Pero fue un asunto de costumbres. Se le quería; pero, la aristocracia y las apariencias se sostuvieron». Es más, como anotó Güeldres, en la segunda generación, ya en Guadalupe, Baja California, «el dinero de Papá fue el que, en 1915, le heredaron los Stroganoff, y ya estaba, por acá con los molokanos del 1905, cuando se le llamó con urgencia para que recibiera su parte y y relocalizar a Oleg y la princesa Sophia Wassilchikoff; Xenia y Helene de Ludinghausen».

La historia es sencilla, pero data de generaciones. Alejandro Sergeievitxh fundó la primera academia privada de artes en Rusia en 1825 y su famila financiaba el Instituto que, después de la revolución, es todavía llamado la Universidad de Artes Superiores e Industria del Conde S. G. Stroganoff. El rector de la institución no fue otro que un ingeniero y maestro del Sur de Holanda, quien enseñaba la tecnología portuaria de su tiempo, enfatizando la necesidad de innovación.

Fue el Ingeniero en Rotterdam todavía donde conoció a Isaac Titsingh, oficial de la Vereenigde Oostindische Compagnie, [la Compañía Holandesa de las Indias: VOC], y se hicieron amigos e hicieron una buena labor para la Compañía. La muerte del cirijuano, mercader e investigador Titsingh, liberó al tarabuelo de un gran peso y prefirió dedicarse a la enseñanza de tecnología y humanidades porque, con los años y las nuevas coaliciones británicas de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales a la VOC, el Tatarabuelo atestiguó que el comercio asiático-europea se realizaba a expensas de valores en los que él creía. Con la muerte de Titsingh, todo dejó de ser igual.

El Ingeniero Güeldres estuvo a punto de quitarse la vida cuando comenzaron a presionarle intereses de la Compañía Holandesa por una conferencia ofrecida durante la cual criticaba los métodos utilizados por la VOC y gente con la que ya no quiso trabajar más. Dio la casualidad que por la presencia del Barón Alexander Sergeievitch y otros representantes del Gobierno ruso, los funcionarios de la Universidad de Rotterdam y los delegados del VOC a la conferencia, si bien lo dejaron terminar, estuvieron a punto de lincharlo. El «insensato» se despachó con la cuchara grande y su denuncia fue valiente: «Para mantener su monopolio, VOC acude a la supresión violenta de la población nativa, practica la extorsión y el asesinato en masa. Queman árboles de ciertas especies para obligar a las poblaciones indígenas cultivar otro tipo de producto o cosechas» y ésto sería el contexto mínimo de cuanto expuso.

El Barón Alexander Sergeievitch escuchó conferencista con admiración. Fue crítico ante la primera corporación multinacional en el mundo, la VOC y la denunció ferozmente. A nadie hasta entonces había escuchado con tanta valentía y verdad. «La VOC se excede con plenos poderes y son poderes nacidos de secretuvidad. Nadie se los ha dado. Dirige, o destruye gobiernos, no siendo uno en rigor: VOC declara guerra, negocia tratados, acuña monedas, establece colonias y mata poblaciones». Al viajar con el investigador Titsingh, por años, él verificó el trato de los mercaderes holandeses a las poblaciones de Java y otros puntos de Indonesia y las Molucas. «Quise verlo y dar este informe. Esto no puede continuar... Por cosechas de nuez moscada y clavos de olor, nos hemos deshumanizado y, ya no es sólo ir a burlarse de la gente; es el asesinato».

El salón de conferencias se convirtió en un hervidero de chiflidos, aplausos, insultos o diversidad de reacciones. El barón escuchó la respuesta al discurso y salió, a poco de convencerse de la tónica rencorosa con que se respondía al Ingeniero Güeldres, sin argumentos apropiados para desmentirle. Supo que echaron a disertante del VOC y de la Universidad, «no tendrá foro para sus mentiras». Vio que se dio maltrato, no sólo ese día, sino en los días sucesivos, y que ante individuo tan valiente se urdió su escarmiento. Si no se iba de Amsterdam, donde tenía su casa y su familia se le mataría,

El Barón Alexander mandó a que se le localizara y lo visitó en su casa, que ya había sido arrasada por el fuego premeditadamente. Fue la razón por lo que se lo llevó a Moscú.

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