Tuesday, March 16, 2010

Visiones con el Aquel Vigía / Llegas de un viaje por la Estigia



Dirás que, en pequeñas dosis,
pero Aquel Vigía de las Horas que flota
en ríos oscuros de la melanina,
ríos donde se lava la memoria dura
de cada sufrimiento, te dejó un poquito
de la luz necesaria, paso a los paraísos,
lámpara de viaje, kairós biológico,
manecillas de hebras
del reloj de amor divino.

Te dio temperatura
para que recuerdes el éter, magnitud
del prana y de zarzas ardientes
que el Ojo que Te Ve y mira hacia abajo
siempre testifica porque no te olvida
aunque estés densa y cautiva por la carne.

Te dejó la inocencia impregnada
de videncia latente para que escribas
con el dedo como ángel en desiertos
de sombra, sin luna, tu Ley, Alma mía.

Sobre Tablas del Akasha escribe el libro
sobre un mineral carbonatado, ávido de hidroxilos,
cortisol e hyroxyapatite, y admite que ganas
no te faltan de fugarte y conversar
de nuevo, cara a cara, con el Vigía.

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Llegas de un viaje por la Estigia

Dirás que, en pequeñas dosis,
aquel Vigía está en todos y contigo
que resurges de la fosa pineal de los secretos
y hablas del Viaje, el viaje de regreso
que destina a la tierra exogénica de la piel
desde la aguda somnolencia de la melatonina.
De regreso estás, viajera del río del Olvido.

¡Cómo ama su reloj eterno
Aquel Vigía, interno maestro, adecuado cronometrador
de tus rumbos y del tránsito hacia los días biológicos!
¡Cómo domina el crepúsculo y el alba,
ese señor que distribuye el flururo
y lo coloca allí, en el centro del cerebro,
sal de los Ha Sido, metal del agua del Olvido!

Dirás que, en pequeñas dosis,
pero tiene matriz Tu alma, matriz de cristal duro,
energía que transpira todo lo Real,
lo veas o no lo vea
y el Vigía te lo da para el centro metálico
de todas la enzimas, como fluoruro orgánico
para que elevar la resistencia química y térmica
de la juventud, si la quisieras, extraerla
tú misma de la salud del espíritu.

<>

El Ojo del Viviente que te ve

El Ojo del Viviente que te ve,
pequeño como un gabanzo, no te hará
cabeza de chorlito; nada es más denso.
Como teflón es el ojo de tu alma,
unida al carbono y a los flururos activados
de tu energía.

Este es el secreto del Vigía, sentado en la pineal
como sobre una peña:: Que tu ojo derecho mire hacia Arriba
donde está la vida gloriosa de Samej, y tu izquierdo
hacia Pei, providencia de mi boca cuando lees
lo que quiero para tí, la Fuerza del Aquí,
el habla del Aquí y Ahora...

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¿Quién cura mis ojos?

Aquel primer Padre, creyente oculto que me prohija,
quien se dio para que abriera la senda del manantial
y mis ojos, 70 años sollozó en los exilios,
con mis lágrimas rectificó pozos secos
y 70 ancianos eligió ante Moisés y por 70 naciones y lenguajes
me paseó por el mundo, antes que abriera mis ojos otra vez
y recibiera su luz, con el corazón arriba y los ojos abajo,
porque la luz no viene antes de ésto y se pierde
si no contemplas sólo al Rey, cuya Providencia
te da el Ain, letras del ciclo infinito,
visión libre de todo codiciar
porque codicia es el defecto espiritual del ojo
y la biga que lo ciega con lujuria
para que no vea el Deseo de su eretz
ni el ojo siempre abierto de Keter.

2.

El que cura mis ojos, el que ángel es del Ain,
el que me diera el secreto de Samej,
me ha dicho: «Sé sumiso al que te hablará,
guarda el silencio de Jash; sepárate de las máscaras
que los necios se ponen porque desnudo te observa
el Ojo del Anciano, Quien no tiene izquierda
ni bigas ni nube de sombras en él.
Sepárate para que te acoja en su Todo Abarcador
y en la luz trascendente del sovev kol almin.


El te dulcificará de arriba abajo;
te dirá León de Judá y tomará de tí las cualidades
que sirven, lo que has salvado y es bueno,
él sabe que vasija de materia bruta
es tu dragón y que en las canículas se inunda
tu corazón como el Valle del Nilo,
pero no seas metal de oro ni ardas para agotarte
fijamente en azufre; al oro que te llamo
es el Sol subterráneo, león alado,
fuego en la Altura donde mora el Ojo
del Viviente que te ve».

3.

Oh, ser equívoco, enmascarado de bestia luminosa,
sin mi luz, tus ojos están ciegos
y sólo percibes ilusiones, la perduración caótica
de lo que llamo a la vida, el transformismo de lo que va
cumpliendo sus etapas en la Vav del fluir
en el umbra de la Puerta de Dalet.
... pero yo dulcifico al hombre equívoco que escuchó
a Abraham, aquel primer Padre que te dí
y creyente oculto que te prohijara para Netsah,
la duración que eterniza la magestad de Hod
y el Rahamim de mi compasión divina
y mi Jesed de amor.

Quien se dio para que abriera la senda del manantial
y tus ojos, 70 años sollozó en los exilios,
con sus lágrimas rectificó pozos secos
y sus ojos te daré, ojos que me Ven
y no me confunden con lo infrahumano instintivo,
ni con fantasmas de la penumbra
ni con unicornio, ni fénix, ni tortuga, ni dragón.
No seré para tí, sino la Mashíaj en plenitud revelada.
No me sirves como planta carnívora ni vampiro lunar
ni como erizo de mar ni pez volador,
ni murciélago ni fase intermedia de ángel
o deva tenebroso... Para la visión del futuro perfeccionado
y utópico del mundo, te quiero.
Pero la voluntad de superación de formas dadas,
te hago llamado; para podersos sistemas estables
de proyección y la continuidad de la vida frente a la entropía,
te llamo... Persevera, simiente de Abraham,
gusano de Jacob, que tu ojo derecho mire hacia Arriba
donde estoy, glorioso de Samej, y tu izquierdo
hacia Pei, providencia de mi boca cuando lees
lo que quiero para tí, la Fuerza del Aquí,
el habla del Aquí y Ahora...

Teth, mi serpiente / Indice / Actualizado

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