FACEBOOK / Carlos López Dzur / Diálogo Digital / UPR / Revista TRIPLOV de Artes, Religiões e Ciências / Convocatoria al Estudio de Historia Pepiniana / Carlos López Dzur: Indice / Teoría de la sustentabilidad / El Vigilante y la Consciencia (Frags. 3 al 7) / Homenaje a Hebe / Vuelo de las Grullas / Kool Tour Activa / Letras Under / Revista / Revista Sequoyah #82 / Microrrelatos / Carlos Lopez en PR / La Naranja de OC / Ahamkara / Sadhana / ArgenPress / La casa y la Invasión de 1898 / LIBROSUna de las cosas que él supo, antes de su asesinato, fue que la democracia no existe. Que la toma de decisiones en procesos públicos no es cosa de pueblo, sino de élites de poder. «¿Quieres poder? Ten dinero, o tu pandilla, organiza cómplices». El poder llama al poder, «prepotentemente». El poder es un ritual de magia en el Cuarto Oscuro. O la Cueva de Ladrones. Una transacción de fuerzas, el poder y sus direcciones, que hay que discutirla, sin que otros / rivales / oigan, porque sin violencia no hay poder. Los términos de violencia ejercida y tolerada se hablan en secreto, «no sea que nos avergoncemos, si todavía tenemos una pizca de calor en la cara».
Las hienas / novela
«Yo soy millonario y si voy preso, cuando salga, voy a seguir siendo millonario»: José «Coquito» López Rosario, narcotraficante, asesinado el 29 de julio de 2006
Y él llegó a ser como esos que, por privilegiados, se aupaban en medio de la exuberancia y con todo «a la mano» / servido más abundantemente como el agua que fluye, de regreso, al mar. Comida, fuentes de energía, ropa, dinero, confort / vivienda / la tenía como ellos. Fue su cultura incentivo para el desperdicio, «para tirar o malgastar» y presumir.
Y él tenía su pandilla y sentido / logicidad / para organzar sus transacciones, no sólo con una treintena de vendedores activos, pagaba sicarios eficaces y obedientes. Los concentraba en el área de Carolina y San Juan. Y, cuando todo iba como deseaba, se internaba en Torres de la Sabana y, con los amigos, echado en el sofá, se daba el trago, miraba por una terracita su poder, algo de calma geografía, a más del caserío. El no era de los que se mofara del saldo de sangre que se derramara cuando se cumplía el trabajo sucio que se debe hacer. Se calcula que su pandilla está asociada a tres decenas de muertos. Y, si buen tuvo suerte que, a lo largo de diez años, sólo por una le echaron el guante, lo cuestionaron, «se me jodía, se hostigaba a mi gente». Mas, en realidad, no fue enjuiciado. El ritual que se debe cumplir siempre lo discute, con franqueza clarificadora, con quienes compete. El también proteje al protegerse a sí mismo.
Tenía ya una forma de organizar la inteligencia. Eso es lo que da el poder. organizar la información, adquirirla y pagarla. A un agente policíaco le dijo: «Yo pago bien por la información; pago bien gordo».
«Si tienes el dinero, compártelo generosamente con tu padilla, organiza cómplices; no que tenga él una pistola para cuidarte la espalda, en peligro de muerte; digo que para cosas benéficas y generosas tengas cómplices». El poder llama al poder, se vincula al poder «prepotentemente», la mayor parte de las veces; pero con el poder se compra la impunidad, que da paz y disfrute. Que es el mejor de los bienes, libertad. El poder es ritual de magia en el Cuarto Oscuro. «Te dije: la Guarida; pero no se puede vivir exclusivamente para el poder».
Una de las guaridas de López Rosario, según creció como adolescente en el interior de Carolina, fue cualquier parque o predio donde pudiera jugar el béisbol y se sabía su capacidad para jugarlo y otra afición como fue acercarse a los cómplices, de quienes dijera que le facilitaban la impunidad de su quehacer. Es la gente que, con información que se paga, colabora. «Te tranquiliza ante la presión del enemigo local. La comptencia. El rival».
Cuando habla sobre enemigos, en realidad, incluye en la noción muchas cosas. «El enemigo es la pobreza misma que origina el capitalismo y la democracia». Desde el final de los '80 y los sucesivos años del '90, dijo que l a «guerra contra la droga» y la Mano Dura de Rosselló era su enemigo. Tenía muy claro quién era Pedro Toledo y la injusticia con que se dispuso a arrestar a mucha gente, falsamente descrita como mafia, productores y distribuidores de drogas. «Ví muchos que murieron y haría responsable a Toledo de sus ejecuciones».
De un senador azul como Háctor Martinez y otros dos legisladores, Lorna Soto Villanueva y Epifanio Jimenez, requirió informaciones. Pagó, colaboraba con el patrocinio de música de raggaetón para divertir a niños de sus comunidades. Tambié repartió dinero a policías. Y dio crédito cuando los negaban los bancos. No quería ser usurero. Quería ser cooperador y enviar un mensaje. «Cuando el ciudadano no puede obtener crédito fácilmente, es que la economía de su país se jodió. A veces es necesario un pirata, como aquellos de San Germán, Cofresí o el negro zaptero, Henriquez, que llegara a ser más rico que el Gobierno colonial de España».
Estaba tan consciente y no fue necesariamente presunción cuando dijo: «Yo soy millonario y si voy preso, cuando salga, voy a seguir siendo millonario», pero se lo dijo a otros, a sus presuntos «beneficiados y complicados cómplices». No puedo confiar en los bancos. «Si voy preso, entregan lo mío a mis carceleros. O lo roban para sí. Ningún banco es honesto».
Una de las cosas que él supo, antes de su asesinato, fue que el capitalismo no es puro ni favorece a los pobres. El banco capitalsta, la banca hipotecaria, destroza muchas vidas en Norteamérica y Puerto Rico. Saben a quien dar o no dar un préstamo y a quiénes y cómo robarles. Patrocina, en adición, el financiamiento de proyectos que la mayoría de los trabajadores, sin el poder adquisitivo para comprar, no puede. Hipotecas tóxicas.
«Te meten, sin embargo, en el embrollo, con el fin de joderte. Esperan el momento preciso».
Cuentan con información para la estrategia del tumbe y la extorsión, es lo que infiere.
A Coquito todo el mundo lo quería, a excepción de quienes le mataron. Y si presumía / «Yo soy millonario y si voy preso, cuando salga, voy a seguir siendo millonario», no lo mueva la jactancia. Suele ser piadoso. Se pasea por el Capitolio y, cuando de sus millones disfrutó en público, fue generoso hasta con la competencia; eso sí, sepan que llevaba en la cintura una pistola Glock, debidamente autorizada gracias a que, por gestiones del senador Martínez, fue que obtuvo el permiso. Tenía amigos entre la oficialidad de la Liga Atlética Policíaca en Canóvanas, y con José Chemo Soto, el alcalde-Caza-Gárgolas, matador de chupacabras y su hija, compartía sus homenajes.
La DEA federal lo investigó entonces, «pero ni me preocupa ni importa». El ya tiene suficiente dinero para cuidar de la familia, la organización de sus beneficiarios y cómplices. Y declaró a la policía misma, como conocedor del negocio, que los pejes grandes son los gobernadores (hablaría de Puerto Rico, claro) y, a nivel internacional, los presidentes. En el terreno federal, estadounidense, los negocios grandes, narcotráfico al mayor, se hacen con y por ellos. A nivel de la DEA y el FBI sí se tolera un tráfico local, poquitero, al detal; pero, detener y piratear la mercancía de colombianos, venezolanos, mexicanos o compartir como cosocios el lucro es agenda y territorio de ellos. De gente como Pedro Toledo dijo que le faltaría buenos higados y riñones para cazar los delincuentes verdaderos, «él se caga, todo lo suyo es tan flojo, policíacamente es un tonto y deja que los federales lo neutralicen y lo pongan en su triste rol de
pendejo».
Dijo que, en Puerto Rico e Islas Vírgenes, el uso del Servicio Postal, Express Mail u otros medios de correo, ya no funcionan a los traficantes de droga. Los paquetes se interceptan, de modo que los federales se lo roban todo máxime si se envían tales paquetes desde Puerto Rico con destino a Connecticut, Massachusetts, Nueva York, Pennsylvania y Florida central. También habló sobre el lanzamiento de droga desde aviones («air drops») y las lanchas rápidas como algo en desuso. En esta isla, el tranasporte de la droga por furgones, si llega del extranjero para nuestro consumo, ¿quién se lo reparte? ¿Quién realmente lo examina que no sea la policía federal? ¿Por qué se queda tal droga y se vende? Ya se queda. Crece el mercado al detal, con más policías que delincuentes y no conviene. La lógica que hilvana es que en Puerto Rico es imposible que el narcotráfico exista sin la complicidad del gobierno. «Y los federales son la Fuente Matriz. La AlQaeda».
«Te hablo sobre ésto, la dura competencia, porque yo, en el negocio lo he visto todo», dijo. «Pero no soy yo, en este instante, quien tengo submarino, indetectables para los radares y perseguidores. Tampoco el contacto con las redes policíacas federales y las aduanas enemigas?»
No es que está asustado. Durante el decenio del noventa, cuando entró a las medianas ligas de la mafia, fue exitoso. Y, por aquello de ser uno de los buenos «nenitos pnpeos», guardó sus buenas relaciones con los senadores por Carolina, no presiona más de lo que conviene a Héctor Martínez y Lorna Soto. Le gusta educarse un poco para saber a quien realmente, si le tocara matarlos, hacerlo sin pena. Total, ya le achacan más víctimas que las que matara. Incómodos asesinatos. Coco fue acusado de dos tentativas adicionales, ocho violaciones a la Ley de Armas y, por otras cuatro infracciones a diferentes artículos del Código Penal.
En total, cuando dio con sus huesos en cárcel, o se le detuvo, fueron 15 las acusaciones agrupadas en cuatro procesos distintos durante muchísimo años, pero, en el Tribunal de Primera Instancia de Carolina, se le proteje. El dinero canta y él lo canaliza en aras del disfrute de la libertad No ha pasado en cautividad un solo día. No fue milagro que se le absolva. Costó dinero.
En ocasiones, él ha visto a Jiménez y Martínez cuando se comportan 'perdidizos' y exhiber el ojo ciego para no ver, temor a los federales. Lo mismo hace la hermosa Lorna, como si le insinuara: «No te conozco; ya no te debo nada». Sin embargo, él financiaba las campañas de todos, hasta del padre de ella, Chemo el Loco. El caza-gárgolas y alcalde.
A veces lo que le gusta es que vean lo que él ha aprendido en esos mundillos peligrosos. No es para que le cuenten lo que es nacer en Puerto Rico y, con los federales, pisando los talones de todos. Cuando el senador Martínez le cargaba la nota echando prácticamene la entera culpa a Acevedo Vilá sobre lo que ocurre en el país, es decir, la crisis, Coquito lo ubicaba: «Mira, tengo 30 años y no me mamo el dedo». Comenzaba un análisis sobre la salida de las empresas que antes se albergaron bajo la sección 936 en Puerto Rico. Estas compañías, como sangüijuelas, chuparon por decenios y por las vías de ula exención contributiva local y federal cuanto benefico pudieron, y en cuanto a las ganancias, siempre y cuando estuvieran invertidas en Puerto Rico, también se les amparaba, sin el pago de contribuciones y mano de obra barata.
En el 1995, fue el Gobernador Pedro Rosselló, el Congreso de los Estados Unidos y otros intereses quienes eliminaron la sección, y se cortan los fondos automáticamente, se desmanteló una base económica, porque se fueron, se mudaron para ya no servir a la isla ni dar siquiera un empleo malo. Concluye que lo que Acevedo Vilá, el gobernador de la Pava, heredó fueron diez años de vida en asfixia, quiebra, la agonía que extingue a las 936. «Empresas que se van a China o el Carajo y quebran crédito y solvencia de Puerto Rico». «¿Víste cómo pusieron a Aníbal contra la espada y la pared?»
Una de las cosas que él supo, antes de su asesinato, fue que las fronteras de su país, su dependencia de la democracia, el político honrado, ideologías americanas, el discurso de redentores, el partido que se le pegue la gana considerar como suyo, la Estadidad, el gringo generoso con su Welfare, todo eso, la colonia es una mierda en la que no debe creerse... «Regardless of the party in power, they are all crooks», le dijo. «y no es una defensa de Acevedo Vilá, menos de Roselló y Fortuño».
El 23 de julio, 2006, a pocos días de hablarle así, a su amigo Martínez, Coquito fue alcanzado nueve veces en diversas partes de su cuerpo por una ristra de balasos. Él Centro Médico, donde él permanecía para cuidado intensivo, por seis días, estuvo tomado por la policía como si se tratara de un cuartel. Y eran muchos los que, diciéndose amigos, si pensaron en él fue con el deseo de que se acabe de morir. «¡Nueve tiros, carajo, y no se muere!»
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