Friday, May 23, 2008

El pordiosero (11)

A Psyké


«¿Qué nombre tienes para mí?
Tú que a todos pones uno.
¿Cuál es mi nombre que en miseria
y violencia lo he olvidado? Tú que tan libre
te sientes para abrazar a quién vive cautivo,
humillado, anhelante… ¿quién crees que eres
y de dónde has venido, Caminante terrestre y fugitivo?»

Yo soy el huésped invisible, el amante que no ves,
yo soy el novio de Tu Alma, la sombra menos cautiva
que habita en lo profundo del Sí Mismo…
¿Tu nombre? El mismo de siempre,
Mente, Psique, la estructura que dejara
El Paraíso, la exilada que olvidó que alguna vez
poblaba los Cielos de Saturno y su Ser era un ser
dentro de un cuerpo vaporoso, semi-sólido.

Vestía con esplendor todos los cuerpos
y todos los colores, entraba a todo cielo
y todo oscuro rincón, a los infiernos;
oía lo que hoy no se oye,
observaba lo que hoy es invisible,
se encantaba con todo lo que hoy se imagina
tan horrendo, tan espectral, tan pesadillesco.

El alma no conocía, entonces, el miedo
porque la Mente era pura, libre, ilimitada
en sus esferas de entes primordiales.
Un nombre también puse a tu mundo:
Densidad, aire espeso, vasija planetaria,
Mundo,
por su necesidad, descenso,
y un nombre tengo también: El que llama,
el que en tí, después de tu caída,
espera tu regreso.

¿Tu nombre? Psique, el Alma,
la que de la sensibilidad forma el instinto;
la que del instinto forma inteligencia.
La dueña de una antorcha vacilante
Y una mano temblorosa; te llamé, Humanidad,
Mi nostalgia, amada polarizada de mis fuerzas,
única esencia que, aún en Tierra,
proviene de los Cielos…

¿Mi nombre? El compañero invisible
que te llama; el que mantiene tu curiosidad
en carne viva, el que lo oscuro de una récamara
te parece el sublime, el deseado, el visitante
cuya luz no es obvia; pero, has de verlo
al fin, curiosa Psique, aunque se queme
con aceite de tu espíritu…

29-4-2000 / De «El hombre extendido»

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