Y el Caminante, uno que fue llamado el anónimo,
inesperado, andante con el paso furtivo,
espectro vivo del instinto, dijo más en Skid Road,
aquel ghetto que aún cobija a miserables,
pordioseros que tiritan en el frío
sobre almohadas de periódicos viejos y cartones,
viciosos, tan hambrientos, que parecen
los ángeles caídos, desalados
en desprecio.
Se sentó, cercano a la lumbre
de la hoguera y dijo más, dijo más
a los ánimos famélicos y tristes,
a los semblantes mustios
como corazones desgarbados.
«Es cierto que yo amo a quien su instinto salva
y vive agradecido, sin tenerlo por menos;
es cierto que me gusta que canten y hagan danza,
en medio de este abismo... pero yo digo más...
Hay algunos y, en todas partes, los procura
pues se llevan un pedazo de mi amor, mis recuerdos;
unos que son el más sabroso, el más entero,
el más rico alimento de otros hombres».
Y yo les doy por nombres: Los apasionados.
Sí. Ellos son los más maravillosos entre los seres anímicos.
Apasionados son y más gratamente amados.
Hembras y varones son y más amados que los instintivos.
La voluntad acrisola sus pasiones; la transforma en batalla,
en ejercicio, en horizonte, en meta, en objetivos.
Puede que no se midan por la plenitud
de lo que da el entendimiento.
Puede que sólo partan de un lugar, aquí y ahora
donde todo es relativo, sin intelecto puro;
pero en cada pasión ensanchan su gran temperamento.
Puede que nadie haya hablado para ellos
de una Idea pura, un Infinito,
un Cosmos / un Todo / que armoniza
a los hombre primordiales con providencias
que van a lo sublime; pero, entre ustedes,
los hay. Y yo digo más... Van y vienen,
sufren en profundo temporalmente en el mundo;
pero son apasionados y éso basta para que sean
a mottu propio los tiernos, los creadores.
Son mis héroes, mártires, generosos, enérgicos.
Se levantan, en medio del entorno mediocre,
y aman, con las plenitudes que las ansias permiten,
con el rigor que desafía, que disciplina y corrije.
Siempre sorprenden. Dan que hablar.
Les victimiza la acusación y el morbo,
la envidia, la ventaja del cruento.
Cuando entienden el dolor, o la dicha negada,
¡con cuánta pasión veo que discuten o cantan
y nos conmueven, se arrebatan
cuando sueltan el lenguaje!
Se entregan sin miramiento por su misericordia.
Dan la vida, dan el llanto, dan la insolencia vital
de la alegría, lo dan TODO, todo sin quedarse
con algo, sin requerir honores. Son los valientes
que nos están en rodillas cuando piden:
«Dejadme ser. Esto es lo justo.
Dejadme ser y actuar y liberar a otros
y traer el fuego del Olimpo a la tierra
que se muere de frío».
Los apasionados son la sal de la Tierra.
Son el ser-que-nunca se olvida.
Son los Prometeos de todas las edades
y las entrañas que los buitres se comen
en casi eterno suplicio.
Son la vibración más elevada: los primeros
en ver, en ser curiosos, en hacerse presentes
para todo reto o cambio que se invoque.
Los apasionados son la semilla de nuestro porvenir.
3-11-2002 / De El hombre extendido
__
SKID ROAD: Una calle de un suburbio, pobre y destartalado, cerca de Los Angeles [urbe de un gran progreso financiero]; en este barrio y esa calle particularmente, se reúnen a dormir, o descansar, los pordioseros, desamparados y gente más empobrecida de la Ciudad. Incluyendo mujeres, niños, enfermos y desahuciados.
Allí, a los bordes de las aceras, the homeless people, negros, anglos y latinos principalmente, guardan sus pocas pertenencias: tiliches, ropas, bultos, sus frazadas, etc. En la noche, encienden hogueras para calentarse y se duermen sobre cartones y desperdicios. Allí se ve cómo cocinan, se drogan, se conversan, bailan o cantan y finalmente, casi por miles, duermen o se desvelan. Es una escena patética. Muchas organizaciones les dan comida y caridad allí
En mi libro «El hombre extendido», el poema fue publicado originalmente con el título «El Pordiosero» (8). La serie El Pordiosero fue lo que inspiró el libro.
Thursday, May 22, 2008
El pordiosero (9)
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