Friday, February 26, 2010

Como una rata me siento / Mis pequeñas victorias


Olvídate, nena, de lo que tengo o no tengo.
De que no sea an achiever, como dices,
o sean demasiadas carencias, que me falte ésto,
o aquello, que si de apantallar con el estatus
se tratara, no soy realista, ni soy ni tengo.

Por lo que sí les reúno, hijita,
amigos todos, ex-esposas, amigas
medias putas, todas unas y fraternas,
es para que festejen mis pequeñas victorias...

... algún poemilla anarco que tenga para leerles,
una que otra cosilla que les guste
y se pueda llevar como souvenir.
Algo de música que no faltará,
unas copas, el vino...

Olviden las amarguras mayores.
Quédense con las imprescindibles.
Hay alguna felicidad novedosa
para los labios, una nana en formación
para cantar en la cuna de lo nuevo.
Sucede siempre. Ser dialético es ya
liberación en ciernes.

Quiero decirles que les amo,
algo de amor me traen estos 24 de diciembre.
En la Noche Vieja siempre, por costumbre,
renuevo este voto: que goce quien goce,
que lo goce, uno sin envidia, a bendecirle.
Es bueno que el rico tenga y disfrute
a corto plazo y cuando no lo robe
a quien está más hambriento, que su gozo
se extienda por los siglos de los siglos.

La mala fe, clasemediera, su envidia venenosa
que ceda, no que acreciente la injusticia,
a ser solidaria, más crítica que antes, más iluminadora,
a ésto la invito con el brindis
porque son necesarios los profesionales,
los ya formados; la pobreza pide, no da servicios,
no puede dar lo que no tiene; entonces,
a ayudarla a que se ponga en pies y aprenda a pescar.

Gente sin envidia es victoria,
es paso adelante, es amor social avanzando.

Las Noches Viejas yo reúno a colegas
y les digo: maestro de escuela,
sin envidia es menos pesado comprender
esa lujuria, esa terquedad de los chiquillos
y los adolescentes; sin envidia, es menos arduo
culpar a esos ricos nalgones, prepotentes,
jactanciosos y soberbios.

Escritores, poetas, quien sueña con fama
y grandes consumos, como artista hilvana
su fracaso. Las pequeñas victorias son mejores.
Son ritmo diario, son consciencia consuetudinaria.

Hay que darles sus lugares en Navidad,
sus pequeños perdones, a todos; no mucha gavela
porque algunos ricos / o caudillos del pobretaje /
son asesinos, sicarios, hampa de ladrones;
pero son humanos y se ponen viejos y sentimentales
como los revolucionarios.

El que sea altruísta de verdad, por más ateo
que se diga, venga esta nochevieja a casa.
Festeje conmigo: victorias debidas
a lo que no tenemos y abundancia de saber
que, sin envidia ni odio, estas carencias
de las cosas más caras, buen vino, por ejemplo,
hacen aquí este pan más sabroso, el poema
más cálido, los abrazos más sinceros.

25-12-2004

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Como una rata me siento


... uno puede nacer / crecer / morir / en un país
como me ha ocurrido a mí
país de indiferencia, de anonimatos, donde
las ratas se inflan y los gatos ya no pueden comerlas
donde todo el mundo se agasaja
con sus propios delirios de grandeza
o triunfalismo de chepecherepe.

Por lo que se observa en nosotros,
todavía humildes e insignificantes, somos unos
cada vez más pequeños, inútiles, indignos
ceros en el aire, gorgojos indescubiertos,
virus, catarro que se va sin complicaciones
basta una aspirina de exorcismo
o el moquito seco.

uno puede nacer para hablar solo
aunque no esté esquizoide. De la circunstancia
en que nacíste no puedes salirte,
nadie quiere que salgas, no te van a ver si sales
te van a ignorar, como siempre, donde quiera que vayas
tú no existes por más que hables con ellos
y vayas a pedir ayuda, o sugerir ésto o lo otro
si suplicas es peor, entonces, ni suplicar es bueno
si eres elocuente, te llevan a la puerta de salida,
si eres grosero, se hacen los que no te oyen.

La sonrisa que te recibe es inocua como lástima.
No duele, pero no te aúpa, no te quita, pero no te da
se acostumbraron a pisar cosas como uno
uno es una cosa de carne y hueso
y no la sienten así, porque quien pisa el polvo
no se hace preguntas trascendentales,
quien pisa el asfalto no construye sobre hacerlo
ninguna hermenáutica.

por eso me he preparado para morir tal como vine
desnudo, pobre, inerte, desconocido
sin más riqueza que saber que estuve vivo
en algún agujero y desafié la tensión de estar solo
la mayor parte del tiempo, y desafié la mediocridad
sin convencer a nadie, sólo que no era el más alto
ni el más gordo ni el más lindo ni el genéticamente
diseñado para aplauso y acomodo, yo era
un gris-rata, yo era un casi-pardo-gato
cuando en la noche todos son pardos

hasta con Dios fue demasiado que se me dijera:
Ven, pasa, conversemos, ¿en qué te puedo ayudar?
él te deja como se deja a un hijo para que crezca y madure
o cuando no, es el hijo quien se olvida de que él
como padre quiere su poquito de gratitud
un aleluya práctico porque, cuando padre,
algo uno dio dentro de sus posibilidades y te dejan solo...
hay soledades en el destino de las ratas
y éso es algo de mi tristeza:
que no soy rata que me inflo ni gato que se apiada
y la deja escaparse, yo pido cuentas y sufro
y muero, reventado con toxinas de impaciencia
(porque no sé vengarme de nadie, ser groseramente rencoroso,
por eso no tengo otro enemigo que la indiferencia)
y me siento pisado y repisado por el anonimato.

Hay quien nace para que la muerte, única boca
que se abre y se lo coma, le diga adiós
y apestas, adiós, ratón podrido,
poca cosa, aroma del miedo, no supíste vengarte.

05-10-2004 / LAS ZONAS / CARLOS LOPEZ DZUR

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