Charlemagne Masséna Péralte (foto)
a Charlemagne Masséna Péralte (1886 - 1919)
en el centenario de su natalicio
Da la casualidad que hubo que llamarte el jefe
de los cacos, el supremo de los bandidos,
el opositor más temido de los yankis invasores.
Tú los víste llegar aquel día de julio, 1915.
Habías sido un jefe militar en Léogane,
ciudad de tu mirada y tu nacionalismo.
Y ellos supieron de tí como quien mira la palma
de la mano y busca el dedo y la uña para añadir
su mugre. Eras tan aborrecible, Charlemagne.
Te resentía el poder de Woodrow Wilson,
y sus muchas inversiones porque yankis
eran las finanzas, las voluntades frías...
Del gran comercio y los cañaverales, todo
había sido y es extranjero. Yanki, el banco,
yankis las órdenes que manipulan tu pueblo.
Yankis, los temores de que Alemania te devore,
Haití, con un zarpaso; yankees, las ganas de
de una administración invasora, la de W. B. Caperton.
Da la casualidad que dijíste: «Echemos al invasor.
La Marina cañonera nos burla, nos ofende;
ha tomado el territorio, controla nuestras vidas».
Y los títeres dijeron: «Vuelve a Hinche, Péralte.
Total: eres dominicano. L'occupation militaire américaine
te ofende menos. Deja que aquí nos hinquemos».
... porque iban a adorar la Bestia; como adoran los tenderos
a los almacenistas, al prestamista, o el benefactor
de prestigio, autoridad hegemónica, al parecer, ausente.
Iban a adorar, duélale o no, al Imperio que les llama
fieras, ladrones, bandidos, guerrilleros, ultrajadores.
Todo, menos patriotas, autosoberanistas, Stenio Vincent,
Entonces, a fin de hostigar su voluntad valiente,
lo acusaron de conspirar contra un marino, de salir
de su quietud privada y hogareña, y volverse un lobo.
Le dieron cinco años de trabajos forzados
en la cautividad de los negros despreciados,
pero escapó y en dos años inició guerra sin tregua.
Pero alguien dijo conocerlo. Dijo que era un dedo
de tu mano y sólo una pizca de mugre tras la uña
y era Jean-Baptiste Conzé, el traidor, sombra del asesino.
Cuando al Norte del país, tenía tu buen cerco
de victoria, vio el haitiano por primera vez
los bombaderos. Hay aviones que atacan desde el aire.
¿Quién hubiese pensado que sería Conzé,
quien te llevara a la muerte; un Teniente del USMC
Herman H. Hanneken arribó cerca Grand-Rivière Du Nord.
Cuando llegaron hasta tí, Charlemagne, tu corazón
recibió los balazos. Se acabó tu gobierno provisional
de honra; arrancaron de tu boca el diente de oro
... por el que tu madre dijo: «Es mi hijo». Ibas, seco
y mártir, como un cristo, a los 33 años, a la fosa
Tu captor recibió la Medalla del Honor, tu la sepultura.
9-12-1986 / Cuaderno de amor a Haití
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Indice / El pueblo en sombras / Invasión de Haití en 1915 /
1 comment:
Excelente escrito, gracias.
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