No sé mucho sobre amor, papá,
pero sé que hay que reducir el sufrimiento.
Hay muchos como tú, viejos y viudas.
El alimento es poco, la tierra ajena
y el trabajo opresor no basta ni ejercitado
en labores días y días y siglos y siglos.
Es que somos negros y esclavos todavía.
Unos más listos que yo se arman y piensan
y nos dan estas razones: unirnos al combate.
La batalla será encarnizada y finita, padre mío.
Quizás menos dura que el hambre,
pero más sangrienta y menos solitaria.
Te lo digo porque voy por el machete
y, con suerte un fusil y una espada.
No sé mucho de amor, no soy sublime.
19-12-2000 / Cuaderno de amor a Haití
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