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Este era él.
A quien acaba de morir
no lo reclama ninguno, no importó a nadie.
Ni por un segundo se le tuvo en cuenta
(¿por qué ahora?... no hay quien lo llore
y gima por él. El no era inservible...)
No tuvo empleo; no se educó.
(En su villa, jamás hubo una escuela).
En su villa todos son como él.
Donde nació no se educa ninguno.
Es una aldea de hambrientos y se vive
en la calle, sin techo; sólo moscas se enciman
a la piel como cobijas; sólo cielos oscuros
disimulan que son seres en el olvido.
Donde nació las aguas están contaminadas
ya pronto, se especula, que el aire será impuro
y todo por culpa de esa empresa
que viene a echar aquí sus desperdicios.
Son unas largas, extensas tuberías,
anchas bocas de tóxico y hedientes escurrajos;
Bocas lamientes desde millas por aldeas
de privilegio, donde la gente, al menos,
mal come, toma un baño y trabaja
hasta extenuarse la mitad de los días.
Quien acaba de morir no pudo.
Este era él: uno de los aldea pobre.
3-12-2001 / Cuaderno de amor a Haití
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