Sunday, August 17, 2008

Osama bin Laden



Osama bin Laden

Por Luis Fernando Tejada

Los dioses marchan en sus carros de fuego,
recorren los caminos ciegos de la ira,
el estruendo de las torres que caen
no deja escuchar las voces del mundo
ahogado por nubes de siniestro polvo
que se esparce incontrolable.
En todas partes buscan al enemigo:
en las tabernas donde los obreros cuentan sus penas,
en las iglesias donde los fieles olvidan sus culpas,
entre las multitudes desheredadas.

II

Desesperados vuelan hacia el Oriente
quemando las alas en el ardiente desierto.
En las rocas de Afganistán,
(laberintos indescifrables,
de profundos abismos y cavernas
más allá de la sutil luz,
tierra de hombres sin sombra,
de miradas congeladas en el tiempo,
tumba de los vivos y morada de los muertos)
quiebran las ruedas de sus carruajes.

III

En Arabia Saudita el almuédano llama a la oración
desde las doradas torres de las mezquitas.
Las carpas de los nómadas del desierto esconden los secretos
del Imperio Asirio y la Persia ultrajada por la muerte.
Siria se cubre con el humo del fuego palestino.
Los Siete Sabios de Sión se escudan tras Iahvé.
Las alturas del Golán y las colinas de Judea
se estremecen con el peso de las culpas de Israel,
raza sin fronteras.

IV

A tu paso,
(vil fantasma inmarcesible,
ágil escorpión del desierto,
huidizo beduino, berebere,
sunnita de insondable rostro,
ladrón de fuego,
fénix resurgente,
inmaterial demonio)
el mundo arde, muere y se renueva.
Publicado en: Mundo poesía
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Una interpretación del poema

Por CARLOS LOPEZ DZUR


LUIS FERNANDO: Este poema es interesante. Cada línea tiene un misterio y algo se codifica ricamente, especialmente, si en vez de una lectura política, ensanchamos su interpretación con la perspectiva de la sicología, las expectivas de la cultura popular y la leyenda con que se adorna lo que no se comprende; pero se sospecha.

Me gusta del poema que no es uno de esos cantos sentimentaloides y propaganderos de pro-occidentalismo, cantos de penita-pena para condenar el terrorismo y congraciarse con otro modelo de terrorismo, como el que practica los EE.UU., en nombre de la democracia occidental, el patrocinado por el Estado, e.g, cuando USA apoyara la facción afgana de los Mujahideen.

Tu poema sugiere muy bien que el desquiciamiento violento y político en el Oriente Medio tiene que ver con el sionismo («las culpas de Israel»), los conflictos sirio-palestinos, la miseria y la desigualdad en medio de la inoperancia y corrupción de las religiones («en las iglesias donde los fieles olvidan sus culpas, / entre las multitudes desheredadas»).

Interesante es que en tu poema Obama bin Laden está deificado como un «fénix resurgente / inmaterial demonio»; «vil fantasma inmarcesible». Como a todos los dioses demónicos, se asocia un enorme poder, quizás uno es su capacidad para hacerse «huidizo». Bien que le llamas: «ágil escorpión del desierto, / huidizo beduino».

Osama bin Laden, como ente real, existe; debe ser apresable, porque se le ha clasificado para captura, entre los 22 terroristas más temibles y buscados. Pero, también se especula por la prensa y los gobiernos que murió. Ya no hay nada que buscar si ésto fuera cierto. Osama corre el riesgo de quedar en el mito, o en algo que ha de ser muy interior y cíclico, según la persona que lo juzgue: A la Sombra, el Anima y el Animus junguianas se les vive como dioses; Osama es ya, para muchos, una forma deificada. Un demonio que se pasea en carros de fuego.

Al leer esas estrofas de tu poema me parece que realmente, Bin Laden es parte de la «tumba de los vivos y morada de los muertos». Y que su rostro es insondable y que tiene algo prometeico. Roba el fuego, pero, ¿para quién? ¿Quién en un marco totalitario y fundamentalista puede disfrutar de cualquiera sea lo que es el fuego: libertad o vida?

Como más cómodo me siento al leer tu poema y tratar de discernirlo, es pensando al Osama como una encarnación del símbolo del Mal Absoluto en medio de una cultura política que desinforma, empequeñece y casi anula el poder del Yo, de la persona común y corriente que quiere saber lo que el gobierno esconde y quiere comprender el grado de desarmonía, desigualdad y violencia que existe en su derredor.

Es más el estruendo que la verdad posible. Como ciudadanos, nuestro alerta ante lo conocido se revela muy limitado, como si el Yo que anhela conocer viera lo desigual de las fuerzas. Entonces, el inconsciente colectivo nos juega una mala pasada y lo hace a través de los arquetipos.

El Mal Absoluto es lo que lleva a la gente común y corriente a buscar una explicación. «En todas partes buscan al enemigo: / en las tabernas donde los obreros cuentan sus penas» ante lo que se ha exteriorizado con las guerras y otros horrores. Posiblemente, ese aspecto del Mal Absoluto es un adversario interior y personal, un motivo para que el ciudadano privado cuente sus penas a otros, como el obrero que describes en la taberna. Estamos en culpa, inventando dioses, porque no podemos resolver los problemas del mundo y los de la sobrevivencia inmediata.

Ese Mal Absoluto es también una máscara social de la alienación política que vivimos por causa de la propaganda. Las apariencias nos engañan. Los grupos poderosos manejan las conspiraciones porque creen que conducen a la historia. Parte del Mal Absoluto y lo Demónico, como si fueran una misma moneda, son las caras de Bin Laden y Bush. Son ellos los que forzan esa historia de violencia ante nosotros, los que creemos que nada es al azar y que las fuerzas políticas se han vuelto conspiratorias, cada una haciéndose enemiga la una para la otra.

Nosotros, como pueblo sin poder, como «multitudes desheredadas», somos esas «voces del mundo / ahogado por nubes de siniestro polvo / que se esparce incontrolable», después del 9 / 11. En cambio, «los dioses marchan en sus carros de fuego» y que «recorren los caminos ciegos de la ira», son las fuerzas históricas de la que hemos perdido control.

No obstante, yo que pienso al mundo «en shock» ante ese juego de influencias en Oriente Medio y ante el uso político inmoral del terrorismo, me reniego a dar una explicación meramente arquetípica y echarme miedo con ella, creyendo absoluto a ese Mal. Lo que sucede en Oriente tiene otras facetas que no son Bin Laden. Pero en la irrupción del Mal, una de los agentes provocantes es el secreto.

En tu poema, hay descripciones numinosas del paisaje. El polvo, el humus, lo fantasmal, crean velos. La misma personalidad de niño rico, educado en el elitismo, de Osama es un difuso encanto. No obstante, es parte de un Culto; tiene quien le adore como a un diosecillo. Está consciente de que es una celebridad. Y todos los cultos, a la verdad, son parte de un Mal que se absolutiza para ocultar su verdad.

A mi juicio, Bin Laden es un chiflado y teorizador conspirativo, términos que utilizara Daniel Pipes para describir a tipos como éste y otros («holy warriors») o a los mujahideen o los cruzados de Jihad. Creo que los EE.UU. formó esa mentalidad conspirativa al animar a Bin Laden a pelear contra los rusos después de la invasión soviética a Afganistán en 1979. La CIA lo cultivó, lo entrenó, lo hizo entrar a la historia, no por dinero ni poder ni fama, ni sexo. Bin Laden ha de ser un vago de siete zuelas que no tiene nada útil que hacer excepto fraguar conspiraciones. Si tuviese que romperse los cojones en un trabajo, 8 horas diarias y 7 días a la semana, otros gallo nos contara. Pero estos tíos nacen ricos para que puedan matar el tiempo y ellos mismos expresar La Sombra / el Mal / the evil zone.

En ese sentido, hay algo justificado en ver a Osama como encarnación de un mal.

El terrorismo es un mal. El fanatismo es un mal. El elitismo es un mal. La mentira es un mal (admite un día que estuvo involucrado en el bombardeo 9/11, lo niega después… ¿y qué tal si quien miente es la cara reversa de Bin Laden, que es el Mal Absoluto del Imperialismo estadounidense y los valores que exporta al mundo: fornicacián irresticta, hedonismo, homosexualidad, intoxicantes, usura financiera, juegos de azar, defensa de Israel y guerrerismo... pero Osama es un rostro de lo mismo, tal vez no las mismas metas; pero la idea de que una civilización debe estar en conflicto con otras, porque lo sagrado «es lo mío y no lo de nadie más». La violencia santifica mis ideas, ¿no es otro mal, anti-valor? ¿Por qué no paz y diálogo, por qué no la convivencia? como cuando, antes de los Reyes Católicos, la cristiandad, con judíos y árabes, supieron convivir...

Como fundador y jihadista de Al-Qaeda, él es un terrorista. Entre los Ten Most Wanted por el FBI. Es un traidor de los EE.UU. que lo acusa de bombardeos de sus embajadas (en 1988, la de Tanzania y Nairobi, Kenya). Es un musulmán que cree en la eliminación del Estado de Israel, en la restauración de la Sharía, en el menosprecio de la música, en la restricción de la tecnología. El Mal es siempre un NO a la vida y la diversidad...

Bueno, en resumen, tu Osama es un texto que nos mete en la Umbra junguiana, a sacar / exorcizar / el pánico ante la forma de esos dioses que marchan en carros de fuego, que parecen morir y renacer, cuyos rostros, por insondables, hablan acerca de lo TEMIDO, lo que es IGNOTO y PODEROSO todavía... y así es Obama, la aparentemente perpetua posibilidad del TERROR.


Te voy a hacer llegar un texto mío, Letanías de Osama bin Laden que publiqué por los días del 9 / 11; creo que hay paralelismos.

Un abrazo, carlos

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