Wednesday, August 20, 2008

La castradora peluda




Como un árbol de almendras es tu cuerpo.
¡Frondosa hembra, cibeliana!
Como colmena de abejas, tu púbis
y penetrarte es un picor que arde,
quema, castra en estallidos por los montes.

Como una hembra del neolítico
tienes los muslos fuertes, pareces
la leona, señora de las bestias
en la maleza en que te amo,
en la cama donde olfateo tu aliento.

Tú eres vida porque te anhelo, contigo
se vive en el deseo creciente, en luna
de tu menstruo y tu tacto es mi piel
y tu pelo una enredadera que me tapa los ojos
y eres cómo la muerte, siendo vida erotizada,
y eres como resurrección en el trecho final
de la mutua lujuria.

Me tapias en tu recinto y tus murallas,
que son sagradas, pero, ¡cómo amo yo tus huesos!
¿Quién tan fuerte, como esa salud
que es el proyecto del campo y todo árbol,
el proyecto de los cerros y los riscos,
y cada barranquera, donde corro como liebre
para darte alcance y llamarte madre, amada,
hija de la espuma del castrado,
mutuo semen de la Urania y de la herida
del cosmos! Cibele, nena peluda,
clitoruda, mari-macha, como un árbol
de almendras es tu cuerpo, y por verme robado
por tus brazos, yo me hago eunuco voluntario
y me entrego a los cuchillos de tu boca
aunque me mates a besos.


3-12-2004 / Del libro Tantralia

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