Tuesday, August 19, 2008

Y Matoika dijo: «No lo maten»




¿Qué te dice el vecindario, Pocahontas?
¿Te llama, como antes,
picarona,
pequeña diablesa, little wanton...?

¿Qué se siente llamarse de otro modo,
no Matoika, y que se designe Virginia
a estas regiones, a esta llanura
de la ancestral Tenakomakah?

Dicen ahora que tu nombre es Rebecca
y que se documenta en papel
como contrato el acceso a tu sexo,
tus nupcias. Todo parece compraventa
(no pensaré que has de ser la mercancía).

Tú me dijíste:
«Hoy me regalo.
Van a darme amor en cada noche.
El y yo nos hemos enamorado».

Y dijíste que se lee de una Biblia,
extraño libro, dichos sagrados...
seguidos van sermones durante una ceremonia
y se requieren testigos y un dedito tuyo
mojado como huella de la sangre.

Dicen que es hombre vestido de negro
(incapaz de inmutarse y sonreír
porque él es de tribu blanca)
quien ha unido tu destino
al tabaquero...
Y te dan al final
al esposo y te cambian el nombre.


John Rolfe está diciendo que contigo
él sexo es sano, satisfactorio y que, como premio,
ha de llevarte a Londres para que veas una Torre
y un Puente y un castillo casi milenario.
Va a jactarse de tu belleza indígena.
Dirá que salvaste la vida a un súbdito británico.
John Smith te debe la vida.
John Smith como otros juanes.
Eres una señal de Dios en medio de la crisis.
Eres un perdón en medio de guerreros.

Y por eso todo el pueblo está hablando sobre tí.
O más bien, preguntan a tu marido
si realmente los indios son salvajes en privado,
si realmente son civilizables, si realmente
vale la pena convertirlos en cristianos
o acaso es una pérdida de tiempo...

Mira que algunos de los virginianos curiosos
entre rezos te miran de reojo cuando sales:
tú no quieres ir atrás, sino junto a tu esposo.
Todavía eres la picarona de tu infancia,
pocahontas, diablecilla; él va adelante
y te pide la cabeza baja, él quiere que vayas
medio-sonriente, él con su tabaco en mano.

Pero tú eres la que vas altiva, la que recuerdas
que fuíste hija de un cacique, al que llamas
Emperador de la Confederación Powhatan.
Tú eres la que hoy sabe que la Reina Ana
de Inglaterra festeja lo que hicíste.
Imagina para tí un ser dignificado.

Salvaste una vida de la muerte, a un fulano
a punto de ser ejecutado; te avalanzaste
sobre el cuerpo de aquel desconocido,
tú lo llamaste el prójimo y expusíste tus sesos
a la piedra que lo habría de herir, como cuchillo,
abriendo su alma, su cabeza; tú, hija de rey,
dijíste:
¡No lo maten! Hoy no quiero ver
la sangre de ninguno.


De Canto al hermetismo


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Pocahontas: Apodo de Matoaka. O Matoika. «[She] was the first Christian of that [Indian] nation and the first Virginian who ever spake English»: John Smith / La Naranja / Pocahontas


1 comment:

Maria Fischinger said...

Carlos
Gracias por questionar,indagar y hacernos recordar.
Un beso
maria