Thursday, August 28, 2008

Local y universalmente


Estoy universalmente triste y desastrado.
Sangrante eco recibo de todas las galaxias.
Un lloro mío está filtrado en el lloro
de cada ser del mundo; hoy me perturbo
con ese silencio que tiene el crucifijo
y ese Cristo que se muerde
los labios y sepa uno sin con rabia,
o con pánico frío, pánico que congela y nos calla
porque es demasiada injusticia la que avizoran
los ojos y procesa la consciencia
sin poder de hacer algo

(que no sea otra cosa que sufrir).

Estoy colectivamente en pesadumbre,
pensándome en enfermos, en desesesperados,
en quienes padecen con males terminales
irresignadamente súbitos (como para quererlos
con gotica de esperanza por lágrima);
pensándome en los desempleados,
en ancianos, en niños sin futuro,
en los seres tarados, ofensivos,
turbios desde la bioquímica,
cósmicamente el lupanar
de la nada y sus nihilismos.

Ofendido por el dolor que no comprendo
y la angustia cotidiana, cínicamente adptativa
y come-neuras, hoy tengo miedo de soñar
(mira si estoy tan pobre que la mentira
es la sustencia de las cosas) y el desayuno
los ángeles putrecibles de las sombras
en mis platos de plástico barato.

Hambre es el camino hacia un lugar
de vergüenza y extravío, suma malescrita
en el sabor amargo, destello
en la rutina de lo mismo.


Desvalorizado ante todo lo que brilla
y da luces, vigilado por cuanto aliento robas
al atreverte a abrir la boca y deasfiar el aire.

Hoy el dolor social me perturba
porque lo siento mío en cada latido de corazón
que se asoma y me cuenta los días
en marcha regresiva y con voz ronca.

Cuando estás tan pobre así es cuando comprendes
la dimensión de lo triste, lo universalmente
trágico, emplazante que es este abismo del no planificarse,
de no tener derecho, de no hallar al solidario,
al sustentador generoso, compasivo,
al que orienta, al que distingue
entre lo claro y sombrío
todos los grises en penumbras.

Si amar es crear, ¿quién por mí crea, quién
a mí lo permite? No veo a nadie y, si saber es poder,
¡qué ignorante es mi ser, qué carente está
de su verdad y su belleza!

El sólo oye el eco, el lloro, de este vértigo
y su chata, mustia, placera, puta melancolía...
cuando estás así, universalmente triste y desastrado,
te vas a las galaxias y te pudres en los cielos.
Bajas a tierra y también te comen vivo los gusanos.


25-06-2004 / De El hombre extendido

La mala suerte / Pocahontas: la Madre de la Nación (USA) /


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