Thursday, September 17, 2009

Impaciencia



Yo no soy normal, no quiero serlo.
Me emputa que los normales me llamen
a su lado o me sigan
instando a ésto y lo otro... los normales,
gente que sólo a sí misma se oye; prudentes
que han sido y son los imprudentes
de ayer y siempre, cómplices de su Tradición
perfecta, incuestionable y sin defectos.

Así, pluscuanperfectos, hablan
sobre amor y humildad,
ecos de Modelos Celestiales y Divinos
y uno, en carbón de prueba,
en el cuatro de las atrocidades.

A uno se lo está llevando la porreta,
uno no ve la vida,
por la maldita hipocresía del mundo, el escarnio.
Entonces, ellos piden que llores. Suelta el trapo
y que te culpes y revientes
como si fueras el rey de los culpables.

Se aprovechan de la evidencia
de la llaga y las traiciones clavadas
y la angustia floreciendo como rosal
de espinos y que no hay rosas todavía.
Ellos son la visita de ese garfio,
tu acusador, el hermano normal
que te escupe. Ellos piensan que te tienen
en sus manos.

Me apestan quienes son pues lengua rasposa
y pardo gramático pico y hablan de amor perfecto
y de bello amor, mientras se roban todo.
(Quienes han de morirse no necesitan nada
y el asesino es que verifica a tu lado, investiga
si se puede contigo lesionar la normalidad de otros,
matar del mal lo que queda vivo,
modelo de las imperfecciones).

Es por lo que piden la aceptación humilde y realista
del desastre vivido. Tú eres el otro modelo,
que no sirve, no en balde te emputas y marginas.
Ellos, en cambio, vienen a perdonarte
como si fueses tú el padre de violencia
y esa opresión que ha buscado tu exterminio.

Por eso es que no quiero abrirles
la puerta; no soy como ellos. No quiero serlo.
No soy normal, odio su modelo de socializaciones
y triunfos y ese decirse redentores
y dueños de la buena voluntad
y ese civismo y metas predefinidas que no son
otra cosa que amores a distancia,
dolores fatuos, piadosas simpatías
que son espejos de lejanas
lejanías, ecos del eco.

De Las zonas del carácter
.
/ Ver

Las zonas del carácter


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Monday, September 14, 2009

Visitas inesperadas / 2


Recuerda que, por unas u otras razones, junto a otras niñas, fue transportada aparte, aunque su destino fuese el mismo. Irían a uno de los caserones, habilitads para dormitorios y comedores de la Escuela México-España de Morelia. Como era el caserón más pequeño, se dispuso para las niñas, la cocina, la escuela del taller de costura, una salita que llamaron la futura Biblioteca.

El camión entró por la parte oriente, donde está la Plaza de San Juan de Dios, al parecer, la que hoy se identifica como la Plaza Melchor Ocampo. No recuerda si la estatua que hoy honra al estadista se había eregido. Sí rememoró que un hospital tenía ese nombre: Melchor Ocampo. Y recuerda que bajó con las otras niñas y, según caminaban, el hospital iba quedando a sus espaldas.

La plaza tenía árboles sembrados en sus bordes. A la catalanita, le trajo vagas memorias de Barcelona. Sin embargo, cuando alcanzó con su mirada unos edificios, no tan distantes al fondo y hacia el Norte, a pesar de que le dijeron que yerguen los letreros: «Les daban la bienvenida», la pancarta semicaída y desdoblada por una violenta brisa, parecía como si, por enojo, la estropearan. O hubiesen decido que se cayera y se pierda. No se le quitó de la cabeza que en España se comparaba al grupo de niños que arribó, con el buque Mexique, con niños en campos de concentración en Francia.

Ana Catana leyó otra pancarta en el edificio, aún más grande y amarrada a una pared, sobre la altura de dos puertas, de un extremo a otro: «Todas las elecciones son una farsa: almanzista, únete al sinarquismo». Preguntó en voz alta qué significa el 'sinarquismo' y qué es un 'almanzista'. Sólo le dijeron que la campaña presidencial comenzó y será reñida.

A las siete de la noche, a poco de haberse servido lo que fue su primera cena en el centro, leyeron la cartilla a las niñas. —Darse su lugar, evitar irse a jugar con los varones, porque la edad no es garantía de protección ante «criaturitas perversas y lujuriosas», como son ciertos niños—.

Le mostraron una habitación. Había como diez camas; sólo dos habían sido ocupadas; las niñas fueron solicitadas por familias católicas y caritativas, que las adoptarían, en su momento. —Ahora ya son seis con ustedes—. Todas para compartir una sección, donde había una ducha, tres lavamanos, tres bidets, con su toilet al lado. Se habló sobre cómo no desperdiciar el papel de toilet, tras la limpieza post-defecatoria, porque «está tardando y dificultándose la compra del papel de China». Cuando eso sucede, aún las niñas educadas en las buenas costumbres y progresos, utilizan o un trapo, o papel de periódicos viejo.

El vestido que Ana Catana había elegido para estos primeros días en México lo cuidó celossamente dentro de un morral, muy distinto al que le dieron luego. Mas ella defendió estos vestidos, no más de tres, uno de los cuales eran su ropón de dormir y una enagua.

Ahora, para este paseo, vestía el mejor vestido, con fina tela y prendas interiores que delataban su clase social, hija de la burguesía más distinguida. En ningún momento, ella hizo aspavientos de serlo. Ser niña rica, o presumirlo, fue como inconveniente, o se supuso serlo. En España hay guerra y hambre.

A su padre lo asociaban con el Gorro Frigio. De hecho, así salió en una caricatura que un día, en Barcelona, vio en la prensa. Como pequeñita, Ana Catana no supo el por qué de lo que leyó. Leyó, sin entender, y le explicaron, que con la caricatura y unas parrafadas bajo el epígrafe se le recordaba a su padre que ser rico / goliardo / rentista y señorón / no va tan acorde con la vida política que él había iniciado, desde el gobierno: Marchiel Possé discursa sobre la libertad para las masas, la conveniencia de la democracia jacobina.

—Pero eso es una iniquidad y contrasentido, viniendo de usted, Señor Marchiel—, se le decía a su padre. —Usted se ha olvidado de cuál es el Modelo Original y lo que debería imitar deliberadamente, para no ofender el tradicionalismo. Los cambios del mundo... mire, doctor, deje que se dén, no los apoye. La Mano Invisible que gira el mundo es Dios. No copie los giros y malgiros de los humanos, copiando de malos modelos, por las generaciones sucesivas no perdonan... Corta memoria tiene la reacción de los revolucionarios jacobinos y muy larga y segura es la memoria de los tradicionalistas—.

A su padre le estuvieron diciendo traidor del Tradicionalismo. Fue el primero de los Marchiel-Possé que cayó en la herejía tan abiertamente. Uno, el fue el primero, se puso una máscara de hierro sobre su rostro para no avergonzar a la familia. Estuvo cautivo Luis XIV, el omnipotente Rey Sol, por veintidós años

No se esperaba de los Marchiel-Possé. No del esposo de Soledad, madre de Ana Catana, quien ha tenido que abandonar la España azul. Este se hizo republicano, guerrillero y repitió las herejías que hicieron que el Du Junca, en su diario, registrara en 1698, que un De Marchiel fue transferido de Pignerol a la isla Santa Margarita, en la bahía de Cannes, y ese hombre «es más importante que el resto de los reos en la isla».

Y la familia de ese hombre, que terminó en La Bastilla, fue tradicionalista y, desde entonces, ha comprado muchos predios en la Bahía de Cannes, asegurando que no sucederá más que un miembro de la familia copie mal el modelo que se le ha enseñado.

—El niega la personalidad de su clase, el Ego de su familia, el Ego de todos los individuos ricos. Es un rico que se niega a sí mismo. Niega su libertad personal y dice que el colectivismo de la nación, el Estado demócrata y social, es más importante que él. Eso es ponerse el gorro. O dejarse poner un sabenito... Que se engorre él, que le crea la revolución a Marx o al taylorismo, éstos últimos, con Henry Ford, constructores de la clase media—.

Quien habló a la pequeñita Ana Catana, aún en España, es venenoso. Ella es una esponja e hipersensitiva. Proteja y guarda lo que oye en su memoria para siempre.

—Esta clase media, que es la peor y más mercenaria de las clases, porque es una clase aspiracional sin inscripción política definida, le piden a la izquierda y a la derecha, a Dios y al diablo. Piden a base de maldición y gesticulación de fe. La clase media y su modelo social burgués es el colmo de la hipocresía... —, oyó que le dijo. Indiscutiblemente, que Ana Catana no sacó nada en claro.

Fue lo citado, rigurosamente. Ella puede memorizar lo dicho: «Que su padre siendo adinerado, hijo de una sociedad opulenta, que se había paseado por Francia, Alemania e Inglaterra, visualizó la consolidación de ese grupo emergente, a través de la sociedad de masas, y en vez de reprender y destrozar la aparición de ese modelo en España, lo ayudó a crecer. Lo predicó. Elogió el que se copiara el modelo imperfecto de la Izquierda y se puso el Gorro Frigio / Jacobino / para que fuese la burla de los periódicos y de los anarquistas y de la gente que, por surgir de las capas más bajas de la sociedad, no entienden estos postulados y otros, claro está, que el republicano De Marchiel Possé también puso en duda, yéndose con todo al tacho:

La familia de Marchiel-Possé no puede justificar el ateísmo, con su Divinidad: la Impaciencia y la Polarización. Mucha secularización político-social es mala consejera cuando se desean cambios. Si. Los cambios son necesarios y la necesidades, aún no satisfechas, con cierta magnitud, revelan cómo han de satisfacerse los cambios.

—Dar poco a poco, porque dar con exceso es revolución que destruye lo bueno, junto con lo malo. No es que sobrevaloremos la tradición, o creamos que las normas y costumbres todas sean buenas. La esencia de nuestro pensamiento es que complacer, en exceso, el apetito de cambio, el apetito de revolución, entraña un peligro moral que ahonda el caos. Y preferimos ser, entonces, prudentemente contrarrevolucionarios, conservadores—.

Ya en la Escuela México-España de Morelia, en el día de su formal registro, una mujer se ha parado frente a un pizarrón. Apunta las horas en que las niñas se levantarán, tendrán horas de alimento diario, asistencia a clases, ejercicios en el patio. Horas de lavandería y horas de limpieza en las instalaciones. Diagrama hábilmente ideado. Por observar a Ana Catana con más curiosidad que otras niñas, había quien, ella era una, notara que todo lo suyo fue de mayor calidad y costo que lo que otras niñas del embarque trajeron.

Tendría que decirle no presumas, eres la realmente minoritaria en esta mayoría de zalapastrosas, entristecidas y hambrientas. Al plantear cuáles serían los términos, tomó en cuenta, lo que observara en ella: su corte de pelo, su dentadura, de higiene disciplianda, su cajoncito con cepillos, dentríficos, uno que otro potecito de aroma y su jabonera; aún vestida en fachas, era pulcra. Miró sus medias y zapatos impecables, tan ;impios; el abrigo con que se protegía de aires y alturas, es elegante, caro y bonito, pero, lo dijo enfáticamente para que se lo enchuten todas las niñas: «Que no se tolerará el robo y que la desobediencia será castigada».

Dibujó una cabeza, con orejas de burro y, tras borrar la imagen de la burla, arguyó: —Aquí no hay ricos ni pobres. Aún tú, pequeña, vas a utilizar el uniforme. Aquí se te coserá la ropa y te darán zapatos. Aquí no hay mucho que dar, no estamos en una Feria de las Vanidades; pero tampoco éste es el Valle de la Humillación... No se insultará a la gente porque responda a un nivel social específico; sólo que aquí no se para bola al que viene de viborita, pa'cuaima, yo; y como este lugar no es necesariamente la iniciativa de una bola de rojetes y, ¿quién sabe si dure tanto como para que digan, caray si hicieron algo por nosotros? Lo que yo les pido es que jalemos parejos el mecate. La soga se puede partir y no hay por qué buscar culpables, o echar más responsabilidad algún pagapedos que la que tiene—.

Ha vuelto a dibujar una figura y le ha puesto un gorro frigio. La señora no tiene idea de que Ana Catana rememora a su padre. Es sólo una coincidencia que la mujer dibuje algo tan parecido a la vieja caricatura de a la prensa española que estigmatizara a su padre. Se asoman lágrimas a sus ojos porque asocia la caricatura que viera a la edad de seis años, en vísperas de perder contacto con él, con la calaverita que se dibuja sobre el pizarrón con tiza.

—A ninguno nos gustaría que éste sea nuestro destino. Unos huesitos despreciados... con un gorrito de burla en el Valle de la Humillación.

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[Este relato pertenece al libro en preparación En Memoria de Catana, biografía novelada de una de las niñas de Morelia, o españolitas enviadas a Morelia (Michoacán, México) y otras ciudades, como parte de programa de ayuda a refugiados, durante la Guerra Civil Española y el gobierno en México del presidente Lázaro Cárdenas, ex-gobernador de Michoacán y simpatizante de los Republicanos españoles].

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Sunday, September 13, 2009

10. Nunca apuestes con los narcisistas

Recuerdo una época en mi niñez, en la que mi propia ignorancia, por desgracia, me impidió ayudar. Había razones para esa clásica definición de la ansiedad como «tensión anticipatoria, o vaga amenaza o disfraz del sentimiento de fracaso» ante las relaciones interpersonales. Mamá sufría. Ella sabía que, de la noche a la mañana, no se podía cambiar a quien fue mi padre. Un fantasma. Un ser que no fue más que una proyección que él hizo de otro. De una imagen en una pantalla. Mi padre se llamaba Pedro. Tenía ancestros asturianos. Nosotros, Pedrito y yo, no usamos el apellido de él, poque no nos lo dio. —Los fantasmas no tienen apellido—, como decía mamá.

Si consideramos este otro lado que duele, o invita a que se tenga lástima por él, fue un hombre teatral, inmaduro, según lo describe Mamá. Me dijo que cuando murió Rodolfo Valentino en Nueva York en 1926, papá Pedro adoptó su mito. Aquí tiene este detalle. Dice que la primera generación del 1900, esos primeros 30 años del Siglo XX, son la Generación del Narcisismo. Una en que los hombres se ponen, ya no sólo el uniforme de cachacos, de militares modernos. Visten el uniforme de la Eugenesia y dizque el Buen Nacimiento... Hay que buscar una excusa para decir, «yo no soy el hombre-simio», la bestia darwiniana. La guerra, la fealdad y la miseria, no son mi legado.

Este tipo de hombre, o de tío alega para su filosofía social, que la herencia ha sido mejorada, hay mejoras sustanciales de su genética. Herencia no es sólo un patrimonio material que se deja al morir, o se lega... Hay rasgos sanos y evidentes, inteligencia protectiva y belleza, que nos hacen superiores al promedio de la gente, y que deben considerarse una parte de la herencia. Con la complicidad de padre e hijo, Mamá me explicó por qué no exigió el apellido Valdez para Pedrito y yo. Como su hipócrita propuesta de alivio al sufrimiento humano, estos hombres narcisistas que han cuajado, son los perfectos seductores en los decenios del '20 y 30. Mamá dice que a ese gajo de sinvergüenzas perteneció Pedro Valdez, mi padre, y pertenecía la imagen de Rodolfo Valentino. Usted, cuando hable con ella, observe cómo a quienes tengan por nombre Pedro, Rodolfo y / o Adolfo, los califica de gilipollas. A su juicio, son putos, todos por parejo. Hombres que quieren ser bonitos para que su bonitura sea un arma más contra nosotras, un arma más, sofisticado machismo...


No estudio estas cosas, como Caterine, no sé mucho sobre artistas de cine, pero... dicen que Rodolfo Valentino fue afeminado. Que desafió a duelo a periodistas que le dijeron: Lo eres. En estos narcisistas, como fue mi padre, la orientación genética se vuelve fuerte, obsesiva, su visión eugenésica se profundiza amoralmente y el narcisismo personal obliga a que se vaya por componendas y cómplices. Mamá no sirvió a Pedro Rodolfo Valdez Valentino, como se presentaba, haciéndolo más náufrago de su propia mentira, no fue la cómplice propicia...

—No, tú, Baturro, dejáos de gilipolleces—.
—¿No crees que es mi nombre de pila, ah?

—Por supuesto que no, eres un baturro y, a más de que seas torpe, no ando yo buscando hombres bonitos... Agradezco si encuentro compañeros de trabajo y de buena voluntad, mas por ahora... ni siquiera eso. No ando buscando macho...

—Mentira. Eres linda, te andará por tener... macho. ¿No estoy guapito, nena?—

—¿Y eso pa' qué te sirve, si eres un baturro?—

—Para mejorar, la raza. Por ahi es que debemos comenzar a discutirlo... para haya selección natural, no artificial, de los mejores especímenes. Acaso, si estuviera en tus posibilidades un diagnóstico prenatal, ¿te negarías la oportunidad de influir en el propósito de que tus hijos sean sanos, bellos e inteligentes?... Te voy a decir ésto, entre Los Valdez, mi padre es el primero que lo dice: No te vayas a buscar una tarasca, malhecha y hedionda, para que yo le entregue mi heredad... De modo, que yo sé donde pico y con qué guitarra me acerco y doy ronda, con danza nupcial... Yo he viajado toda la República. Reviso las jorras y nunca pierdo de vista el modelo que me llena el ojo. No es la primera vez que te observo.

—Cierto. Abora me sigues a la universidad.

—Yo estudié aquí. Unos meses, sé que aquí pierdo el tiempo. Aquí vengo a revisar ganado... aunque yo lo hago, viendo ciertos modelos.

—¿Por ejemplo?

—Con pelo oscuro, Louise Brooks, güeras grandullonas que sean como Greta Garbo, Marlene Dietrich, una que otra que sea flacuchona como Claudette Colbert; una bobarra, insulsa, como Ginger Rogers... ahora te lo voy a plantear de otro modo, porque estamos ya en la época del condón y las píldoras, yo no puedo entender que una universitaria, como eres, no sepa quién es Constance Bennett y menos Louise Brooks, que fue la flapper más famosa de su tiempo, los '30... Si yo digo que, hasta mi madre lo dijo, ésas son mujeres bellas no pasan de moda... Yo me parezco a Rodolfo Valentino. Lo confirmé por ver sus películas.

—¿No has visto sus películas?

—Películas mudas, gringas, no...

—Okay. Veo de dónde vienes. Yo soy mujeriego, no lo niego. No es suerte, es pinta y voluntad... Y, ¿sabes? hasta mi padre vio a quien se te parece, se peina como tú, se maquilla como tú... Constance... mi padre se ha jalado la polleta por ella porque mi madre murió... Esta es la época de Pedro Infante, Jorge Negrete, ¿los oyes? ¿vas al cine a verlos? ¿Tampoco?... Tú sí que me necesitas. Estás muy jodida y virgen... ¿Cómo te llamas?

—Ana Catana...

—Horrible, no te hace justicia ni el hombre... Y eso que hablas francés y nacíste en Europa... mas ahora, formalmente reunidos, porque yo lo he forzado, parece que te hubieran criado, amarrada a un corral. Ajena al mundo, no sabes ni por donde se orinan los cabros... ¿Tienes vida? ¿Dónde está la mente tuya? ¿Has tenido alguna vez ganas de coger, de ser mujer, y olvidarte de los malditos libros? ¡Yo te voy a enseñar, me cago en la retaguardia que sí! ... ¿Un pinchi, puto empleo, es la meta de tu vida? Sea, va... pero apuesta conmigo a la vida... No muy lejos de aquí, a la vuelta de la Calle Corregidora y la casa en que naciera el Cura Morelos, ¿sabes quién es? ... está una abarrotería. Papá puso tal almacén, dizque que pa'que yo me componga... yo no puedo atender ese lugar. Yo siempre ando con mis negocios para aquí y para allá. Se comprende. No estoy tan chamquito...

—Me dijeron que tiene par de hijos.

—Yo soy soltero. Te han mentido.

—No importa. Por lo que le avisaron sobre mí es porque necesito trabajo...

—Comencé mi propuesta. La abarrotería atiéndelo tú, son tres empleados y tú, si hay trato... mira, yo voy a buscar el afiche que tengo con la foto de Constance Bennett... si, con honestidad, me dijeras tu parecido a ella, ya tienes empleo y, en la planta alta de la aborrotería, te puedes mudar. Yo saco a mi padre y te quedas ahí. El quiere irse al campo con sus caballos. El puso ese negocio para mí. Mas ni él ni yo nacimos para vender abarrotes... él, si no respira bajo el cielo, se muere... y cuidado, que él agarra vieja también, así con 60 años, ruco, como está, y él no bebe como yo, que me raspo. Se acuesta siempre sobrio para amacizarse con la vieja que caiga. A él lo tengo que sacar, porque se va enamorar de tí y, por tí, Constance, que sería capaz el cabrón de desheredarme... Entonces, ¿qué?-

—Empleo condicionado a qué, ¿eh?—

—Casa y verga. No está mal el negocio para una foránea. Que no tiene seguridad laboral ni familia... ahora bien, es la verga mía. No la de él, tú no me traiciones...—

—¿Por qué la inseguridad, Valentino? ¿Acaso tu padre es mejor que tú?

—¿Jugarías con fuego para probarlo? ¿Apuestas conmigo, o por qué esa insolencia?

—Insolente tú desde el primer segundo...

Recuerdo esa época en mi niñez, cuando mamá me dijo que apostó por primera vez. Que es tan fácil... copiar el modelo malo, tentarse con la primera ilusión de lo que conviene, aunque una no sepa la dimensión del error. El demonio en la forma de Valentino avanzó, día a día, ganándole su confianza. Sincerarse es más que hablar sin tapujos. Hay que tener ideales y compartirlos. Mamá creyó que lo podía ubicar en su mundo, bajarle los humos, seducirlo con su hermosura interna y externa... pero él era Pedro Rodolfo Valentino de Mierda de Valdez/

Y él la aventajaba en edad y malas mañas. Al principio, jugaba a la generosidad, a la sincera identificación. Sólo forjaba su trampa. La llevó el día que se graduó de la Universidad Michoacana a que le cortaran el pelo, tal como en la foto que él llevó de Constance. Ella prefería ahora el pelo corto, con el estilo de Louise Brooke. El insistió. «Yo quiero que le gustes a mi Padre. Que él viva la fantasía de Constance Bennett, porque mi madre se llama Constanza, ¿entiendes?» Ella le dijo: —Pero es mi pelo—. «Pero, carajo, tú vas a apostar conmigo. Es un juego de par de días».

Durante esos días, ella se portó como no habría querido. Conoció a Los Valdez. Se distrajo con su mundo vulgar. Le sacaron confusas alegrías, cosas ocultas, neutralozadas por la soledad y el humillarse del exilio. Le sirvieron horrores de vino y terminó borracha. Se acostó con El Baturro Valdez. No le dio tiempo a negociar si de veras quiso hacerlo. Sería la primera vez. Sólo supo que amaneció con él y no se sentía virgen. Y si es cierto que el hijo estaba en su cama, por las miradas y lascivias del padre, no se convenció, no tuvo certeza de si pudo haberse revolcado con él, que la tocaba confianzudamente como si fuera una mesera sacada de la cantina o de un prostíbulo. Por causa de la apuesta tuvo que decirle a los dos que ya no juega más y que piensa que no beberá una gota de licor mientras viva...—

—Borracha no se vale—, les dijo. Vencer sobre los machos, a puro golpe, será arduo y tiene ganas de golpearlos. Echos juegan rudamente como si fueran mocosos, con una marimacha. Le han roto su ropa, la abren de pierna, se le suben. Hasta el viejo quiere ir en profundo. Y Valentino se quita la máscara zorruna y la protege de su padre.

—Es juego. Déjala viejo, mira que tiene coraje y te pega...—. Buenas uñas que tenía Ana Catana.

La vida de él, ah sí, no cambiaría. Cuando ella se fue, la buscaba, a deshoras, cuando supo que no quiso ni su compañía ni su auxilio. «El viejo se fue, ya no hay juego». Una segunda vez que abandonó la abarrotería, que le dio empleo por unos años, le dijo que su padre murió. Que le perdonara que a él lo excitara besuquarla, deseándola, sabiendo que Pedro es padre de sus nietos. —Es culpa mía, te puse al alcance de él. Y te hizo daño. Te besaba por soledad, por la pérdida de la otra Constanza que era mi madre. ¿Te hizo daño?—

Todo acoso sexual daña. Yo sé, mamá. Ofende. —Sólo fue su juego...—, justificaba El Baturro. Son dos tales para cuales, machistas...

—Yo no te quiero al lado de mi hija—, dijo al chantajista cuando vino a procrear a Pedro, el segundo hijo con Ana Catana.

Dicen que la más linda de las mujeres de las que se jactara El Baturro, «la Bennett que preñé dos veces», fus mamá. Cuando se emborrachaba, en cantinas o donde estara, decía: «Sólo esa ingrata, me partió el corazón»... Para que no hablara sobre mamá, se pensó en matarlo. Voisin se puso celoso cuando nació Caterine. Y buscó gente que lo provocara y golpeara.

Dicen que que El Baturro llegó a encelarse de su propio padre, porque, tan dura es la catalana, que no le dijo: «Estás guapito, Pedro». No se lo dijo. Le echó un discurso sociológico, empero, declarándolo parásito. Lo comparó con un ladrón en el sentido más burdo: el que nunca aprende a ser un hombre productivo. El que, con prodigalidad, todo lo derrocha porque no le ha costado su esfuerzo, sacrificio de su parte. Al menos, Pedro I, el padre del Valentino de Marras, crió sus caballos, tenías energías naturales en el cuerpo e hizo que pariera la tierra. Este otro sólo entierra el nabo para que le digan «varoncito y guapito», no macho-Narciso, suplantador de puto.

Si ésto es así, en cuanto a expectativas sociales fracasadas, mi padre emocionalmente es igual. Como esposo no se pudo contar con él para nada. Entró a la vida de Ana Catana para hacerla parir. Ella no se arrepiente, al final de cuentas; pero no frivolza el dolor y el odio que guarda, con un esfuerzo de no contaminar a sus hijos con la memoria de lo ingrato.

El marido no fue llamado Eros, el placer a sus puertas. —Dímelo con tu vocesita que soy mejor que ninguno de los que te haya comido las nalgas, dándote por ojo, boca y narices, mira, puta, que me parte el corazón, no saber cómo piensas y me mortifica verte con ese politicón, Voisin...—

¡Qué estúpido obseso fan de las películas de los años 20! Ahora con celos... Cuenta mamá que iba a San Diego a ver cine, cuando no lo había en Michoacán. Viajaba por todo el Norte para seguir la imagen de Lupe Velez, o de Constance, o Louise... Dicen que Narciso lloró, como si fuera una vieja, cuando murio Rodolfo Valentino. «Mi hermano. Mi gemelo».

—Para decir eso, tú debes sentirte más solo que yo. Sin embargo, yo tengo hijos y un Camarada de Oro, socialista, Cárdenas y cada año sé de combatientes nuevos, —Para amorosos; yo no necesito a putos como Rodolfo Valentino. ¡Qué pena me das, Baturro!—

Lo mejor que El Baturro descubrió fue que Constance Bennett podía ser tan real como la adolescente de la Escuela Industrial España-México o la Universidad Michoacana de San Nicolás. Mamá se recogía el pelo, como ella, caminaba como ella, pero tenía voz. Era de carne y hueso, exístía cercana... No era una escena en una película muda... Ni fue una casualidad que el padre de El Baturro viera primero. Pero ambos la tuvieron tan cerca, era más linda que Constance, eran más fuerte y tierna, y en vez de amarla, la golpeaban con la punta de capullo, con el pene de sus desprecios...

Si pudiera consolarte, Mamá, por ese recuerdo de la apuesta...

«No lloren, pinchis viejas. Aquí estoy, pa' lo que me manden. Llegó por quien lloraban». Otra vez. Viene borracho... Siempre ha vestido bien para donjuanear. Llega como un patrón. Seduce como un Valentino. Va a los cines, después donde haya mujeres y naipes. Suplanta a Rodolfo Valentino, quien dejó el mito abierto, porque murió a los 31 años. El tenía 30 años de edad cuando entró a la vida de mamá, diez más que ella. Y la embarazó. Ahora tiene 38 y vuelve.

—Es posible que no lo sepas. O no lo quieras creer. Pero, realmente, Rodolfo Valentino no ha muerto.

—¿Qué trae?—, preguntó mamá.

Emsayó una escena de tango, con una imaginaria mujer. La que evoca de Los Cuatro Caballos del Apocalipsis.

—Déjate de payasadas. Debo completar unas lecturas para entregar para una clase en la universidad. Estoy tratando de terminar una maestría.

—Los hombres seductores, de sangre caliente, no tenemos libretos que estudiar... El Latin Lover es ídolo no ya del cine de matineé, es lo de menos. Subiré a las camas de las niñas, aún insatisfechas porque nadie las llena de besos y les hace arder en la piel con los deseos de posesión y humedad. Vengo por una segunda oportunidad. Quiero que me des un hijo que se llame como yo.

Y Ana Catana, con casi 30 años de edad, erró otra vez. Nunca se lo ha podido perdonar.

Saturday, September 12, 2009

9. El gorrito de la burla

Recuerda que, por unas u otras razones, junto a otras niñas, fuen transportada aparte, aunque su destino fuese el mismo. Irían a uno de los caserones, habilitads para dormitorios y comedores de la Escuela México-España de Morelia. Como era el caserón más pequeño, se dispuso para las niñas, la cocina, la escuela del taller de costura, una salita que llamaron la futura «Biblioteca».

El camión entró por la parte oriente, donde está la Plaza de San Juan de Dios, al parecer, la que hoy se identifica como la Plaza Melchor Ocampo. No recuerda si la estatua que honra al estadista, se había eregido. Sí rememoró que un hospital tenía ese nombre: Melchor Ocampo. Y recuerda que bajó, con las otras niñas y según caminaban el hospital quedaba a sus espaldas.

La plaza tenía árboles sembrados en sus bordes. A la catalana, le trajo vagas memorias de Barcelona. Sin embargo, cuando alcanzó con su mirada unos edificios, no tan distantes al fondo y hacia el Norte, a pesar de que le dijeron: «Les daban la bienvenida», la pancarta semicaída y desdoblada por una violenta brisa, parecía como si, por enojo, la estropearan. O hubiesen decido que se caiga y se pierda. No se le quita de la cabeza que en España se compara al grupo de niños que arribó, con el buque Mexique, a niños en campos de concentración en Francia.

Ana Catana leyó otra pancarta en el edificio, aún más grande y amarrada a una pared, sobre la altura de dos puertas, de un extremo a otro: «Todas las elecciones son una farsa: almanzista, únete al sinarquismo». Preguntó en voz alta qué significa el sinaquismo y qué es un almanzista. Sólo le dijeron que la campaña presidencial comenzó y será reñida.

A las siete de la noche, a poco de haberse servido lo que fue su primera cena en el centro, leyeron la cartilla a las niñas. —Darse su lugar, evitar jugar con los varones, porque la edad no es garantía de protección ante criatutras perversas y lujuriosas, como son ciertos niños—. Le mostraron una habitación. Había como diez camas; sólo dos habían sido ocupadas; las niñas fueron solicitadas por familias católicas y caritativas, que las adoptarían, en su momento. —Ahora ya son seis con ustedes—. Todas para compartir una sección, donde había una ducha, tres lavamanos, tres bidets, con su toilet al lado. Se habló sobre cómo no desperdiciar el papel de toilet, tras la limpieza post-defecatoria, porque «está tardando y dificultándose la compra del papel de China». Cuando eso sucede, aún las niñas educadas en las buenas costumbres y progresos, utilizan o un trapo, o papel de periódicos viejo.

El vestido que Ana Catana había elegido para estos primeros días en México lo cuidó celossamente dentro de un morral, muy distintinto al que le dieron luego. Mas ella defendió estos vestidos, no más de tres, uno de los cuales eran su ropón de dormir y una enagua. Ahora vestía el mejor vestido, con fina tela y prendas interiores que delataban su clase. En ningún momento, ella hizo aspavientos de serlo. Si niña rica fue como inconvenientes, porque, a su padre lo asociaban con el Gorro Frigio. De hecho, así salió en una caricatura que un día, en Barcelona, vio en la prensa. Como pequeñita, no supo el por qué de lo que leyó. Leyó, sin entender, y le explicaron, que con la caricatura y unas parrafadas bajo el epígrafe se le recordaba a su padre que ser rico / goliardo / rentista y señorón / no va tan acorde con la vida política que él había iniciado: Marchiel Possé discursa sobre la libertad para las masas, la conveniencia de la democracia jacobina.

—Pero eso es una iniquidad y contrasentido, viniendo de usted, Señor Marchiel. Usted se ha olvidado de cuál es el Modelo Original y lo que debería imitar deliberadamente, como un tradicionalismo. Los cambios del mundo... deje que se dén, no los apoye. La Mano Invisible que gira el mundo es Dios. No copie los giros y malgiros de los humanos, copiando de malos modelos, por las generaciones sucesivas no perdonan... Corta memoria tiene la reacción de los revolucionarios jacobinos y muy larga y segura es la memoria de los tradicionalistas—.

A su padre le estuvieron diciendo traidor del Tradicionalismo. Fue el primero de los Marchiel-Possé que cayó en la herejía, tan abiertamente. El primero se puso una máscara de hierro sobre su rostro para no avergonzar a la familia. Estuvo cautivo Luis XIV, el omnipotente Rey Sol, por veintidós años

No se esperaba de los Marchiel-Possé, esposo de Soledad, padre de Ana Catana que ha tenido que abandonar la España azul, porque su padre se hizo republicano, guerrilero y repite las herejías que hicieron que el Du Junca, en su diario, registrara en 1698, que un De Marchiel fue transferido de Pignerol a la isla Santa Margarita, en la bahía de Cannes, y ese hombre «es más importante que el resto de los reos en la isla». Y la familia de ese hombre, que terminará en La Bastilla, es tradicionalista y ha comprado muchos predios en la Bahía de Cannes, asegurando que no sucederá más que un miembro de la familia copie mal el modelo que se le ha enseñado.

—El niega la personalidad de su clase, el Ego de su familia, el Ego de todos los individuos ricos. Es un rico que se niega a sí mismo. Niega su libertad personal y dice que el colectivismo de la nación, el Estado demócrata y social, es más importante que él. Eso es ponerse el gorro. O dejarse poner un sabenito... Que se engorre él, que le crea la revolución a Marx o al taylorismo, éstos últimos, con Henry Ford, constructores de la clase media. Esta clase que es la peor y más mercenaria de las clases, porque es una clase aspiracional sin inscripción política definida, le piden a la izquierda y a la derecha, a Dios y al diablo, piden a base de maldición y gesticulación de fe. La clase media y su modelo social burgués es el colmo de la hipocresía... —, se le dijo. Indiscutiblemente, que Ana Catana no sacó nada en claro. Fue lo citado, rigurosamente, lo que se le dijo: «Que su padre siendo adinerado, hijo de una sociedad opulento, que se había paseado por Francia, Alemania e Inglaterra, visualizó la consolidación de ese grupo emergente, a través de la sociedad de masas, y ves de reprender y destrozar su aparición en España, lo ayudó a crecer. Lo predicó. Elogió el que se copiara el modelo imperfecto de la Izquierda y se puso el Gorro Frigio / Jacobino / para que fuese la burla de los periódicos y de los anarquistas y de la gente que, por surgir de las capas más bajas de la sociedad, no entienden algunos postulados, claro está, los que el republicano De Marchiel Possé también puso en duda, yéndose con todo al tacho:

La familia de Marchiel-Possé no puede justificar el ateísmo, con su Divinidad la Impaciencia y la Polarización. Mucha secularización político-social es mala consejera cuando se desean cambios. Si.Los cambios son necesarios y la necesidades, aún no satisfechas, con cierta magnitud, revelan cómo han de satisfacerse los cambios. Dar poco a poco, porque dar con exceso es revolución que destruye lo bueno, junto con lo malo. No es que sobrevaloremos la tradición, o creamos que las normas y costumbres todas sean buenas. La esencia de nuestro pensamiento es que complacer, en exceso, el apetito de cambio, el apetito de revolución, entraña un peligro moral que ahonda el caos. Y preferimos ser, entonces, prudentemente contrarrevolucionarios, conservadores.

La mujer se ha parado frente a un pizarrón. Apunta las horas en que las niñas se levantarán, tendrán horas de alimento diario, asistencia a clases, ejercicios en el patio. Horas de lavandería y horas de limpieza en las instalaciones. Diagrama hábilmente ideado. Por observar a Ana Catana con más curiosidad que otras niñas, había quien notaba que todo lo suyo fue de mayor calidad y costo que lo que otras niñas del embarque trajeron.

Al plantear en tales términos, se referió a su corte de pelo, su dentadura, su cajoncito con cepillos, dentríficos, uno que otro potecito de aroma y su jabonera; sus medias y zapatos parecen impecables; el abrigo con que se protege de aires y alturas, es elegante, bonito, pero, han dicho enfáticamente para que se lo enchuten todas las niñas, que no se tolerará el robo y que la desobediencia será castigada y dibujó una cabeza, con orejas de burro y, tras borrar la imagen de la burla, arguyó:

—Aquí no hay ricos ni pobres. Aún tú, pequeña, vas a utilizar el uniforme. Aquí se te coserá la ropa y te darán zapatos. Aquí no hay mucho que dar, no estamos en una Feria de las Vanidades; pero tampoco éste es el Valle de la Humillación... No se insultará a la gente porque responda a un nivel social específico; sólo que aquí no se para bola al que viene de viborita, pa'cuaima, yo; y como este lugar no es necesariamente la iniciativa de una bola de rojetes y, ¿quién sabe si dure tanto como para que digan, caray si hicieron algo por nosotros? Lo que yo les pido es que jalemos parejos el mecate. La soga se puede partir y no hay por qué buscar culpables, o echar más responsabilidad algún pagapedos que la que tiene—.

Ha vuelto a dibujar una figura y le ha puesto un gorro frigio. La señora no tiene idea de que Ana Catana rememora a su padre. Se asoman lágrimas a sus ojos porque asocia la caricatura que viera a la edad de seis años, en vísperas de perder contacto con su padre, con la calaverita que ella dibuja con su tiza.

—A ninguno nos gustaría que éste sea nuestro destino. Unos huesitos despreciados... con un gorrito de burla en el Valle de la Humillación
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Friday, September 11, 2009

8. Que viene el Coco y te come


A Catita le dijeron que el Coco no existe.

—Por supuesto, es mentira. No existe—, dice Bassols y acarició la mejilla de un niño que lloraba. —El Coco es un invento pa'bobos—. A Catita se lo explicaron, muy someramente. Alguna vez trataron de asustarla. —No hay tales martirizantes figuras. No hay verdugos—. Quizás el miedo irracional a lo desconocido hace que la gente diga esas bobadas. No hay ni por qué creer cuentos de hadas ni tampoco que se crean cuentos de horror. Ahora, cuando sólo por vieja le dicen Catita, inspira autoridad con su mirada desafiante y valiente. Aprendió que lo único espiritualmente deformador, logrero y por lo que se arrugan, los supersticiosos, es la cobardía, la comoplicidad, la falta de transparencia. El único Coco en su familia fue uno que se puso por veintidós años una máscara de hierro para no asumir, en su familia, que su corazón estaba en bellas herejías que desafiaban el Tradicionalismo.

El embajador está mirando a un hombre impertinente. Este es un ccco / cacudo / que hablaba de cuquitos. Se ha decidido a acompañar al grupo de niños que viajará a México. A este monse si lo dejan vende terrenos en la Luna y por lo que mete floros, cazando a pazguatos. Un par de años lleva, cercándose de niños, con ojos pedófilos, se integró al Comité Iberoamericano de Ayuda al Pueblo Español, con sede en Barcelona. Se dice partidario de un pacifismo filantrópico, sin banderías ni preferencias políticas. No tiene delitos. Su expediente limpio sólo indica que es célibe, amanerado, amigo del mucho rezo y comer en conventos, o al fiado.

—Creo en salvar a los niños— y da la impresión, por sus persignaciones, de que es católico y piadoso; empero, abrió la boca y soltó las entelequias de demonios que no existen. Tal vez no se dio cuenta de que estuvo mencionando las sogas en la saca del ahorcado. Da la impresión de inmaduro. O matrero, pero es servicial. Sólo que se pega a cualquier grupo, por cena o desayuno.

—Eso de aliar en un mismo cuento a niños y cocús no lo haga más—, le dijo Bassols al hombre. El terco asintió, mas no tardó en repetirlo. Esta vez dijo que sólo intentó ser divertido. El caso es que los niños dormirán esta noche con escasa luz, apenas lamparitas. Escasean las velas. Hay mucha penurias en París. La luz eléctrica es ineficiente y el castillo es frío. Los pequeños se ponen nerviosos, máxime si los amedrentan con espectros fantasmales o relámpagos inesperados y truenos ensordecedores. Cuandos son niños, crecidos en la abundancia y la comodidad que merma por la guerra, lo mejor es evitar ese surrealismo atrabancado. La escasez es ya mal agüero y ocasiona su nerviosismo.

En la habitación del Castillo Reynard que han asignado a Soledad, como madre que disimula la angustia [va a separarse de su hija] dio atención a quien contaba lo que viviera, junto a algunos republicanos que lograron su escapada desde Gerona. El Gobierno de la República dejó su sede en Barcelona, presionados por los bombardeos franquistas. Se mudaron a Gerona. Allá observaron cómo se ametrallaba a los civiles, no sólo a guerrilleros del Frente Rojo. No quería que se abriera un rumbo a Francia. Es que sin se van esos judíos geroneses se van de España las bocas más chismosas. Y los falangistas prefieren matarlos en sus patios.

Ella hizo breve la plática, cortó a tiempo, ya supo o sobreentendió que se confirmó la muerte de su esposo. Es mejor que Ana Soledad no se entere de mayores detalles. Ella verá cómo puede enterrar o reclamar ese cadáver, sin que exponga inútilmente su vida. La nostalgia hace hablar. Aquel señor quiso ser la enciclopedia. Es que es judío: El ama la Costa Brava, y Gerona es la ciudfad que noreste peninsulat que él más ama y la cercanía a la frontera es como una puerta. Se ha puesto a llorar porque ya no visitará el Carrer de Sant Llorenc, cerca del portal, se sienta y vigila lo que fue su casa, en el barrio judío. El se conoce las estrechas calles de Gerona. Es de los pocos que detectó un lugar, ruta exacta, donde aún está la yeshiva medieval que fundó Nahmanides.

Francia permitió, por primera vez, que llegaran por sus fronteras muchos de los heridos de la retirada de Barcelona y Gerona. Y un buque francés, el inolvidable Sinaia, se ha comprometido a zarpar desde el puerto puerto de Séte y relocalizar a niños españoles. La idea es que no vean más episodios perturbadores de guerra. —No es sólo el Coco de la Violencia, que es tan monstruoso, aún más que los Cocos del hambre y la enfermedad, por sus pepitas de kókkos, y que escupe el Monstruo mayor, el Cus etíope, el demonio deforme y feo—. «Que se vaya a un pinchi teatro este pendejo», piensa Bassols.

Soledad, ante la nueva mención de los Cocús, sonríe a su hija. A los nueve o diez añitos, Catita es tierna todavía. Suele decirle que abra bien los ojos y escuche únicamente lo que convenga. Chismes no son verdades y abunda más el chisme que lo cierto. Es preferible velar a dejarse hundir en pesadillas. O dejarse arrastrar por la histeria. Por eso, al igual que Bassols, el Ministro en Francia de Cárdenas, confía que Ana Catana será protegida. No creerá lo que ha oído. «Este sujeto está cagando el palo». El diplom0tico lo piensa, pero, no lo dice.

Historias negativas propaladas sobre la situación de los primeros niños en México, que viajaron en Mexique, las repite como si trajera una agenda para desalentar que se hagan estos viajes. Cuentan, por ejemplo, que de los primeros 456 menores, entre huérfanos de guerra e hijos de combatientes republicanos, de los que ya embarcados desde España en el vapor de bandera francesa Mexique, unos 200 se han perdido en el camino. No que se hayan lanzado al mar, sino que escaparon de los caserones. O no se han personado a las clases ni a sus dormitorios. No hay disciplina, especialmente, entre varones. Consiguen licor y cigarrillos. —Con deciros que en Escuela Industrial España-México, ya murió un chaval—.

Es cierto que problemas han surgido con el director Lamberto Moreno y los docentes de la Escuela Industrial España-México. Murió electrocutado uno de los niños, Francisco Nabot Satorres, y los alumnos, se han inquietado. «Van dos veces que se amotinan», informa el gracioso, alegando que viene de México. «Soy parte bona fide de estos proyectos». Ha faltado atención, estilo; no les enseñan siquiera la historia de su patria; no se explica por qué su presencia es una lección para México. Estos han llegado en medio de la guerra y, en adición a alimentarlos, ¿habrá alguno que entienda que necesitan algo más profundo que el que aprendan un oficio?

No fue este informante quien lo dijo primero, pero, se irán corrigiendo errores. Se destituyó al director, se ha advertido que no se tolerará la hispanofobia, presente entre maestros durante estos primeros años.

Ante niños que ha reído o llorado juntos, por varias semanas de espera, hay expectativas que Bassols comprende. En el Casillo de Reynarde, alquilado como residencia diplomática, duermen sobre el suelo con frazadas. El desayuno no falta; pero, las necesidades emocionales no se cubren del todo. Esta es una emergencia. Quienes han llegado son niños con buenos baúles, visten bien, pese a que se arriesgan emocionalmente a perder mucho. Sobre todo, lo que es más valioso: la compañía inmediata de sus padres, o protectores.

—Esto no es, en rigor, caridad para el que no tiene medios ni patria ni patria: este es el experimento, tal vez utópico, de que la solidaridad es posible. Entre pueblos, como México y España, y entre ciudadanos mexicanos, maestros, cocineros, servidores y niños, de las edades de seis o 13 años.

El fulano se disculpa. Alegan que ama el folclor. No quiere desmoralizar ni asustar a los niños. Posiblemente, en México, la hispanofobia sobre la que viene hablando, exageradamente, el sector falangista, no es tanta. «Es buena fe con el peor estilo. Falta de sensibilidad cultural»; peor es la insinceridad del que dice que es innecesario qie se lleven a esos niños y les mata los padres, encarcela y tortura sus parientes. Bassols le ha dicho: —Yo no lo quiero a usted cerca de estos niños...

—Mis expedientes policiales son inmaculados.

—Pero usted habla demás.

—Que se les adoctrine en acorde a la educación socialista de los Generales y anti-Cristeros es tan peor remedio como la excusa de asesinos franquistas. Franco y las tropas del Gobierno están cometiendo atrocidades—, razona el hombre.

—Pero eso discútalo privadamente conmigo.

—No esconda la verdad, don Narciso.

—No haga este momento más difícil, no le hable de Cucús... o el Caco o el Coco. En su lugar, si es verdad que ya conoce a México, recuérdeles las pancartas, tendidas desde los altos edificios de Veracruz y otros puntos, camino al Distrito Federal y Morelia, que les dicen: «Bienvenidos, niños de España»—.

Narciso Bassols alega que se emocionó ver el 7 de junio de 1937, el amor que expresó su país por ellos. Desde el Distrito Federal, seguió la ruta hasta que el día 10 ya estaban en la ciudad de Morelia. Frente a Palacio de Gobierno, se reunieron centanares de mexicanos a verles como si se tratara de ángeles, no meramente pequeñines.

El pueblo mexicano está advertido de que la mayor parte de familias republicanas refugiadas, algunos como estos niños, vive en campos de concentración. —Aquí, en los castillos de Montgrand y en éste, Reynard, no hay fusiles apuntando a la cabeza de nadie. Es uno de los pocos sitios donde el trato no pretende ser frío, ni la disciplina militarizada como si fuera su sino sobrevivir entre alambradas—.

—¿De qué consuelos puede hablar usted? ¿Por qué no es sensible si lo están oyendo los niños?


Novela: En memoria de Catana

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Thursday, September 10, 2009

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Carlos López Dzur

En memoria de Catana

Novela

6. Entre la acusación y el consuelo

—Mamita Cata respeta la individualidad y la privacidad de nosotras, así de otras gentes—, se esforzaba en convencerme Minerva. Digo, es una actitud muy linda la que, como hija, tiene. O se esfuerza por conservar. Mas, una que otra vez, Minerva se me acerca y asegura que sólo una vez descreyó esa teoría. Que a veces tiene dudas y se siente a punto de perder la perspectiva, la virtud sin Dios, de su madre. —Ideas masónicas, anticatólicas, que me confunden. ¿Ve usted? Digo que mi propia madre me confunde—.

Son muchas percepciones las que oye y sustenta que no encajan con lo que ella opina. Tiene acusadores que afirman que Ana Catana juega con fuego. Entiende que su madre para madurar, como cualquier ser humano, urgió darse una ubicación generacional. La idea más clara que Doña Ana tiene de sí misma, razón por la que vino a América, es que nació en una familia de masones. Su padre se hizo guerrillero en el Frente del Este y, cuando llegaron las tropas franquistas al Mediterráneo, fue apresado en la Batalla del Ebro. Escapó, sujeto antes a torturas, y se le recapturó durante la caída de Barcelona, en enero de 1939.

Por lo que dijo Soledad: Ana Catana, la hija, tuvo sabido que su padre nació entre catalanes ricos. El había sido un candidato, con rango en varios gabinetes, primero de su Estado y luego para el gobierno nacional de centro-izquierda, tras la dimisión de Primo de Rivera y el gobierno de Berenguer. En 1932, intervenía en apoyo a la Aprobación del Estatut de autonomía de Cataluña. Seguido los eventos, la Sanjurjada fue lo que convocó su integración a la guerrilla. En 1933, con el triunfo de las Derechas, supo que la guerra vendría, que a la Falange no se la detendría ni a las represiones franquistas. —Pues, a la guerra carajo y que se joda lo que se tenga que joder—, dijo.

En las elecciones puede que el pueblo hiciera justicia a los republicanos, mas no se tendría la misma piedad o mesura con el ejercicio de las armas ni por unos ni por otros. La guerra civil estuvo a las puertas. El 18 de julio de 1936, tras un alzamiento militar, en el que murieron tres de sus hermanos, se declaró el inicio de la guerra civil. Ana Catana, sin saber ni cómo, se mudó en menos de dos años a Francia, años sin ver a su padre y creció allá lo suficiente como para aprender el idioma, leer el catalén y el francés, amar los libros y los periódicos y saber que habría sido una niña rica sino hubiese en España ese fanatismo monárquico que se aprendió de Alfonso XIII, 1918-23: pistolerismo patronal y terrorismo anarquista que los dictadores toman como pretexto para negar la partipación civil y electoral, y resolverlo todo con represión. Lo supo: —Mi padre está en una guerra y el gobierno nos matará a todos—.

En fin que la España Azul-totalitaria ganó sobre la España Roja-republicana y la única persona que se encargó de orientar a una chiquilla inquieta y desorientada fue un general, casi cincuentón que, desde México, la saludaba como la Camarada Marchiel. Cárdenas le ayudó a que se educara en Morelia. Le decía sé obediente, calladita, disciplinada.

Ella estudió el arte docencia «para que se me ofrezca empleo en alguna escuela» y hasta ciencias políticas «para que sea fácil que me comunique con el Camarada Cárdenas del Río, mi Tata».

No se supo, en rigor, cómo fue que el ex-Senador Porfirio Voisin, padre de Caterina, apareció en Morelia. Se fue metiendo en su vida. Fue después de la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial cuando España se apartó, al menos en teoría de la ideología nazi-fascista. Algunos callistas que se fueron a Españ, le trajeron a él noticias de que, por primera vez, habría una oportunidad de acceder a tres baúles de beneficios a granel para la Niña del Plumero, así en clave la llamaban los callistas. La niña del plumero / Coatlicue / no fue otra que Ana Catana. Esta es la conexión que no fue tan obvia cuando Voisin la enamoraba, llevándosela a lugares discretos y exclusivos, alejados de Morelia, «porque en los pueblos de beatones todo es comadreo». Y la lista de Ana Catana, cargaba con su Minerva para que fuese su escudo.

Desde 1945, la parentela que de Ana Catana quedaba en España se identificaba con el nacional-catolicismo, era un par de familias, hembras sin herederos, víctimas del exterminio de sus varones en la guerra. Y, antes de que se murieran, sus albaceas le recordaron a Soledad que se mudó a Francia y salvó a la pequeña hija de Marchiel Possé, héroe del Ebro, martirizado en Barcelona por Franco y sus esbirros. Ahora que se abría paso como una forma democratizadora, la conciliación de familias en el exilio, ahora que dijeron que Franco concedería preeminencia a las familias católicas, los expedientes de unos mexicanos callistas que dijeron representar a Ana Possé han tenido que dar el nombre completo: —Possé es cualquiera, Caballero; pero, si está hablando de Soledad De Marchiel-Possé y sus descendiente, las cosas cambian...— y bien de este nombre convocado, pudiera hablarse de una fortuna de entre 200 y 300 millones de dólares en inmuebles y unos 20 millones de riqueza em inversiones y efectivo.

Seis años de paciencia de unos ladrones que ahora habían sido representados por el ex-senador Voisin. Este es el hombre que halaga, con este noticióm a una republicana sentimental como es Ana: «La Falange fue obligada a la supresión del saludo fascista y a atestiguar una ofensiva diplomática internacional que ha puesto en aviso a los mexicanos de la viejo fascismo callista sobre bienes que pertenecieron a españoles expatriados». Lo que no le dice es que él conoce a los callistas ladrones, a los que corrompen, engañan y roban. Han sabido que es la niña, en nombre de quien el Presidente Cárdenas, su protector, y el mismo Plutarco Elías pidieron atención para el asunto de sus tres baúles.

Y fue mejor esperar... Voisin lo recomendó. «Esperen. No abran ni hagan circular los documentos, lo que se contiene en los tres baúles nos compromete a todos, porque Cárdenas y esa niña son uña y carne». No se supo, en rigor o en claridad de cuentas, cuantas veces falló la mención de Ana Possé... «Eran masones, con claves secretas, claves que Ana Catana se sabe de memorias y canta en forma de aleques de marinería y, a través de estas canciones y símbolos, hizo nanas para Pedro / el Puto, y dicen que lo embrujó, al hacerlo.

Dispuesto a hablar por fin y sacar claves de las que, en España piden para validar las herencias de su líder masónico, que es también un héroe para las familias Marchiel que en España quedaron, Voisin se decidió a enamorar a quien sea. Le habían es una vieja prepotente. De las que se jactan de intelectuales. Lee mucho durante las noches. Siempre están ojerosas y pálidas como los vampiros. Escupe fuego por la boca. Les brotan chispas luminosos por los ojos... Y ahora que la ha visto supo que ha sido injusta la pintura con que se la han descrito. Y es injusto que una mujer, con su talento, esté pasando miserias.

La había escuchado en la radio. Hizo una ponencia y habló como una demógrafa. No se sabe si cautivó con su voz o con sus datos y su inteligencia. Es egresada universitaria. Cuando Cárdenas se la recomienda a Avila Camacho, «para que la ayude en lo que pueda», Avila dice: —¡Bah, que no estamos en tiempos de rojillos! —

En 1957, es el economista, Dr. Voisin, quien ha decidido ir verla. El vaticina para México, lo que llama dos decenios, a partir de 1958, de Desarrollo con estabilidad. Avila Camacho se había comprometido a utilizar entre el 50% y el 60% de los gastos de gobierno para apoyar a la empresa privada. Quiso estrecha cooperación con el gringo y eso es lo que el quiere ver, ahora que deja el Senado por cargo de gabinete y asesoría. El Partido lo envió a estudiar el modelo español. Ahora, con Adolfo López Mateos y su administration (1958-1964), él espera quitar a Doña Aba Catana esa fascinación izquierdista que tuvo con Cárdenas y que tan malos pensamientos produjo en las cúpulas de la élite.

Ya le informaron, explorativamente, su estilo de vida. Tiene una hija de diez años y una barriga, presta al segundo crío. A los 30 años de edad, está abandonada. Vive mal comiendo. Consumen mucha fruta, verduras en su dieta y poca carne. No es gente de tortillas a mano. Aprecia, al parecer, el vino. No va a la Iglesia, se queja el cura del Pueblo. Para ser una mujer en sus treinta, no es una chamaca. Ni por más linda que crea. De hecho, es más que lo que él imaginara, por lo mucho del discurso que tenía premeditado para reprenderle lo tendrá que revisar. Ella no ha aprendido el tiempo rechaza la espiritualidad de la Nueva Era y alega que ese no es el paradigma que se vive. Se vive, como bien dice, la crudeza de la Era de Cincuenta, con sus doctrinas de McCarthysmo, Guerra Fría y Garrote. El humanitarismo piadoso es por excepción y, en México, el único que lo ha encarnado es Cárdenas y su mentalidad es la de un hombre que nada tiene de New Age, hinduísmos o sentimientos arios o hiperbóreos.

Cuando ella estaba en la Universidad michoacana, algunos querían encajarle la etiqueta de una «refugiadita llorona», la recogida de Cárdenas, adscrita a un régimen de huérfanos. Ella no ha querido sentirse así, siempre cree que una función muy hermosa ha de cumplir el exilado en México.

Cuando Voisin pudo al fin hablarle sobre las promesas, tácitas o prospectuvas de los decenios que vienen para la economía mexicana y que él predice como constante desarrollo, «hacia la cual nos llevará López Mateos», ella contesta: —Puede que sea así, ahora es Norteamérica la que viene con fuerza a poner las reglas. Usted sabe, antes los británicos imponían reglas en México, como dueños del petróleo, gringos e ingleses obligaron a Cárdenas a ser nacionalista. Con Avila Camacho, se desanda lo que se avanzó... No dudo que ahora sea el gringo otra vez el que nos trate, con la CIA, como a la Guatemala de Arbénz...

—Hay que olvidarse un poco de las acusaciones que polarizan y no consuelan a nadie. Déjame explicar porque, como tú... ¡ay, que te tuteo porque te doblo la edad! ... creo que el decenio de 1960 viene y arrastra los dogmatismos inflexibles del Cincuenta, pero será una época de inversiones... Hay que sacar el dinero guardado. Es lo que está haciendo una familia Possé en España. Yo acabo de viajar, aprendiendo y enseñando a la vez de la nueva economía para los '60. La economía de los tecnócratas del Opus Dei... Yo no sé si sabes pero esa Iglesia de mantilla, de austeridad inflexible y dogma, con el Opus Dei está cambiando. Es la que impulsa el Desarrollismo en el país de Franco... el modelo español va a abrirse a la industria turística y a las inversiones de capital extranjero... las remesas de dinero de más de un millón de emigrantes españoles en América y de los españoles que están Europa, con capitalito que sacaron o buenos empleos, van a cambiar la nación en los Sesentas. La ruralía se despobla y las ciudades crecen... —

—Sí, ya me han dicho que en España el ideal que cultiva la juventud, animada por los zorros viejos, es el ideal estadounidense... Soy feliz si tengo un televisor para ver la Candy Camera y una vacaciones en la playa, o Disney... ¿Es ese el modelo por el que López Mateo dice que trabajará, patrocinar el Estado del Bienestar, que en España llaman SEAT 600, es lo que llama usted Economía con estabilidad, o política liberalizadora?—

Y era fascinante oírla, verbalizaba su incredulidad... y mostraba su dentadura perfecta, parejita, sin desmesuras y blanca como la pulpa del coco, ante la cual el viejo Voisin se sentía disminuído porque sus dientes se hicieron amarillos por causa del mucho tabaco y su quijada ponía los dientes inferiores delante de los arriba. Hasta su propia hija, Caterina, aprendió a mofarse, comparándolo con un perro, cuyos colmillos inferiores se le asomban por el hocico. Mas, qué hembrita tiene Voisin delante de sí... Se la han endurecido el pene, sólo al percibir la tersura de su piel, el tono de su carne, la respiración marcándose en el escote. Tiene los pechos crecidos. Parece una palmera con ellos. Es un vestido barato el que lleva, pero le queda como si fuese de lujo y, ella delgada, bien formada, exquisita, coun cuerpo de vedette... y se la imagina en su cama.

Con eso que la proclamaron la Gata española, criada de El Baturro, la Niña del Plumero, Coatlicue rojilla, se siente perdido malinformado. Esta hembra que juega con fuego fálico, con las Vergas Calientes del Poder, sabe lo que hace. Ella es la que tienta y seduce.

Voisin está pensado en «criaditas» de las comedias, en niñas pobrecitas y ladinas en la casa de los patrones que le mueve el rabito a los poderosos y con plumero en mano limpian los templos; pero dejando ver, cuando se agachan, la disponiblidad de sus pecados; pero: ¿que será si descubren que ellas son las dueñas de las abundancia? Que el susodicho patrón es quien les roba. Coatlicue será como Ana, diosa en la casa del acusador. El patrón acostador y mañoso que la seducirá es el verdadero bojete, sin belleza, sin honor. Todo cuanto pensó espepitar contra El hediendo Baturro, hablador, se lo tuvo que callar, cuando lo vio casualmente, sin que él supiera quién es, en verdad, el Dr. Voisin, ex-senador de la República y, como Don Juan, viejo y con menos pinta como para merecerse a Coatlicue...

Y dicen que Coatlicue barría el templo en Coatepec cuando cayó la bolita loca del Cielo. ¿O fue una pluma? «Símbolo fálico». ¿Cuántas bolitas han caído ya? Y ella se tentó por recoger la bolita... Una, al parecer, cayó hará diez años... y, ¿ahora? La bolita la tira Voisin y Coatlicue se guarda en el seno.

—Tú y yo necesitamos hablar otra vez—, le dice él. Está flechado.

—Cuando usted quiera; pero entienda que soy mujer ocupada—.

Le habla de su hija Minerva, de la escuela que le roba horas de sueldo, que no le tiene garantía de empleo, que no la trata como una mexicana por adopción...

—Yo te voy a ayudar para que entres al servicio de López Mateo por la puerta grande. Sí, sí comprendo, Ana. El mismo Avila Camacho a mí me dio mala espina... a él sólo le importan sus sectarios. Los de él, su grupito...—


7. La gata con el plumero


Después de la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial cuando España se apartó, al menos en teoría de la ideología nazi-fascista, algunos familias de exfuncionarios callistas que se fueron a España, enojados y alejados por el Gobierno de Cárdenas, echados o destituídos por él, regresaron a México. Todavía no se les había agotado la ambición de que algo resultara, a la postre exitoso, de un operativo que, bien hadado, los haría millonarios a todos. Y, claro está, Cárdenas no sabía un ápice sobre el acto de corrupción, desfalco y encubrimiento que se estuvo a punto de cometer.

Tal operativo fue llamado, Coatlicue: México, 1940. Lo idearon unos priístas pioneros, más tarde, germanófilos de ancestro mexicano, cuando agentes aduanales de Veracruz descubrieron, durante una revisión de rutina en 1939, cierto baúl con documentos, al parecer manuscritos de gobierno y contra el gobierno y, sobre todo, apuntes del autor cuyo nombre sólo se sugiere con la metáfora del Amante de la Soledad. Estrajeron una valija del baúl y, abierta y leída, se clasificó como «material de seguridad», «contenido extranjero» y con el temario en torno a sabios judíos: «Emunat Jajamim».

En la oficina de un funcionario callista, ante el entonces, senador de la República Voisin se discutió en torno a qué realmente se trata ésto: —Este es un proyecto con el fin de proteger una riqueza material y financiera. Esto habla de dinero en bancos y alude a quiénes son los dueños. Esta gente está muy vieja y tiene miedo; están desesperados para escribirlo así—.

Con la palabra en clave, la Fe, se estuvo nombrando la abundancia de la riqueza de los asociados, los sabios, al parecer son los miembros del Clan; pero — sabios es una referencia a que son los únicos que saben del monto de esta riqueza y sabio implicita que es gente con edad madura, anciana.

Del material incautado del baúl o el maletín, unos apuntes escritos, durante la susodicha «reunión de la familia», con los sabios de mayor Fe / Emunat / son la agenda para cuando se desate el final y se utilizan los simbolismos esotéricos para predecir que España / Sefarad / se destrozará en una guerra fratricida. Un golpe de estado al régimen de centro-izquierda fue el indicio de que habría una ruda oposición a la Reforma Agraria. Los Sabios, quienes estaban dispuestos a ceder sus propiedades, al parecer habían vendido a tiempo muchas de éstas para que el gobierno de centro-izquierda cumpliera con sus proyectos de beneficio social; pero, el recaudo financiero por lo vendido lo canalizaron hacia bancos alemanes. Los multimillonarios alemanes había creado bancos seguros y eficientes y la Familia de Sabios tenía su hombre colocado en el Partido emergente de Adolf Hitler. Ese hombre, Príncipe que Viste de Azul, pero es más Rojo que la Ramera Vestida de Escarlata, es uno de los banqueros importantes y había diversificado los depósitos de la riqueza de los Sabios, «protegiéndolos para lo Rojo y lo Azul, en la Revolución y en la Paz».

Tan visionarios documentos, extraídos del baúl del Tesoro, fue lo único que dio tiempo a pasarse de mano en mano, con secretividad, porque se habría necesitado destruir con dinamita la estructura y cadenas de los pesados contenedores de seguridad de cuya existencia fue el Presidente Cárdenas del Río debidamente informado. Para ser honesto, los baúles eran una carga demasiado extraña para que se incluyera en el el buque Sinaia, sin especificidades documentales en favor de una empresa, sino que se dirigían a una persona que, seguramente, fue menor de edad, porque en el baúl se hallaron muñecas y juguetitos de mujer. Había ropa femenina y lencería en el baúl que se abrió delante de Cárdenas, cuando ya había sido robada la valija de El Amante de la Soledad.

En ese baúl pequeño todavía están las fotos de la parentela de Ana Catana y, seguramente, ella no puede identificar a nadie. En la valija que se robaron están las fotos de sus padres; ninguna foto está identificada, pero, es claro que se dedican afectuosamente. «De tu padre que te ama», «De tu madre que ha muerto por no verte», «La separación no es el final».

Los funcionarios callistas, la banda germanófila de la sustracción y que piensa que halló el «Tesoro judío» en el Sinaí / alusión al barco Sinaía / comenzaron a reetiquetar los baúles / y lo que aludiera al apellido Possé / para desviar la atención de agentes aduanales, fieles a Cárdenas, del que se decía «la ahijada lo tiene hechizado con sus ojos azules» y el «dulzón francés de su boquita virgen». De las bodegas de Sinaia, «no se permitirá que se saquen baúles, hasta que no venga su dueña y diga: Estos son mis tres baúles, con todos mis cucutues»; pero, del más pequeño, del que no se encadenó con eficiente seguridad, se extrajo la valija de mano del Amante de la Soledad.

—Hay cierto material perdido—, le dijeron al Jefe de Aduanas.
—Pues que el Presidente no lo sepa.

Los conspiradores han estudiado su contenido. Han escondido en la bodega, en ciertas áreas del Puerto a las que ya perdieron su acceso, los otros dos baúles. Nadie ha vuelto a recordar la existencia a no ser cuando Ana Catana que, a veces oye las claves olvidadas y las rememora, la recuerde. Se la consulta a su hijo ya que se la enseñó desde chiquillo y Pedro / el Cotorro / el Puto Cantarín / se dormía con tales nanas. Nanas que eran aleques de rodelins en clave / que Ana Catana aprendió / con los Sabios / masones / con los suyos en los primeros diez años de si vida.

— Posiblemente, había judíos en su familia, dija— sicóloga del círculo familiar.
Es una de las cosas que a veces a la misma señora Marchiel se le ocurre y piensa que, aunque las Derechas Católicas en España eran anti-masónicas, más escarnio y crueldad profesaban a los semitas... Sin embargo, como se lo hizo saber su madre: —Hija, a México vas sola. Levanta el rostro, catalana. Eres la raza más linda: la Raza de los Señores y Sabios—. Nunca tuvo una respuesta satisfactoria a lo que le quiso decir. En su ignorancia de puberta creyó que debía ser orgullosa, demostrar su inteligencia, no dejar de leer y cultivarse. —Pero, ¿de qué trata una raza de señores? —, siendo ella mujer...

Todo el que la conoció en la Universidad Michoacana de San Nicolás, aquellos profesores que se interesaron en escrutar en torno a ella, le dijeron: —¿De veras nacíste huérfana y no sabes nada de tus padres? ... Basta verte para saber que eres de la Nobleza avéstica del Arya... Has de ser de la cepa de Darío I el Grande, rey de Persia... El decía: Yo soy Darío, el grande, persa, hijo de persa, un ario, de linaje ario... y en el Avesta, se habla de Airyanem Vaejah (el Solar Ario), desde el cual se supone que los arios emigraron—.

—Pues si hay persas que sean étnicamente similares a los godos, vándalos y otros pueblos germánicos, del los que se mudaron a España, algo seré de eso... —

—¡Sea por Dios, si es que pareces una escandinava! Circasiana, eslava... —
No era niña que soñara con estudios genealógicos. Podía resolver la cuestión de su origen con una insolencia aprendida, que tenía cierta amargura, pero también un sentido orgulloso de identidad: —¿Habrá quien le interesa saber que mi madre fue uno de tantos muertos de la guerra civil?—

Y el profesor comenzó a hablar sobre algo así como New Age / la Nueva Era / inspirada por los influjos de la cultura india y el movimiento Arya Samaj, fundado por Swami Dayananda. La asomó a conceptos teósoficos en torno a los arios, raza elegida para vigilar el desarrollo de las demás en la Tierra, y Ana Catana, a la que sus graciosas y defensivas le atraían círculos de compañía a su alrededor, le dijo: —Ay, profesor, que me habla usted en chino acerca de cosas improbables. La única idea que tengo clara es que si no aprovechara esta beca que Tata Cárdenas me dio sería otra pobre bojeta en las calles de esta ciudad. Me sumaría a las calles sin otra misión que bostezar... Entre una de esas indígenas michoacan y yo no hay otra diferencia que la bendición de Tata... —

Entonces, las jovenzuelas católicas, burguesitas / tarascas con presunción /, le sacaban la vuelta, porque si ella, la blanca deslumbradora / gachupina / se comparaba con las indígenas, si al origen étnico se atañera, ¿con qué se deberá camparar a estas otras, quienes la rodean, cuya piel es más oscura y cuyos ojos son oblicuos? ¿Con purépechas muertas de hambre que, si no es por Cárdenas, no comen?

—No está bien lo que dices, Ana. Ofendes. Y fíjate, ya Catita no más... si acaso, Gata. A tí te comparan con vikingas o con las hijas de los arios hiperbóreos, con nórdicas y persas, y sueltas la lengua para cagar a quienes tenemos la piel más oscurita. Nos pones abajo, porque tú misma no te quieres, tienes un síndrome de que la mala suerte y la mala patria te hará criada, una gata en la vecindad y tienes la idea de que la pobreza nivela a todos, que todos los gatos son pardos en la Noche Oscura... no. La pobreza no nivela a las gentes... Yo no sé sí te dijeron antes de que llegaras a mi Estado, mayoritariamente mestizo, que aquí a menos del 5% de la población encontrarás con los ojos azules y la piel blanquita, así como son los arios del modelo que se compete; pero, una cosa te voy a decir, aquí a veces el que más oscura tiene la piel es el que mejor come y el menos complejos tiene... Déjame dar un ejemplo. Cuando los españoles llegaron, los purépechas les decían a los gachupines, con una palabra de su idioma nativo, «ustedes son nuestros hermanastros». Quiéranlo o no. Ese es el término tarascué / hermano ante la ley, por más diferencias que vean «entre ustedes y nosotros, son nuestros hermanastros»... porque a Michoacán, de la Sierra Madre al sur al Noreste y allende los bosques de Oyamel, desde donde se dispersan las mariposas más grandes y bellas del mundo, aquí se viene a fraternizar. Todos somos monarcas alados... ¡Todos tarascué / hermanos ./ ante la ley! ... ¿Cómo fue ese tonito con que dijíste; «yo sería como la indígena» es en Michoacán?... mira, Anagata, védica dfe las verijas de Tu Puta Madre: Cárdenas no fue quién nos enseñó a ser hermanos, no te equivoques... si tienes un síndrome de Criada, con un plumero en la mano, ese es tu problema... yo sé que la beca que tiene no te alcanza y te has ido de sirvientita a limpiar una casa de un español rico; pero, mira quienes estamos aquí y te admiramos porque eres inteligente y estás sola... Queremos que seas nuestra amiga y, en cada oportunidad, pinchi oportunidad que se te da, nos echas tierra... te traes lodo del Pátzcuaro y ahí te va como una bola de cagada, porque, tu eres una materialista, esa es la mierda que te enseñaron los que te dieros esos ojos azules, que miden a la gente por lo que es, en apariencia, o lo que es cuando algo les falta... y cuando hay necesidad, indio-criado-mestizo explotado y blanco-opresor, son la misma cosa, ¿no es eso lo que quieres decir?

Y no fue sólo esta niña la que ubicó a Cata. Cuando se enojaba el círculo que la seguía para darle amistad, le decían Ana-Gata y la harmanastra tarascué era un término derogativo para la Blanca / la Gachupina / la Extranjera. Desde el siglo XVI, Fray Martín Coruña se dio cuenta de ésto.

En 1957, alguien se ha acercado a unos predios escolares. Ahí trabaja en una escuela moreliana que se llama Valle del Guyangareo. Tiene años que egresó de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, graduada con honores. «Se queja de que la traban por gachupina».

Toda Morelia, ciudad fundada en 1541 se asienta sobre ese Valle de Guyangareo, elevándola más de 6.300 pies sobre el mar. Ella vive en la zona histórica en un edificio desfachatado y debe levantarse muy temprano para hallar relevos de ttransporte que la conduzcan a la escuela. Se siente tan infeliz porque la ha perseguido la pobreza desde que vino El Baturro a seducirla otra vez. Se hizo eco de sus palabras romanticonas, la acostó, se propuso preñarla para completar la parejita. Si le nace un varón, dojo que no la abandonará y le dará todo lo que tiene.

—A él si voy a reconocerlo y heredarlo, para que no tengas que trabajar, Catana—.

Ella no le cree; pero es un hombre violento y, cuando está en la casa, ella es su mujer por causa de su violencia. Y Ana Catana no se atreve gritar en la noche y despertar el sueño de Minerva, poniéndola de nervios. Entonces, sufre y goza, la acometividad de ese demonio seductor, el abarrotero. —¿Cuándo desaparecerás al fin, maldito, y me dejarás tranquila? ¿Cuándo? ¿Cuándo?—

—Será algún día cuando se me pegue la gana—, le dijo.

Con El Baturro, el que da hijos hermosos, según se dice en el Pueblo, aunque más se dice por causa de ella, Ana Catana juega a la fantasía de sentirse Psique, la Curiosa. Para ella, cuando viene el Monstruo de la Colina su mente es posesionada por él. ¡Ese demonios! que siemptre llega de noche y Psique, con una vela iluminada en la mano, sale a abrir para que no tumbe la puerta. Ella obedece, se antoja de verlo y no lo que ve, realmente, porque él la tira a la cama, hace una faena de amante intenso y tan sólo un instante, constata que vivir con él, sólo dejándose amar, es hermoso. Sólo que la belleza huye. Hallar lo que huye y retenerlo es lo complicado. Ese es el proceso que ella no puede completar, porque él siendo rico es un irresponsable. Ella tiene que salir a ganar e sustento y sea hermoso o sea horrible, Psique se condena a vivir con un monstruo horrible, que provee tras el placer miseria; él no puefe ser Eros hasta que ella se vea libre de la necesidad. En realidad, la serpiente alada es una Medusa que enmascara ese temor de miseria y de soledad.

—Muchos empezamos a querer ver lo que huye y al escapar lo bello, dejamos de investigar y nos desalentamos. Nos gana la flojera. O nuestras propias cosas. Somos egoístas, vanidosos, comodines o simplemente, inexpertos, o cobardes que nos creemos demasiado importantes... pero yo tengo una hija y es muy importante para mí, Dr. Voisin, como para que yo, haga alardes y apuestas por lo incierto. No me puedo dar el lujo de regresar a España porque crea que ví im destello tan hermoso y tan lúcido, como el que usted supone. Ya, para mí, no hay Eros que huyen, aladito como un ángel... Mi Psique murió. Ya sé quienes huyen y son unos jijosdeputa, baturros con serpientes de mala voluntad, en el bulto de los calzones. Ya me hizo dos críos el cabrón... —

Ana Catana es cordial y fría, al mismo tiempo. Alguien vino a hablar de un secreto que a veces le viene como destello del pasado, como cuando antes de embarcar en el Sinaia, Soledad le daba la cuenta de lo que se metía dentro de tres baúles para que lo salvara. La historia de su familia completa, desde los tiempos de los godos a la España roja y su caída... Algo Voisin soltó de unos «Possé que conoció en España» y los refirió para tantear si sabe, si recuerda... porque de un baúl de los suyos, uno que semicerraron y se identificó posteriormente como Documentos de Coatlicue, 1939, el obtuvo datos, junto a otros implicados, fraguó sus teorías sobre cómo beneficiatse con la información.

El maldito baúl pasó a la Casa de Gobierno y ya no se sabe para qué... Cárdenas y alguna de su gente supo que contuvo material interesante. El problema es que él no lo asoció a la vida de Ana Catana. Ya han extraído los mejores documentos que, pese a ello, tampoco dieron una alusión a ella, ni a su madre Soledad. Lo más específico de lo ya sustraído por los conspitadores tal vez hablaría más claramente del por qué se quiso que Ana Catana guarda esa baúles consigo y estudiara los documentos que contenía al crecer.

Mas es obvio. Los funcionarios de Inteligencia de Cárdenas fracasaron, tan igual como los callistas que gestionaron en España una suplantación para el desfalco. Llegaron cerca de los Sabios, quizás hasta el mismo De Marchiel, el más sabio de los sabios que quedaban y quien conocía del material de los baúles y de las referencias que se ocultaría de los esbirros y burócratas de Franco.

Ese material escrito después de la Sanjurjada de 1932 y que se anticipó a la posibilidad de un Triunfo de las Derechas en las elecciones de 1933 es mucho más rico y trascendente que lo que los germanófilos del callismo supisieron. Aquella noche de Sabios necesitaba dejar un manifiesto que sirviera a las futuras generaciones, hijos de exilados. Se calculaba que más de medio millón de españoles se irían a Francia, México y la Unión Soviética, por causa de la inestabilidad en ciernes. «En total, desde que llegó a la mayoría de edad Alfonso XIII para desatar el caos con su maldita Restauración, España viene vaciándose en América». Se hablaba sobre 2.500.000 exilados para 1913.

A los Sabios les preocupaba el aislamiento internacional de España y el bloqueo de fronteras. Predijeron un Concordato con la Santa Sede antes de 1955, la entrada de España en la ONU y un Acuerdo de Bases con los EE.UU.. Estas bases en Torrejón, Rota, Morón y Zaragoza, fueron mencionadas con las metáforas de Nidos sobre los Olivares para las Keres aladas, o jaurías voláfugas). Para 1957, el Opus Dei encumbrará la Era del Desarrollismo, gracias a la educación y abundancia de ministros tecnócratas. En esta época, «el que tenga Sabiduría que la saque de donde la tenga escondida». Esta frase es la que dijo a Voisin y su mentor callista, que estos sabios no son judíos hablando en cábala del Dios sin nombre la Santa Fe. «Este es un grupo de multimillonarios que, por alguna razón, temen a los gobiernos de Derecha que se extenderán durante el decenio hasta 1936. Estos documentos son la toma de juramento, oficiada por El Amante de Soledad, a quienes se plantea que ninguno de los allí reunidos, aquella noche pondrá sus bienes, vidas y propiedades en favor del CEDA y una propuesta Falange».

Tuesday, September 08, 2009

5. Los ojos grandes



Caterina, la hija de Voisin, quien a veces ha sufrido la engañosa sospecha de que su madre no la quiso bien, o suficientemente, tiene los ojos grandotes. Pedro, de ojona no la baja cuando la quiere y apetece, como si no fueran medios hermanos. De ojeta la trata, así la nombra para insultarla, cuando él se disgusta por algo que le reprende, o con lo que ella no lo complace. No que sea a menudo, pero esta muchacha ha llorado, sabe apagar sus ojos, tranquilizarlos. Tiene sus altas y bajas emocionales. Ella disminuye su mirada para que no sepan sus penas. Que alcanza niveles inestables y confusos de ser, hecho que la prueba triste, solidaria, alicaída. Como cuando su hermana Minerva desapareció y fue secuestrada por semanas. ¡Cómo sufrió! O como cuando a Ana Catana el médico le dijo que ya su corazón no está para brincos, ajetreos y preocupaciones. Entonces los ojos enormes que ambas [herencia o remisniscencia de la Abuela Soledad], los ojos de Caterina y Doña Ana Catana, empequeñecieron.

Caterina probó que las muñecas de aparador, como esas Barbies americanas, tan flacas, no siempre tienen los ojos tan abiertos. Cuando se forjan en carne, en vida, como la hija de Voisin y Ana Catana se enflaquecen igual que el modelo de hule y los ojitos se les ponen lacrimosos y se les cierran, no importa que las ponga de cabeza, o les aprietes las teticas o puyen el culo. A los muñequitos se les aplican ciertas reservas de funcionamiento cuando se vuelven humanos. Son cosas que Pedro, el Imbécil, argumenta y verifica, por causa de esa religión del alma kantiana con que se burla del Ding an sich, o la pura esencia de una cosa, el ser-en-sí.

Entre las Marchiel Possé, Pedro le niega hasta la paternidad de Voisin, también alega que Caterina es una con los ojos más grandes, o mejor, la más pestañuda de todas. Unos pelitos largos, aí son sus pestañas de castaño oscuro, que él quisiera lamérselos en el pubis; pestañas que sostendrían una mosca parida que se detuviera en ellas como en una rama. Con un pestañeo, tan duros y elásticos han de ser los pelos, sería capaz de lanzar, como en violento catapulteo, la mosca que se le cuelgue. Ojo: que antes la levitaría en el aire y la haría con un tirón que se reviente en el carajo.

Durante algunas temporadas, la muchacha se fue a New York. Estudiaría Artes Interpretativas, danza y teatro. Dejó los estudios inconclusos; pero los comenzó y casi los acaba. Le llovió trabajo antes de terminar su licenciatura y después, como de golpe, la nostalgia de México se la fue comiendo y, así como se fue, se regresó sin pena ni gloria. La mamá preguntó por el diploma; pero luego corrigió: —¿Te sirvieron los estudios en Nueva York para algo?— Esto, en realidad, es lo que le importa. —No tanto el certificado, sino el ver...—

—¡Ay, mamá, usted sabia! Creí que me matarías... ví muchas cosas, lindas y feas, ví que me gusta el arte, muchas formas de artes, no sólo el baile... Veo con el corazón, mamá, y eso no tiene prisa, no cosa de correr por un diplomado... Ahora hasta jardinera me gustaría ser, y vender alfombras y cortinas, pero que sean hermosas... y cocinar, aprendí a cocinar... y por eso he venido, con nostalgia...— y cómo lloró, al describir sus cosas y sus nuevos sueños, se le cerraron los ojazos y si hubiera sido una Barbie de hule, se reduce de tamaño, le desaparece el ombligo y se le ponen los ojos chinos...

A Caterina, tan fácil que es confirmarlo, también le gusta experimentarse, sentirse, cuando llora de risa. Adora al disparatero. Lo sesiona. Corre a verlo cuando él ha pasado días lejos de la casa, citas con loqueros, periodos en internados clínicos... Ella lo acompaña, esfuerzo por sacarlo del silencio. Juntos improvisan sus obras de teatro. Extrañas obras, por cierto, en la que fluyen en idiomas aprendidos o inventados. Ecolalias. Ella le cuenta sobre andanzas y sobre gente que ha conocido y ha podido hacer buenas migas, o le habla de los jijosdeputas, una categoría de seres que ptra Pedro es importante. No estudiarlos, o querer conocerlos, sino tenerlos en cuenta para evitarlos... El le saca carcajadas del estómago y ella hasta se caga, o se orina, cuando él la imita. Repite sus parlamentos teatrales con exactitud de palabras mas con otros semblantes e intenciones. Los puede traducir de un idioma a otro.

El inglés que Pedro articula se sirve del acento británico y lo aprendió por cassettes y cursos por correspondencia. Del mismo modo, aprendió ruso, hebreo, francés, latín para cantar la Missa y se instruyó en esperanto, por si alguna vez le toca el privilegio (que converse con los extraterrestres) y el quechua y el nahuátl, del que está muy versado, resultaran inadecuados.

Oír, con el acento británico de Pedro, una disertación sobre política anticardenista que supuestamente él oyera de la propia boca de su padre / El Baturro / en El Papagallo, es para morirse de la risa o de coraje. No así el acento newyorkino de Caterine que hay días que lo matiza con giros italianos y puertorriqueños. En este caso, también se descubre que se muere de felicidad antes que de miseria, o que un riesgo de violencia se disuelve con alegría.

Si a Pedro se le dejara tener novia, o amigos, se le quitaría esa obsesión de quedarse desnudo en su taller. Como artista, él pinta su desnudez; se especializa en pintar al óleo su propio falo cuando se lo mira. Pinta vergas pequeñas, pero arrechadas. Y las posiciona sobre el lienzo, subiéndola a las cabezas de sus personajes como cuernos y, si fuera menos poético y surreal, en vez de pintar rostros andróginos con muy bellos ojos, pintaría desnudos. A veces dedica semanas en perfeccionar el órgano óptico, su especial mirada.

Los ojos azules que pinta son fantásticos... La cachonda de Caterina le dice a su hermano: —Especialízate en desnudos masculinos—. Se lo sugiere porque sabe que él suele concentrarse en la pintura de su pene y sus escrotos. Caterina, quien ya ha vencido la pena de verlo desnudo, dice que tiene un rosado pene, magnífico, buen tamaño y ya lo quisiera para sí, montárselo en caballo. O darle unas mamadas succionantes, de película porno.

Cuando él está en uno de sus días comunicativos, Caterina dice que sería importante aprenderse su filosofía acerca de los ojos. Escucharlo con interés, hacer notas. Pese a que su madre, Doña Catana, se califica como una mujer generacionalmente del cincuenta, una con aquellas snesibilidades «puras», él desafía la interpretación. Los mundos verbales de su madre están dentro de la vulgar realidad de los cinco sentidos y las percepciones visuales. —Ella es una Ojeta con Ojotes. Ella es peor que tú —.

Dice Pedro juzgándola que, entre las Marchiel-Possé, Caterina es la de ojos más bellos, no por tenerlos generosamente abiertos, grandes y almendrados. —Es que tú sabes cerrar su inmensidad. Cierras tus ojos de vez en vez, pones párpados como velos, los forras de pellejo como cortinas, para que haya cosas puras, existentes, que no veas ni nombres... Mamá, no. Ella los abre más. Ella quiere ver, ver, ver siempre... y no sabe que para no mentir sobre Lo Puro ni exhibir Lo Esencial con rutina de profanidad, es mejor cerrar los ojos y regresar, con humildad, a la Tiniebla, cerrarse para no ver la fealdad—.

Como Ana Catana es búho de ojos abiertos, día y noche, no puede cerrarlos. Es una realista cochina, como esos rusos de la Estética, descriptoras de miseria y cotidiabidad. —No digo que mamá no tenga Fe ni sea teóricamente capaz de alegar que existe el plano etéreo, Lo Puro, las Ideas platónicas; pero, primero Cárdenas que sea el Demiurgo— y Pedro lo dice tan seriamente, con ese solemne semblante que a veces lo transforma del Loco del Tarot en el hierofante divino. A veces odia el pragmatismo de su madre. Dice que sus ojos son como la CBS Television, con el lema «See It Now», de los noticiarios inaugurales de 1951. Ahora, ya que ha estudiado el origen de la TV estadounidense, se fija que esos cuernos fálicos que Pedro ha pintado sobre la frente de Edward R, Murrow, anfitrión pionero de las news magazine, son antenas. Torres de las televisoras. Y a los cuadros con el tema de Murrow, ahora sí sabe que se trata de Murrow, le llama: «El Mundo Que no Debió Existir», el mundo de aquellos informadores, con ojos como los que tiene Ana Catana y Murrow, ojos normativos para la Investigación en la Era de la Información, ojos de realismo socialista... ojos de lentes y cámaras de TV... Y el McCarthyismo puede que te secuestre las pupilas, se quede tras el iris para siempre, haga un cuarto oscuro o una videoteca de esos ojos.

Caterina, que no es nada mística ni persignada, es sensible y cuando como hoy oye a su hermano Pedro / el Puto, lo ama máz que a Dios, por disparatero, o por subjetivo, o por iluminado. Le encuentra un parecido con Arthur Rimbaud, según ha cotejado de cuadros. Al fin dice: —No, cabrón, eres más bello que Rimbaud.

Pedro de Marchiel-Possé, algo menor que Caterina, concluye que mucha de las mujeres que nos rodean son grotescas. Es difícil ya hablar de mujeres e idealizarlas. El lenguaje cada vez es más vacío, las imágenes quieren decirlo todo como en una fotografía y lo que flota no sirve… mucho falso altruísmo, mucho pretendido enfoque y aprendizaje. Esa CBS News que exhibió para Norteamérica las luchas por integración social y racial, ls tropas metiéndose en Alabama, los negros golpeados en las calles, también aplaudió a McCarthy y promocionó la Cacería de Brujas … basura, nena. —Y fíjate que, en la tele y el cine, se amontonan, las carnes de mujeres. Ya la gente más fea decide el arbitraje estético... lo que hay que creer… ¿Has tenido la oportunidad de ver, con sus detalles, a Irma Serrano, a Carmen Campuzano… a María Felix? ¿Tú las aplaudirías? Yo no, yo no—.

Según explica Caterina a Minerva sobre el diálogo reciente con su hermano [a él mismo le agrada el insulto que le dio un difunto, Pedro el Puto], la única personita que él identifica como digna de la sensibilidad del 50, digna de ser beatíficamente beatnik, es ella. Caterina es la única que cierra los ojos para oír mejor y se desoye a sí misma para ir a verle.

Los sicólogos que tratan a Pedro traen a su vida confusión y sinsentido; son los seudocientíficos del Cincuenta, vacíos de pureza. «Tienen los ojos muy abiertos; pero del tamaño de un culo cerrado. Necesitan lentes. Esta es la época de Clark Kent, el cegato y la gente ciega, de 4 ojos, son los que promueven executive coaching y asesoría para la industria de ser... Los grandes informadores del '50 cultivan a las Victoria’s Secret Girls... se pasan mirándondoles los calzones, tal como se los describe el cegato...

Caterina no sabe de dónde su hermano sacara la idea. Pedro dice que la mentalidad de su madre, su ideología, la poca luz que Ana Catana tiene, la sacó de aquellos años de miseria que vivió en el decenio del 1940, cuando Manuel Ávila Camacho arribara a la presidencia del país, y cambió las reglas de juego del cardenismo y la retórica nacionalista. Avila Camacho fue un iniciador del Desastre Realista. —Lo que hizo fue política de buen vecino. Tratos con los jijosdeputas que son esa gente que toma represalias cuando tú reclamss lo que te pertence. Con los ojos abiertos, aprendes que el Vecino Bueno en realidad es un jijodelachingada y ésto se lo enseñó Avila Camacho a Mamá; Cárdenas veía con el corazón. El corazón no necesita de los Estads Unidos como el Buen Vecino. El corazón arrebata y dice: El petróleo es nuestro y sucederá que fue las necesidades de la Segunda Guerra lo que permitió que Avila Camacho tuviese suerte con los gringos y la retórica contraria a la que Cárdenas sostuvo. El anticomunismo. Mamá tiene el corazón rojillo como el Cárdenas del '30, como los republicanos del Frente Popular; pero, Avila Camacho agarró la carita de nuestra madrecita santa y le dijo, como hipnotizándola: No duermas... abre los ojos, abre esos ojos grandotes, y no lo cierres...