Le dijeron a Minerva de Marchiel, cuando ni esperanza tuvo de saberlo, que su abuela había huído a Francia después que prendieron al guerrillero De Marchiel-Possé, enemigo de la dictadura del General Miguel Primo de Rivera, el Ejército y la Iglesia, y esposo de Doña Soledad. Ciertamente, le dijeron que ella tenía una abuela que amó a su madre [lo que fue más importante que tenerla] y le dijeron que el mundo cambiará... Un astronauta puso un pie en la Luna. El escándalo de Matesa había estado a todo vapor en España, pero, quien le dijo que había ciertos zumbidos de brisas refrescantes dijo que «a título de rey», Franco Bahomonde designó su sucesor en la persona de Juan Carlos. En 1969, para una chica que acababa de ser violada por cuicos militares [Minerva], puede que no significara mucho. «La airada izquierda dice que lo único que consolará y hará que vuelvan los exilados es que Franco, el Comandantín, se muera y la ETA ponga todas las bombas que pueda, de Vizcaya a Madrid».
—¡Mira lo que me pasó por idealista y por tonta! Llevaba seis años aprendiendo a ser social, para no ser una idiota alienada políticamente, y lo único que me comunica usted es que un jovenzuelo rico será rey porque un dictador lo quiere. Diecinueve años para que se me diga eso—, se queja.
Ana Catana tenía 20 años cuando nació esta chica que llora porque la historia es muy lenta: porque mataron a un afroamericano [Martin Luther] que significó la paz racial para ella; porque al Mayo francés no ha seguido libertad; porque el Octubre de Tlatelolco se llevó consigo la virginidad. No acaba de olvidar el ultraje. La madre, que no se dude, ama a la pobre muchacha. Minerva es su hija; pero, para eso de llorar una virginidad destrozada no está. «Eso del himen es lo de menos»: lo que le duele es el delito contra el Bien Común, la sociedad, el afán de desbaratar la familia, cometiendo un crimen de Estado contra la estabilidad emocional de alguno de los miembros. Tuvo la oportunidad de oír a Cárdenas como un mentor y consejero. En la casa, ya cuando tuvo más tiempo porque no era presidente, sino un colaborador de la administración de López Mateos administration (1958-1964), Amalia y Cárdenas iban a su casa de Morelia, porque todavía la conservó. Así se lo hablaron a Minerva, los tres (incluyendo a Amalia, esposa de Cárdenas del Río). «Sé fuerte; no te escondas. Somos socialistas».
Estuvo buscando una luna a la qué ascender sin regreso o un agujero que vaya al inframundo y la esconda por siempre. Ella le ha jurado a Ana Catana que se exilaría en cualquier lugar que no sea éste, con tal de olvidar lo sucedido y el desaliento moral que se la come. Es el año 1969 y no hay lugar del mundo que inspire irse, porque la ignorancia ha sido mucha en todas partes. Pero la madre quiere que estudie. Ahora que hay dinero para hacerlo. Dicen que va a curar al hermanito loco que nació, en 1958. «Olvídate de ese maldito cuico, o el himen de tu coñazo, mujer, Minerva, véte a todo te plazca, con el rostro en alto. Tú no tienes la culpa; porque no somos cómplice, ni fuimos ni seremos».
Ana Catana dice que, cuando Franco se muera, irá a reenterrar a sus muertos en la tierra que les pertenece. —Lo haré yo sola. Sin El Baturro, sin Cárdenas, sin Voisin. Es cierto que si no lo hizo antes fue porque no sabía a quiénes le debe un buen entierro y no tenía cómo. Ahora es distinto. Ahora tiene con qué enterrar a quien se lo merezca. Ahora es ella quien ayuda, no la que extiende la mano para pedir. «Y te aseguro que llegará un día que tú sabrás de los cuicos y los que son como él y no que le pagues con la misma moneda, pero... le darás un perdón humillante y será una dama delante de ellos». Le cuenta a Minerva que los intereses extranjeros, antimexicanos incluyendo a ingleses y gringos, cuando Cárdenas nacionalizó el petróleo y expropió industrias de ellos, organizaron un boicot al crudo mexicano... «aquello fue como ir a comerte en la abundancia del clítoris, en lo sagrado de tu subsuelo, fue como burlar el derecho que tienes sobre tu hembradío patrio». El boicot no prospero porque, al estallar la Segunda Guerra Mundial, creció la demanda del crudo. Los Aliados tuvieron que recurrir a México. —Eso es como tener un clítoris humillado, el alma abofeteada, y ver que los aboteadores te lo reponen otra vez, se humillan y piden el perdón. Tú dirás si perdonas o no como Cárdenas, en su momento, dijo como Ministro de Guerra y como Presidente, vendo o no vendo...—
A veces hay que esperar, se sabe quién es el enemigo. Es bueno tener por amigos y maestros gente que observa la noche, la tiniebla y la maldad de los dizque buenos vecinos... Cárdenas era un animal de los que mira de noche... —... y me dijo, chavalita de ojos grandes, aprende también con esos ojos a ver de noche—. Algo ha tenido de tecolota y buhonera quien le dijo a Avila Camacho: «Los grngos en los que usted confía son, para mí, imágenes de El Baturro; me preñan con palabras bonitas, con boleros de Buena Vecindad, y me abandonan después con dos chamacos». Se refería a Minerva y a Pedro.
En diez años que Ana Catana ha transcurrido sin hombre, antes de pecar con Voisin, se hizo maestra, locutora de radio. Puso una joyería en Polanco, compró el edificio que renta, donde está El Corralito, aquí mismo en Coyoacán, y otros changarros ahora son suyos. Conservó y reedificó la casa de Morelia y la que vino bojeta, pobre, señalada por el dedo de los envidiosos, hoy es propietaria de su vecindad. Casi toda la cuadra es suya. Es la virtud de la paciencia y de tener los ojos abiertos... Y dice que irá a pedir cuentas a la gente que se quedó con su baúl. Por eso llegan a la casa, estos estudiosos de los viajes de Doña Soledad y los genealogistas de los De Marchiel... Doña Catana se compara con México al recordar el asunto de los baúles que fue como conoció a Cárdenas. —Me han robado unos baúles, señor.
El se rió. —Pues, hay que buscarlos y saber quién fue—, le dijo.
Todo evoluciona plebeyamente, a partir de aquí. Allá, en España, su pasado estuvo lleno de luz y dolor... No se excluyó una cosa de la otra. Depende de cómo se lo quiera ver... —Hay mucho valemadrismo en forma de pichote aquí en México, pero, Minerva, si lo que quisieras como futuro es irte a España y que no haya sospechas de tu presencia, por un pasado de izquierda en la familia, que es lo que llamo tu pasado de luz, éstas son buenas noticias. Franco se muere. En círculos de Adolfo Suárez, se dice que Juan Carlos está abierto a un proceso de reforma política. El no quiere ser don Juan de Borbón, con derechos dinásticos... por primera vez, se mira un futuro a las puertas para los que, como españoles revolucionarios y republicanos, quieren volver...
Ana Catana le dice a Minerva lo mismo. Que sea paciente y si un día se quiere ir a España, que se vaya. La libertad es algo tan hermoso cuando se ha sufrido. —No te digo que no sufras. El sufrimiento no se puede evitar. Hay que verlo de noche y de día. Lo que enseña el día es un ciclo de paciencia... pero, todo sea por la enseñanza de la libertad, por el regreso a ella...
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