Saturday, September 05, 2009

El juez Esquivel y los cuervos

Lope se enoja porque le llaman el asesino de cuervos. Otros han dicho que es un saca-ojos. A todos los cuervos que, alegadamente, matara al desojarlos y que se contaron en una veintena, también les cortó la cabeza. Una de las cabezas, todavía la carga consigo dentro de un morral.

También se enoja cuando le llaman Saqueador. Protesta. El es guerrero, con un delirio aún inconfeso de príncipe. El daría la Libertad a estas tierras, donde los súbditos del Rey se comportan como cuervos, en caos, sin conocer la santidad de los guerreros. A indios y negros, por igual, haría libres y maldecería a los que siendo cristianos practican magia profana, brujería negra, que no tiene que ver con la santidad de los graznidos. Ha dicho a un juez de Potosí que lo condena, después de haber sido aprendido y azotado, por los propios indígenas, que aceptará la pena; «pero usted, su Excelencia Esquivel, no vuelva a decir que el Cuervo acompaña al Demonio ni que mujer hechicera puede transformarse en cuervo; no diga usted esas blasfemias, porque yo no las perdono».

Esquivel se rió del soldado. Le pidió los zapatos para que le hieran las ortigas en todos los caminos durante los tres años que le ordenó, no vagar fuera de la jurisdicción de Potosí, porque lo quiere tener vigilado. «Que tiene fama de maltratar a indios, lo mismo que a las aves» y lo llamó Saca-Ojos, por los actos alegados en los cuervos.

«No diga usted eso, Juez Esquivel, que yo soy de los pocos que crío príncipes para la Resurrección de la Libertad y no cuervos para la tiranía y la opresión» y, aún recordaba cuán extrañamente hablaba aquel soldado, al que llamaban Aguirre el Loco, el que desplumó, descabezó y sacó los ojos a una veintena de cuervos, según dijeron unos indios del sur de Potosí.

Tres años y cuatro meses después de la condena y los azotes que se le dieron, le dijeron a Esquivel que han visto al Loco Saca-Ojos. En el tejado de la Judicatura, se ha visto como señal de mal augurio un cuervo silencioso. El Juez tiene miedo porque nunca ha olvidado los diálogos siniestros con aquel para el que pidió cuarenta azotes y que entregara sus botas con espuelas sangrientas.

Aunque hizo días en cama y vigilia, fingiéndose enfermo, el condenado picoteó sobre las maderas de un ventanal y la pared del segundo piso. ¡Cómo pasó al interior, cuando el juez abrió la ventana nadie se lo explica! Se le halló apuñalado, casi podrido y blando por dos semanas. Su habitación estuvo cerrada desde el interior. Los criados del Juez dijeron que, en dos semanas, no lo visitó nadie y que pensaron que se fue de viaje. En la Corte, se acumularon por dos semanas las citas de quienes urgieron verle y no pudieron más fueron a buscarlo a su casa para hallar semejante espectáculo: su recámara estaba llena de cuervos y estaban dándose banquete con su cuerpo; pero ya le había comido los ojos.

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El Lobo, Señor de la Noche / Omar Delgado / Letras kiltras / Letras del Mal

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