TODOS SOMOS INMIGRANTES
Todos somos inmigrantes, cósmicos
y cotidianos fugitivos de algún tiempo y espacio.
Todos un poco pordioseros, todos otro poco
o apenas disculpados.
Llegamos a la patria de la culpa
con el indocumentado clamor
«Yo no merezco»,
«no merezco»,
«no merezco».
Algunos en las alambradas quedaron atrapados.
Secos en el desierto, cadáveres varados y sedientos.
Asfixiados en las aguas, tránsfugas de ningún lado,
tragados en el remolino del polvo y el asedio.
Los sedujo el vigía con la contracorriente.
A unos les mordió un perro verdinegro y amarillo,
o la juliana o la migra, rumbo a la estigia
del Río Grande o el Lago del Olvido.
Pero todos somos inmigrantes.
Vamos a serlo por siempre, siglo a siglo,
con sensación de autoreproche
y desprecio de sí mismo.
«No merezco.
No hice lo suficiente.
Culpa me llena el morral.
Soy fugitivo».
Con pautas de autoagresión, todos,
todos y uno, somos vagabundos /
fronterizos, desvalidos del presente.
Nunca definitivamente
aptos, admitidos,
maduros y perfectos.
3-9-1984 / CARLOS LOPEZ DZUR
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