«... tuvieron que refugiarse en la iglesia, en la plaza
y patios en cuyos sitios pasaron toda aquella noche
de infortunios y amarguras: 31 de marzo de 1906»:
Andrés Méndez Liciaga, en: Boceto histórico
Quien gira la Rueda de los Destinos
para los ciclos mayores, Quien dice
que los eventos al azar no son tales,
Quien a la justicia cósmica no designa La Ciega,
profecía da para tí, Guayabal, desde el fuego
y el pabilo de la Vela Caída en la casa de Mariana.
Con encuentros inesperados de la Luz,
reversión trae, brechas abre cuando a las chozas
de los pobres desmantela, sesenta y dos veces
dice: Para que cambies, para que medites,
para que sea nuevo tu corazón y dura cerviz,
tiro la vela, quemo las cortinas, descorro
el velo con fuego destructor.
Se afanarán tus vecinos. A lágrima viva
y en pánico, temblarán tus pobres
y su llanto a misericordia llamará.
Fuego hoy los convoca, pueblo mío.
Quien sopla el Gran Viento, anciano
es y lo ha visto. En la casa de Mariana Rubio,
su rostro es tristeza y su labio es rezo.
Para que los alzaos se vuelvan mansos,
la Vela cayó. El odioso que venza su rencor
porque la rueda gira y auxilio de amor
pondrá en muchas manos; que el grupo vaya
y cargue el agua. Que en tinajas no ponga amargura.
Vayan a la charcas y picos y palas extraigan
de sus escondites, porque los escombros
tendrán que desbrujarse para que el pueblo
sea nuevo, desde su ontológico cimiento.
Que ninguno diga en Guayabal,
«uno soy sin otro, nada debo;
yo soy mi propio vecino
y mi barriada son cabezas de mi ego».
El que sepa tirar techos y navegar
en brasas, abra su alma como una cascada,
derrame su agua dulce y mire si alguien muere
o ha sido lastimado en esta hoguera.
Dejen atrás los andrajos del bohío.
Que los colochos y los tiliches
sean parte del olvido, y las bravatas
del rico contra el pobre y del pobre
que echa chufas al rico, que cese,
porque el orgullo ha sido grande
y la tacañería es un tojo
en el árbol sin alma.
Desde las 4:00 de la tarde, la Rueda
para muchos destinos colectivos gira
Quien a la justicia cósmica ha llamado el Fuego
y no, por accidente, cayó la vela
en la casa de Mariana. Quien ve y revierte,
quien oye y restaura, habita en Ijud,
donde el dos se hace uno
y la colectividad es Unificación.
Ahora se conocerán quienes sufren
y separados serán de los que se burlan
y se detendrá el compasivo delante
de los niños en la inopia y se dirá:
«Toma esta manta; cúbrete en la noche
porque la Iglesia está llena, vas a dormir
como los pordioseros en la esquina
y ni luna hay en el cielo que pueda consolarte».
Buscarán su cubujón por días.
De tripas harán corazón.
El viento esparcirá más tizne
que en las noches de las partidas comevacas
y los incendios en las haciendas
de Cheo Font y Jaunarena Azcue.
Vuelva al campo, el que sepa arar
y sacar viandas y frutos,
porque el hambre es espada
y el alimento ayuda a sus consuelos.
Deje la cara de amargura el que vio
las llamas y el semblante puso en luto
porque no es el final. Es el comienzo
de la restauración. Quien tiró la Vela
con aliento de Gran Viento
y giró la Rueda de su energía en cada
hombre, al organizador llamó...
A Narciso Rabell ha dicho: «Bendice»,
yo te elijo, no el Gobernador Hunt.
Quien sacude y calma, es quien
dice: «De Sión del cielo necesita tu pueblo
y la Hija de Sión nace en el Alma»
cuando preparo el parto.
24. Profecía a los que maldicen las Aguas
El padre de los Cuatro Elementos,
el que a Su Cuerpo cristalino
con amarillez de su Luz, llamó Apas
y dijo: Sepárese las aguas
de Arriba y véase a Prithivi, tierra abajo,
y el fuego de sus Tejas puso como soles
y esencias de su llama en el Aire,
el que tiene un Ojo de Ayin,
que todo lo ve y un Gran Viento de huracán
que hace su agosto cuando en Zarza Ardiente
habla a sus hijos, vasija de barro en espera
de luz, desde su astral, ha dejado profecía
para quienes maldicen el agua
y sedientos se prefieren en el Gran Océano
del Devenir. Profecía dio a los tensos,
a los cerrados, a los que a su manantial
de vida colocan sus tranquillas
y cierran sus ojos para no verlo
a él, el Bendecidor.
Quien como desierto describe la tierra
que él ha llamado Alma de Hombre,
envió 28 días de su lluvia. A los vientos
a cien millas por hora aceleró
y profecía dio el octavo día de agosto.
«Alma de Hombre, otra vez
la Rueda de la Fortuna giro;
sobrevuelo sobre el nido de sus almas
y balance entre mi presencia revelada
y el poder que les permito hago.
El que es el Gran Pez de Num y su ego
entrega a las playas ha llegado.
Unos mienten al decir «yo soy el Gran Pescador
y al pez grande, doblo», pero más ego
tiene que el pez y menos gana
de servicio y humildad.
No se extrañe que él conozca lo que
quiero en estrago cuando mi voz es airada.
Mayor que el Gran Pescador y que cualquier pirata
es el Autor de las almas; y no ha bloqueado tu puerto.
No digas que William Sampson es mayor
al Dios que sólo te dice: «Espera y calla»
... porque a San Juan bombadearon los que tienen
prisa de dominio y de peces impacientes
se alimentan; no digas que Nelson Miles,
el invasor, trajo a la Paz y la Civilización
porque el Leviatán Verdadero es la Fuente Divina
y Miles no la dio; las huellas de 16,000 tropas
de ocupación, son su aporte y una Proclama
de Nuevo Coloniaje. «Espera y calla, pequeño pez»,
Yo lavaré de Guánica al Guacio y de Asomante
a Fajardo, las pisadas de la gendarmería;
al Gobierno de Macías diré: «Véte»
y te pondré en soledad de ermitaño, pequeño pez,
para que comprendas de donde viene la Soberanía
y Quien inventa Libertad para los peces
en las aguas y de su reproductividad
hace alimento para el Alma...
al que maldiga las aguas lo enfrentaré
al leviatán, el Viento vendrá de San Ciríaco
y el torrente que reprende desde mi propia boca.
Al sedicioso, llámese Bascarán el Hediondo
o Avelino el honorable corajudo, llámese Cabán Rosa,
Rosendo, Joaquín, Fillo o José Benigno,
digo: Detengan todo. Con sangre no manches
tu mano; Yo pondré los muertos.
Agua y viento extermino, con tierra y fuego.
Con la riqueza de rico, miseria hago;
al orgullo del pez grande, humillo.
Con el dolor del pobre, forjo obediencia
y doblo al que me servirá
como Gran Pez auténtico.
Y ésta es mi profecía en 1899,
testifica San Ciríaco, mi adnato:
Ninguno dirá que del dulzor de la caña vivirá.
A los cañaverales sumergiré en barro y roca
y desgreñaré las guajanas [y aún los cafetos]
para que coman los buitres; al que se jacta,
al decir «aquí lucro», invertiré su palabra,
«aquí pierdo; con agua maldita,
me trago la esperanza».
Con pérdida canjearán el antiguo peso
aquellos que se dijeron almacenistas
y con la moneda escondieron justicia del pobre
antes que llegaran en el USS Massachussetts
los piratas y Eugenio Montero dijera:
«Me rindo» y Muñoz Rivera, advirtiera
«Ahora soy yo el Bizco que tiene la luz;
el Mudo que tiene el liderazgo».
Como Puerto Pobre te conocerá
John Brooke, primero de tus piratas militares
y tú le crearás: «Nuestro cuerpo es pequeño,
cansado está y envejecido en las aguas,
no pescaste por la boca, porque estamos
hambrientos; no podemos hablar
porque aguas y huracanes se llevaron
todo lo valioso; monstruos de la Mar
saquearon nuestros tesoros
y somos el más pobre de los Puertos».
Al que diga: «Con sangre y fuego haré
resistencia» le daré más de 3,000 muertos
que sepultar, porque en sus propios lechos
les sorprenderá inundación y los ríos se llevarán
sus cuerpos y desde las ventanas y techos brincarán
a la muerte porque no habrá escapada;
del Agua del Padre, nadie huirá en los días
de Num; del Viento del Padre no huye
el que maldice su garganta azul
en el Año Nuevo de los Arboles...
Y el creador de los Cuatro Elementos,
dijo: «Escucha, pez pequeño,
más muertos que los que España originara
y Sampson llevarse quiso en bombardeo,
mi aliento produce cuando soy el Viento.
Mi cuerpo amarillo de Agua es sepultura
para todo aquel que quiero,
porque la ruptura soy de todo vaso
y todo pueblo. La restauración soy
del Kelit, pero a quien no espera y calla;
doblego; el que gira la Ruedas de los Destinos,
con cuatro elementos sorprende a quienes duermen:
el Aire, la Tierra, el Agua y el Fuego».
09-12-1996
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