Tuesday, April 06, 2010

Ella me quiere pertenecer / En el desamparo que perezca el varón / Las dualidades de género



Pocas veces se observa tan claramente
a la mujer que quiere ser tu noche,
única que te llama «Padre Día»
(y quiere ser como una estrellita
de tu firmamento).

Como hija te obedece, te proteje de sombras,
te acompaña en las canas, dulcifica
los días de soledad, los tenebrosos días.
Ella es la quiere no que tú le pertenezcas.
Ella quiere que seas llamado Su Dueño.

Pocas veces se ve, se cubre con hilados,
con sedas, con tejidos que sus manos inventaron.
Ha sido tejedora; enemiga del frío, nada
más tibio y dulce que estar pegado a un seno
que te provea; esa modesta adición al uno
de tu sol, es una luna que no quiere
nada desnudo, desprotegido.
Ella quiere que la llames Mía.

Las mujeres así no están ocultas;
pero pocas veces se observan a no ser
que desafíen la frialdad del mundo.
Ya no abundan las misericordiosas;
ahora batallan por sus vidas,
sobreviven recelosas.
No quieren ser de nadie
y es que nadie, de veras, lo merece.

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En el desamparo que perezca el varón

No cualquier varón, el cósmico tan sólo,
se encuentra a una de ellas.
Sólo el que aún tiene ojos y oídos
valiosamente abiertos,
unoque oye cuando viene ella y comprende
«hoy la unidad no será dividida;
hoy lo opuesto me integra, quiere pertenecerme».

No hay muchos avistamientos de estas hembras.
No hay varonees en congales que las vean.
En el desamparo de su socialidad cegata
y mustia, en su ruidoso oído,
que despuebla, el desamparo les mata.

El hecho es que en el mundo hay muchas mujeres;
como el hombre corriente, son aspirantes
de que perduren las sombras de la díada
y no haya realmente nada luminoso.

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Las dualidades de género

Hay un sistema de vida que come dualidades,
eternamente saturnino, existir que devora.
Y el engaño homicida está en los ojos
cuando se creen que miran y, en realidad,
tristean, calcular cómo inmovilizar aún
todo lo escindido. Ojos de triste lujuria
matadora tiene el mundo.

No son ojos cósmicos, realmente infinitos,
Géneros son pedazos dualístico
con sentido insuficiente y razón limitada.
Por eso es que, sin ella, la que lleva
el mensaje más oculto, quiero perteneceter,
la imaginación es miedo y la vida venganza.

Pero, con ella, la que se observa pocas veces
en los ruidosos carnavales, es esperanza,
una submisión en un fondo nutricio
de virtud y siembra.
Un fondo que es una vieja memoria
de haber sido uno, no-dos entes
que no se pertenecen, o se extraviaron
hasta verse separados, reacios a internarse
de nuevo, uno dentro del otro.

Ella es la mía. Mi primera viene,
diciéndose Segunda, hija de la noche.
Viene con su cuerpo espiritual
Presto a ponerlo en el arca de mi propia alma
y sus costumbres son protectoras, sabe que regala
compañía cuando la quiero, destila su ternura
para que yo sea leal y le sepa secretos
guardándola en el inventario de mis satisfacciones.

La segunda avanza y tiene su propia lámpara.
Su brazo no se cansa, quiere marcar un camino
Y que yo vaya por él. Es el camino
de una sacerdotisa que me lleva al Templo
y me entrega el corazón suyo
como si fuera mío.

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Teth, mi serpiente / Indice: Teth

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Sequoyah 57 /

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