Saturday, September 11, 2010

Cómo se corta la cabeza a una hidra

No cayó su caudillo a manos de jóvenes, ni le hicieron tajos los titanes, ni soberbios gigantes pusieron en el la mano: Judit, hija de Merari, con la hermosura de su rostro le paralizó: Judit 16: 8

Estuvo el Eterno, regocijado en el rostro de Judit
y la ha mirado por 3,500 años, porque
más que hermosa es la paz y la pone
en el rostro de alguna mujer; y con ese don
hizo a Judit para que en días de guerra
detenga a Jabes / el Dolor / y diga a los Impuros
sóis hijos de Jezebel
ay, de quienes nacen salvajes y rezan megalomanías,
y así dirá y se destuvo
la bella mujer de Judá,
Judit que enaltece a Hashem,
quien en duelo está por los ejércitos
en la casa de Merari, su padre, junto a quien clama:
«¿Cómo se vencerá, oh Hashem,
contra quien de hambre y sed nos mata
poco a poco?»: Y respuesta llega:
«No por la fuerza ni por el poder,
sino por Mi espíritu,
dice el Eterno de los ejércitos».


Y en los días de Nabucodonosor
a los babilonios le llamaron hidras / racimos
de enormes víborras, venenos de muchos dolores
y en templo de Ierushalaim se dolía
con lo más severo de Jabes, el dolor
de la más bella mujer de Judá.

Y sólo Ajior la vio salir de Betulia
en días en que la guerra se llamara Dolor
y el Eterno / Hashem / dijera a su pueblo
no por violencia o por armas vencerá
la semilla del amor que es mío.

Y sólo Ajior, gentil se conmovió
cuando la vio entre los asirios: «Lléveseme
ante el General». Ante Ajior y Holofernes,
daría discurso de Hashem. Se haría mirar.

«¿Cuál es tu discurso, mujer?»
Y la hermosura del rostro de la paz
le quitaba más fuerzas que el deseo
de poseerla porque más dulce que la uva
su rostro / el rostro de Hashem /
y su piel más tibia es que la sangre
que pueda manar herida por espalda...
A manos de jóvenes armados
no cayó su caudillo; ni ni aún cuando pasó del banquete
de la seducción a la tienda de las intimidades.
Su guerra no la podrá violar.

El General empezó a dar besos y a querer desnudarla
(«¿Y no te dije, por amor a la paz, que no lo hagas?»)
y no hubo tajos de otros titanes, ni soberbios gigantes
cuando se inclinó a Judit, hija de Merari.
Y no tenía fuerzas; ella hizo que mirara
a su rostro, sólo a su rostro, hasta juntar
la energía de la Espada de Hashem
que de un tajó cercenó la Hiedra.

2006 / De Teth, mi serpiente
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