No cayó su caudillo a manos de jóvenes, ni le hicieron tajos los titanes, ni soberbios gigantes pusieron en el la mano: Judit, hija de Merari, con la hermosura de su rostro le paralizó: Judit 16: 8
Estuvo el Eterno, regocijado en el rostro de Judit
y la ha mirado por 3,500 años, porque
más que hermosa es la paz y la pone
en el rostro de alguna mujer; y con ese don
hizo a Judit para que en días de guerra
detenga a Jabes / el Dolor / y diga a los Impuros
sóis hijos de Jezebel
ay, de quienes nacen salvajes y rezan megalomanías,
y así dirá y se destuvo
la bella mujer de Judá,
Judit que enaltece a Hashem,
quien en duelo está por los ejércitos
en la casa de Merari, su padre, junto a quien clama:
«¿Cómo se vencerá, oh Hashem,
contra quien de hambre y sed nos mata
poco a poco?»: Y respuesta llega:
y la ha mirado por 3,500 años, porque
más que hermosa es la paz y la pone
en el rostro de alguna mujer; y con ese don
hizo a Judit para que en días de guerra
detenga a Jabes / el Dolor / y diga a los Impuros
sóis hijos de Jezebel
ay, de quienes nacen salvajes y rezan megalomanías,
y así dirá y se destuvo
la bella mujer de Judá,
Judit que enaltece a Hashem,
quien en duelo está por los ejércitos
en la casa de Merari, su padre, junto a quien clama:
«¿Cómo se vencerá, oh Hashem,
contra quien de hambre y sed nos mata
poco a poco?»: Y respuesta llega:
«No por la fuerza ni por el poder,
sino por Mi espíritu,
dice el Eterno de los ejércitos».
Y en los días de Nabucodonosor
a los babilonios le llamaron hidras / racimos
de enormes víborras, venenos de muchos dolores
y en templo de Ierushalaim se dolía
con lo más severo de Jabes, el dolor
de la más bella mujer de Judá.
Y sólo Ajior la vio salir de Betulia
en días en que la guerra se llamara Dolor
y el Eterno / Hashem / dijera a su pueblo
no por violencia o por armas vencerá
la semilla del amor que es mío.
Y sólo Ajior, gentil se conmovió
cuando la vio entre los asirios: «Lléveseme
ante el General». Ante Ajior y Holofernes,
daría discurso de Hashem. Se haría mirar.
«¿Cuál es tu discurso, mujer?»
Y la hermosura del rostro de la paz
le quitaba más fuerzas que el deseo
de poseerla porque más dulce que la uva
sino por Mi espíritu,
dice el Eterno de los ejércitos».
Y en los días de Nabucodonosor
a los babilonios le llamaron hidras / racimos
de enormes víborras, venenos de muchos dolores
y en templo de Ierushalaim se dolía
con lo más severo de Jabes, el dolor
de la más bella mujer de Judá.
Y sólo Ajior la vio salir de Betulia
en días en que la guerra se llamara Dolor
y el Eterno / Hashem / dijera a su pueblo
no por violencia o por armas vencerá
la semilla del amor que es mío.
Y sólo Ajior, gentil se conmovió
cuando la vio entre los asirios: «Lléveseme
ante el General». Ante Ajior y Holofernes,
daría discurso de Hashem. Se haría mirar.
«¿Cuál es tu discurso, mujer?»
Y la hermosura del rostro de la paz
le quitaba más fuerzas que el deseo
de poseerla porque más dulce que la uva
su rostro / el rostro de Hashem /
y su piel más tibia es que la sangre
y su piel más tibia es que la sangre
que pueda manar herida por espalda...
A manos de jóvenes armados
no cayó su caudillo; ni ni aún cuando pasó del banquete
de la seducción a la tienda de las intimidades.
no cayó su caudillo; ni ni aún cuando pasó del banquete
de la seducción a la tienda de las intimidades.
Su guerra no la podrá violar.
El General empezó a dar besos y a querer desnudarla
(«¿Y no te dije, por amor a la paz, que no lo hagas?»)
y no hubo tajos de otros titanes, ni soberbios gigantes
cuando se inclinó a Judit, hija de Merari.
Y no tenía fuerzas; ella hizo que mirara
a su rostro, sólo a su rostro, hasta juntar
la energía de la Espada de Hashem
que de un tajó cercenó la Hiedra.
2006 / De Teth, mi serpiente
___
ArgenPress / Ediciones Literarte / Revista Literarte / Redes de Papel / Libro de Anarquistas / Helios Buira: Artista / Textos / Liboy / Blog Internatural / Arte y Letras / Cuentos / En Arte y Letras
El General empezó a dar besos y a querer desnudarla
(«¿Y no te dije, por amor a la paz, que no lo hagas?»)
y no hubo tajos de otros titanes, ni soberbios gigantes
cuando se inclinó a Judit, hija de Merari.
Y no tenía fuerzas; ella hizo que mirara
a su rostro, sólo a su rostro, hasta juntar
la energía de la Espada de Hashem
que de un tajó cercenó la Hiedra.
2006 / De Teth, mi serpiente
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