Saturday, July 11, 2009

Bibliografía pepiniana / 13 Monografías /


Enfoque Heideggeriano a la Historia Oral del Pepino


[1] Allan Nevins (1890-1971), historiador norteamericano, profesor de la Universidad de Columbia (1928-1958) es autor de excelentes biografías sobre los presidentes Grover Cleveland, Lincoln y A. Hamilton. Su exhaustiva historia de la Era de la Guerra Civil norteamericana, en 6 tomos, constituye uno de los trabajos principales en el tema. Nevis creó el primer programa de Historia Oral de la nación, desde su cátedra universitaria en Columbia. Escribió sobre la época heroica de los negocios en la nación, el surgimiento de la Norteamérica Moderna, las tribulaciones de la Unión frente a los confederados y la moderna esclavitud colonial. En sus ensayos Essays in Freedom, plantea muchas de sus ideas sobre la literatura y su rol en la ciencia histórica.

«Allan Nevins, because beside training more than a hundred Ph. D's and writing dozen of excellent historical works —which won him two Pulitzer prizes, a National Book Award, and numerous other honors— he was a lifelong advocate of the writing of good popular history» (John A. Garraty).

[2] Martin Heidegger, Carta sobre el Humanismo (Universidad de Chile, 1946). Traducción de Roberto Wagner de Reyna; El Ser y el Tiempo (Fondo de Cultura Económica, México, 1951), prólogo y traducción de José Gaos. Utilicé el ensayo reciente de Heidegger, El concepto del tiempo en la ciencia histórica, que adquirí publicado en su original alemán. Citas en este trabajo tomadas de estos libros y ensayos.

[3] Citas de los historiadores Herbert E. Bolton y J. Basadres tomadas de los ensayos La Epopeya de la Gran América de Bolton y ¿Tienen las América una Historia Común? de Edmundo O' Gorman, incluídos en la recopilación de ensayos de Lewis Hanke, titulada ¿Tienen las América Una Historia Común? (Editorial Diana, S.A., México, D.F., 1966), ps. 73-112, 113-121.

[4] Entrevista con Manuel González Cubero, octogenario (circa n. 1892), a la fecha de varias entrevistas realizadas. El vivió, como testigo, la invasión norteamericana; anduvo en la partida del pavo con su padre y recordaba el campamento de El Tendal y la toma del Hotel Juliá por los oficiales del ejército estadounidense. Las entrevistas fueron realizadas en Pueblo Nuevo (sector urbarno de San Sebastián, Puerto Rico), del 19 al 23 de octubre de 1977.


Destino en común: Tradición, Misión y Proyecto

[5] Entrevista con Pablo Arvelo Latorre, hijo del hacendado Juan Francisco Arvelo, del barrio Pozas, quien refugiaba a los que huyeron de las tropas invasoras y las Partidas Sediciosas en 1898. En su casa, se refugiaron las familias Méndez Cabrero y Méndez Liciaga. Nació el 26 de junio de 1883 y la entrevista con él fue realizada el 20 de octubre de 1977. El rememoró anécdotas referidas por su padre Juan Francisco Arvelo relacionadas al matrimonio de Abraham Vélez del Río (1826-1877) con Alejandrina Alers, madre de Aurelia M. de los Remedios Vélez (1871-1905). Explicó los orígenes genealógicos de la familia de Higinio Arvelo, ex-administrador de Los Velez, en términos de inmigrantes venezolanos de Bariñas en 1820; razón del por qué Margot Ortíz González, criada en la familia Ortíz-Alicea y Prat, fue a trabajar como empleada doméstica a Venezuela durante 1940.

Margot Ortiz González terminó en concubinato con Gumersindo «Juancho» Arvelo, descendiente local de tal familia y, por motivos religiosos, María L. Rodríguez Rabell vda. de Negrón intercedió para que ambos contrayeran nupcias, después de años de unión libre. Ya casada, Doña Margot vivió muy pobremente en Pueblo Nuevo. De su crianza con los Alicea y Arvelo, entre las llamadas familias respetables, el previo amasiato de la pareja les separó.

Arvelo Latorre refirió que su bisabuelo el Viejo Arvelo y su padre, Juan Francisco, rivalizaron con los Alers cuando Alejandro Alers fue el principal terrateniente del Pepino, por causa de las malandanzas de sus hijos Juan Bautista y Silvio Alers. Esta familia llegó, originariamente, a El Pepino por la vía de Santo Domingo (Guarico, República Dominicana). Fueron padre de ellos Juan Bautista Alers Bracetti, casado con su prima Ana Amelia Alers Larronguín. También, procedentes de Santo Domingo, antes de 1800, y se establecieron en Aguada, Eugenio y María Alejandrina Alers. Otro de ellos, Juan Francisco Alers, se estableció en Añasco. (L.D.S. Microfilm #1389445).

El entrevistado tuvo vagas nociones sobre el origen dominicano de éstos; pero sí recordaría los duelos en La Dársena (Mirabales) y el motivo de los mismos. Advirtió que, en tiempos de sus abuelos y bisabuelos, los agricultores más ricos fueron Venancio Esteves, Felipe Arana, la familia Vendrell y Manuel Prat, «hasta que los Cabrero y Echeandía, la gente de las Bariñas, vencieron con la apuesta de quedarse con todo». Según contó, «los catalanes y mallorquines por ser muy abusadores con peones y negros, se ganaron la mala voluntad de mucha gente decente y también de otros agricultores ricos; nadie quería trabajarles la tierra ni darles crédito y, poquito a poco, la peonada se iba para trabajar con los Echeandía y Cabrero, antes que con Alers, Prat y Arana... Quien vino a pagarlo fue doña Lala, la última dueña de la hacienda Los Velez. (A ella) quemaron antes que a ninguno otro, cuando la revuelta de Lares y, entonces, se hizo una apuesta para perjudicar a los catalanes y mallorquines. Le dijeron a Vidal, Arana y Vendrell: ¡se van a tener que ir! Igual que Manuel Prat, pero él no se fue y Casildo (Vélez del Río), ése sí».

El entrevistado, quien proveyó algunas de las coplas sobre la familia Prat que utilizamos en este libro, coincidió con González Rodríguez en explicar que, después del Grito de Lares, en El Pepino hubo una «conspiración silenciosa», alrededor de la cual se hacían apuestas, «para sacar de los campos a los esclavistas y maltratadores de sus peones; el deseo era que se quedaran los mejores hacendados, los que ya eran criollos y liberales», e.g., los Echeandía y Cabrero.

Las familias Arvelo, Prat y Latorre tendían a casarse entre primos, según Pablo Arvelo, «para proteger los bienes y su limpieza de sangre, práctica que adquirieron de los catalanes originales de Mirabales». Al comenzar el régimen norteamericano, se hicieron anexionistas, adviniendo como asambleístas municipales (e.g., Pablo Latorre, en 1932; Anacleto Arvelo, en 1950; Antonio Latorre Arvelo, en 1960, etc.)

[6] Ibid.

[7[ Entrevista con Dolores Prat-Prat, viuda de Alicea, 10 al 18 de diciembre de 1972. Ella fue la única hija de Eulalia Prat Vélez y Cadafalch (1830-1890), cuyo padre y tíos fueron prósperos hacendados en Mirabales, Cidral y Las Marías. Esta familia se fue a la ruina, desde 1865, cuando sus padres se mudaron a Cuba y, tras la muerte de Edelmiro Prat, por suicidio. Las tierras de la familia se vendieron a los hacendados Alers, Elizaldi, Arocena, Echeandía, Arce y otros. La entrevistada doña Lola murió a la edad de 107 años en Mirabales y había nacido el 5 de mayo de 1869... Las conversaciones con Doña Dolores fueron motivo que me interesaron por la historia de San Sebastián y, sobre todo, en las Partidas Sediciosas. Conté con la colaboración de su hija, hoy fallecida, Laura Alicea Prat, sin cuya paciencia no habría sido posible hacer tanto acopio de clarificaciones de datos.

[8] Las rogas de axuda, como se llamó en catalán, fueron una práctica de cooperación en las faenas del campo entre los vecinos de una localidad, que es muy común en el Norte de España, y que también se conoce como "rogas de trueque" o de "troque". Al parecer se introdujo a El Pepino, los gallegos Hermida al emparentar con los Vélez y Prat. Según Prat y Arvelo Latorre, quienes estaban familiarizados con el término, cuando ocurría una catóstrofe, natural o artificial, por ejemplo, huracanes y fuegos en las haciendas de Mirabales y Juncal, los amos y sus capataces las convocaban diciendo: ¡Vamos al rogueteo! y se le llamaba "roguetear" a las inspecciones y a proveer avíos o lo necesario para reparar una casa o la hacienda y al viajar de una hacienda a otra, de distintos vecinos o de una famiilia perjudicada, para hacerse de provisiones.

[9] Entrevista con Pablo Arvelo Latorre y Entrevista con Lcdo. Pedro Antonio Echeandía Font (nacido el 13 de junio de 1900 y fallecido en diciembre de 1979), realizada 16 de octubre de 1977. Murió en 1979. Ofreció los datos relativos a la "contrapartida" de Agustín María Font Feliú (1868-1901) y sobre la vida de Chilín Echeandía (que se suicidó en Nueva York; una versión más verificada es que fue asesinado; según recórds de la Policía de Nueva York), después de los incidentes de las llamadas turbas republicanas en los años '30 y 40s. Explicó datos sobre su labor como asambleísta municipal, afiliado al Partido Estadista Republicano, en la administración de Juan E. Cortés, así como sobre las labores legislativas en Puerto Rico de su hermano Pedro A. Getulio Echeandía Font (1894-1955) y su primo Agustín E. Font Echeandía, también anexionistas... El estudio genealógico más completo de la familia Echeandía lo ha preparado María Jesús Rodríguez Trigo y su esposo José J. Muñiz Quiñones. A la abuela de la primera, Doña María Luisa de las Mercedes Echeandía Cumpiano, la observamos en esta foto tomada en 1910. (Cortesía de María J. Rodríguez)




María L. Echeandía Cumpiano (en la foto)


Como se verá en el capítulo dedicado a las Partidas Sediciosas de 1898, los Echeandía se reafirmaron como pro-españoles, antes de darse el cambio de soberanía en 1898 y así lo hicieron Cecilio Dámaso Echeandía Vélez (1862-1936) del barrio Cidral y su padre Pedro Antonio Echeandía y Medina (n. 1835), «por gratitud a España y desprecio a muchos liberales bandoleros que se dedicaron a atacar a los españoles» (Echeandía Font, loc. cit.)

Consúltese el artículo del Lcdo. Agustín E. Font Echeandía, Nuestros Alcaldes, en: Programa de las Fiestas Patronales de San Sebastián, 9 al 20 de enero de 1976, y Además: La llegada de los americanos al Pepino, sin autor, en: loc. cit., pág. 50.

[10] Entrevista con Dolores Prat-Prat. Según Dolores Prat, la primera escuela que hubo en el barrio Cidral la construyó su abuelo Manuiel Prat en los primeros años de 1840 y su madre, Eulalia Prat, sirvió como instructora de primeras letras allí, junto al Maestro Coll, quien era originario de Arecibo. Este viajaba y pernoctaba durante algunos días en una casita que le proveyó la hacienda Los Velez. Con el tiempo Juan Orfila, enterado de los amoríos de la maestrita de Mirabales con Guillermo, el Jabato, y con Tomás Nuñez, que tenía fama de antiespañol, hizo todo lo posible por desarticular la escuela con quejas a la Junta de Educación y mala propaganda entre los vecinos. Doña Dolores Prat contaría que el nombre de su madre fue incluída en una lista negra de maestros con amistades subversivas y de mala reputación moral.

[11] Carta de David Alicea Marxuach, 12 de febrero de 1978, informando, desde España, las relaciones del Dr. Fermín Alicea G. y Britapaja con el Instituto Pasteur y el Dr. José de Letamendi de Manjarrés. Este médico y polígrafo barcelonés, a cuyo amparo colaboraba el Dr. Alicea, nativo del barrio Furnias (hoy sector de Mayagüez), ha sido considerado uno de los precursores de la Medicina Sicosomática y propuso un Plan de Reforma de la Patología General.

David Alicea es uno de los nietos de Rita Eulalia Alicea Prat (1852-1917), esposa de Arsenio Bastide. Según la genealogía de la familia que Alicea Marxuach preparaba, la pepiniana Dominga Prat y su esposo el Dr. Fermín Alicea G. y Britapaja, procrearon cinco hijos: Rita Eulalia (1852-1917), Servando (n. 1853-1922), Francisco José (n. 1854-1914), Cielo José (n. 1856-1899 y Salvador (n.1857-1931), todos fallecidos en España.

En la carta se hace mención de los aportes médicos del Dr. Ramón E. Betances y el interés de los médicos Alicea y Letamendi por conocerlos.

No comments: