con la pólvora china.
Sabe cómo Gengis Khan
formó su imperio mongólico.
Cuando ella se tendió sobre mi cuerpo,
aplastó el califato islámico.
Dejó las páginas en llamas.
Todos mis textos se cubrieron
con los escombros de Bagdad.
Sentí el abismo entre Roma y Oriente.
Todavía los pentagramas de Arezzo
cantaban marcialmente
y Boecio en la cárcel bordaba
su mortaja de consolaciones
Por mutua cuenta, fue que ella y yo
firmamos la Carta Magna:
hacemos la democracia desde 1215.
Con el puro deleite de sus ojos,
reliquias irlandesas,
y su maciza silueta, sirena del desierto,
me convenció de que haga anandas
con el Uno y estimule su lalalana.
¡Qué sinceridad al poner
las cartas bocarriba!
Siempre me observa embriagado
de una culpa nata y por eso
me desafía con más amor que a nadie
por una terapia de muslos oceánicos
y boquita de pez sobre las Torres del Ovatio.
Cuando seca está la lengua del espíritu,
me pongo a rasurar el bello púbis de Sión...
¡pero, claro, es porque en sus piernas,
en sus magníficos cimientos de rodillas,
me cobijo y echo unas clavadas en seco
al fondo de las charcas de Urano,
y ella es la bienvenida
del cariño en mis costillas!
Ella es la mujer que yo ubico
bajo nevadas de cáctus.
Sus nalgas son tan cálidas
que no dudo que estoy
bajo las ruletas de neón de los casinos
y que mi ofertorio está lleno de vellos
y mis sombras llenas de barbas
y con largas orejas de burro.
¡Azazel en el desierto
y Peniel sobre la cama!
Sileno no se enmascara.
Para encontrarse conmigo,
Koré-Inna viajó muchas millas
en su Lexus SC 300 '92.
Recobraríamos la Tierra Santa.
Así que esparcí mis rodillas
sobre la arena, trayecto
hacia una colcha mágica.
Frotamos lámparas de anhelos.
Ella fue, derechita, a abrir la cremallera
y con gesto noruego, conquistó
a los bretones antes que Marco Polo
saliera de Venecia.
Para que yo fuese el cautivo
de sus glotonerías, me embriagó
su boca, sin esfuerzo.
Su saliva roja fue amrita.
Luego, en Las Vegas, se quitó
todo, hasta las últimas vírgulas.
Se evaporó de prendas.
Ocupó mi sangre.
Me invadió bien prendida.
De lo que fue su escote
salieron dos palomas;
pero no dos harpagones,
enjutos y descoloridos
que son cosas del otro jueves.
¡Estoy hablando en serio
de la Summa Theologica!
es decir, dos dogmas infalibles que,
después de chupadas
cual ejemplares tetas, se multiplicaron
las feligresías y los castillos
y los encuentros del Medioevo
con la Gloria Shekinah.
Corinna Harney es tan hermosa
del busto a los talones,
de la obviedad a lo insólito,
que Diana no permite que sea sacrificada.
Se la llevó a la Táuride, como a Ifigenia,
para que sea Playmate of the Year,
causa caussorum y emblema estético
con botas vaqueras,
medias de malla,
tangas, sedas vaporosas,
fino lingerie, fragancia Savage...
Corinna baila butt
como ninfa cherokee y escapa
por rumbos de siringa y cabras,
sirena del desierto, poetisa que oye,
carrizo acuático que canta,
ojos grises que sueñan,
azules caprichos de órbitas y estrellas,
que son la pirotecnia, la China misteriosa
hecha petardos, cielo descuartizado
bajo tierra de santos jinas que huyen del Nirvana.
En fin, ella y yo somos poetas.
Escribimos con el polvo sideral.
La entiendo cuando dice:
¡Comenzaré a lamer de tu estrofa!
Y demás está decir, que es océanica.
La noche que llegó fue Luna llena.
Según observé por la ventana,
el sol copernicano nucleó el universo
de la cama; pero yo consulté
el calendario, a puro beso,
succioné el mantram, a la antigua:
¡man menos mens mana!
Sin sayal de penitente, pedí
a la wahine el huevo del mundo,
totalidad de continuum, cosecha de magia
... y todo se redujo al julepe espasmódico
y la sílaba, el remezón del clotis,
el bocado que me llenó de pelos el alma
Ite missa est, sácate al coño.
¡Es que fue la mamada del siglo,
no cosa del otro jueves!
Te voy a entregar el pragmatismo,
dije a Corinna, es decir, a la ninfa.
Tiene veinte años, Lexus SC 300,
y ella se modela como agasajo óptico,
pues tiene la bendición de Diana
y la codicia de Orestes.
Ella busca su príncipe dormido
y susurra con labios
que han hecho pajas
al imperio maya:
¡Despierta!
No quiere que despierte
el que no es poeta.
Pero coge y lame
como apache apañera,
tupí y caraiba,
cuando gatea en sus cruzadas
para rescatar la Tierra Santa.
Maquiavelo está despierto.
El sol guerrero no duerme.
Codicia esas caderas explosivas
que harían de la ternura un berenjenal
y no digamos esas vasijas de Nut
sin cobertores que gozo en la tala,
a raya, chupa que chupa,
sin que se pida temperancia filantrópica,
o mínima intervención estatal
si de mostrar the topless phenomena se trata.
Tits without misery!
Al final, yo afilo la realpolitik
antes que Falopio describa los condones
y Ponce de León descubra La Florida.
Y ella en la boca recibe el obelisco
y yo en los dientes la raja pegajosa.
Corinna sabe su trabajo
y no compra indulgencias de los Fugger.
Conmigo muere, extractora del jugo
de mi texto vertical tan prometido:
lava a lengüetazos el telescopio
sobre cristales de deseo muy diamantinos,
duras arterias de dicha, profunda certeza
de pasiones. Hosi-a-nna, sálvame la lalalana...
El lenguaje nace del ritmo.
Tañemos címbalos y nos cimbramos.
Panderetas y nos pandeamos.
Chingamos ya en Singapur
y nos cingamos, sonajeros a toda matraca.
¡Corinna sí que sabe de lenguaje!
Cuando pegó 95 tesis encima de mi estómago,
en 1517, con saltos y agazapadas, su protesta
se llamó la Gran Reforma, propuso
su propia novedad de izar el ano en aras
de metáforas in situ, aquí en los muelles
de la folla blanda y la nalgatomía.
Y logrado el acomodo, se lubricó de unción
y como mula de tiro, recibió Su Padrenuestro.
Después navegó sobre mi ombligo
leyéndome la Dieta de Constanza.
Yo regresé al Puerto de Palos
por provisiones de huelva, ovas
o como se diga...
no por otra cosa, capear sus temporales
y cotejar el axis mundi antes de largarla
con un palo de mesana
por la candonga triangular llena de rizos.
De tortas como éstas, descúbrase América.
Sírvase el Africa. Dóblese la pólvora mojada.
Corinna sí sabe galopar sobre las olas.
Echó su vela carajada a cruz y vera
y del botalón hizo su festín de samskaras
para mi cama de agua.
Cosa no fue del otro jueves
que el Obispo Waldeck
rechazara los suspiros de Münster,
los versos tántricos,
el hambre poligámica,
il fellatio,
seminen in ore,
il anus impregnatus,
y la boca de Corinna en mis escrotos sálmicos
colgantes bajo el Arco de Triunfo.
Y también su jardín de la gracia,
con hespérides y nabos,
y Lutero de ojandra, mirón y puñetero.
A todos desafía para que se disuelvan
en las páginas de textos incomunicados.
En cambio, yo propuse
volteándola de tirón ante el pasado:
¡el motín de La Bastilla!
tomar por asalto su trasero,
túrgidas curvaturas que Gèricault
no ha pintado todavía,
pero que, si por la rampa
al por mayor en lamidas permito,
truenos de Anu profetizan
la Venida de volada y la ira del Magnífico
... hossi-a-nna, sálvese quien pueda,
cosa no es del otro jueves.
Ahora me aferro al cosmos escindido
de su nalgatorio porque escribo
sobre el futuro y el amor.
Si yo fuera Mirabeau, mudaría
Versalles a París,
redeclarando los Derechos del Hombre
sobre esas tapias de tersura
que se llama el pedorrón del Terror.
¡Váyase al diablo ilusionismo,
Delendas est Cartago y los discursos catonianos
en versión jacobina, hordas de canallas
tan cortezes, tan pizarros, napoleónicos,
tan generalísimos, tan francos, tan pinochetiles!
A merced de sus caderas, soy cautivo
de sus movimientos audaces y maravillosos.
Sus muslos son pilares del décimo universo.
Y para escribir el grand finale,
la ida y la venida, ultimamos
la jodienda astral bajo ese túnel
que se abre en Las Vegas,
zona rosa de piel que son las nalgas,
tus nalgas, bailadora de butt, Corinna.
Estoy hablando en serio
de la Summa Theologica
cuando meto mis güevos bajo su rabadilla
en aras de la gloria shekinah
y leo de sus poros la Historia,
oliéndole las gracias,
colocándola in supina positionis
para mirar sobre sus hombros
clavándola tras sí
hasta que la poesía nos diga
¡placer, nunca te vayas,
amor házte placer
hasta que el cuerpo
aguante y el divino
joder se repita!
4-12-1992
(Publicado en Tertulia de Mizar, Núm. 626-626,
22 y 23 de mayo del 2000 y SerPoeta.com,
el 4 de Mayo del 2005)
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